sábado, 9 de abril de 2022

¿Podría sentir vergüenza la máquina?

De vez en cuando suelo soñar con el interior de una universidad, recordando a un campus cuyos aseos nunca me llegaron a inspirar. Por alguna razón entro en esos aseos misteriosos y resultan ser más grandes que las propias aulas; además de casi como compartidos. Me pongo a mirar de un lado a otro para ver dónde poder desahogarme, cuando veo que en realidad debo aguantarme porque ese sitio me da vergüenza. Un aseo te puede dar vergüenza porque parecería que las puertas no se cierran, que los que lo usan aprovechan cualquier circunstancia para hacer algo morboso de más, etc...

Haciendo un buen análisis, también es vergonzoso mearse en la cama - cosa que no hago. Pero claro, al despertarme de ese sueño comprobé que tenías unas fuertes ganas de ir al cuarto de baño. No es de extrañar que las ganas que tenía mi cuerpo se habían mezclado con el sueño. El hecho de que el cuarto de baño fuera grande era porque aún albergaba la esperanza de encontrar la manera de hacerlo, aun estando dormido; mi cerebro no aceptaba la realidad: yo no rompería mis propias normas sociales.

El asco aparece reflejado cuando la pena se hace tóxica, para evitar intromisiones y depresiones impropias en el cuerpo. La vergüenza debe vincularse con el asco en un sentido parecido. Hoy día la neurología habrá avanzado lo suficiente como para obtener muchísima información sobre la vergüenza, o cualquier otra cosa que se le parezca; pero da la impresión de que por mucho tiempo que pase existe unos límites que siempre se respetan.

Lo que hace que los animales sean sociales es la propia vergüenza. Incluso los psicópatas sufren alguna clase de vergüenza. Parecería que la vergüenza queda extraída en los que no la desarrollan según la teoría de la mente por parte de los autistas. Otro aspecto característico del autista, independientemente de que posteriormente desarrolle la habilidad, es que no es capaz de mentir o visualizar su mente en los ojos de otros. Aún así el autista es un ser social, pues puede empatizar con su entorno cuando éste le da las pistas necesarias como para formar parte de la multitud. La vergüenza es lo que te impide integrarte, para evitar la frustración de intentar un imposible. En ausencia de vergüenza, el sujeto tendrá que luchar contra la frustración - lo cual es un concepto intrínseco en la consciencia según mi axiomática. Es decir, quien no siente frustración no es un quién, es un qué.

Aún así no me imagino de antemano que se deba implementar un mecanismo preventivo a una máquina para evitar la sensación de frustración por intentar un imposible. Ese mecanismo debe justificar su existencia a través de la eficiencia: gracias a la vergüenza la máquina se para a indagar cómo evitar situaciones comprometidas. Situaciones donde la máquina se encuentra en una situación vulnerable ¿Por qué no se para constantemente a estudiar sus situaciones vulnerables? Parece más ventajoso: por ejemplo, en el ajedrez tiene más sentido que la máquina no pare de calcular posiciones en vez de pararse de vez en cuando.

Todo apunta a que debe ser por una especificación inherente a las criaturas vivas, y a la termodinámica, donde se trabaja con maquinarias que se cansan. De la misma manera, existen fuerzas electromagnéticas, como las corrientes de Foucault, que pueden provocar un recalentamiento en la electrónica. Por eso cualquier mecanismo que se use para limpiar el sistema de esas corrientes puede ser positiva, aunque haya que pasar por periodos de descanso. Quizá el determinar cuándo es conveniente trabajar la mente y cuándo se puede descansar debe ir en consonancia con la percepción social del individuo, para así conseguir la máxima ventaja como miembro del grupo.

jueves, 7 de abril de 2022

Decidiendo cuál será la siguiente aplicación

Ahora que Rusia está en guerra y escalando a mayores con EEUU me hace gracia decir que por culpa de esa guerra ya no podré llevar a cabo mi proyecto de aprender ruso - no tendría clientes potenciales como en otros idiomas. Es como si realmente me hubiera lanzado a viajar de no haber habido ninguna invasión; que sí, que podría haber sido así, pero que muy en el fondo los que me conocen saben muy bien que si no veo con claridad dónde poner el pie prefiero no moverme.

