sábado, 21 de octubre de 2023

Robar con naturalidad

La propiedad no es un derecho natural, ni tampoco es una manifestación de ningún ser vivo. La propiedad no refleja humanidad, ni tampoco es un elemento que funcione más allá de los colectivos. La civilización existe debido a que existen los colectivos, pero los individuos lo único que tienen es proyectos de futuro, imagen y honorabilidad, asociado todo a una intimidad y a un derecho básico de existencia y coexistencia con el resto de la gente. Es por ello que la redefinición de lo que pretende ofrecer la propiedad es justamente lo que hace que entendamos cómo se define una persona.

Podemos empezar por lo más básico: los perros no defienden su propiedad, lo que hacen es asustarse de lo desconocido, proteger su comida, hacer caso a su instinto de supervivencia..., pero no etiquetan las cosas como propiedad de alguien. Saben lo que es el sabotage, saben lo que puede desordenar o ensuciar las cosas, saben lo que está marcado como humano y lo que está marcado como perruno, pero no parece que sepan lo que es la propiedad propiamente dicho. Y si los perros, que son tan gregarios, no lo ven menos aún lo verán los gatos. Sabiendo que los gatos, como un acto de desprecio, suelen ser solidarios y ofrecer su presa a sus vástagos más inútiles. Son generosos por naturaleza, y expanden su mundo más allá de las supuestas fronteras de la propiedad de nadie.

El ser humano se inventó la idea de propiedad, inicialmente tuvo un sentido básico: proteger tu trabajo sedentario frente a las hordas nómadas. Aquello en lo que dedicas tu esfuerzo y proyecto personal no está bien que te lo pisoteen. Si eres agricultor, luego un recolector cualquiera que vaga por todas las tierras no tiene derecho a quedarse con lo que es tuyo. Vives en unas tierras y entonces unos indeseables se creen con derecho no solo a vivir contigo, sino que además tendrás que compartir tu esfuerzo y, además, deberás aceptar sus condiciones solo porque son más fuertes que tú. Obviamente, eso no es civilizado. Eso es robar, extorsionar, agredir..., eso no es civilizado.

Pero aún así, no tiene que existir propiedad para hablar de robo. La propiedad se impuso después: una planta nace, ¿y es de tu propiedad? Hay una montaña hermosa con una puesta de sol, ¿propiedad de quién? Mises lo tenía claro: para darse uno cuenta de lo absurdo que es Mises hay que leer a Mises. Aún así habrá mucha gente poco honesta que citará sus palabras..., pero nadie tiene el rostro suficiente como para sostener algo más que dos o tres citas juntas.

La propiedad no tiene naturalidad porque los elementos racionales que lleva a cabo el individuo son como las palabras de un lenguaje: el significante adquiere importancia en la medida de que exista un colectivo que le dé valor. Si no, no hay valor en las palabras. La propiedad es de los colectivos, y es una buena fórmula para defender lo que realmente importa: intimidad, proyectos, imagen... Pero defender la propiedad privada como cosa en sí eso es como creer que el dinero tiene valor en sí.

Si desaparece la palabra propiedad, como si desaparece el dinero, si encontramos otra manera de calcular divisas (a lo que también podríamos llamar dinero), o si encontramos otra manera de demarcar los límites del respeto o el espacio personal (a lo que también podríamos llamar propiedad)..., eso es como cuando se habla de Dios. Dime qué entiendes por creer, existencia o Dios y te diré si creo o no en él. Eso decía Unamuno: el existencialismo está por encima de palabras tan inocuas como propiedad, Dios, dinero... Sabemos que son para-sí de un colectivo: existen mientras haya personas que le den vida. En una isla desierta, el náufrago solitario es ateo, indigente y pobre - aunque quiera seguir manteniendo como un loco sus tradiciones, o tenga alguna esperanza de ser salvado manteniendo su billetera intacta.

