sábado, 30 de enero de 2021

Las afirmaciones factuales

Un programa te dice si vas a delinquir, o te dice si vas a votar a un partido político u otro..., y hay quien no comprende en qué se fundamenta esa tecnología. Pues bien, es la misma que se usa para que una máquina pueda ganarle al ajedrez a un maestro del ajedrez hoy día. Pero antes de nada, voy a ir aclarando posibles malentendidos que haya generado con estas afirmaciones.

Cuando Deep Blue venció a Kasparov lo que se hizo fue aprovechar toda la tecnología en hardware de la época para conseguir que la máquina sea capaz de incorporar no sólo la notación de una partida de ajedrez sino además el mayor número de posibilidades en mínimo tiempo de cómputo. Esto es, calcular a palo seco millones de jugadas por segundo es algo que da vértigo. De ahí surgía la duda: la capacidad de análisis del ser humano más experto de la época en un juego muy específico contra el poder de cálculo puro y duro.

Y la cosa es que parecía que sólo con teoría de aperturas y poder de cálculo Kasparov pudo ser capaz de rayar la victoria. Así que los programadores, para las últimas partidas, incorporaron en la base de datos de la máquina las partidas de Kasparov; y fue cuando el ordenador empezó a hacer cosas tan raras como sacrificar una torre sólo para obtener ventaja estratégica.

La victoria fue aplastante, y entonces las técnicas del software no habían dado el cante: todo era hardware.

Con los años ahora se han presentado una serie de técnicas que al parecer los militares venían aprovechando - pero que al estar en secreto el resto de la comunidad no tenía derecho a conocer los detalles válidos, científicos, de dicha tecnología. "Es útil", decían. Pero no había evidencias de ello. Tenían que pasar muchos años antes de ver en qué se basaban para decir que esas técnicas servían para algo.

Y es que cuando una máquina coge a un afroamericano y dice que será un futuro delincuente cualquiera podría pensar que la máquina nos está diciendo que la razón por la cual será delincuente es por ser negro. Cuando en realidad lo único que ha hecho es constatar una correlación dentro de un sector de la población.

Sin ir más lejos, este mismo estudio si se hiciera en Kuwait, sabiendo que los más blanquitos suelen ser extranjeros y viven en situación mal pagada, todo apunta a que los resultados se inviertan. Lo que quiere decir que es interesante distinguir entre los resultados más factuales y lo que conformaría la teoría en sí misma.

Decía Bueno, si no recuerdo haberlo leído mal de Armesilla, que todas esas afirmaciones podían dividirse en tres grandes grupos; como no recuerdo sus nombres usaré una técnica nemotécnica: afirmaciones presentes, pasadas y futuras. Y debo decir que esos planteamientos de cara al dualismo y el monismo me saben a una grata mejora, que encajan perfectamente con mi artículo de filología sobre la pragmática. Aunque no lo desarrollaré aquí.

Dicho esto, en las afirmaciones pasadas encontramos todo lo muerto y, por tanto, lo que ya está perfecto. Ahí podemos colocar la idea de Dios, los teoremas matemáticos, las teorías que justifican las cosas, etc... Si decimos que los negros son delincuentes deberemos colocar esa afirmación en el pasado. 

Por otro lado, las afirmaciones presentes son esas cosas que existen. Lo que existe no se puede mezclar con esos maximales que están muertos, pues lo que existe es perceptible en su imperfección. Podemos dar fe de lo que vemos, y suena extraño que alguien insinúe que ha sido testigo de la presencia de Dios. Es decir, aquí colocamos las afirmaciones factuales, los hechos, lo real, lo tangible..., cuando algo se correlaciona lo ponemos aquí. Pero conectarlo con las afirmaciones pasadas puede ser pretencioso: porque no tenemos mecanismos para asegurar que es correcto lo que hacemos.

Por último tendremos las afirmaciones futuras..., que es donde colocamos nuestros deseos, intenciones... Ahí es donde definimos, por ejemplo, nuestros roles dentro de la sociedad: el significado de ser mujer, por ejemplo, el para-sí del existencialismo, etc... Nada que ver ni con los genitales fácticos ni con el papel ritualístico que desempeña el feligrés ante la idea de Dios.