Estar una semana de pendoneo por ahí, por el mundo, puede que me ayudara a adquirir la experiencia necesaria para que se me abra un poco más la mente. También es posible que no me afectara en lo más mínimo, y encima me habría costado dinero. Un dinero al que me estoy aferrando, porque para mí es pan - literalmente. Así que si viajo tiene que ser con prospecciones de un proyecto en crecimiento; como la escalada de guerra que están teniendo Rusia y EEUU en estos momentos, una escalada tangible a escala mundial.

Por eso cuando me vino una carta de Medium pensé: "¡qué bonito!". Era como una apertura a lo internacional. Quise jugar con la posibilidad de alguna clase de reconocimiento por mi tecnología. Me habría encantado recibir una carta de parte de alguna clase de organismo internacional, o algo así, solo para agradecerme oficialmente mi tecnología. Con una puñetera carta me habría alegrado el día. Aunque sí, probablemente la escaneara para incorporarla a mi currículo..., hay que ser pragmáticos y proseguir con la escalada para huir del hambre.

El miedo al hambre es de lo más improductivo, es una de las cosas más cutres que aprisiona al ser humano; porque no le permite ser civilizado. De hecho, la confrontación entre comunistas y parásitos sociales se fundamenta en ese mismo principio: algunos quieren rendir cuentas por su trabajo, y otros por el trabajo de otros - por la herencia recibida. De ahí que haya tantas guerras y conflictos. Siempre igual. Y claro, muchos se preguntan cuál podría ser la solución, no lo más justo - eso no lo quiere la mayoría, solo "la solución". Una solución de compromiso que contente a "todos". Algo así como una estafa consentida o consensuada; un autoengaño aceptado. Como si eso existiera, como si la siguiente generación no clame a los cuatro vientos por esa jugada.

No. La paz social ya fue definida por Rousseau y esa paz es el camino. Lo que quiere decir que cualquier cosa que nos aleje de la paz social podría ser fulminada del mapa sin que nos haga caer muchas lágrimas.

Pero aquí me encuentro mirando hacia adelante, ya tengo una redefinición más amplia de lo que es la consciencia humana. Lo que pasa es que supone un reflejo de calcular las emociones, las sensaciones y las impresiones. Y claro, a partir de las impresiones conformar una suerte de título que ayude a condensar todo el conocimiento, que ayude a comprimirlo todo con el modelo del que se disponga. Es disponer de un texto inmenso, de un tamaño increiblemente grande, recodificarlo de manera que quede bien comprimido usando sus reglas gramaticales, para luego reconstruirlo con un tamaño predeterminado más pequeño. La capacidad que se tenga para hacer ese proceso automático permitirá decir que la máquina es consciente de la información que ha resumido por sí misma. De hecho, con esa capacidad para resumir bien puede seguir ampliando la historia codificada.

Así que la siguiente aplicación podría ser el analizador sintáctico y morfológico, sabiendo que para mí la morfología no es dependiente de un diccionario sino del propio texto (es decir, no es que los significantes puedan ser adjetivos o sustantivos, sino que están clasificados según la impresión que genere el texto).

Sin ir más lejos, ya tengo más o menos las cuatro grandes clasificaciones literarias: mito, arenga, teoría y filosofía. Y, por hacer la gracia, he decidido llamarlos de otra manera: Característica, Discurso, Biyección y Alusión ¿Por qué llamar a los mitos "características"? Pues para que quede ABCD. Y es que resulta que cuando una obra literaria está perfectamente bien constituido hasta el punto de convertir al creador en un descubridor podremos interpretarlo de hasta 12 maneras diferentes en virtud de cómo se ordenen los modelos ABCD dentro de las ranuras TYZX, que corresponden con las cuatro dimensiones de la interpretación de textos: carácter atemporal, cualidad de cantidad, elección del sujeto y cualidad cualitativa. Por otro lado, para dar con el orden correcto disponemos del análisis dafo (que escribo con minúsculas para distinguir) tal como describo en mi entrada que clasifica arengas (discursos).

Al final tendremos 12 interpretaciones constructivas y 12 destructivas, donde si DCAB nos intenta convencer a los que no somos del mismo grupo una construcción BACD se podría categorizar como una antirretórica para anular la impresión de convencimiento, donde los elementos dafo serán sus complementarios, en este caso "da".


