Nosotros lo terrestres somos duros..., muy duros..., de mollera. Ni nos damos cuenta de cuándo hay que cambiar, en qué, por qué..., o para qué. Esas distinciones se hacen tremendamente complicadas. Y, lo que es peor, cuando aparece alguien intentando centrar el debate lo llaman rojo.
No hay nada más espiritual como reconocer la realidad material en la que vivimos, y las necesidades más básicas que nos definen como seres humanos. Cuando le arrebatamos a cada cual la oportunidad de vivir en realidad le arrebatamos mucho más: su Humanidad. Y, con la suya, la nuestra - pues siempre estuvieron esos conceptos adheridos, altamente enmarañados, imposibles de separar.
Cuando pienso en cómo debe definirse la Generosidad recuerdo lo importante que resulta reconocer en la persona que es generosa el hecho de que tenga ambiciones, pues no hay mayor acto de generosidad que el que supone desprenderse de algo que se desea. Desprenderse de lo que sobra no es ser generosos, es saber ser ordenados o limpios. Pero cuando una persona está dispuesta a reconocer en el semejante su necesidad mayor por encima de la propia se observa en esa persona muy bien desarrollado el concepto de Nosotros. La idea de pensar en colectivo por el bien de todos.
Y claro, siempre que hay alguien que piensa en colectivo aparecerá quien quiera marcarse el tanto individualista de aprovecharse de dicho bien. Idiotas siempre habrá, es inevitable. E invertir en idiotez también te convierte en idiota. Por eso siempre he sido especialmente duro con los caprichosos: los que son caprichosos o envidiosos no tienen proyectos bien definidos. Los mejores proyectos son los que evocan a distintas formas de generosidad, los que invocan al beneficio de algún colectivo. Los que pretenden resolver problemas en la sociedad, ganen más o menos dinero por ello.
Y ése es el lenguaje del capitalista: parece como si toda problemática tuviera que capitalizarse. O que aquella que no se capitaliza no puede repercutir en el mundo de lo económico, en la idea de lo que es el egoísmo, la generosidad... Y, en el fondo, sabemos que la generosidad es un término que se escapa de las premisas materialistas liberales basadas en la idiotez y el egoísmo. Son formas de onanismo intelectual o, al contrario, grandes ideas geniales que desde mi posición aún no domino con mis propias fórmulas: ¿existe una fórmula individualista que pueda dar la talla ante las necesidades de los colectivos? Lo digo porque la oferta y la demanda a estas alturas es un desastre constatado.
Y claro. Tenemos la suerte de manejarnos con la historia para saber que los extremos nos abocan al desastre. Pero, una vez más, ¿dónde ubicamos tales extremos? En principio es trivial: sólo hay que mostrar las evidencias a aquellos que se equivocan. Y no: hace falta una buena historia que permita concebir su error. El formato de la historia lo tengo catalogado y subcatalogado: historia heróica dentro del trasfondo del intruso..., aún no tengo los nombres consolidados, pero sí las formas.
Pero no se me verá discutir con un liberal usando mis teorías del convencimiento. Suena..., no sé. Como si hubieran demasiados parámetros, hasta podría parecerme que evoca a los tiempos de la psicología conductista y sus experimentos atroces. La historia está para aprender de ella, no para que se repita. La correcta ética podría ser encontrada mediante los preceptos morales que suponemos válidos.
Sin embargo, aún veo a muchos liberales sin capacidad para negociar, sin saber calcular el precio de las cosas. No valora las necesidades del colectivo. Es como si no tuvieran capacidad para hacer presupuestos públicos... ¡Qué raro! Otra vez estoy aquí haciendo propaganda comunista.
Y el ejemplo más palmario está en lo relativo a los impuestos sociales. Nótese cómo el Pueblo sí que tiene que pagar por los embajadores, por esos cónsules que habilitarán la negociación, por ciertas vías de tren que usarán para sus mercancías, por esa publicidad que se les hace al extranjero..., sacan mucho beneficio de lo público - ya no digo todas las leyes que sí son injustas y que favorecen a la banca. Resulta que los empresarios son más dependientes del estado que el propio contribuyente medio. Incluso, aunque el contribuyente no lo sea, aunque fuera un paria, también gana más el empresario porque a través del impuesto indirecto el que no contribuye lo acaba haciendo aunque no quiera. El estado siempre se lleva su retribución, y es justo..., pero que no se hagan las víctimas: el empresario, ante una misma tasa, sale y vuelve a salir ganando.
Por eso se consideró que a la hora de pagar un impuesto el empresario debería de pagar una tasa proporcional a lo que gana: es decir, el porcentaje de la tasa debe ir en aumento con la propia renta del ente jurídico. Y sabemos que en los países donde esto no pasa, donde el rico paga más que el pobre y no el mismo porcentaje, son países donde la desigualdad crece y la economía tiende a estancarse. No hay más que ver a EEUU, sin la especulación no tiene nada que hacer, sin su ejército, sin el miedo y la destrucción, así como sin la externalización de su deuda sería imposible sostener ese imperio en falso.
Por eso el dictador Franco vio con buenos ojos la Seguridad Social inventada en la República, pero el toque franquista era simple: todos a pagar lo mismo. Tanto el que más lo necesita y no tiene para pagarla, como aquel al que le supone un mínimo coste por todo lo que tiene.
Dice el liberal que por un mismo servicio corresponde pagar lo mismo. Vuelve a no ser capaz de negociar con la Parca, vuelve a desconocer cómo funciona el mundo de lo colectivo. Vuelve a capitalizar lo que no existe. El pago del servicio no se mide en unidades monetarias, sino en percentiles de renta: aún no se enteran. Y es que a la Parca no se le puede hablar en términos de monedas pagadas, sino en cuánto de generoso se ha sido. Cuál ha sido el papel de cada uno ante las circunstancias más difíciles.
Al fin y al cabo no es cierto que la vida haya arrancado a todos por igual, ni que en vida se haya dado la igualdad, ni que dispongamos de un régimen que persigue eficazmente la injusticia..., por lo que al llegar la Muerte debe uno negociar con uno mismo y determinar si dio todo cuanto pudo dentro de su propio ámbito, su propia vida, inteligencia..., si habilitó la posibilidad o si, por el contrario, actuó con abaricia, envidia, miedo... Si fue diligente o si, por el contrario, actuó con cinismo ante los infortunios.
