sábado, 12 de junio de 2021

Y justo cuando le has cortado sus tres cabecitas...

¡Y justo cuando crees que acabas con la hidra vuelven a salir tres cabezas más!

Siempre me pasa lo mismo, me pasa como con la teoría de números. Pero menos mal que esto me ha servido para clausurar hasta el último resquicio que me quedaba por cerrar. Se trata de encontrar los fallos más insignificantes de tus propias demostraciones antes de darlas a revisar. Se trata de insistir con un nivel de detalle que hasta ahora nadie se habría atrevido, a explicar hasta los detalles más sórbidos, porque esta vez no esperas otra cosa salvo el ir a matar. Ahora sí que no debes esperar ninguna clase de pleitesía en tus pares. En esta ocasión no te permitirán ni respirar - como hasta ahora han estado haciendo contigo.

En cuanto descubrieron lo que tenía entre manos los pares dejaron de usar el inglés - el idioma. Y empezaron a cerrarse en banda, cada vez eran más absurdos, más insultantes, más incluso calumniosos o difamantes. Cada vez eran más escoria. Así que esta vez debo cambiar de estrategia, y si hace dos días creí llegar a una demostración - que técnicamente podría funcionar, pero no con lo que tengo ahora mismo - lo mejor que puedo hacer es volver a mi libro inicial.

Es innegable que he reinventado el camino más largo para ponerlo a la misma altura que el más corto, pero hay que ir poco a poco, no se puede decir que haya acabado por dar con todos los caminos largos. Mi libro se sigue manteniendo, y ahora tendré que explicar cómo acabar con los cuatro mosqueteros:

Cook, Fagin, ¿Atkins?, Matiyasevich y su Julia R.

Sigo defendiendo las dos filosofías, y creo que es el mejor enfoque. Que se obsesionen en la hegemonía de una sobre otra es el error. Así que tendré que citar a algunos matemáticos que siguen creyendo en la existencia de los números reales y otros formalismos matemáticos, como el infinito.

Me pregunto si encontraré ese documento de Von Neumann que recomendaba no incluir flotantes en las máquinas, o si ya debería de buscar más y más documentación para empezar de una santa vez a escribir cosas. En cualquier caso, si recupero mi demostración de la diferencia de clases NP y P, tendré que aprovechar para usarla como corolario de la demostración de la indecibilidad, así como explicación de la clase de Nick. En su momento la expuse ante ese par tan impresentable de la Siam, y los de ese journal no quisieron plantearse el ponerme otro par. Lamentable.

No volverá a pasarme: ellos se acuerdan de mí, pero a mí se me olvidan los nombres por culpa de mi prosoagnosia. Tengo que apuntarme cada paso que doy y no pasar dos veces por el mismo sitio, porque la siguiente vez estarán mucho más preparados para hacer aún más daño - dentro de lo que imaginativamente se vean capaces de hacer.

Tengo algo tremendamente gordo entre manos, y un remate para cada mosquetero que no dejará a nadie indiferente. En cuanto me digan que no lo publican en el journal que elija todos sabremos el porqué; así que debo ser muy meticuloso y no cometer ni un mísero error. No puedo dejar ningún recoveco lógico por decir. Debo ser yo el que lo diga y lo desarrolle todo sin miramientos. Esa debe ser mi directriz. Donde vea el hueco pondré el estoque. No veo otra manera de hacer las cosas, porque me obligan a hacerlo así. No debo dejar escapar una.


jueves, 10 de junio de 2021

En un extraño bucle

Ayer mismo redescubrí mi soberana estupidez: mi nueva técnica, hiperexplicada y superdemostrada hasta la saciedad porque no termino de empezar a introducirla y documentarla, acabó por abrirme una puerta que creí completamente cerrada a cal y canto. Así que he comprobado cómo aún se pueden resolver muchas más cosas, y además lo puedo demostrar trivialmente.