El robo más natural que existe es lo primero que se le enseña a los niños pequeños que deben respetar: todo objeto abandonado es susceptible de recibir mejor uso por parte de quien se imagina qué hacer con él. Es una ley natural de toda especie: reciclar cualquier cosa abandonada para darle mejor provecho. Y esta ley en ocasiones habla de una forma de robo, solo hace falta que la sociedad quiera transformar la palabra: reguisar, reciclar, agenciar, reenfocar, tomar prestado... El colectivo se inventa un nuevo término de manera justificada o no, con el fin de no usar la palabra robar.

En cualquier videojuego se supone que el héroe puede disponer de cualquier cosa que vea, no existe la propiedad. Hay videojuegos donde se llega a poner límites a la propiedad. En Elder Scroll Oblivium, cada objeto tenía un dueño - a excepción de los objetos de una PNJ que, a diferencia del resto de las demás casas, no estaba marcado como propiedad de esa PNJ, y esa PNJ tenía el aspecto de una actriz española comunista. Ya digo..., excepciones.

Lo natural es no reconocer la propiedad, le sale natural a cualquier animal - y eso favorece la evolución más natural. Me refiero a la evolución que permitió al hombre de las cavernas sobrevivir: si ves un hacha y crees que puedes sacarle mejor provecho entonces la usas: tiene derecho en la sociedad quien mejor provecho le puede sacar al objeto. Eso es el pensamiento colectivo de la supervivencia de la especie. Es robar con naturalidad. Y no digo que sea correcto, porque nadie tiene derecho a arrebatarle el derecho de crecimiento a nadie: yo no le he otorgado a un tercero el poder de evaluar si mis cosas estarán mejor bajo su provecho personal. Pero, desde un punto de vista de la naturaleza humana, lo dicho anteriormente es el principio rector de la mayoría de los robos: el ladrón es una persona que supuestamente le saca mejor provecho a aquello que roba, y por eso se justifica.

El asunto es más grave de lo que parece: en una ocasión una madre creyó que una tienda estaba desatendida (la mía), e invitó a su hija a que entrara a coger lo que más le guste. Las pillé con el carrito de los helados, y su justificación fue: "es que parecía que no había nadie". Una reacción rápida, sincera.

Me habrá pasado más veces, pero la clave está en que el subterfugio funciona gracias a que la vergüenza actúa contra estas medidas. Los animales que pretenden trabajar de cara a la comunidad primero no deben reconocer la propiedad (para que aprendan a reciclar) y segundo deben experimentar vergüenza (para no intoxicar ni tampoco destruir los proyectos ajenos). Por lo que deben reconocer el trabajo ajeno, sentir admiración o envidia, saber qué es la intimidad para proteger el proyecto familiar, etc...

Llama mucho la atención cuando estos principios se rompen y se crea un estado de la nada. De la misma manera que se pone el foco en una idea identitaria que no existe en la idea de patria, si no es a través de la cultura y sus significantes. Se crean países, bajo el amparo de que sean otros los que lo hayan hecho, o bajo criterios tan absurdos como que tienen monarcas. El bronce se distinguió justamente por hacer creer que tiene más valor quien aparenta tenerlo; al final se conforma el ejército de los necios, que es la base y el sustento del nacimiento de las naciones delimitadas por propiedades privadas.

Y de esos polvos estos lodos.

jueves, 19 de octubre de 2023

La tragedia es burguesa

Me habría gustado resistirme a esta aseveración, pero este debe ser un buen punto de partida y, al mismo tiempo, algo que nos ayudará a comprender este tipo de acusaciones como algo amoral: dentro del modo de historia basado en el drama, el subgénero de la tragedia se optimiza desde el punto de vista burgués. O, dicho de otra manera, la tragedia es burguesa.