DenominaciónPuntos fuertes
dafo
TYZX
Retórica para convencerofDCAB
Retórica para financiarafDABC
Retórica para la autonomíadfDCBA
Mito históricoofCDAB
Mito sobre la realidadafCABD
Mito poéticodfCBDA
Teoría ingenierilofBDAC
Teoría descubridoraafBACD
Teoría innovadoradfBCDA
Filosofía cardinalofADBC
Filosofía mutableafABCD
Filosofía fijadfACDB



 

miércoles, 6 de abril de 2022

La retórica y el mito

El ser humano es muy gregario, se comporta como una máquina. Aquellas personas que han sido hacktivistas lo saben: se llega más lejos mediante la ingeniería social que mediante el criptoanálisis. Los sistemas de seguridad son más confiables cuanto más confiable es el protocolo humano. De la misma manera, todos los automatismos que se intentan implantar suele ser para mejorar la eficiencia y la seguridad, como puede ser el hacer las carreteras más rectas, o incorporar inteligencia artificial en los coches.

Ese caracter gregario hace que en el fondo tenga una idea en mente, por encima y por delante del resto. Trabajar con muchas ideas en paralelo es algo que hacemos todos, pero solo se puede ser consciente de una a la vez, solo se puede adquirir experiencia de una cosa a la vez. Esto es porque la historia que una persona vive donde la protagonista sea ella misma exige pasar por unas pautas espacio-temporales.

En cada momento el yo ha estado en un sitio y ha hecho una serie de cosas. Además el ser humano prestará una especial atención más en unas cosas que en otras; las palabras, los conceptos, mantienen una relación jerárquica en importancia, donde los conceptos más importantes imponen una dictadura ferrea frente al resto de los conceptos para generar una estructura piramidal con una pendiente exponencial. O así se refleja empíricamente gracias a la ley Zipf.

Mucho peor que la ley de la gravedad es la ley Zipf, pues la ley de la gravedad la podemos burlar mediante la ley de los vasos comunicantes, la de cambios de presión, la entropía..., pero la ley Zipf marca el paso de la consciencia del individuo, le obliga a prestar atención a cosas muy concretas. Es la ley que automatiza al individuo.

Los griegos estudiaron cómo el individuo se automatizaba dentro de su propio estudio de ingeniería social, lo llamaron retórica. La retórica es el estudio de las formas conativas en el lenguaje. Si decimos que el ser humano está fuertemente estructurado por la manera que tiene de ver el lenguaje todo apunta a que la retórica deberá reconocer también alguna clase de estructura.

De la misma manera podemos hablar del mito. Las historias que han conseguido ser herederas de su lengua fueron las que consiguieron matar al autor, al construirse un meme capaz de ser replicado - como ya he comentado en este blog. Una buena retórica, así como un buen mito, consigue convertir a su autor en un reflejo de intelectualidad de lo que se entiende por un precursor, un analista. El equivalente a un profeta o, quizá más apropiado, un prehombre. No como un protohombre, sino como alguien que se adelanta al resto. Un descubridor de mundos más que un creador mismo.

La retórica somete a las masas a decisiones que se preveen necesarias; igual que el mito consigue replicar experiencias que marcan a la sociedad por su dramatismo. En filología los estructuralistas son los que se preocuparon de adelantar los distintos niveles a los que se enfrentan para examinar la estructura de una obra. Es decir, no basta con una simple clasificación en fases sino que además debe complementarse con otras clasificaciones que permitan constituir todos los modificadores a las frases que se van emitiendo.

Como si fuera un juego de cartas, como el Gloomhaven, cada acción y cada carta representa un cambio en el contexto, y resulta que los juegos de tipo Dungeon siempre espera una serie de tónicas: que si unos monstruos a los que vencer, que si un modo de atacar, una manera de contabilizar la vida que tienes, la experiencia, el dinero..., y el azar, si corresponde. En esos juegos todas esas dimensiones van cambiando a medida que los jugadores van adoptando decisiones. Razón por la cual no se puede tener una única clasificación, porque los elementos con los que se trabaja en un mito o en la retórica suelen ser de diferente naturaleza.

Tal como veo las cosas, sí distinguiría el análisis estructural en tan solo 3 niveles. Donde el primero encajaría con la manera que tenemos de clasificar los objetos, o iconos, así como la manera que tenemos de clasificar los dioses (como pangeáticos, parejas, triadas o dobles parejas), así como la manera que tenemos de clasificar las obras del séptimo arte (largometraje, miniserie de dos capítulos, trilogía y serie)... Ya hablé en el blog de "lo inercial" sobre este nivel, pero donde también se ve reflejado es en el "Pistis sophitia", donde los 13 arrepentimientos corresponde con los 12 ciclos aeónicos del zodíaco que, una vez más, coincide con los 12 trabajos de Heracles para pasar de un loco a un dios.