Dicho esto, como buena introducción, podremos comprender que cuando una persona cree que el sol va a salir mañana en realidad no lo cree porque un físico se lo haya dicho. Si alguien piensa que necesita un experto para asegurarle porqué el sol saldrá mañana también entonces esa persona debe ser bastante pánfila. 

Lo que hace que la gente se constituya una teoría del comportamiento de nuestro sol es porque le asume a los hechos a los que está habituado un papel importante: cuando vemos fenómenos naturales no nos importará que tales fenómenos se adueñen del imperio del pasado para así poder asumir mejor los retos del presente compatibilizándolos hacia nuestras pretensiones futuras. Así es como nacen los dioses, las creencias, los ritos... Desde ese miedo. Y es el miedo al desorden también el que provoca la creación de orgánicas, de posiciones de poder, como esas cosas existieran o tuvieran relevancia en la realidad.

Son ideologías y dogmas porque no reconocen las tres naturalezas diferentes de las afirmaciones: presente, pasado y futuro. Naturalezas que ya desarrolló Gustavo Bueno de manera mucho más detallada, inteligente y, por supuesto, con nombres más adecuados. Recuerdo, sin ir más lejos, la conferencia donde este filósofo demostró la inexistencia de Dios - sé que tiene nivel para estos temas. Ya he escuchado su lenguaje en una conferencia. Aunque en otros temas, a mi juicio, errara...

Una vez dicho esto se puede comprender cómo una máquina puede correlacionar el rostro de una persona con el partido al que va a votar. Es decir: a quién votará es un concepto futuro, por lo que la máquina sólo puede especular y probablemente acertará o no. Sin embargo, el hecho de que exista tal estudio y unas conclusiones cercanas al 77% significa necesariamente que las masas se comportan de alguna manera o, incluso, que el lenguaje progresista o conservador afecta al crecimiento celular o la psicología de la gente. Es decir, la teoría de Mises de que los comunistas están como una chota quedaría reflejada en este estudio..., o lo contrario, pues las correlaciones no tienen color: puede que el estudio demuestre que quienes están como una chota son los liberales.

Hubo otro estudio que demostró que el cerebro de un progresista internamente se organiza diferente que la de un conservador. Así, no es de extrañar que ante un crecimiento diferente éste pueda generar facciones visibles en una máquina y que sean discriminables aplicando la técnica del "Principal Component". Es decir, la misma técnica que han tenido que usar para crear las famosas PCR que adivinan cuándo una persona tiene el coronavirus.

Estas técnicas tienen muchos falsos positivos; pero funcionan bajo una probabilidad: 80%, 70%, etc..., y hay que comprender que si existe esa probabilidad entonces debe haber alguna ley que conecte los hechos.

Por ejemplo, vemos que los afroamericanos delinquen; ¿es posible que sea por la brecha salarial? ¿es posible que haya un techo de cristal social? Entonces la afirmación en forma de teoría nos hablaría de la existencia de una estructura racista en el país que induce a que una persona se vuelva delincuente. Pero claro, todo esto es tan difícil de demostrar como aseverar que los negros nacen para la delincuencia. Hay que establecer dónde colocar la teoría más conservadora - y lo normal es partir de los Derechos Humanos, pues lo sorprendente sería descubrir que el tono de piel te vuelve gilipollas. Si fuera eso se prohibiría a la gente el tomar el sol en la playa..., digo yo.

Por eso he escrito este post para que la gente entienda el papel de la estadística y no la confunda con el papel de la lógica o con el papel de los deseos. Son tres conceptos que funcionan en tiempos diferentes e irreconciliables.



viernes, 29 de enero de 2021

Verlos crecer como lápidas en un cementerio

No puede ser que me monte historias, que me enfade conmigo mismo o me vea en la obligación de clamar al cielo. No me veo montando un vídeo de Youtube para ver cómo se queda la máquina clavada al subirlo, y correr el riesgo de que algún cliente me pida una recarga para hacerle esperar.

En definitiva, que será aquí donde pretenda despacharme a gusto.

Aún veo debates que me sugieren errores de concepto, errores que se ven más claros después de haber consultado con la almohada. Es entonces cuando las fórmulas se reavivan con la teoría general. Y es que ese debate que vi a dos liberales, uno escondido y otro que sentaba cátedra, es lo que me ha hecho chirriar.