¿Qué significa que algo sea burgués? En principio debe interpretarse como algo negativo, pues es una manera de frivolizar el valor del trabajo. Sin embargo, si lo vemos de otra manera, leer un libro para entretenerse es una manera de frivolizar el trabajo - la frivolización está en dedicarse para sí mismo. Cualquier historia inventada frivoliza la realidad. Asímismo, cualquier religión frivoliza de manera machacona una ontología científica..., así como sus tradiciones, los ropajes propios de cada cultura, la mayoría de las efemérides... Todo eso es frívolo.

Al final es cuestión de darse cuenta: de tantas cosas que son frívolas que lo realmente frívolo es darle importancia. Ontológicamente nuestra escala de valores debe centrar su atención en lo que es digno de comportarse como un referente. Por tanto, si hay que apartar la frivolidad de lo trivial para usarlo dentro de nuestra ética, entonces puede que catalogar algunas cosas como burguesas no suponga ninguna acusación de que sean frívolas.

En cualquier caso, ¿por qué decir que la tragedia es burguesa? Para empezar, históricamente siempre ha sido así - nuestra escolástica ya centró en esa manera de repartir roles en sus obras. Cuanto más divino se es más dramática es la figura, y su tragedia será bíblica. Cuanto más profano más cómica es su figura dramática, y su burla machacará al humilde. Funciona mejor así: el romanticismo pastoral de gente humilde es cómico, burdo y muy torpe; el romanticismo aristócrata es, por otro lado, trágico y melódico.

Así lo vemos en los peores crímenes cometidos según cuentan los que dicen entender de historia: ¿la segunda guerra mundial? ¿Es ahí donde se encuentran los peores genocidios? No soy historiador pero..., ¿acaso el colonialismo inglés no ha masacrado a más gente en la India? ¿Y no ha habido historias mucho más crudas en el Congo y sus diamantes de sangre? En cuanto a historias crudas, ¿no es posible que la civilización amerindia posea entre sus cuentos auténticos masacres que ni el mismísimo dios cristiano se hubiera atrevido a hacer sobre población inocente? No sé..., aquí hay algo que no me debería de cuadrar ¿Realmente el peor de los diablos de la historia fue Hitler (aun siendo de las peores pécoras)?

Digamos que la mala prensa de Hitler se debe más por cuáles fueron las víctimas que por los actos en sí. Si quieres contar una historia trágica no tienes más que recordar pasages burgueses, con muchos lujos, que son convertidos en pobreza extrema, expolio, asesinato... Es la idea de drama: perder algo permamentemente. Y, por si fuera poco, vincularlo además con el trabajo duro, para no perder méritos. Y es que la tragedia es tan frívolamente burguesa que hasta intenta suplantar el fruto real del esfuerzo que, históricamente, suele ser nulo. Pero claro, las historias tienen que ser inspiradoras..., frívolas.

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Con la siguiente que prepara Disney, y con las siguientes por muchas décadas para todas las compañías que se atrevan a contar historias, los influencers están seguros de que una historia pierde su sentido en cuanto el villano no parece tan malo. Hay una extraña creencia de que lo que estructura bien la historia es la existencia de un villano (según mi teoría el villano es un elemento prescindible por una ausencia), o que lo que vende es un buen villano (y lo que considero es que lo que vende será el dinanismo, que puede ser provocado o no por un villano). Así que solo queda el factor del crítico que se autopromociona como autor: como el crítico espera un villano, que la sirenita sea blanca, que no haya besos entre dos mujeres..., pues al final resultará que no les gustará porque de antemano venían diciendo que esa clase de cosas no les gusta. La profecía autocumplida, o haces lo que yo quiera o me cabreo.

Por eso pienso que las plataformas de streaming deberían de adaptarse al feedback y pasar de los guionistas. Hay que abrirse a la inteligencia artificial..., y depurar las peticiones de los usuarios discutiendo con ellos virtualmente. En vez de crear aburridos documentales dirigidos por un muermo retrasado que no centra la cámara en donde el espectador necesita mirar. Y es que, ¿para qué escuchar los comentarios de los actores si el 90% de ellos no nos dejan ver la película? ¿No sería más lógico que los comentarios entrenen a la IA que será preguntada por los espectadores?