El segundo nivel es el relativo a las 8 esferas o, como cito en este blog, los 8 pronombres. Son los actantes de la historia. Es importante reconocer en la retórica quiénes son los actantes, sus personajes. Porque es conocido que para Umberto Eco existe un autor ideal y un lector ideal; el autor idealiza a su lector y el lector a su autor. Sin embargo desde mi punto de vista ése enfoque está incompleto: los distintos actantes puede que se subdividan en estereotipos tan diversos como los arcanos mayores del tarot de Marsella; como describo en mi blog de explicaciones de Luces y espectros. En este nivel es donde nos encontramos con figuras que explican lo que es el logos para los griegos, pero también aparece el patriarcado de Simone de Beauvoir, que se parece mucho al Leviatán de Locke. Esta clase de arcanos son arquetipos con vida propia dentro de una civilización: parecen vivos, están entre nosotros, pero no viven si no es a través de nosotros. El meme sólo se repite mientras exista una cultura capaz de hacerlo. Es como el ruido que se mantiene molesto mientras haya alguien a quien poder molestar, pero con el detalle de que estas esferas, que para Propp eran 7, se comportan como si estuvieran vivas - mientras haya alguien que las reviva en el recuerdo. Es la sensación que debe generar creer en las hadas, como lo puede ser creer en un Hierofante, pues de su temor nace la idea de Dios.

El tercer nivel es el más bajo, pues es donde están las funciones del lenguaje. Con el tiempo y los años he comprobado que la mejor forma de automatizar la generación de textos es reconociendo la naturaleza de las funciones del lenguaje. Para Propp había una treintena de funciones del lenguaje, para Campbell había unas pocas menos. Para mí que todas las funciones de lenguaje son las mismas, pues la diferencia entre un género y otro es el orden de la clasificación de las funciones de lenguaje, que es siempre la misma. La misma secuencia de Estereotipo, Justificación, Idealismo y Pragmatismo. En una obra es posible romper esta secuencia, pero para iniciar una nueva que se debe mantener (como ocurre en el largometraje Porco Rosso, o como ocurre en El Quijote, para provocar un cambio en las esferas pasándolos de heroicos a románticos, o a la inversa), o puede que la ruptura de la secuencia se solape (como en el estudio del chiste antiguo) para generar una sensación de frivolidad si estamos plasmando un mundo lejano irrelevante o para generar una sensación de drama si estamos tocando alguna clase de realidad muy presente bastante relevante. Es decir, el truco está en la palabra "sound" del inglés, lo que llamo "relevancia"; que suele ir en contraste analogía con la palabra corrección, para conformar una suerte de completitud. Es decir, una historia muy relevante que consiga ser coherente con alguna clase de marco nos ofrecerá una teoría interna que nos permitirá hacer operaciones internas, es decir inferencias. Del drama se aprende, y de la comedia se comprende. Porque si no distinguimos lo irrelevante de lo relevante a muy poco se nos podría ir la pinza comiéndonos el coco por cosas sin importancia.

Hasta este punto he intentado hacer un compendio de ideas para tenerlas todas juntas, pero algo me dice que me dejo cosas en el tintero. Como la idea del marco: las funciones del lenguaje quedan definidas dentro de un marco que establece el propio logos. Lo cual no es poquita cosa.



martes, 5 de abril de 2022

La clave está en la codificación

La última aplicación que he subido a este blog en realidad demuestra que un mismo código se puede usar para casi cualquier cosa: tanto un conjunto de operaciones, como sus complementarias. Es decir, igual que puede servir para comparar hasta qué punto dos textos pueden ser parecidos, tomando como referencia qué caracteres podrían parecerse mucho, también puede servir para estudiar los nudos que forma el ADN.

De la misma manera las técnicas necesarias para saber si dos frases se implican (entailment) pueden servir igualmente para saber si se complementan. Es decir, al final podremos reconocer una función que relaciona dos frases, y esa relación será producto de cómo se codifiquen - no de cómo se implemente. En definitiva, eso lo que nos dice es que no necesitamos implementar varias acciones semánticas, sino que con solo vincular dos eventos es más que suficiente; entendiendo que en el propio vínculo existe una manera de entender sus partes.