Todo parte de la idea del objeto del debate: hablar de eso que llaman los derechos individuales, las libertades, y esos menesteres. Podemos ahondar en la cuestión de usar una terminología mucho más exacta, pero claro: ¿de quién será dicha terminología? Insinuar que esos términos son unos y no otros es la elección del modelo dentro de la lógica circunstancial que se elija para discutir la deóntica.

Sin embargo, cuando no se es capaz de reconocer la construcción del modelo lógico al final lo que se tiene como constructo es la conducta, la moralidad, de quien diseñó tal modelo, tal teoría del uso del lenguaje. Y es que los modelos lógicos se constituyen dentro de un marco, y ese marco era lo que tenían que haber fijado para dejar bien claro cuál era el ámbito de aplicación.

Y me enciendo, me levanto, me pongo nervioso..., porque veo el bucle que se repite, con los errores más clásicos de la historia, el hecho de que no se observa el punto que rompe el esquema. Y el punto siempre ronda la misma problemática: que no es el técnico el que deba resolver con su lenguaje, sino el filólogo, el filósofo, el etimiólogo, el culto, el literato, el director, el autor...

Es una cuestión de poesía reclamar al ciudadano su incorporación en la historia que se pretende conformar: cuando se trata de revoluciones ese es el primer paso, hay que crear una historia que convenza.

Y se trata de un problema cuyo contenido de cara a los ojos del científico no es sino poesía. La razón se convierte en una suerte de rescate hacia el lado más interno del ser humano para partir del único punto de partida: Los Derechos Fundamentales.

Antes de la existencia de la carta que fue escrita por los más refinados filósofos, y con el éxito que produjo el hecho consumado de que no haya sido puesta en entredicho en todo este tiempo más allá de la necesidad de incorporar más elementos, se observa que el debate exige continuarla para así conformar la parte dogmática de una buena Constitución en un estado que quiera conformarse de derecho.

Y claro: para redactar la parte dogmática debemos consultar al poeta, no al abogado. Debemos valernos del filósofo, no del economista. Debemos escuchar al filólogo, no al politólogo. Porque tengo entendido que el politólogo estudia las relaciones de poder, y el poder - como bien deduje de Bertrand Russel en su discurso de obtención de premio nóbel - no es más que una emanación del miedo. Miedo a morir de hambre, a no tener, a perder y vivir miserias. Quien quiere el poder no desea de manera constructiva, sino que opera con miradas destructivas. La naturaleza del ser humano no es el miedo, esa no es la fuerza social que le impulsa. 

Por eso clamamos a los autores de la civilización, a las figuras que nos enseñan qué es legítimo y qué no lo es, que nos ayuden con sus figuras literarias, sus estructuras, qué es lo que evoca cada teoría política. Porque la política para el que estudia ciencias sociales no tiene una definición válida para crear una constitución en un estado de derecho. Esa afirmación nunca la veremos refutar ante ninguna persona suficientemente atenta y racional.

De la misma manera que la política tiene una definición inútil para el que quiera conformar el proceso constituyente cuando ésta es definida por los informáticos, resulta que le proceso constituyente obliga a encontrar el ámbito adecuado para saber cómo hablar y así conformar teorías que no sólo sean coherentes sino que además sean relevantes. Pues de la relevancia se obtiene el crecimiento de algo que acabará vivo, y no esos bucles estériles que crecen y crecen en un debate que alza figuras en un cementerio.

El objeto del debate radica en las letras puras cuando hablamos de procesos constituyentes. Porque sólo las letras en su pureza nos hablan de los arcanos que se han replicado en la sociedad en virtud de lo único que le parece al colectivo un concepto auténtico.

Yo mismo, en mi panfleto, mostraba en este blog un intento - quizá vano - de desarrollar una teoría de los procesos constituyentes. Con sus postulados, sus preceptos..., pero nunca desde la informática o las ciencias sociales - sino desde las letras, la filosofía y la construcción de relatos de dignificación del individuo y de la determinación de cuál es el papel genuino del colectivo al que pertenece.