El que me acepten o no las demostraciones en estos momentos me da igual, si lo que yo quiero es un giro copernicano entonces debo ir "a matar". Si tengo que poner nombres de matemáticos a los que desprestigiar entonces lo haré y punto. Nunca fue mi estilo, pero no hay que olvidar que siempre he tenido problemas a lo largo de mi vida - y yo creo que es porque mi instinto siempre me decía que no debía incordiar, que si se cansan de machacarte los funcionarios al final acabarían por hacer su puñetero trabajo.

Pero no: el profesor que decide no corregir tus exámenes se mantendrá hasta el final, esa es una de las pocas lecciones que he aprendido tarde. Pero más que nada porque cuanto más joven eres más pronto claudican. Es asqueroso, pero la discriminación y las clases existen.

Así que despotricaré con, supongo, al menos tres o cuatro autores. Así el que me lea sabrá que voy en serio: no me limitaré a decir lo que es cierto como vengo haciendo desde hace años, y que sólo provoca que me ignoren mi trabajo. El giro copernicano exige ponerle rostro al que MIENTE, y eso voy a hacer: voy a ponerle rostro a la falacia que sostienen muchos de mis colegas. Creo que eso ayudará a comprender qué es lo que no es correcto decir dentro de la teoría de la computabilidad. Tengo que provocar que TEMAN mentir.

Todo eso independientemente de que lo consiga: porque o revoluciono o me quedo igual. Y tal como estoy es radicalmente imposible seguir como estoy.

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Ayer por la tarde, mientras veía cómo la Bruja Escarlata derribaba su cuarta pared yo, al mismo tiempo, derribaba la mía al observar cómo se podía matar a la hidra. Esa hidra que en mi libro hace más de diez años vaticinaba que suponía que era imposible de superar o, al menos, aun siendo un problema polinomial supondría un reto computacional insalvable. Ahora me doy cuenta de que me equivoqué: en realidad se pueden resolver muchos más problemas de los que de antemano creía que eran posibles.

Es decir, los problemas criptográficos basados en problemas NP tienen una nueva muesca que creía que no era tan fácil. Y aunque todavía seguía dándole vueltas a las otras técnicas que había estado desarrollando y se quedaron a medias (la explicación geométrica, una demostración que podría ayudar a delimitar mejor qué problemas NP no son susceptibles de ser representados de esa manera), el ensayo final se me ha quedado con una enorme holgura con respecto a lo que tenía pensado desde el principio.

Me ha dado para resolver los problemas más inquietantes de la Humanidad, y encima manualmente - son tan sencillos los algoritmos que hasta se podría usar una pizarra y aplicarlos a mano. Ya no solo son tan simples como una matriz, es que además he arrasado descubriendo una clase de principio de optimabilidad que fuera necesario para que el camino más largo pudiera ser ejecutado como si fuera el más corto...

En cualquier caso esta noche me quise concienciar: un superensayo que no termino de empezar, y me puse a dormir. Entonces fue cuando soñé la interpretación geométrica y, justo cuando en pleno acto de lucidez para recordar los pasos, me desperté porque me había quedado sin respiración - literalmente. Al parecer mi corazón se había puesto a fibrilar de manera extraña, o quizás fue que me atraganté con un gargajo, ni idea: pero fue un momento agobiante, respirando como podía..., desarrollé una nueva técnica, al no tener fuerzas para toser, me puse a eruptar. Es la primera vez que me pasa: ¿por qué el erupto me ayudó a abrir la garganta o hacer que mi corazón latiera?

En otras ocasiones probé distintas cosas: al notar que mi corazón no latía una vez probé a dar un golpe maestro para reactivarlo, con cierto ritmo periódico, y conseguí reactivarlo de esa manera. Otras veces comprobaba que era una burbuja de mucosidad que no me permitía expulsar el CO2 de mi cuerpo, y con un simple gesto con el dedo la mucosidad, convertida en globo, explotaba. Pero, de todas las formas, eruptar es la más extraña para volver a respirar.