En cualquier caso, la adversidad pueden ser villanos, intrusos o ausencias. Tenemos ejemplos de películas que alcanzaron la fama y el reconocimiento incorporando cualquiera de esas combinaciones. De hecho, tenemos "Sonrisas y lágrimas" que incorpora las tres adversidades: en la primera parte hay ausencia (de paz en la familia), luego el intruso de la aspirante a madre y finalmente el villano que son los nazis. Es una trilogía convertida en largometraje que podría haber configurado tres historias perfectas.

Si aún se cree que hace falta un supervillano para una superhistoria tenemos a Mary Popins, donde tampoco hay villano. Y habría sido un error convertir al padre en el villano, o al dueño del banco - porque la historia no gira en torno a él.

Los bancos son los malos secuaces de la economía actual. Se dejan llevar por sus argucias y malas intenciones, hacen más difícil la evolución de la economía y no se prestan a limpiar sus basuras financieras. Por eso cada vez el sistema bancario sucumbe más rápidamente a crisis: no está ni correctamente regulado ni asume un lenguaje orientado a ganar alguna competición o juego.

Ver un comportamiento infantilmente cruel no convierte al personaje en villano, sino más bien entendemos que ese comportamiento es propio de la naturaleza de su arquetipo - el banquero. Como podría ser egoísta un ladrón, o podría ser insensible un asesino a sueldo.

Por ello, observamos que no hace falta villanos; los villanos es lo de menos. Y cuando una historia gana fuerza no es por el villano, no fue Hitler lo atractivo, fueron las víctimas. Y así lo vemos en Israel: Netanyahu ha superado al mismísimo Hitler, pero Biden puede permitirse el lujo de hacerse el viejo tonto, porque parece que ya no le quedan luces para afrontar al verdadero enemigo. Parece que como pasaba con Bush Jr, los errores se lo perdonarán porque parece un viejecito inútil muy afable. Aunque esa imagen puede llegar a ser muy contraproducente: "this is economy, stupid!".

Biden volverá a olvidarse de lo importante en una tragedia: las víctimas. Y seguirá coloreando de rosa la tragedia para centrar la atención en los problemas de los abusones. Recuerdo cuando Trump dijo que ya había resuelto el conflicto entre Israel y Palestina, y lo hizo tras hablar exclusivamente con Israel ¿Será capaz Biden de superar tal infamia?



martes, 17 de octubre de 2023

El valor del mercadeo más allá de la estructura

Los estructuralistas siempre han tenido un enemigo: el mercado. Resulta que el mercado no tiene porqué funcionar como lo hace "el buen gusto". Y eso puede fomentar obras volátiles que, sin saberlo, ocultarán aquellas obras que sí permanecerán o habrían permanecido de haber sido más apoyadas. Con la llegada de las redes sociales, hoy día cualquier hijo de vecina puede intentar convencer a las masas sobre la inconveniencia de según qué productos artísticos, pueden sentirse ofendidos o, peor aún, no decir que están ofendidos cuando se comportan como si lo estuvieran estándo, al mismo tiempo, no ofendidos realmente. Y lo que acabo de escribir no es un trabalenguas: es el papel de los extremistas, aquellos que se han creado un código deóntico a la hora de aceptar obras artísticas y, al mismo tiempo, ese código deóntico no es relevante con lo que realmente le parece bello.

Creo que ya divulgué entre estas entradas cuál es la idea de ofensa que debe sentir una persona en una red social, y justifiqué los tipos de ira, asco..., sin ir más lejos, en mi juego de red social identifico más sensaciones que palabras en castellano o inglés - y los considero esenciales para entender la percepción de cómo se encuentra el usuario por dentro, aunque no sepa expresarlo en algún idioma. Y es que, claro, no es la misma ofensa ante un mismo mensaje la que perciben dos personas diferentes aunque posean los mismos conocimientos y cultura.