Y lo hemos visto reflejado a lo largo de la historia: Rousseau con su contrato social en oposición a los vicios del feudalimo, Sartre con la carta a las naciones unidas en oposición a los vicios que puedan traernos la socialdemocracia, así como Martin Luther King Jr en su discurso que clamaba a un sueño que no era sino la crítica que recibían las facciones mayoritarias cuando repudian a las minorías. Todos esos discursos se fundamentan en un patrón que se ha dado a lo largo de la historia: claman al origen del individuo mismo y establecen una ética basada en alguna clase de pacto entre el individuo y su colectivo establecido por cómo está hecho el individuo en sí.

¿Qué esperamos de los colectivos? De ahí nace el individuo para-sí. El existencialismo es un lenguaje válido para comprender cómo evoluciona el lenguaje de esos debates. Y claro, ¿qué se entiende por legitimidad?

Si no nos valemos de un lenguaje legítimo para entendernos acabaremos en bucle y, peor aún, los constructos no serán sino reglas inertes que no funcionarán para abordar (ser relevantes) los problemas para los cuales se crearon esas instituciones.

La democracia debe reconocer el teorema de la incompletitud de Gödel: no existe fórmula perfecta. Por tanto no existe la legitimidad estática. Por tanto no es posible crear un modelo de proceso constituyente que sea coherente y relevante a la vez. No existe porque es matemáticamente imposible constituir un conjunto de reglas suficientemente válidas para abarcar un problema de esa envergadura.

Así que la legitimidad democrática está destinada a ser dinámica. Es decir, la democracia tiene que ser un proceso de progreso - continuo. Y no es decir que si no alcanzamos la igualdad material es porque no somos iguales, esa percepción ultrachovinista, ultraderechista, ultraconservadora, de muñeco de paja, no le importa absolutamente nadie. Es una percepción de no alcanzar una legitimidad que no repercute: los problemas más simples por su irrelevancia no tienen solución.

Es objeto de la democracia determinar cuál es el siguiente debate de lo legítimo y, por tanto, flexibilizar su significado. No se trata de imponer con violencia, o de colocar a una persona que haga nombramientos..., todo eso es dictatorial, absurdo, impropio... No se puede crear una institución como parte del estado sin una misión-visión. Porque todo ente jurídico, ya sea ley, institución, cargo, etc..., tiene una razón de existencia o no hay razón para su permanencia en los presupuestos. Y es objeto de la política que ya se haya constituido más allá del poder constituyente el abandonar el lenguaje de los cultos, de los dogmáticos, y entrar en el debate del derecho, de la economía... Pues la política que dirige un país es la política del estado que determina cómo administrar los recursos públicos.

Dos definiciones diferentes para la política: la que habla del proceso constituyente y la que habla de la dirección o magisterio del estado de derecho.

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Mientras tanto, el técnico que aquí se encuentra mira al estado como si fuera empresa. La empresa no es un ente fijo, como muchos malos comunistas se creen, sino que es una estructura que se reinventa constantemente. A medida que vienen los proveedores éstos proponen reestructurar tu idea de negocio y la misión-visión cambia. Entonces es cuando tienes que reinventar las amortizaciones de tus bienes inmuebles y replantearte las penalizaciones de las decisiones que adoptes de cara al futuro de tu entidad jurídica, tu empresa. Todo dependerá de la demanda, de si hay o no respuesta por parte de los clientes.

Plantearse la legitimidad de mi empresa como un ente fijo es el equivalente a plantearse la legitimidad de mi empresa en virtud de si es legal o no en base a lo que diga la ley. Y ese no es el objeto que tiene la palabra cuando hablamos del proceso constituyente en el que debe entrar un nuevo proyecto - ya sea lucrativo o no. La ley es cosa muerta a estos niveles del debate. Lo legítimo está vivo y debe progresar a estos niveles del debate. Si no somos capaces de redactar un documento visión-misión al nuevo mercado al que queremos invadir con nuestra inversión entonces la inversión no estará bien justificada.

Hace tiempo redacté un post sobre cómo crear arengas. Pues bien, las arengas se crean a partir de un estudio DAFO - y son el resumen de una buena visión-misión que se sobreentiende necesaria de cara a todos los individuos a quienes está dirigido el discurso.

