domingo, 2 de diciembre de 2018

Sucedáneo de la Denuncia Social

Quizá relea en estas fechas El Fantasma de la Ópera, una de las obras que más suelo referenciar en mis pequeñas aportaciones sueltas que no lee nadie. La figura casi fantasmagórica, cuya identidad es una figura espectral, que aterra a los artistas de una ópera. Cuando era pequeño, este sujeto siempre representó para mí el villano más triste, y su historia de amor una de las más frustrantes.

Pero no hablaré de qué referencias hay de mi libro, pues para eso estaría el otro blog que tengo, el cual lo tengo ya bastante abandonado como lo están las ventas..., ¡triste vida!


Pero no quiero que para uno o dos que lean en este blog tan simple se quede con una idea tan triste. Mi estilo suele ser incluyendo imágenes de otros, con alguna frase que obligue a pensar, y que enlazará con mi filosofía ante la vida como la ruptura que nos depara la realidad a nuestros sueños modélicos de mundo ético. Esta vez estoy pensando no seguir haciendo lo que hice en mi otro blog por la sencilla razón de que dudo que llegue ninguna clase de mensaje a absolutamente nadie y, porque en el fondo, si vuelvo a hacer lo que hacía muy probablemente salte el puñetero artículo 13 o alguna cosa por el estilo..., quizá vuelva a escribir abiertamente para cuando me vaya de Europa (¡ya me gustaría tener plan de viaje!).

No, la Denuncia Social es algo que considero importante porque cada nota que emito podría ser una pequeña condena; cada nota que sale de mi órgano podría ser como una sutil amenaza a gente a la que quiero, aunque se equivoque. Yo no quiero eso. Cruzo los dedos para que nunca se me crucen los cables, porque el día en el que eso ocurra todos saben que sería imparable: yo sabría también cómo hacerme saber, divulgar, etc..., suena escabroso. A mí me lo parece.

El mundo es muy cínico, se puede reir de muchas personas; prostituye a la mayoría muchas. La Denuncia Social es la que nos permitiría aceptar el hecho de lo que nos trasciende (la ética) está siendo pervertida por algunos comportamientos que deberían ser considerados inmorales. Cuando la moralidad se convierte en una suerte de disidencia controlada, obtenemos esa especia de sucedáneo de Denuncia Social: se denuncia, pero para no resolver el Problema. Y eso es lo que pienso del periodismo en España.

He pensado volverme técnico en este blog y empezar a dar clases de Informática, concretamente la parte que corresponde con máquinas virtuales, mi especialidad. Así, si algún cibernauta me lee de casualidad, siempre podría sacarle provecho a la suerte o al destino. Porque, ¿qué otra cosa podría hacer?

El tema que pienso desarrollar: Mi Testamento Científico

Hay que pensarlo fríamente: quizá en mi zénit llegué a ser un reputado analista político - sólo en círculos muy exclusivos, para cuando cayeron las torres aproximadamente entonces el mundo empezó a transformarse muy rápidamente: primero me convertí en una irrelevancia política, después me convertí en una irrelevancia científica y ahora, en cuanto descubrí una oleada de twitts que empezaba a manejar por mi propia voluntad, entonces de repente, me eliminaron de cualquier tipo de relevancia social.

Si alguien pretendiera apadrinarme, ¿qué significaría? ¿Irían también a por él?

Le pasé a uno mi ensayo sobre las clases P y NP, varios meses después me lo devolvió con excusas de que tiene mucho futuro, de que sólo tengo que entregarlo en la universidad Politécnica de Cartagena, que están obligados a reconocerlo, que es cuestión de tiempo..., vamos, que no hay nada que hacer. Que vio algo que lo acojonó. Por supuesto, seguí sus pasos ciegamente para que no pareciera algo que no es; puse mi desempeño en tirarle margaritas a los cerdos, y todo igual ¡Cómo no!

He seguido desarrollando otras teorías. Como ahora no tengo Twitter ya no habrá ni la más leve oportunidad de pretender compartirlas. Como sigo en la inopia de una pesadilla absurda, mi mundo se ha absorbido al tamaño de una única persona - una minudencia, mientras pienso en todos los sucedáneos de seres humanos que se están jactando de mi situación: administradores de redes sociales, ingenieros informáticos, matemáticos, etc... No hay nada que defender que esté a la vista.

Ese muro que tengo delante no me impide ver los demás muros que se han estado constituyendo. Sin embargo, aunque no esté por la labor de saltar o romper muros sí es cierto que mi individualidad es algo que jamás podrán tocar. Habrán intentado prostituir mi personalidad, mi forma de ser..., pero eso sigue pulcra e impoluta. Eso es lo que pasa cuando levantas muros: no puedes manchar. Para intoxicar tienes que ofrecer algo, no quitar algo. Llevo toda la vida no aceptando cosas; por eso sigo inmaculado. Y, sospecho, eso es lo que les molesta.

Cualquier día, mientras camine bordeando el muro, es posible que vea una peculiar brecha. Más que nada porque lo que no tiene mácula no envejece, no se envilece, no se cansa. En esta celda peculiar, rodeado de sucedáneos de la realidad, puedo proceder a sentarme y otear donde nadie es capaz de levantar ni un solo ladrillo. Porque me pueden condenar al ostracismo, a mí y a quienes intenten alzarme; pero todos esos intentos sólo pueden desgastarles, exponerles, reducirles..., así hasta que se autoinmolen. Es lo único que puedo hacer.

Porque, bien pensado, tener la herramienta lógica más potente de la historia tiene que darte ventajas. Digo yo.


Hasta la próxima,
sucedáneos

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