Es por ello que es importante tomar en cuenta que no solo la idea de ofensa se rige por un cálculo algebraico, sino que además aquellos que aseguren tener tales parámetros será muy difícil que puedan expresarlo en su idioma natural porque yo mismo he tenido que recular en mi juego de competición aun siendo un modelo supuestamente simplificado.

Así que tenemos una historia que, en principio, ya está preparada para estar bien estructurada. Podría ser una buena historia que se desarrollaría en el idioma siguiendo los marcos de lenguaje establecidos.

Por ejemplo: esta es la historia de un rey que concede deseos, pero como no puede concedérselos a todos entonces al final acaba por ser él quien elija a quién concedérselos. Así que aparece una niña tonta en el reino a quien no le parece bien, pero claro: ¿de qué otra manera se podría hacer? Así que al final acepta que en la palestra no caben demasiadas estrellas.

Esta historia, que se nota que es un plagio de lo que va a sacar Disney en la celebración de su centenario, es un ejemplo de historia sosa - pero que podría tener una buena estructura, con su principio, desarrollo y final. Tiene su moralina y aprendizaje. Pero cualquiera lo escucha y ve que le falta algo.

Digamos que el producto podría ser una obra de arte, pero las redes sociales se le echarán encima a los creadores antes de ver el producto. Solo por el argumento no se puede saber si el producto estará o no bien ejecutado. Un buen artista no necesita una buena historia, la historia es el pretexto de un buen desarrollo artístico. Pero las redes sociales, con sus autofendidos ya buscarán su minuto de fama manifestando afirmaciones que creerán que son suficientemente evidentes, pero con la premura necesaria como para atribuirse el meme acosador. Son críticas cobardes.

Así que lo que tenemos es que, sin haber visto el producto, ¿cómo se va a saber si está bien hecho? 

Pues bien, postularé la siguiente premisa: todo aquello que deba atraer al mercado forma parte de un envoltorio pensado para su mercadeo. Por lo que es independiente de la estructura, y de la calidad. Quizá un mercado muy educado en sus qualias no necesite ser atraido por los envoltorios...,  o quizá el saber incorporar envoltorios sea una forma artística más que merece la pena investigar. Y ese es el objeto de este post.

Considero que toda obra de teatro, de cine, videojuego..., tiene una serie de elementos vinculados con la atracción del mercado:

1. Mascotas. Como se observa en Star Wars IV, la idea de la mascota permite dignificar al héroe mientras distrae la atención con el chiste fácil de la torpeza o la simpleza. Sin ir más lejos, Han Solo parecía la mascota de Luke, ya que se conformaba con asuntos materiales mientras el héroe se encargaba de limpiarle la cajita de las cacas al encargarse de la Estrella de la Muerte. Por eso, al final cuando aparece el Halcón Milenario no se debe interpretar como un Deus ex Machina, porque su aparición era como una manera de completar la necesidad que tenía el héroe a que no le trataran de mascota y, al mismo tiempo, de aparecer ayudando donde era necesario. Por eso, parecería que las mascotas tienen por objeto transformarse en héroes y, probablemente, algunos villanos en mascotas.

2. Música. Considero que una historia sin música es un aburrimiento total. Y ésta puede presentarse de varias maneras: como una opereta como La Bella y la Bestia, como una melodía sincronizada con la historia como en Tarzán (de Disney también) o también como una música de cámara y paseo, como en La princesa Mononoke. Cada tipo de historia exige un formato musical diferente, y es que en el caso de La Bella y la Bestia el formato de zarzuela era más que evidente por su carácter costumbrista y el alzamiento de sus distintas figuras dentro de la moralidad reinante. Imaginarse, por el contrario, escuchar a un tarzán destrozar una canción de Phil Collins puede que no sea tan apropiado. Pero si lo que se quiere es mantener ocultos los sentimientos del personaje lo mejor es tirar de paseos torridos y una evolución de los mismos con su música.