Si piensas revolucionar más te vale reivindicar a las vísceras. Y si gritas mucho y las vísceras no se dan por aludidas más te vale darte cuenta del ridículo que haces porque siempre hay tiempo para la rectificación.


lunes, 25 de enero de 2021

Las limitaciones de los constructos automáticos

 Estaba releyendo mi entrada de hace cuatro años sobre cómo crear la letra de una canción profunda...

https://lucesyespectros.blogspot.com/2017/03/la-creacion-del-arquetipo.html

Y ahora releo el conocimiento que he estado adquiriendo en ese tiempo en lo relativo a la pragmática...

https://medium.com/datadriveninvestor/what-already-pragmatic-failure-is-61d8931cd5d

Aunque ese artículo fue como de hace dos años.

Este segundo artículo es mucho más difícil de comprender y, de hecho, sé que es uno de los artículos que más se leen, pero que menos se aplauden. Ese artículo está especialmente pensado para trabajar con una filosofía conexionista, pues ya tiene discriminados los elementos que conforman las dependencias funcionales - y en eso precisamente el GP3 y sus transformers ya está preparado para adaptarlo.

Pero, al margen de que me tomen o no en serio, me hace gracia pensar que las fórmulas se puedan simplificar más de como yo las propongo. Esto es, si quieres crear una canción en realidad tienes que pasar por esas cuatro fases, sí o sí. Otra cosa es que tengas el suficiente talento como para saber saltarte unos pasos que tengas bien asumidos.

De la misma manera, el GP3 intenta conseguir lo que ni en sueños nuestro cerebro consigue: enlazar nuestros recuerdos muertos para conformar historias que sirvan para su reciclage. Si a nuestra propia cabeza ya le cuesta generar esos constructos automáticos sin crear historias incoherentes o absurdas, ¿cómo pretende una máquina, tan inerte, comprender los sentimientos y la cosmovisión humanos?

Para conseguirlo antes debería de alcanzar la cuarta fase de la Creación, que en mi segundo artículo lo vinculo con los errores en sociopragmática. Y en mi primer post lo etiqueté como "proyección". Esa cuarta fase es el ejercicio más brillante que se le espera que haga un actor de cine en una película para que desarrolle lo mejor posible su personaje - para que quede convincente. Esa cuarta fase es lo que hace que cuando la gente baile la melodía no haya nada que le dé mal rollo.

Creo que es fundamental comprender que no seré yo una eminencia en esa cuarta fase, pero razón no me faltará al decir que el GP3 no la tiene bien desarrollada en absoluto: que sólo somos conscientes de lo buena que es una película cuando observamos una conexión sistémica en cada uno de los supuestos errores o connotaciones que aparecen en sus diversas escenas. Esa justificación crea una escala, un nuevo nivel de profundidad que, oficialmente, no se había expuesto. Estaba para ser descubierto, y cada espectador le dará su propia forma. De hecho, hasta es posible que esté tan pulida que el propio espectador se vea reflejado, proyectado, en esa estructura. Es decir, una buena historia es la que envuelve a cada individuo dentro de la obra.

Y eso el GP3, la generación automática de texto actual, no se lo plantea.

De hecho, obras tan antiguas como el "Piscis Sophitia" posee un nivel de delicadeza en conocimiento de filología que supera las espectativas actuales. Es decir, si no son capaces de redactar un arcano de nuestra época cabe esperar que las tradiciones de los artistas dejen a la altura del betún a las tecnologías existentes.

Lo cual, como es lógico, tiene lecturas positivas y negativas. Pero, por poner un ejemplo:

Imaginemos que le planteamos al GP3 que nos cree una conversación entre amigos machistas que intentan hablar con decoro dentro de su frivolidad. Entonces uno de ellos inicia la conversación... 

Javier: A ver, Pablo, yo me pregunto ¿qué es lo que haces cuando andando por la calle tienes a una tía delante?

Pablo: 

Ante lo cual, nuestro generador de texto debería de rellenar...

Pablo: Pues lógicamente, si es una embarazada o va con un carrito, entonces la sobrepaso - no vaya a pensar que soy un pervertido que la persigue. Otra cosa es que sea una culona, que vaya culo pa'quí, culo pa'llá..., y yo preocupado por si se le desvía la tengo que seguir toda la calle.

...

Lo que pretendo decir es que con las técnicas de generación de texto y los modelos conexionistas propuestos estos matices ni están ni se les espera.

Pero vamos..., son mis conclusiones. Por supuesto, si se aceptaran según qué correspondencias se comprendería cómo simular todos esos procesos.

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