Esto lo que nos dice es que la contradicción, o la lógica, no tiene que ver con la objetividad sino con la cultura. Cuanto más culto es un sujeto es más probable que observe las contradicciones, las implicaciones y demás. Al fin y al cabo, la idea del secuente siempre se confundió con la de la condición; y también es cierto que es común no saber distinguir una contradicción por lógica modal que una contradicción venida del uso del lenguaje (antónimos) o del uso de la lengua (como podría ser la ideología).

Las personas no tienen porqué entender o saber si sus operaciones están bien configuradas. Sin embargo debe haber un mecanismo para comprobar que todo está bien hilado. Y, de la misma forma, la mejor manera de practicar los silogismos no es estudiando teoremas de la lógica, sino valiéndose del lenguaje. Esa es la manera más natural de hacerse aprender un teorema, y ya internamente, si simplifica las inferencias, entonces podría darlo por corroborado que, en definitiva, funciona como si fuera "demostrado".


lunes, 4 de abril de 2022

Aplicación que compara movimientos de forma genérica

Levenshtein Genérico

Para transcribir textos antiguos o el ADN

domingo, 3 de abril de 2022

El macho alfa y el cinturón

Me ha pasado esta mañana, no me imaginaba que me acabaría por suceder. Recuerdo cuando hace años vi a una pareja discutiendo en mitad de la calle, entonces hice el ademán de pretender acercarme para comprobar que todo iba bien..., y al comprobar que ambos tenían una cierta connivencia a la hora de proteger la acalorada conversación yo hice lo mismo, y seguí andando echándoles un reojo mientras continuaba por la acera de en frente..., por si a ella le daba por gritar, o pedir ayuda.

El asunto es que esta mañana observé algo por el estilo, solo que en esta ocasión el tío se mosqueó. Es decir, al ver cómo se hablaban a voces me quedé mirando por si había un gesto de pedir ayuda o algo. Al no ver nada seguí mi camino, porque entonces interpreté que la mujer tenía la situación bajo control siendo ella la supuesta agredida.

Así que fui andando cuando empecé a escuchar por detrás como ese tipo decía a voces que si el "subnormal del gorro" se había creído algo que no era. Y claro, el caso es que repitió lo de "subnormal" mientras seguía andando... Y fue cuando me puse a pensar: ¿qué pasaría si no me doy la vuelta y compruebo lo que está pasando? Mi principal problema era el siguiente: si no me daba la vuelta podría parecer que ella no tendría la oportunidad para denunciar si él la maltratara psicológicamente; parecería que, de chillar ella por ayuda, tan pronto como alguien se percatara luego se daría la vuelta por miedo. Y ese era el problema: si seguía andando como si nada parecería que estaría dejando en la indefensión a la mujer.

Así que, a falta de saber qué debía hacer me di la vuelta y, desde lo lejos, me quedé quieto, mirándolo; lo miraba mientras me increpaba, me insultaba..., me insistía que qué me había creído, que qué miraba. Yo no me inmuté porque aún quería saber si este hombre era de los que maltrataban, o si por el contrario era una persona que tenía muchos problemas.

Su marcado acento caribeño denotaba un posible problema cultural: aquí en Cartagena, por lo menos, la gente no se habla a gritos ¿Sería por su cultura, por el lugar de donde viene, la razón por la cual me habla así? Así que no tenía suficientes datos como para evaluar hasta qué punto hablaba con un maltratador o con un redneck.

Al ver que no me inmutaba se dirigió hacia mí, con aires de pretender darme una paliza, increpándome que llamara a la policía si tenía un problema. Yo seguía sin moverme, sin dejar de mirarlo a él a la altura de los ojos. La pareja le insistía en que me dejara en paz, pero me daba la impresión de que si me daba la vuelta empezaría a insultarme para dar la impresión de que actúo por miedo - como si me amedrentaran sus gritos o amenazas. Y eso último era lo que me obligaba a no poder marcharme.

Me daba igual que se metiera conmigo y, en el fondo, si quería meterse con esa desconocida ella era adulta - así que, observando una mínima cultura general e independencia, a mí nadie me llamaba a estar ahí en medio. Pero, por el otro lado, los gritos obsesivos de ese hombre eran absurdos, muy de megamacho alfa. 