3. Decorados. Paisajes, ropajes fuertemente bien definidos culturalmente, pomposos peinados que den personalidad... El vestuario representa un nivel de detalle muy marcado, porque define la obra dentro de un contexto social y cultural. Asímismo observamos en la cultura manga japonesa cómo este apartado es de los más desarrollados, especialmente porque a través de paisajes superextensos se genera una sensación de falsa animación. Lo que yo llamo decorados es como el decoro por los detalles culturales, el desarrollo de la personalidad y lo que se espera de personajes y lugares solo por lo que se presenta de fondo - no necesariamente como primer plano en la historia. Y es que llama mucho la atención de que la Sirenita tuviera que ser necesariamente blanca..., eso no es más que un decorado.

4. Gónadas. Todo lo que tiene que ver con la pornografía, el amarillismo, lo escatológico (en el mal sentido), humor negro, el terror... La idea consiste en que cuanto más se invierta en las gónadas más emoción transmite la obra. Se puede observar con el dinanismo de hacer que haya mucho movimiento, acción, rivales temibles, situaciones eróticas, avergonzantes... El protagonista debe estar al límite, y esto es algo que se puede conseguir cuando vemos que está corriendo (como lo hacen los concursantes), o cuando lo vemos lleno de barro hasta el cuello intentando conseguir un objetivo muy cerca y que le cuesta alcanzar porque se siente atado...

Por último, cada una de estas aportaciones deberán estar limitadas por la trascendencia del buen gusto: pues un exceso de cualquiera de estos elementos podrían llevarnos a una pérdida de valor del conjunto. Por ello, la moralina nunca está introducida - ni tampoco el hecho de que sea pedagógico. Lo pedagógico más bien es una invitación dentro del mensaje a defender en la estructura, seguido de las limitaciones al mercadeo de la obra en estos cuatro términos.

Cuando se configuran personajes que sean opuestos los unos a los otros al final lo que hacemos es defender una superestructura, las subtramas de cada personaje también está estructurado por la idea de rol que supuestamente deben defender en su historia, y el que se elija un modo más o menos irónico para cada personaje también, desde mi teoría, es un problema directamente estructural. Es decir, gracias a que definí una superestructura me puedo imaginar qué es propio del trailer y qué es propio de la película.

Pero aún así presuponer que te va a gustar o no a partir del trailer..., eso es que algo falla.

lunes, 16 de octubre de 2023

En ciencia no todos suman

Hace tiempo hice una investigación con el modelo de Viterbi para determinar qué rol ocupa cada agente dentro de un proceso de investigación. Esto es, si la red se dividiera en dos redes se trata de determinar cuál sería el lenguaje que comunicara las conclusiones de una red hacia la otra para que ganara la máxima experiencia.

Estos estudios pretendían encontrar cuatro roles principales que me resultaban fáciles de clasificar, y obtuve unas conclusiones parciales. Podría haber seguido investigando para cerrar tales conclusiones, y posiblemente lo haga, pero el asunto quedó en que, efectivamente, cuando dos sujetos se comunican entre sí sin errores en la pragmática no siempre los conocimientos que se adquieren suman.

Ocurre que en ocasiones interesa más que un cierto tipo de rol se comunique contigo, y aquel que no debió entrar en comunicación contigo puede que sea más interesante que entre en comunicación con otra clase de persona. Encontrar la relación de grupo que permita saber quiénes casan con quiénes era el objeto de mi investigación. 

Como mis resultados empíricos iban demasiado lentos un tiempo después se me ocurrió terminar mi idea de superestructura, que se basa en la idea de que hay cuatro roles que se te alían y sus cuatro versiones tóxicas. Sin embargo no hay que olvidar que la superestructura se basa en operaciones algebraicas que intenta darle sentido a lo que entendemos de una historia.