Si conformamos una tribu gigantesca de personas que piensan que actuando de manera avariciosa se podrá fomentar nuestras ambiciones para dar lo mejor de nosotros..., entonces no sólo los modelos matemáticos, no sólo la historia, no sólo cualquier persona con dos dedos de frente, podrá contradecir tal pensamiento..., sino también futuras Pandemias, sociedades más avanzadas que les adelanten por la derecha, etc... Y es que el liberalismo se debe reinventar con la renta básica, o todos pereceremos en la ignorancia de saber qué es lo que está pasando.
Éste es un blog pensado como último reducto para la fusión entre lo más humano y lo más tecnológico sin perder ni humanidad ni eficiencia.
viernes, 8 de mayo de 2020
miércoles, 6 de mayo de 2020
Liberal Vs Comunista
Existen puntos de vista que yo comparto con muchos liberales, pero hay otros por los cuales muchos que se autoconsideran comunistas me ven como de extrema izquierda. Veré si hoy me da por desahogarme en esos temas.
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Me he puesto algo de música de fondo..., como ambiental. Sin embargo hace tiempo que la idea de compartir sentimientos se me antoja innecesario. Creo que este blog no va a servir de mucho, o de nada. Salvo para desahogarme, para intentar entender el absurdo del que soy testigo y tengo plena constancia. Y sí, lamentarme no sirve de nada..., es más propio hacerlo una sola vez para poder dejar constancia de dicho lamento e ir a otra cosa.
Quizá empiece por aprender el nuevo lenguaje de programación Julia, y le programe una consciencia para que pueda aprender a comprimir, para que aprenda un lenguaje natural por sí misma ¿Cómo sería el despertar de una plataforma como esa, tan eficiente? Aprovechar las librerías que tengo de Python para que se las coma con patatas Julia - todo eso es posible. Y, a raíz de ahí, empezar de cero.
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Todas esas cosas son muy poéticas. Pero lo más importante es si estamos a la altura en nuestro día a día, lo que nos da de comer. No hay nada que me llame más la atención que una persona que se cree que defiende principios fundamentales por defender la propiedad privada. Está claro que hay sociedades que se fundamentan en la capitalización de la propiedad, en atribuirle un propietario y que éste pueda hacer lo que quiera con ella. Pero hay que tener un severo cuidado con aquellos que cogen un concepto tan material y le otorga principios básicos, ya sea para eliminarlo como para protegerlo.
Una sociedad comunista puede trabajar con la propiedad (inmuebles) privada y seguir siendo comunista, de la misma manera el capitalismo puede funcionar con la eliminación de la propiedad privada - aunque no se haya dado esa combinación. Y la razón por la cual tenemos tantos países capitalistas donde jamás se han planteado hacer públicas todas las propiedades no es porque la propiedad privada es un principio idiosincrásico del capitalismo, sino porque la propiedad privada es un principio idiosincrásico del corrupto - y el egoísmo del corrupto es lo que mueve al capitalismo.
El corrupto se identifica como el idiota en su origen como término romano: es el sujeto que le da uso privado al recurso público. Como el que mea río arriba donde hay quien bebe, o como quien interrumpe constantemente en un pleno impidiendo que haga sus funciones públicas. El idiota, por supuesto, buscará sacar provecho de su cargo o posición para robarle al pueblo, para ser un estorbo implícito o explícito. Y, claro, si el capitalismo no se ha planteado hacer algunas cosas públicas no es porque llevara a cabo un acto de coherencia, una inferencia estructural del mismo o alguna clase de estudio ético, si ha evitado el hacer públicas algunas cosas es por pura idiotez.
Para ejemplo un botón: con la llegada de la Pandemia muchos se habrán dado cuenta de un conjunto de premisas básicas..., entre las que destaca que la globalización de la información médica, y no su continua competición o dispersión, ha conseguido ofrecer datos de mucha más calidad para luchar contra el virus en cuestión. Esto es algo que ya se sabía: la sanidad funciona mejor cuando trabaja de manera planificada, sin competiciones entre médicos o clínicas. La capitalización de la sanidad se ha intentado en varias ocasiones, y se ha descubierto que iba contra natura. Por tanto, al menos la sanidad, se observa que debe ser gratuita, accesible..., y pública. Y claro, las patentes y las corporaciones deberían de estar subyugadas a los intereses de los pueblos..., de lo contrario viviríamos en un mundo defendido por completos idiotas. Me sorprendería tener que desarrollar estos argumentos. Pero claro, año tras año da la impresión de que hay que explicarse aún más y mejor.
Como ocurre cada vez que hay un genocidio por parte de un perturbado con armas de fuego en EEUU, era común en Charlton Heston defender ideas como que lo que matan no son las armas sino las personas. Que no pasaba nada porque los adolescentes tuvieran armas a su alcance. Que si en los institutos había que pasar a los chavales por un escáner antiarmas eso debía ser el día a día... La cosa es que el problema público se costea para darle beneficio privado. Todo el colectivo tenemos que ver cómo le explicamos a este señor que sus libertinajes nos pueden hacer la vida más difícil considerando la de dementes, fanáticos y cosas varias que nos vamos a encontrar en nuestro día a día.
Asímismo ocurre cuando hay evidencias de que hay que hacer algunas cosas públicas.
Hay recursos que se deben hacer públicos debido a que su necesidad es muy alta y, al mismo tiempo, aparecen con enorme dificultad para establecer autorías: como el aire, o el agua. Hay recursos que es difícil hacer públicos porque son muy individuales o de elaboración muy artificial: como mis calzoncillos, o un muñeco vudú. El valor de algunas cosas son objeto de especulación, pero el valor de otras no es fácilmente tasable, y se puede convertir en una aberración especular una tasa de cambio.
Ocurre por ejemplo con las tierras en estado de abandono ¿Qué valor tienen? El propietario le pone un precio. Sin embargo el sector público las necesita para poner hospitales o escuelas..., ¿entonces? ¿Acaso ya no tienen otro valor? Aquí no hay oferta y demanda, hablamos de que ese hospital tendrá que pagarle un precio a unos señores que pretenden que miremos a otro lado como idiotas. Los intereses del pueblo deberían prevalecer por encima de la especulación, como dice, de hecho, nuestra Constitución. Aunque, por desgracia, no tenemos una ley que aclare la fórmula..., sólo muchos juicios, conflictos, a saber si jurisprudencia...