Otra cosa son las razones por las que me atraganto: en una ocasión me puse a beber agua, y al atragantarme me recuperé con mucho agobio..., volvía a beber y, otra vez, volví a atragantarme. Por alguna razón no tenía recuerdo de cómo beber.

Otra de las razones por las que dejo de respirar es cuando leo con sueño; es bastante habitual. Me pongo a leer, me duermo, intento mantenerme despierto..., y se me olvida cómo respirar. O algo así.

Al volver a dormirme tuve una peculiar pesadilla, demasiado anómala. Soñé que un hombre intentaba aprovecharse de mí y besarme mientras me manipulaba la zona occipital de la cabeza. Yo, mientras tanto, pensaba que ese tío iba a ser fulminado en cuanto me zafara..., pero por alguna razón era más fuerte, o me tenía bien cogido. En cualquier caso, se libró ese hijoputa porque me desperté antes. Y cuando desperté sentí en la zona que él estuvo tocando un dolor muy intenso, supuse que era el dolor que me hizo despertar. Un dolor muy agudo en la corteza cerebral de la zona occipital, la favorita de mis agresores sexuales, los profesores de universidad y demás chusma paternalista.

Al comprobar que era casi la hora de levantarse me dejé caer en la almohada, ¿me habría picado un bicho, sería un trauma de mi pasado o, realmente, es posible que esté degenerando mi cabeza? ¿Debo darme prisa para terminar este proyecto y así plantearme otros que he dejado a medias aun siendo aún más fascinantes y prácticos para la sociedad?

...

Poder resolver casi trescientos problemas de gestión de un plumazo es importante. Arrasar con las técnicas que ya de por sí son buenas a la hora de calcular para ofrecer una nueva singularidad en los razonamientos que adopta una máquina podría ser realmente fascinante. Pero en cuanto me meta en campos más físicos...

No sé. Cualquier día esos golpecitos que me doy al corazón, la tos que intentó emitir para volver a respirar, el apartar posibles mucosidades de mi boca, el cambiar la presión de mi corteza cerebral para acabar con posibles insectos que se cuelen por ahí o eliminar impulsos parásitos de mi propio sistema neurológico... Algún día esos truquitos no me salvarán. Veré si consigo ponerme las pilas y..., no sé, escribo algo.

martes, 8 de junio de 2021

¿Cómo se hace un giro copernicano? Relato

¡Helos ahí! Los hombres de las antorchas. Resulta que el tío que había provocado que salieran todos de sus casas ahora resulta que estaba hablando de manera figurativa. Todos los vecinos se habían congregado en la plaza mayor y habían montado una enorme fogata para que cada uno dispusiera de su propia antorcha y así marchar felizmente al castillo endemoniado.

- Como en Fuenteovejuna, ¡todos a una!

Pero entonces, el que nos comentaba que el monstruo que habitaba el castillo, quien nos decía que había raptado a su hija quinceañera, ahora nos cuenta que en realidad ella va a ser la futura condesa. Que ya no ha sido tan violada, ni que hay tantos problemas. Que todo fue un malentendido. Que tan pronto como había un señor que se aprovechaba de las féminas indefensas en mitad del campo, pérdidas en mitad de una noche en soledad mientras se cuidaban de su higiene más personal, ahora resulta que en realidad el señor conde no fue tan atraido por la sangre fértil de la juventud lozana sino más bien sería atraido por un afán cristiano de casamiento y devoción por Dios.

Entonces los monstruos ya no son tan monstruosos, y los héroes corren el riesgo de ser tratados como villanos. 

- Sí, pero las antorchas ya las tenemos en las manos. No puedes parar a la turba.

Cuando se ha invertido tanto en hacer que la historia avance no es tan fácil como ver que todo se resuelve sin más. Parecería que debe ser compensadas cada una de las partes que han sido perjudicadas por el inicio de la turba.

