jueves, 6 de diciembre de 2018

Nos enfrentamos a la era del crecimiento de la estupidez

El siguiente corto representa exactamente lo que me ha pasado en Twitter y la última horda que le ha dado por llamarme ¿machista, fomentador de odio, de suicidios, de abusos contra la comunidad, de hacer silenciar a la gente?

https://www.youtube.com/watch?v=1ApiaY6lhdw

Yo no voy a dejar de ir a la contra de los reaccionarios, sin embargo en los tiempos que corren los que siempre me censuran y me echan son los de izquierdas.




Los intrusistas han decidido ocupar el lugar de la gente responsable. Es lo que ocurre cuando el científico deja de pensar de manera correcta para hacerlo de la manera más políticamente correcta. Un ejemplo lo tenemos en la real academia: La real academia de la lengua española considera feminismo como un movimiento que defiende la igualdad. Esa definición, por un lado, debe atenerse al hecho histórico de la palabra feminismo y cómo es usado hoy día, pero también se combina con otros dos factores: que la definición no contradiga con la naturaleza inherente del idioma y que no sea políticamente incorrecta.

Una definición de feminismo más precisa sería: movimiento político que intenta hacer pedagogía contra la misoginia. Si nos paramos a pensar, el feminismo nunca en toda su historia defendió a un solo varón por encima de una mujer; y esto es así debido a que el feminismo quedaba sancionado a través de la teoría del patriarcado explicado por Simone de Beauvoir.

Plantear el feminismo como un movimiento político ayuda a comprender que la gente puede no ser machista, ni tampoco feminista; además de que encaja perfectamente con el sentir de las personas que consideran que algunas luchas no tienen sentido, y no se sienten identificadas con los movimientos feministas.

El feminismo, como tal, debido a que su naturaleza nunca fue expresamente defender la igualdad si no era haciendo frente al reaccionario que prefiere un mundo misógino, constantemente adquiría tribus de mujeres que odiaban a los hombres. Si estos grupos fueran incitados, entonces la sociedad sería más febril, iracunda, caótica y, por supuesto, generaría más ganancia a los financiadores de los medios de comunicación. La segunda mitad del siglo XX se identifica por los enormes beneficios que reporta la TV, el cine..., presentar noticias de verdad o conseguir un mundo más pacífico no vende. La TV necesita alimento: nosotros somos su alimento. El feminismo radical es un combustible muy bueno.

Por eso pienso que en ocasiones tenemos definiciones impropias. Por ejemplo, machismo no es como dice la real academia: un comportamiento que pone al varón por encima de la mujer. No. Machismo es, como dice el marxismo, un comportamiento chovinista que hace prevalecer las tradiciones sexistas por encima de una ética igualitaria. El machismo, de hecho, no sólo afecta a las mujeres, también lo hace a los hombres. Decir que el machismo deja al hombre por encima de la mujer nos obliga a plantearnos serias dudas: ¿qué tradición establece lo que es mejor para ambos sexos? ¿Realmente tenemos una cultura capaz de decirnos qué es lo mejor para todos para, acto seguido, atribuirselo a los varones? Si fuera así, nada más legislarse en favor de la igualdad el patriarcado habría desaparecido. Y no sucedáneos, no iba a ser tan sencillo: las leyes no afectan a la moralidad, es al revés.

Por eso mismo, un ser tan secundario no iba a ser otra cosa salvo altamente protegido, como decía Simone de Beauvoir, por eso la mitificación del sexo femenino (como crear una ley contra la violencia de género, y no contra la violencia de sexo) se convierte en un acto de desprecio hacia la mujer. Y actos como sacar en procesión un enorme coño puede ser un buen ejercicio para trasgredir mentes.

Pero vemos ejercicios extraños como la victimización de la mujer. O leyes que ensalzan la figura masculina y su responsabilidad por encima de la divinidad ante unas mujeres que para igualarles necesitarían que con sólo su palabra puedan condenar a un hombre de algún delito. El cómo se ha degradado y se ha estampado contra el suelo el techo de cristal, el cómo el patriarcado se ha puesto a pisar mucho más fuerte en la distinción de roles..., todo eso ha sido gracias estas sucedáneas y sucedáneos que se hacen llamar feministas - cuando en realidad son defensores de la misoginia.

Porque quien se opone a un maestro defiende la tesis del díscolo.


Hasta luego,
 sucedáneos.



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