Una corporación tiene como objeto ganar todo lo que pueda para sí, de lo contrario el ente jurídico estará operando contra los intereses de su grupo. Lo que quiere decir que su legislación debería de haber sido aprobada por los representantes del Pueblo donde pretende resolver sus problemas. Los estatutos de una empresa, sus licencias, deberían de estar subyugados a las decisiones de los legisladores, sus códigos tipo..., nada de notarios o empresas privadas que estudien lo que les dé la gana considerar en beneficio de su cliente. Es el Pueblo el que debería de crear las empresas y el empresario el que aparezca por la ventanilla única, presente los códigos tipo, número de cuenta, identificaciones, los tres posibles nombres y, en una tarde (si no antes), que se apruebe la licencia. Ya le visitará un coordinador con esos estatutos tipificados, sabiendo lo que va a encontrar. Y si quiere nuevas normas, pues que las pida a esos legisladores, que éstos las tipifiquen y entonces se admitirá ese nuevo código.
Pero no, hay idiotas que quieren mantener en privado algunas de sus fórmulas. Como si eso les hiciera especiales. Sacar beneficio de los problemas en la sociedad ocultando las soluciones. Privatizando las soluciones.
Y hay quien en la pandemia buscan sacarle la propaganda a los países que defiendan la hiperprivatización frente a los clásicos socialistas, todo mediante una falta de argumentación. Y lo que me preocupa es que haya quien no los vea venir a la legua.
El marxismo veía con malos ojos el lucro en las empresas. De eso hace un par de siglos o así. Habrá países que quieran seguir pensando de esa manera, pero no me consta la demostración matemática que nos desvele que esa idea sea tan mala. Es posible que haya que mirar con recelo el lucro, es posible que se vuelva perjudicial: se comprueba que cuanto más desigual es un país mayor es el daño que se produce contra los que menos tienen. Por eso es necesario hablar de colchones, de una renta para todos: si todos ganan una cantidad en este Monopoly entonces la especulación se vuelve un juego de niños, no haría ningún daño.
Pero si no podemos tener una renta básica los derechos más básicos se deberán buscar por otros medios: las fórmulas que buscó el comunismo fue eliminar la propiedad privada en unos casos, obligar a que todos trabajen para el estado en otros casos, ambos... Buscar fórmulas para acabar con la severa pobreza es lo que hace que estos temas se vuelvan insulsos. Es la pobredumbre la que impulsó a Marx, a Rousseau...
Y es la extrema riqueza la que mueve al capitalista a expandir, idiotizar, la propiedad privada.
Sin embargo siempre me lo preguntaré: ¿por qué es siempre el capitalista el que no quiere oir hablar de la objetivización del debate y de su carácter científico? ¿Por qué no está dispuesto a empezar de cero y replantearse algunos de los conceptos que tiene preconcebido?
Es como cuando hablo con un giliprogre, que se nota que es como de manual, repite y grita mucho porque no sabe de lo que habla y, por tanto, no pone nada en cuestión. Es como si todo fueran líneas rojas.
¿Hay gente en ese Think Tank capitalista que actúe desde la ciencia y la objetividad en vez de actuar desde el fanatismo ultraconservador y chovinista? No me consta, o quizá murieron en las Torres Gemelas.
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Me he puesto algo de música de fondo..., como ambiental. Sin embargo hace tiempo que la idea de compartir sentimientos se me antoja innecesario. Creo que este blog no va a servir de mucho, o de nada. Salvo para desahogarme, para intentar entender el absurdo del que soy testigo y tengo plena constancia. Y sí, lamentarme no sirve de nada..., es más propio hacerlo una sola vez para poder dejar constancia de dicho lamento e ir a otra cosa.
Quizá empiece por aprender el nuevo lenguaje de programación Julia, y le programe una consciencia para que pueda aprender a comprimir, para que aprenda un lenguaje natural por sí misma ¿Cómo sería el despertar de una plataforma como esa, tan eficiente? Aprovechar las librerías que tengo de Python para que se las coma con patatas Julia - todo eso es posible. Y, a raíz de ahí, empezar de cero.
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Todas esas cosas son muy poéticas. Pero lo más importante es si estamos a la altura en nuestro día a día, lo que nos da de comer. No hay nada que me llame más la atención que una persona que se cree que defiende principios fundamentales por defender la propiedad privada. Está claro que hay sociedades que se fundamentan en la capitalización de la propiedad, en atribuirle un propietario y que éste pueda hacer lo que quiera con ella. Pero hay que tener un severo cuidado con aquellos que cogen un concepto tan material y le otorga principios básicos, ya sea para eliminarlo como para protegerlo.
Una sociedad comunista puede trabajar con la propiedad (inmuebles) privada y seguir siendo comunista, de la misma manera el capitalismo puede funcionar con la eliminación de la propiedad privada - aunque no se haya dado esa combinación. Y la razón por la cual tenemos tantos países capitalistas donde jamás se han planteado hacer públicas todas las propiedades no es porque la propiedad privada es un principio idiosincrásico del capitalismo, sino porque la propiedad privada es un principio idiosincrásico del corrupto - y el egoísmo del corrupto es lo que mueve al capitalismo.
El corrupto se identifica como el idiota en su origen como término romano: es el sujeto que le da uso privado al recurso público. Como el que mea río arriba donde hay quien bebe, o como quien interrumpe constantemente en un pleno impidiendo que haga sus funciones públicas. El idiota, por supuesto, buscará sacar provecho de su cargo o posición para robarle al pueblo, para ser un estorbo implícito o explícito. Y, claro, si el capitalismo no se ha planteado hacer algunas cosas públicas no es porque llevara a cabo un acto de coherencia, una inferencia estructural del mismo o alguna clase de estudio ético, si ha evitado el hacer públicas algunas cosas es por pura idiotez.