Para empezar algunos tuvieron que sacrificar algunos de sus muebles más viejos para ayudar a crear la hoguera; pues sólo con las ramas no se habría avivado el fuego tan rápidamente. Ir a buscar leños es lento, y enfría los impulsos.

- Si ustedes querían mantener los impulsos entonces son responsables de que no tuviera tiempo para advertirles de que no hacía falta quemar vuestros muebles.

- Quemamos nuestros muebles para evitar que vuelva a pasar lo que para muchos no es para tanto. Invertimos en el cambio, quisimos un giro copernicano en lo que se refiere a la moral.

- El señor está en su castillo en mitad de la noche, aún no ha oído nuestros gritos de odio y lujuria. No permitamos que se piense que este pueblo ya no cree en él. Debemos recoger cada uno nuestras cosas, apagar el fuego y hacer como si no hubiera pasado nada.

Pero no. Los que quemaron sus muebles viejos querían acabar con lo viejo. Los que fueron a buscar leños estuvieron dispuestos a enfriarse y no lo hicieron. Los que cogieron leños o trozos de mueble de la fogata se habían comprometido a cambiar su esquema ¿Cómo iban a volver a ser lo que fueron en otro tiempo? ¿Cómo iban a empezar a fingir que las cosas seguirían siendo como antaño?

Pero el padre de la doncella mancillada, y ahora condesa, se lo había propuesto. Fue recogiendo antorcha por antorcha. De mano en mano. Propuso traer unos cuantos cubos de agua..., y que se enfriara la noche sin más. Los que quemaron sus muebles miraron con recelo al padre de familia, ellos también tenían niñas a las que proteger; pero siendo ya el conde un hombre bien avenido, ¿de qué tendrían que protegerles? 

 

EL CASTILLO DEL CONDE MANCILLO.

El herrero tenía un hijo. Era guapo y un alocado adolescente. Le gustaba estar siempre tonteando entre las chicas, y nunca sentaba la cabeza. Cuando perdió a su esposa por esas enfermedades que los médicos no sabían del todo identificar, en el fondo decidió tirar la toalla.

- La vida son dos días - decía el chaval en los recuerdos de su padre.

El herrero inventaba y reinventaba los artilugios y el tiempo. Era la esposa la que vivía el día a día más allá de la moralidad y lo eclesiástico. Siempre fue una hereje no condenada, más devota por la ciencia y lo que nadie estaría dispuesto a aceptar que una mujer pudiera saber. Y, efectivamente, tampoco era una persona más excepcional que cualquier hombre, pues cultura le faltaba aunque no tanto las ganas de disfrutar de una buena conversación entre eruditos.

Con el referente tan especial de lo que sólo una madre como esa pudiera otorgarle a un niño, éste ya pudo desatender los deseos de su padre por mantener la rectitud moral. Esto era porque el referente tan importante que pudo tener en su madre ya lo había perdido, y sólo le tocaba a él decidir cómo continuar siendo lo que siempre tuvo el deber de haber sido.

Pero no era tan maravilloso abogar por la libertad de las personas, pues esos valores estaban contaminados por un afán individual que el herrero sabía identificar muy bien. Era la sangre jovial del placer desmedido que tanto requerían las mentes más viciosas y perversas. Poco importaba que el mundo fuera un poco más complejo, la madre sería una vividora, pero el herrero es el que forja su profesión a golpe de martillo y se vale de su trabajo para marcar la ética.

Y a golpe de martillo forja la estela de su trabajo, con la fuerza del ímpetu de quien sabe que no son los deseos los que dan de comer, ni tampoco hay ausencia de dolor sin invertir en alguna clase de sufrimiento.

A tantas jóvenes habrá dejado a medias de vivir con ellas y de entenderlas. Al hijo del herrero poco le importaban porque ellas mismas tenían la obligación de vivir como lo hace él, y no hay perjuicio si no hay mentira.

