lunes, 3 de diciembre de 2018

Para ser cómico hace falta un mínimo de memoria

Para hacer gracia hace falta tener un poco de conocimiento del mundo en el que se vive y capacidad para recordar las gracias o ironías que nos cuentan sus influencers. Esa es la razón más importante por la cual no soy youtuber. No es por falta de talento para editar, por no tener contenidos por querer mostrar, capacidad de análisis, temeridad ante una cámara, cultura general o sentido profesional al respecto, etc..., la razón principal es porque no podría recordar con facilidad qué se ha dicho y qué se ha dejado de decir. Así que correría el peligro de repetirlo sin saberlo.


El drama es el arte de personalizar un problema conocido, mientras que el humor es el arte de descubrir una ironía en un esquema común. Es como la relación entre las letras y las ciencias. Por eso los humoristas tienen que jugar con los temas comunes y darles el giro inesperado, el prestigio que hace que busquen al propio humorista antes que a otros; el rasgo de liderazgo fundamental que convierte al humorista en un influencer.

Cuando me echaron de Twitter, coincidió justamente cuando había encontrado otra vía de control de masas que es más que factible: recoger una reacción donde todo el mundo está plenamente seguro de algo, el influencer debe defender la postura correcta pero, para que no afecte a su estrategia debe ocultar la fase del prestigio, que es cuando se desvela "la realidad". Para ello hice un recurso que desconocía y que usaré para mis máquinas: una teoría risible (como si el objeto del humorista fuera defender una teoría débil).

Esta técnica ya la conocía, a través de Nietzsche, y la habré comentado en varias ocasiones con expertos. Sin embargo, siempre lo veía como un tanto misterioso, como difícil de aplicar ¿Hasta qué punto debe un humorista ocultar sus cartas y que no le importe parecer un loco? Si hay una técnica para algo así, ¿cómo se calcula? ¿cuál es su fórmula? Pues con la tontá del pobre Dalas y lo imbécil que es la gente, creo que he encontrado una pequeña fórmula..., fórmula que no me vale la pena divulgar, claro.

El liderazgo conducido por un loco es factible cuando la gente se centra más en el odio que procesa hacia su error, su chovinismo. Cuando la ironía afecta a un chovinismo profundo es cuando se suele llamar sarcasmo; pues bien, los matices del sarcasmo es que se puede hacer un sarcasmo tan poderoso que creo que puede permitirte doblegar la voluntad de cientos de miles de personas hacia la dirección que consideres oportuna. Es entonces cuando un algoritmo de IA podría encontrar un alto coeficiente de correlación que conecte algunos de tus mensajes con suicidios (no olvidemos que la correlación no encuentra culpables, sino que apunta dónde podrían haber afectados, los algoritmos actuales que se tienen no son capaces de distinguir a un influencer de un usuario casual).

La inteligencia artificial débil no puede entrar a juzgar cuando un comportamiento amoral empieza a ser éticamente reprochable, por ello el sarcasmo se sale de la órbita de ese tipo de algoritmos; es exclusivo de la inteligencia artificial fuerte: mediante una programación simbolista.

Sin embargo, ¿ha sido casualidad? ¿Habría podido mover todas esas masas hacia la dirección que a mí me hubiera parecido realmente o sólo fue una leve impresión? Está claro que cuando esas masas descubren que están siendo manipuladas, algunos de ellos se sienten especialmente inferiores y, automáticamente, se valen de sus privilegios administrativos para echar al usuario amoral como un odio personal; lo que es una manera corrupta de manejar una red social.

Me pregunto cuántos influencers pudieron pasarse de la raya. Mientras sólo tenía un centenar de usuarios siguiéndome (lo cual es un buen número para ir tirando, nunca tuve la intención de especular para ganar followers), entonces en un día toqué la fibra sensible y me llovieron cientos de tweets. Di con la fórmula: la gente siente un odio profundo a algo que ha sido construido por la moralidad pero que éticamente son ellos los cometen un acto reprochable (chovinismo inmoral), un sujeto que defiende una teoría de la conspiración sin aportar pruebas mientras cuestiona la moralidad de esa gente (teoría risible) y ¡bum! Como el sujeto al que le querían reprochar todo su odio no se encontraba disponible, entonces (no sé en qué proporción) fueron a por mí.

Y, es cierto, no me lo esperaba. Creía que esa teoría de la conspiración sería lo fundamental, pero sólo lo fue en menos de un 1% de las reacciones. La reacción principal era exponer un alarido a modo de insulto, una reacción visceral contra un ser humano, un deseo de destrucción. Para mí era obvio: debía esperar a que la furia desatada de pasión se calmara; todo eso odio, esos alaridos de inconsciencia, esos griteríos..., era como si el cómico siguiera con el chiste cuando la gente está ahogándose con su propia rabia. Esperé y lo comprobé: no había ganas de seguir hablando, ni de empezar - todo era un odio expulsado. De ahí nace la primera conversación que tuve: los que aún quedaban no querían que empezara a hablar con ellos, entonces ya se habían cansado de emitir toda su rabia (de hecho este es uno de los principales errores de ese youtuber). Yo sabía lo que había que hacer, y lo hice muy, pero que muy bien. Tan bien que me denunciaron justo en mi mejor zasca, jajaja. Cuando convierten una respuesta válida en denuncia eso es que el sarcasmo ha dolido.

La cosa es: ¿cuánto de loco tiene que hacerse una máquina para constituir un sarcasmo que le permita jugar el encubrimiento de lo que realmente quiere mostrar? Yo tenía otra fórmula mucho más simple: partiendo del juego de la ambigüedad, donde la máquina hace analogías con un mundo que el chovinismo se imagina y, para cuando llega el prestigio del chiste, entonces se desvela el valor del discrimante que desmorona ese chovinismo. Y claro, es hilarante porque el humor es exclusivo a través de lo superfluo cuando se relaja la importancia de lo que se cuenta.

Sin embargo, ahora veo que la fórmula es más recursiva; incluye sólo un aspecto que hasta ahora no sabía cómo encajarlo..., hasta ahora. Ahora ya no me parece tan mágico el hecho de que las masas se muevan de manera conjunta. Aunque idealmente, lo que se dice ideal, sería que pudiera repetirlo.

Aunque se me ocurren varias modalidades:
1) Haber presentado la teoría conspirativa como un comentario hilarante.
2) Haber dejado una pista para sorprender conque el comentario era hilarante.
3) Defender a capa y espada que todo era sincero (lo que hice).
4) Montar una nueva teoría de conspiración en una de las tres modalidades anteriores.

Y, partiendo de ese hecho, me quedaría,
1) Desarrollar la teoría de conspiración poniendo pruebas.
2) Desarrollar la teoría de conspiración presentando sesgos.
3) No darle importancia a la teoría de la conspiración dadas las circunstancias (lo que hice).
4) Desarrollar una teoría que enlace la conversación con la teoría de conspiración.

Sin lugar a dudas esto obedece a un estudio mucho más profundo a la hora de determinar hasta qué punto la gente se deja llevar por su odio para estamparse por sí misma a un muro antes de que se den cuenta por sí mismos lo estresante que es el odio.

Una pena que no me dejen entrar en Twitter.











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