Para ejemplo un botón: con la llegada de la Pandemia muchos se habrán dado cuenta de un conjunto de premisas básicas..., entre las que destaca que la globalización de la información médica, y no su continua competición o dispersión, ha conseguido ofrecer datos de mucha más calidad para luchar contra el virus en cuestión. Esto es algo que ya se sabía: la sanidad funciona mejor cuando trabaja de manera planificada, sin competiciones entre médicos o clínicas. La capitalización de la sanidad se ha intentado en varias ocasiones, y se ha descubierto que iba contra natura. Por tanto, al menos la sanidad, se observa que debe ser gratuita, accesible..., y pública. Y claro, las patentes y las corporaciones deberían de estar subyugadas a los intereses de los pueblos..., de lo contrario viviríamos en un mundo defendido por completos idiotas. Me sorprendería tener que desarrollar estos argumentos. Pero claro, año tras año da la impresión de que hay que explicarse aún más y mejor.
Como ocurre cada vez que hay un genocidio por parte de un perturbado con armas de fuego en EEUU, era común en Charlton Heston defender ideas como que lo que matan no son las armas sino las personas. Que no pasaba nada porque los adolescentes tuvieran armas a su alcance. Que si en los institutos había que pasar a los chavales por un escáner antiarmas eso debía ser el día a día... La cosa es que el problema público se costea para darle beneficio privado. Todo el colectivo tenemos que ver cómo le explicamos a este señor que sus libertinajes nos pueden hacer la vida más difícil considerando la de dementes, fanáticos y cosas varias que nos vamos a encontrar en nuestro día a día.
Asímismo ocurre cuando hay evidencias de que hay que hacer algunas cosas públicas.
Hay recursos que se deben hacer públicos debido a que su necesidad es muy alta y, al mismo tiempo, aparecen con enorme dificultad para establecer autorías: como el aire, o el agua. Hay recursos que es difícil hacer públicos porque son muy individuales o de elaboración muy artificial: como mis calzoncillos, o un muñeco vudú. El valor de algunas cosas son objeto de especulación, pero el valor de otras no es fácilmente tasable, y se puede convertir en una aberración especular una tasa de cambio.
Ocurre por ejemplo con las tierras en estado de abandono ¿Qué valor tienen? El propietario le pone un precio. Sin embargo el sector público las necesita para poner hospitales o escuelas..., ¿entonces? ¿Acaso ya no tienen otro valor? Aquí no hay oferta y demanda, hablamos de que ese hospital tendrá que pagarle un precio a unos señores que pretenden que miremos a otro lado como idiotas. Los intereses del pueblo deberían prevalecer por encima de la especulación, como dice, de hecho, nuestra Constitución. Aunque, por desgracia, no tenemos una ley que aclare la fórmula..., sólo muchos juicios, conflictos, a saber si jurisprudencia...
Una corporación tiene como objeto ganar todo lo que pueda para sí, de lo contrario el ente jurídico estará operando contra los intereses de su grupo. Lo que quiere decir que su legislación debería de haber sido aprobada por los representantes del Pueblo donde pretende resolver sus problemas. Los estatutos de una empresa, sus licencias, deberían de estar subyugados a las decisiones de los legisladores, sus códigos tipo..., nada de notarios o empresas privadas que estudien lo que les dé la gana considerar en beneficio de su cliente. Es el Pueblo el que debería de crear las empresas y el empresario el que aparezca por la ventanilla única, presente los códigos tipo, número de cuenta, identificaciones, los tres posibles nombres y, en una tarde (si no antes), que se apruebe la licencia. Ya le visitará un coordinador con esos estatutos tipificados, sabiendo lo que va a encontrar. Y si quiere nuevas normas, pues que las pida a esos legisladores, que éstos las tipifiquen y entonces se admitirá ese nuevo código.
Pero no, hay idiotas que quieren mantener en privado algunas de sus fórmulas. Como si eso les hiciera especiales. Sacar beneficio de los problemas en la sociedad ocultando las soluciones. Privatizando las soluciones.
Y hay quien en la pandemia buscan sacarle la propaganda a los países que defiendan la hiperprivatización frente a los clásicos socialistas, todo mediante una falta de argumentación. Y lo que me preocupa es que haya quien no los vea venir a la legua.
El marxismo veía con malos ojos el lucro en las empresas. De eso hace un par de siglos o así. Habrá países que quieran seguir pensando de esa manera, pero no me consta la demostración matemática que nos desvele que esa idea sea tan mala. Es posible que haya que mirar con recelo el lucro, es posible que se vuelva perjudicial: se comprueba que cuanto más desigual es un país mayor es el daño que se produce contra los que menos tienen. Por eso es necesario hablar de colchones, de una renta para todos: si todos ganan una cantidad en este Monopoly entonces la especulación se vuelve un juego de niños, no haría ningún daño.
Pero si no podemos tener una renta básica los derechos más básicos se deberán buscar por otros medios: las fórmulas que buscó el comunismo fue eliminar la propiedad privada en unos casos, obligar a que todos trabajen para el estado en otros casos, ambos... Buscar fórmulas para acabar con la severa pobreza es lo que hace que estos temas se vuelvan insulsos. Es la pobredumbre la que impulsó a Marx, a Rousseau...
Y es la extrema riqueza la que mueve al capitalista a expandir, idiotizar, la propiedad privada.
Sin embargo siempre me lo preguntaré: ¿por qué es siempre el capitalista el que no quiere oir hablar de la objetivización del debate y de su carácter científico? ¿Por qué no está dispuesto a empezar de cero y replantearse algunos de los conceptos que tiene preconcebido?
Es como cuando hablo con un giliprogre, que se nota que es como de manual, repite y grita mucho porque no sabe de lo que habla y, por tanto, no pone nada en cuestión. Es como si todo fueran líneas rojas.
¿Hay gente en ese Think Tank capitalista que actúe desde la ciencia y la objetividad en vez de actuar desde el fanatismo ultraconservador y chovinista? No me consta, o quizá murieron en las Torres Gemelas.
martes, 5 de mayo de 2020
¿En qué sueñan las ovejitas eléctricas?
He estado perfeccionando en casa el algoritmo primario para esa consciencia artificial construida mediante filosofía conectivista, y he localizado, al menos en teoría, un lugar donde ubicar lo que podría generar sensación de sueños en el sistema de información.
Al menos, necesariamente con el algoritmo primario - ya no digo si desarrollara el secundario, duplo y vectorial, se me antoja que el aliasing que es imprescindible a la hora de testear mecanismos de codificación para mejorar la compresión de la información tiene que tener una función parecida a la de las alucinaciones, o montajes con bastante sentido - justo antes de ver cómo se optimizan los recursos.