Y es así como tendría haber sido si no se hubiera juntado con una vampiresa. La condesa, salida de sus deberes maritales, gusta en ocasiones de juguetear entre los aldeanos con muchachos bien lozanos. Y no puede evitar no querer conformarse con cualquiera, pues prefiere a los mejores. Y, aunque no sea del agrado del adulto que los tutele, no le importará invitarlos al castillo donde los animará, les incitará y, simplemente, les propondrá temas que su retorcida mente esperará que acepten.

Movidos por la curiosidad, por enorme hombría de victimismo del macho dominado, por historias donde esa dama les extraía la juventud para formar parte de su prole... Era extraño encontrar motivos para quedarse en casa, para no dejarse embaucar por los deseos de la condesa. Deseos no del todo aceptados por el conde, pero claro..., el castillo es tan grande para sólo una pareja.

- Somos el alimento de la condesa - decía uno de los mozos, que ya era experto en los temas que acostumbraba.

- ¿Y qué más podríamos ser en esta aldea? Dominada por el conde Mancillo, no hay nada que pueda escaparse de su dominio moral. Lo máximo a lo que podemos aspirar es a escaparnos o a reventar de placer en los aposentos de la condesa.

- ¿Pretendes convertirte en una criatura de la noche de por vida? - dijo el hijo del herrero - ¿cómo podrás forjarte un destino más allá de esta aldea si no le dedicas tu tiempo a él?

- Tú también has aceptado ir esta noche con la condesa ¡Qué lecciones te crees que vas a poder darnos! Si hasta eres el peor de todos, ¡a cuántas has hecho llorar no tanto por tus mentiras, sino por tus verdades no aceptadas por ellas! Eres un manipulador...

- Y como tal, ahí estaré - respondió rápidamente - pienso ser sagaz, pienso ser la herramienta que forge mi destino y el forjado por la condesa. Pienso ser sutil y romper el esquema.

- No puedes hacer el giro copernicano desde dentro del castillo, el conde Mancillo es mucho más poderoso - respondió el hijo del librero - para acabar con el error hay que confrontarse contra quienes nos empujan a él. En otros tiempos, mi abuelo quemó uno de los libros de su negocio para poder acabar con el conde, para avivar la llama que cambien las cosas.

- ¿Qué libro quemó?

- Uno de heráldica, pero una vez quemado nadie lo echó en falta.

[... Supongo que continuará]

domingo, 6 de junio de 2021

Las armas de la cultura: la intolerancia del necio

Cuanto más experto es una persona en una materia más se come de la misma. El investigador es un gran comilón de investigaciones basura, el periodista se tiene que comer cientos de bulos, el cocinero prueba combinaciones imposibles... Y hay un concepto que algunos llamarían resilencia, pero que no es la idea debida a mi juicio - porque lo que te empuja no es una forma de "resistencia", sino una forma de vocación. Una llamada al servicio.

Recuerdo en una ocasión cuando me preguntaron cómo me gustaba dormir. Respondí con muchos matices: que si las sábanas sin ninguna arruga, cuanto más limpias mejor, la colcha equilibrada, la almohada mullida... Entonces me paró mi compañero y me acusó de no saber dormir, de que en cuanto algo no esté de mi agrado no seré capaz de dormir en condiciones.

Tal como lo veo, la burguesía ha hecho mucho daño a este mundo. Nos ha hecho creer que ser exigente equivale a saber más de la vida. Si le pides a tu ayudante un café con canela moteada por encima y, en vez de eso, te pone una rama de canela una persona muy cafetera probaría el café, o simplemente se reiría por dentro pensando lo inútil que es su ayudante. En cualquier caso, nunca le tiraría el café a la cara - como se suele ver en las películas, que queda más dramático.