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En el día a día lo podemos observar: se te acerca un curioso que quiere ponerte a prueba, pero se presenta con aires de humildad. El sujeto, según mis cálculos, ya es tóxico. Y entonces te hace preguntas como si tú fueras un maestro, para luego comprobar cómo te lía con las preguntas, centras tu atención en conceptos pedagógicos específicos y, tras un error en los objetivos generales, se genera un fallo que no te perdonarán. Y es que uno puede ser bueno conduciendo, pero si no paran de darte golpes con otro coche, aún si te sales de la carretera será culpa tuya..., pero nadie aprende a conducir en situaciones de estrés. Nadie podrá decir de ti que eres mal conductor al sucumbir al pánico.

Los malos alumnos pueden torturar tus instintos, darles la vuelta, revolotear en aspectos que no corresponden..., y lo interesante es determinar qué es lo que provocó tanta toxicidad ¿Es posible que el error estuviera en el profesor? Es lo más simple.

Sea como fuere, puede que el profesor sea inteligente de más y espera algo que no está en los alumnos, puede que el profesor tenga cultura de más y no ha puesto el escalón cultural adecuado, puede que las herramientas sean más incómodas para el alumno que para el profesor y, finalmente, puede que el profesor esté equivocado al defender el contenido que defiende. Sin embargo, aun con un mal contenido, con malas herramientas, con cultura de más y exigiendo una inteligencia superior un buen alumno es capaz de sacarle provecho de lo que tiene delante.

Se pueden plantear ejercicios imposibles, que exigen una notación muy enreversada, que solo puede ser entendidos en combinación con meses de estudio en un laboratorio..., que un buen alumno siempre podrá sacarle alguna clase de experiencia a todo ello. Aunque no es lo más apropiado si no se sabe encontrar la herramienta adecuada para ello.

Creo que la clave está en la perseverancia y en no darle valor a las cosas que no lo tienen. La duda de a qué prestar atención corresponde a un estudio de la madurez que se tenga en la materia, como decía mi estudio original inacabado. Y en temas de madurez pocas operaciones de grupo se van a encontrar, porque son señales con memoria. Está claro que es lo que necesitaría un buen transformer para saber que no debe procesar la misma información antes o después de un proceso de maduración de toda la red.

El motivo es porque no es lo mismo adquirir que depurar, no es lo mismo entender que explicar, no es lo mismo imaginar que proyectar, no es lo mismo simular que actuar... Y sin embargo, aún no he leído esa apreciación dentro del Machine Learning. Como si esos conceptos fueran lo mismo y, resulta, que si en una comunidad científica hubiera una persona que no fuera capaz de distinguir entre uno de esos conceptos con su par entonces ese agente sería toxico. Es decir, la comunidad no solo perdería sinergia, sino que además podría contagiar al resto de los científicos su mala jerga.

Dicho esto, si esto ocurre con los procesos más asépticos no es difícil imaginar qué pasará con las ciencias sociales, la diplomacia, etc... Aunque defendamos la democracia no todos tienen derecho a ser escuchados íntegramente al ejercitar su derecho de petición, por lo que estos protocolos deben ser trasparentes y no pueden ser confundidos.

Un ejemplo de aplicación básica está en la condena al terrorismo. No hay debate al respecto, sabemos quiénes sobran en la mesa de negociación - por su toxicidad. Y de la misma manera en una mesa llena de cirujanos discutiendo sobre una nueva metodología tampoco cabe el que se crea cirujano por haber leído muchos libros y tener el lenguaje. Se trata de una toxicidad que no está capturada por operaciones de grupo, sino por un tipo de madurez, o experiencia.


Tierra: Día 19/07/24 punto de inflexión

Ayer se produjo el punto de inflexión a escala mundial. Dependiendo de lo que hagan y no hagan los gobiernos tras lo sucedido ayer las dos c...

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