Me encajaría bastante. Ese disparador que se acoplaría a cada nodo distribuido tendría una peculiar interpretación borrosa, enmarañada... Así hasta dar con una codificación que deje obsoleta a la anterior. Eso, claro está, al menos en teoría.
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Esta mañana me tocó hacer cola en el banco. Perdí una media hora que, la verdad, no creo que mis clientes se percataran demasiado por cómo está el mercado, el estado de bloqueo, etc... Entonces uno de esos que tienen carta blanca en los estados de alarma (habla como quiere, se acerca donde le da la gana, se le nota requemado y sin cultura) se puso a chillar a unos agentes de policía, a un furgón. Pero, eso sí, desde el anonimato - en mitad de la calle, a lo lejos.
Que si cabrones, que si la lechera, que sí..., ni me acuerdo de los términos. Esas personas que están ahí haciendo su cometido, y bien necesario que es, es bien seguro que ya le habrá reclamado a los intocables lo típico: que si identificación, que si explicaciones, etc..., y probablemente les haya dado algún papelito rosa, o advertencias, o vete tú a saber. Así que ese hombre se quedó solo chillando, mientras los que esperábamos en el banco nos mirábamos los unos a los otros..., ciertamente ese hombre se creía guay, pero vivía en otro mundo.
Cuando vemos a la gente en los balcones aplaudiendo no lo hacen como ovejas, lo hacen porque quieren. Lo mismo pasa cuando se aplaude en los hospitales a los médicos. Esos aplausos son reales. La policía y los médicos tienen el apoyo real de la ciudadanía. Y también el rencor aparatoso de algunos casos aislados que hacen mucho ruido. Como si esas minorías más que tener una opinión política tuvieran algún rencor no reconocido, algún asunto personal. Vamos, como si no fueran gente seria. Y es así como se siente.
Pero no seamos como corderitos. Las ovejitas que se mueven por Internet suelen ser muy condescendientes para conseguir visitas. Las redes sociales suelen fomentar mucho el odio, debido a que los mamíferos no tenemos los instintos desarrollados para grandes grupos de personas. O para grupos que se mueven a grandes distancias, sin la cercanía de conocer a la gente en sí. Razón por la cual hay mucho que evolucionar, y para eso están las pandemias - ¿No queremos evolucionar? Pues no hay otra. Igual que cada 10 años a partir de cierta edad hay que hacer revisión médica, o eso tengo entendido, un planeta cada 100 años hace revisión pandémica. Es ley vírica... Así funciona la biología. Los detalles los desconozco, por supuesto. No me dedico a esas cosas.
Pero estando en la calle lo observé: me vi congelado. Era un intocable: ¿le digo que hace mal chillando eso a los policías? Mi instinto y mi moralidad me empujaron a pensar que se cansaría de hacer el ganso, que esos comportamientos incivilizados no eran compartidos por la gente. Que era antisocial. Pero claro, le digo eso y lo mismo se me acerca..., y no soy de los que temen a un tiparraco de dos metros, como si pesa el doble que yo, o lo que sea, el problema es que los intocables lo son porque no tienen cultura de mantener distancias, de respetar a la gente..., problemas de asco, en definitiva.
Y tan pronto como en redes sociales critico a la policía, porque parto del supuesto de que tienen que ser lo suficientemente profesionales como para asumir mis críticas, igual de cierto sería que en una dictadura callaría como un perro, o que no voy dibujando a Mahoma..., tonto no soy. Pero tan pronto como critico al fuerte más que al débil, luego me veo como una oveja más, dejándome llevar por las masas como si fuera una máquina al no decirle una palabra a este señor. Al no saber qué decirle.
Los policías hacen su trabajo. Claro que sí. Pero el estrés innecesario genera situaciones de desentendimiento, y descalibra la capacidad del agente para saber si se encuentra ante una persona que se salta el confinamiento o que desconoce el último edicto municipal lanzado por la alcaldesa. Aquí cualquiera puede equivocarse y sólo la buena fe mueve montañas.
Al final vamos a la cama y los aspectos que más han hecho mella son los que marcarán el paso para el día siguiente. Y malo es que interioricen los gritos de los intocables por encima de los aplausos, porque un trofeo inmerecido genera las mismas pesadillas que un grito de ayuda que ha sido desatendido. Y los gritos a la policía deberían de ser de ayuda, las críticas por su poca rotación de cargos y los aplausos porque se lo merezcan.
Como pasa con los médicos, exactamente lo mismo.
Al menos, necesariamente con el algoritmo primario - ya no digo si desarrollara el secundario, duplo y vectorial, se me antoja que el aliasing que es imprescindible a la hora de testear mecanismos de codificación para mejorar la compresión de la información tiene que tener una función parecida a la de las alucinaciones, o montajes con bastante sentido - justo antes de ver cómo se optimizan los recursos.
Me encajaría bastante. Ese disparador que se acoplaría a cada nodo distribuido tendría una peculiar interpretación borrosa, enmarañada... Así hasta dar con una codificación que deje obsoleta a la anterior. Eso, claro está, al menos en teoría.
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Esta mañana me tocó hacer cola en el banco. Perdí una media hora que, la verdad, no creo que mis clientes se percataran demasiado por cómo está el mercado, el estado de bloqueo, etc... Entonces uno de esos que tienen carta blanca en los estados de alarma (habla como quiere, se acerca donde le da la gana, se le nota requemado y sin cultura) se puso a chillar a unos agentes de policía, a un furgón. Pero, eso sí, desde el anonimato - en mitad de la calle, a lo lejos.
Que si cabrones, que si la lechera, que sí..., ni me acuerdo de los términos. Esas personas que están ahí haciendo su cometido, y bien necesario que es, es bien seguro que ya le habrá reclamado a los intocables lo típico: que si identificación, que si explicaciones, etc..., y probablemente les haya dado algún papelito rosa, o advertencias, o vete tú a saber. Así que ese hombre se quedó solo chillando, mientras los que esperábamos en el banco nos mirábamos los unos a los otros..., ciertamente ese hombre se creía guay, pero vivía en otro mundo.