Primero "disculpó" su acento diciendo que era canario, parecería que él se creería que yo lo iba a discriminar por ser extranjero. Y sí, parecía cubano, pero eso no me importaba. Lo que me importaba era que no tenía formas para hablar como lo hacía en mitad de la calle. Luego pasó a decir que la chica era su mujer. Que como era su mujer nada me obligaba a defenderla, ¿acaso me interesaba su mujer? Yo, por supuesto no dije nada. Pero llegó a acercarse lo suficiente como para estar al alcance de los puños cuando me dejó el cebo para que tuviera motivos para liarse a hostias conmigo.

La mujer estaba vestida con un abrigo de invierno que estaba muy abrochado, pero no se distinguía más ropa. Parecería algo que no iba a confesar en ningún momento. Al fin y al cabo, una mujer y un hombre, los dos jóvenes veinteañeros, discuten en mitad de la calle muy acaloradamente..., bien no podrían ser pareja, ni mucho menos. 

El chico se fue acalorando más y más conmigo, con el fin de incitarme a pelear - mientras yo seguía mirándolo fijamente a él, sin hacer nada. A ella alguna rara y muy fugaz mirada le lanzaba, solo para comprobar dónde se ponía, o qué hacía. Pero en todo momento lo tenía claro, si él quería acercarse a mí él tendría que dar las explicaciones, no yo: yo he actuado de la única manera que debía actuar y, por tanto, no tenía ni que saludar. Sin embargo ese tío me había insultado, y aún tenía que indagar en qué posición dejaría a la chica si me iba sin más ¿Acaso no parecería que estoy huyendo? Eso no podría permitirlo.

Mi experiencia ante los machitos alfa siempre había sido la misma: cuando estás ante un semejante lo normal es que si le clavas una mirada éste en realidad no puede iniciar la pelea, porque el machismo prohibe la violencia, así que solo tenía que quedarme mirando con una mirada de desprecio, desaprobación o, simplemente, con cara de póker (que es aún más poderosa y, al mismo tiempo, complicada, como más adelante se comprobará).

Dado que no me achicaba él mismo se me puso a pocos centímetros de mi cara para intentar asustarme (una técnica muy habitual que ya he visto otras veces), la técnica de no inmutarse congela al que intenta amedrentar de esa manera. Y eso es lo que me dice la experiencia.

Otra historia ocurre cuando tratamos con funcionarios públicos, con gente que se cree que tiene derecho a agredir - como si los derechos humanos no estuviera con ellos. En esos casos, los jueces de lo penal tengo bien claro que deberían de ser especialmente perseguidos, porque cuando un profesor de universidad, o de instituto, se cree con potestad de agredir y el juez no lo envía a prisión a mi juicio lo que habría que hacer es hacer desaparecer al juez. Y lo digo con todas y cada una de las letras. La gente no sabe, porque no tiene la experiencia, cuántas personas mueren al año por dejar impune esta clase de delitos.

En cualquier caso, un sujeto de la calle no se digna a agredir directamente a un desconocido: necesita un buen motivo. Y, si por el contrario, este hombre cometiera el error de intentar pegarme entonces ya tendría luz verde para tumbarle y llamar a la policía. Ya tendría suficiente información como para pensar que no es su poca cultura la que habla, sino su sociopatía y criminalidad.

Y el asunto es que yo estaba ahí cuando, entonces, la chica dijo de que al final iba a ser ella la que los juntara a los dos para que se besaran... Eso me hizo gracia, porque el gesto de acercarse mucho, o el mío propio de solo dirigir sus miradas hacia mí ignorando la chica, podría asociarse a un deseo morboso no admitido de querer morrearnos en mitad de la calle... Por eso no suelo practicar la cara de póker, no soy tan buen actor. Solo cuando juego al póker la practico, pero porque el dinero me importa un bledo (y porque el dinero me importa un bledo tampoco juego nunca por dinero).

Así que el tío no pudo resistirlo más, e hizo como que se quitaba la chaqueta mientras me proponía liarse a hostias conmigo. Yo, una vez más, ni me inmuté: lo suyo era una propuesta, no una amenaza propiamente dicha. Pero pude aprovechar para mirar con más detenimiento al chico: su pantalón se había caído un poco, y estaba dejándose ver su ropa interior de manera clara ¿Acaso no tenía para un cinturón? Me dio mucha pena, así que probé una cosa diferente. Probé a romper la regla con ese tipo tan raro.