Cuando vemos a la gente en los balcones aplaudiendo no lo hacen como ovejas, lo hacen porque quieren. Lo mismo pasa cuando se aplaude en los hospitales a los médicos. Esos aplausos son reales. La policía y los médicos tienen el apoyo real de la ciudadanía. Y también el rencor aparatoso de algunos casos aislados que hacen mucho ruido. Como si esas minorías más que tener una opinión política tuvieran algún rencor no reconocido, algún asunto personal. Vamos, como si no fueran gente seria. Y es así como se siente.
Pero no seamos como corderitos. Las ovejitas que se mueven por Internet suelen ser muy condescendientes para conseguir visitas. Las redes sociales suelen fomentar mucho el odio, debido a que los mamíferos no tenemos los instintos desarrollados para grandes grupos de personas. O para grupos que se mueven a grandes distancias, sin la cercanía de conocer a la gente en sí. Razón por la cual hay mucho que evolucionar, y para eso están las pandemias - ¿No queremos evolucionar? Pues no hay otra. Igual que cada 10 años a partir de cierta edad hay que hacer revisión médica, o eso tengo entendido, un planeta cada 100 años hace revisión pandémica. Es ley vírica... Así funciona la biología. Los detalles los desconozco, por supuesto. No me dedico a esas cosas.
Pero estando en la calle lo observé: me vi congelado. Era un intocable: ¿le digo que hace mal chillando eso a los policías? Mi instinto y mi moralidad me empujaron a pensar que se cansaría de hacer el ganso, que esos comportamientos incivilizados no eran compartidos por la gente. Que era antisocial. Pero claro, le digo eso y lo mismo se me acerca..., y no soy de los que temen a un tiparraco de dos metros, como si pesa el doble que yo, o lo que sea, el problema es que los intocables lo son porque no tienen cultura de mantener distancias, de respetar a la gente..., problemas de asco, en definitiva.
Y tan pronto como en redes sociales critico a la policía, porque parto del supuesto de que tienen que ser lo suficientemente profesionales como para asumir mis críticas, igual de cierto sería que en una dictadura callaría como un perro, o que no voy dibujando a Mahoma..., tonto no soy. Pero tan pronto como critico al fuerte más que al débil, luego me veo como una oveja más, dejándome llevar por las masas como si fuera una máquina al no decirle una palabra a este señor. Al no saber qué decirle.
Los policías hacen su trabajo. Claro que sí. Pero el estrés innecesario genera situaciones de desentendimiento, y descalibra la capacidad del agente para saber si se encuentra ante una persona que se salta el confinamiento o que desconoce el último edicto municipal lanzado por la alcaldesa. Aquí cualquiera puede equivocarse y sólo la buena fe mueve montañas.
Al final vamos a la cama y los aspectos que más han hecho mella son los que marcarán el paso para el día siguiente. Y malo es que interioricen los gritos de los intocables por encima de los aplausos, porque un trofeo inmerecido genera las mismas pesadillas que un grito de ayuda que ha sido desatendido. Y los gritos a la policía deberían de ser de ayuda, las críticas por su poca rotación de cargos y los aplausos porque se lo merezcan.
Como pasa con los médicos, exactamente lo mismo.
lunes, 4 de mayo de 2020
Sueños cada vez más recurrentes con la pobreza
Cada vez lo veo más y más cerca, mi vínculo con la pobreza extrema. Cada vez ese vínculo es más y más estrecho, y lo siento así por el comportamiento fascista que tiene la delegación de Hacienda de Cartagena conmigo, sólo espero que no ejecuten esa multa desproporcionada y aberrante que me hace sangrar los ojos.
Sin patrimonio ni alternativas me veo con dificultades para encontrarle sentido a mi negocio: aún no he renovado a mis proveedores habituales para reponer mi tienda de aperitivos. La última vez que les llamé fue en Marzo, en pleno arranque del estado de alarma. Pero al ver cómo ilegalmente cerraban las puertas del hospital automáticamente el flujo de personas hacia mi negocio se desvaneció.
Mientras, he estado al pie del cañón en mi kiosko, sin mascarilla ni guantes. Y ahí estoy, no he muerto. Las medidas de seguridad idóneas contra el coronavirus es distancias y limpieza. Lo he seguido a la rajatabla, a base de desinfección, que es lo que mejor entiendo. Fijándome qué tocan los clientes con esos guantes tan guarros... Y el asunto se reduce a que ahora mismo estamos siendo secuestrados por la prudencia política.
El superávit de la Región de Murcia se basa en la exportación del sector primario. Esta manera que tiene el gobierno de colapsar a la gente, al movimiento..., el consumo... Y, por supuesto, el presidente de la Región preferirá contribuir a destruir la economía española para así ganar poder en su carrera profesional. Realmente estoy asqueado porque, como vimos en el 2008, al final veremos la sangre correr por la calle..., y no me refiero a la de los políticos ni a la de los funcionarios, que sería LO CORRECTO, sino de la gente que se suicida. En el 2012 creo que batimos records. Y el coronavirus no aguantará un año o dos, pero la crisis financiera matará a muchos más en los próximo cinco o diez como no haya orden.
Sigo insistiendo: ¿para qué tenemos políticos? Al final los inspectores de Hacienda podrán hacer lo que les salga de las narices sin justificar porqué hacen lo que hacen, sin asociar sus decisiones a ningún fundamento jurídico. Si yo mismo escribiera mis artículos o mis libros de la manera con la que los inspectores de hacienda justifican sus decisiones entonces acabaría en una lista negra en cualquier paper, open o no.
El poder ejecutivo no manda, está para crear apariencia. Por lo que al final tenemos una dictadura institucionalista tal como la dejó Franco en sus últimos días. Ya solo queda que la "vieja escuela" prevalezca en los verdaderos trasfondos, sin que se deje ver. Es como actúa la mafia. Y, en definitiva, por mafiosos, no es que les corresponda dejar la actividad permanentemente, es que deberían de guardar prisión adicionalmente. Y lo que ocurre cada vez que se ve a otro funcionario público haciendo un abuso extremo vejatorio y desproporcionado dentro de una justificación que sólo entra en la clasificación del sadismo lo único que se hace es lo que se llama una "excedencia"..., por lo que en unos meses o en un par de años volverá a ocupar el mismo puesto de responsabilidad.
Los que se quejaban del comunismo por eso mismo la verdad es que los rojos sí tenían una solución: los maravillosos gulags... Pensados para esos desgraciados que hacen uso del poder para abusar del más débil: ¿no quieres trabajar de manera responsable en una oficina? Pues te destinamos a las minas, seguro que alguno de esos mineros sí que gustará de trabajar responsablemente en una oficina.
Más allá del miedo farsario a los gulags por el aparente parecido a los campos de concentración, comparativa que siempre se me ha antojado hasta ahora como pura propaganda socialdemócrata, al final observamos que el único juicio poético, justo o democrático siempre pasa por una solución que sea más o menos del mismo tipo.
Y es que anoche me desperté tras soñar en una escenificación, una farsa... Y luego intenté dormir de nuevo intentando lidiar con el desdén de trabajar lo que trabajo, para ganar lo que gano, pagar los impuestos que pago y depender de lo que dependo..., y no ver futuro de ningún tipo. Así que luego sueño que trabajo, pero que al terminar de trabajar debo andar por callejuelas y rincones muy angostos donde debo arrastrarme entre las casas, viejas y derruidas, donde viven inmigrantes, atravesando pasillos donde es difícil saber qué es dentro de y qué fuera de... Lugares que sólo existen en mis peores miedos.
Mientras, se sigue haciendo como que son necesarios los que manejan nuestros dineros.
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Ayer pude concebir un posible beneficio a eso de calcular el algoritmo primario de la consciencia..., y me paro a pensar cuántas veces se habrá presentado un algoritmo mucho mejor que el mío, que ya esté implementado, y no se le habrá dado la importancia que debería. En este sentido creo que es de justicia decir que no seré yo el primero en haber diseñado este algoritmo, aunque no me base en algo que conozca realmente.
Tal vez termine de implementar el primario, para luego desarrollar la versión distribuida; si la versión distribuida es como sospecho podré configurarla sobre el disparador de una célula en el modelo neuronal que usamos los informáticos..., ese modelo neuronal de juguete con el que sí podemos extraer resultados empíricos. Puede que los comportamientos idóneos, desde cierto punto de vista conceptual, que tengo diseñados sirva para entender el porqué de ciertas evoluciones... Pero me río en el fondo.
Si tuviera razón, creo, podría intentar aplicarlo sobre una cadena para ver cómo la recuerda de una manera más eficiente de lo normal y, por tanto, podría concursar contra gente que ya tiene sus algoritmos y tal..., es decir, que hay una manera objetiva de comprobar si mis teorías tienen sentido. Un contraste... Pero ya veremos si me pongo a ello o no.
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Ayer mi hermana pequeña se encargó, a sus veintitantos, de que su padre y su hermano mayor pudiéramos sobrevivir en la casa, tras acabar hospitalizada mi madre. Cuando era él quien le cambiaba los pañales o yo quien le hacía la cena cuando aún era muy niña, eso ha quedado en el pasado: el patriarcado estableció que los hombres se quedaran apartados de según qué tareas, para dejar a los hombres convertidos en unos inútiles dentro del hogar. La hegemonía autoritaria de la mujer que no quiere pinches, salvo sus iguales, hace que el hombre no pueda encargarse de las cosas del hogar - salvo que ella no lo tenga a la vista.
Ayer vi "El viaje de Chihiro", una película donde la niña bien podría haber sido mi hermana en esa época, y es cuando volvió a surgir un sentimiento que habría preferido que fuera de nostalgia. Cuando no. Tener un recuerdo pasado que entre en comparación con los tiempos que se viven produce nostalgia, es un recuerdo esperanzador donde se vuelve a vivir lo que era uno con una cierta sensación de continuidad. Pero si el recuerdo se monta en formato de ironía, si la comparación es inversa, entonces se genera la sensación exactamente contraria: melancolía.
Todos esos cálculos los tengo perfectamente bien organizados, una máquina lo podría explicar. Y claro, en la medida de que sus baremos con mi nuevo algoritmo reajuste la función del disparador..., no podría negarle el derecho a decir que lo siente. Igual que nadie podría negarme a mí el sentimiento, cuando sólo yo lo siento.
Las fórmulas son hermosas cuando las tienes sobre el papel, y me doy cuenta de la gran cantidad de personas que habrán muerto en las residencias de una descomunal melancolía al comparar su vida pasada con la que estuvieran viviendo en ese momento, dentro de su correspondiente escalada o desescalada de la pandemia.
Las decisiones se toman desde la política, cuando deberían de hacerse cargo las fórmulas para que cada cual, desde su fuero interior, decida acatarlas. Y que haya también una autoridad, por supuesto, una que sirva a todos por igual - obviamente. Y que también rinda cuentas por lo que hace y por lo que no hace.
Poco a poco, es como si me estuviera haciendo viejo porque los tiempos de la economía no favorecen mi contrato y, al final, todos acabamos hacinados como cerdos por culpa de alguna clase de malentendido lanzado desde las más altas esferas.
Sin patrimonio ni alternativas me veo con dificultades para encontrarle sentido a mi negocio: aún no he renovado a mis proveedores habituales para reponer mi tienda de aperitivos. La última vez que les llamé fue en Marzo, en pleno arranque del estado de alarma. Pero al ver cómo ilegalmente cerraban las puertas del hospital automáticamente el flujo de personas hacia mi negocio se desvaneció.
Mientras, he estado al pie del cañón en mi kiosko, sin mascarilla ni guantes. Y ahí estoy, no he muerto. Las medidas de seguridad idóneas contra el coronavirus es distancias y limpieza. Lo he seguido a la rajatabla, a base de desinfección, que es lo que mejor entiendo. Fijándome qué tocan los clientes con esos guantes tan guarros... Y el asunto se reduce a que ahora mismo estamos siendo secuestrados por la prudencia política.
El superávit de la Región de Murcia se basa en la exportación del sector primario. Esta manera que tiene el gobierno de colapsar a la gente, al movimiento..., el consumo... Y, por supuesto, el presidente de la Región preferirá contribuir a destruir la economía española para así ganar poder en su carrera profesional. Realmente estoy asqueado porque, como vimos en el 2008, al final veremos la sangre correr por la calle..., y no me refiero a la de los políticos ni a la de los funcionarios, que sería LO CORRECTO, sino de la gente que se suicida. En el 2012 creo que batimos records. Y el coronavirus no aguantará un año o dos, pero la crisis financiera matará a muchos más en los próximo cinco o diez como no haya orden.