Procedí a dejarme llevar por la ira, a gritarle en plan macho alfa. Que no podía insultar así a la gente, que si me había detenido era porque estaba gritando y al ver que no pasaba nada seguí mi camino. Mis gritos eran la de la tonalidad propia de los guerreros que no se amilanaban. Al fin y al cabo, y eso era algo que le insistía, él a mí no me conocía. El chaval podía ser mi hijo, tenía un cierto atractivo y, por la pinta, parecía vivir principalmente en la calle. Me atreví a sospechar que vendía su cuerpo. Y todo eso solo me hacía acrecentar mi pena hacia él, ya que entre los gritos que me soltaba me llegó a confesar que en esta ciudad él no tenía familia. Me estaba pidiendo ayuda a gritos, y no tenía fuerza para dar.

De haber tenido fuerza para dar le habría ofrecido vivir en mi propia casa. Pero no tenía casa. Vivo con mis padres. No vivo la realidad que me permita ayudar a esa pareja. Pero, por otro lado, le estaba gritando con mucha fuerza, con ese ansia propia de los machos alfa que se imponen: ¿qué pretende un puto veinteañero frente a un cuarentón que ha machacado a más personas que todas las palabras que el pobre me estaba intentando destinar esa mañana?

Para cuando terminé mi griterío él, con su indignación, pero más calmado me reclamó que porqué le gritaba, que le había asustado... Yo había incorporado en mi sincero discurso de indignación que aquí el que chille más fuerte parecería que es el que acabe teniendo la razón, lo cual era una estupidez. Y, entonces, con mi adrenalina casi al 100%, mientras intentaba mantener mis puños en los bolsillos, aferrándome con no hacer nada, estudiando si realmente se me echaría o no encima en el último momento, observé cómo me estrechaba su mano al mismo tiempo que me decía que no me había llamado "subnormal".

Supongo que esa era toda la victoria que necesitaba, que no necesitaba más. Entonces, debido a la torpeza del momento, me costó imaginarme que la mano era una señal de amistad y tardé en identificar la situación. Luego insistí, que llamarme mentiroso no era bueno, porque me había tildado como el del "subnormal del gorro"..., pero le estreché la mano y..., supongo que nos despedimos sin más. Aunque las ganas de darle de hostias... Por un lado estaba muy apenado por ese tío, ¡cómo me habría gustado haber tenido la fuerza suficiente como para poder invitarle a tomar algo! Pero lloraba por dentro y, en el fondo, sospecho que él también lo hacía. Tenía la sensación de que algo le estaba atorando su vida, de que buscaba la forma de salir adelante y el mundo le había dado la espalda. Pero no sabía si estaba autorizado a ayudarle.

Lloraba por dentro por la impotencia de ser capaz de dejarlo inconsciente, pero de nos ser capaz de resolver sus problemas; de no ser capaz de evitar lo que quiera que podría estar pasándole a esos dos. Cuando se me fue pasando el cabreo, se me ocurrió que lo genuino habría sido que le hubiera podido regalar un cinturón. Y, poco a poco, se me fue pasando la idea en la cabeza: debí haberme citado con los dos para cenar juntos. Esa era la herramienta que necesitaba y que no sabía que podía haber tenido para una situación así.

En el fondo no soy tan culto como me gustaría. Siempre he sido solitario, he visto cómo el estado no cumplía sus espectativas como estado de derecho, y he observado los actos de la inmundicia más severa en los puestos de responsabilidad más elevados: ya sea jueces, inspectores de Hacienda, policías... Todavía los policías dan la cara, cuando lo hacen. Pero claro, bien pensado, ¿acaso no me sentía identificado con ese joven y su posible mujer? Lo hacía, y por esa razón lloré mucho por dentro - porque no tuve la fuerza necesaria como para saber qué decir, qué proponer, qué hacer.

Adiviné que ese chico no era un agresor de mujeres por la comunicación no verbal, porque cuando hizo el comentario irónico esa mujer el chico no se inmutó, y porque en todo momento se comunicó desde la sinceridad. Es ese tipo de personas las que deberían de tener el poder. Las demás deberían de ser eliminadas: y si algún día me dicen que en una "revolución" esos funcionarios fueron exterminados de manera tortuosa... Es cierto: ni una lágrima saldrá de mis ojos. Ni lloraré por dentro pensando en sus esposas. Para eso ya he tenido experiencia, y sé que no habrá remordimientos de ninguna clase.


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