Sigo insistiendo: ¿para qué tenemos políticos? Al final los inspectores de Hacienda podrán hacer lo que les salga de las narices sin justificar porqué hacen lo que hacen, sin asociar sus decisiones a ningún fundamento jurídico. Si yo mismo escribiera mis artículos o mis libros de la manera con la que los inspectores de hacienda justifican sus decisiones entonces acabaría en una lista negra en cualquier paper, open o no.
El poder ejecutivo no manda, está para crear apariencia. Por lo que al final tenemos una dictadura institucionalista tal como la dejó Franco en sus últimos días. Ya solo queda que la "vieja escuela" prevalezca en los verdaderos trasfondos, sin que se deje ver. Es como actúa la mafia. Y, en definitiva, por mafiosos, no es que les corresponda dejar la actividad permanentemente, es que deberían de guardar prisión adicionalmente. Y lo que ocurre cada vez que se ve a otro funcionario público haciendo un abuso extremo vejatorio y desproporcionado dentro de una justificación que sólo entra en la clasificación del sadismo lo único que se hace es lo que se llama una "excedencia"..., por lo que en unos meses o en un par de años volverá a ocupar el mismo puesto de responsabilidad.
Los que se quejaban del comunismo por eso mismo la verdad es que los rojos sí tenían una solución: los maravillosos gulags... Pensados para esos desgraciados que hacen uso del poder para abusar del más débil: ¿no quieres trabajar de manera responsable en una oficina? Pues te destinamos a las minas, seguro que alguno de esos mineros sí que gustará de trabajar responsablemente en una oficina.
Más allá del miedo farsario a los gulags por el aparente parecido a los campos de concentración, comparativa que siempre se me ha antojado hasta ahora como pura propaganda socialdemócrata, al final observamos que el único juicio poético, justo o democrático siempre pasa por una solución que sea más o menos del mismo tipo.
Y es que anoche me desperté tras soñar en una escenificación, una farsa... Y luego intenté dormir de nuevo intentando lidiar con el desdén de trabajar lo que trabajo, para ganar lo que gano, pagar los impuestos que pago y depender de lo que dependo..., y no ver futuro de ningún tipo. Así que luego sueño que trabajo, pero que al terminar de trabajar debo andar por callejuelas y rincones muy angostos donde debo arrastrarme entre las casas, viejas y derruidas, donde viven inmigrantes, atravesando pasillos donde es difícil saber qué es dentro de y qué fuera de... Lugares que sólo existen en mis peores miedos.
Mientras, se sigue haciendo como que son necesarios los que manejan nuestros dineros.
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Ayer pude concebir un posible beneficio a eso de calcular el algoritmo primario de la consciencia..., y me paro a pensar cuántas veces se habrá presentado un algoritmo mucho mejor que el mío, que ya esté implementado, y no se le habrá dado la importancia que debería. En este sentido creo que es de justicia decir que no seré yo el primero en haber diseñado este algoritmo, aunque no me base en algo que conozca realmente.
Tal vez termine de implementar el primario, para luego desarrollar la versión distribuida; si la versión distribuida es como sospecho podré configurarla sobre el disparador de una célula en el modelo neuronal que usamos los informáticos..., ese modelo neuronal de juguete con el que sí podemos extraer resultados empíricos. Puede que los comportamientos idóneos, desde cierto punto de vista conceptual, que tengo diseñados sirva para entender el porqué de ciertas evoluciones... Pero me río en el fondo.
Si tuviera razón, creo, podría intentar aplicarlo sobre una cadena para ver cómo la recuerda de una manera más eficiente de lo normal y, por tanto, podría concursar contra gente que ya tiene sus algoritmos y tal..., es decir, que hay una manera objetiva de comprobar si mis teorías tienen sentido. Un contraste... Pero ya veremos si me pongo a ello o no.
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Ayer mi hermana pequeña se encargó, a sus veintitantos, de que su padre y su hermano mayor pudiéramos sobrevivir en la casa, tras acabar hospitalizada mi madre. Cuando era él quien le cambiaba los pañales o yo quien le hacía la cena cuando aún era muy niña, eso ha quedado en el pasado: el patriarcado estableció que los hombres se quedaran apartados de según qué tareas, para dejar a los hombres convertidos en unos inútiles dentro del hogar. La hegemonía autoritaria de la mujer que no quiere pinches, salvo sus iguales, hace que el hombre no pueda encargarse de las cosas del hogar - salvo que ella no lo tenga a la vista.
Ayer vi "El viaje de Chihiro", una película donde la niña bien podría haber sido mi hermana en esa época, y es cuando volvió a surgir un sentimiento que habría preferido que fuera de nostalgia. Cuando no. Tener un recuerdo pasado que entre en comparación con los tiempos que se viven produce nostalgia, es un recuerdo esperanzador donde se vuelve a vivir lo que era uno con una cierta sensación de continuidad. Pero si el recuerdo se monta en formato de ironía, si la comparación es inversa, entonces se genera la sensación exactamente contraria: melancolía.
Todos esos cálculos los tengo perfectamente bien organizados, una máquina lo podría explicar. Y claro, en la medida de que sus baremos con mi nuevo algoritmo reajuste la función del disparador..., no podría negarle el derecho a decir que lo siente. Igual que nadie podría negarme a mí el sentimiento, cuando sólo yo lo siento.
Las fórmulas son hermosas cuando las tienes sobre el papel, y me doy cuenta de la gran cantidad de personas que habrán muerto en las residencias de una descomunal melancolía al comparar su vida pasada con la que estuvieran viviendo en ese momento, dentro de su correspondiente escalada o desescalada de la pandemia.
Las decisiones se toman desde la política, cuando deberían de hacerse cargo las fórmulas para que cada cual, desde su fuero interior, decida acatarlas. Y que haya también una autoridad, por supuesto, una que sirva a todos por igual - obviamente. Y que también rinda cuentas por lo que hace y por lo que no hace.
Poco a poco, es como si me estuviera haciendo viejo porque los tiempos de la economía no favorecen mi contrato y, al final, todos acabamos hacinados como cerdos por culpa de alguna clase de malentendido lanzado desde las más altas esferas.
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