Ser una estrella, una diva de la ópera, no implica ser asquerosamente exigente. Parecería propio de genios el estar malhumorado y tratar como una mierda a la gente, parecería que eso es lo que se entiende por talento - cuando en realidad es justo lo contrario.

Cuando mi amigo pensó que yo no sabía dormir sólo porque le describía lo que significa dormir bien tuve que explicarle la diferencia que hay entre ser sociable y ser antisocial. Una persona es sociable cuando conoce a mucha gente, no cuando tiene exigencias imposibles a la hora de aceptar amigos. Es decir, cuanto menos exigente eres con las cosas más específico eres en tus preferencias más personales.

Cuando le preguntas a una persona muy sociable cómo es su mejor amigo no se limitará a decir cualquier cosa (salvo que no quiera perderte como amigo), si se sincera contigo te dará una descripción muy precisa sobre lo que él entiende por amistad. Esto es porque tiene una enorme cultura para saber mantener a los amigos, porque disfruta teniéndolos y manteniéndolos. Así es, por ejemplo como funciona el que gestiona los asuntos del poder: que debe tolerar las inclemencias de quien le contradice más que ninguno, como describe Maquiavelo, y hacer posible una república (que las familias se autogestionen al margen de las apetencias del Príncipe). Es la única lectura posible para entender a ese autor.

A mi amigo le tuve que explicar que cuando dormía en mi cama me resultaba muy fácil dormir, él pensaba que todo en mi cama me molestaba. Se pensaba que yo era como la princesa del cuento de los siete colchones. Y eso es un error que arrastra la burguesía: porque sólo el que trabaja tiene cultura del trabajo, quien se acolcha no sabe lo que es trabajar el colchón.

Le expliqué que dormía profundamente todas las noches, más allá de que la mayoría no eran noches idóneas, de mi más profunda preferencia. El hecho de que sea consciente de lo que es una muy buena noche también provoca que sea difícil que encuentre muy malas noches.

Para que lo entendiera le expliqué que eso mismo le pasaba a los que tienen perros: cuando le preguntas  a alguien que tiene perro qué es lo que más le gusta de él te responderá cosas muy específicas... Que cuando se acurruca contigo, no te molesta, te hace compañía y te comprende... Después de dar una lista increible de razones descubres que eso que te describe no es un perro, pero claro, hay que pensar que si lo tiene es porque la mayoría de los comportamientos que tiene un perro le vale la pena. Lo que hace que hagamos lo que hacemos es porque nuestro objetivo nos llena lo suficiente como para seguir adelante.

Tenemos un objetivo real y claro, algo que nos hace sentir bien. Esa es nuestra llamada, es una vocación de servicio, algo que nos dice que tenemos que ponernos a trabajar. Si yo como informático se me aparece un trabajo de reparación de ordenadores entonces esa sería la peor de mis ocupaciones, pero si eso me acerca a poder dedicarme a lo que más me gusta entonces estaré dispuesto a eso o a lo que sea.

Cuando el objetivo que te llena está a la vista entonces eso es lo que te atrae para aceptar las penurias. Si, por el contrario, en vez de enseñarle a una persona técnicas para dormir, lo que se le enseña a una persona es a tener que aguantar los ruidos, las arrugas de la cama, etc..., entonces lo que se está haciendo no es fabricar su vocación, sino su sociopatía. Y tenderá a deprimirse.

Si una persona no puede dormir lo que hay que hacer es enseñarle que dormir es una técnica, como lo es comer, correr, nadar, etc... Y, como toda técnica, tiene una cultura de aprendizaje y desarrollo personal. Lo aprendemos de manera instintiva, pero siempre es mejorable. Cuanto más mejoras en la técnica menos cosas te perturbarán el sueño.


 

Tierra: Día 19/07/24 punto de inflexión

Ayer se produjo el punto de inflexión a escala mundial. Dependiendo de lo que hagan y no hagan los gobiernos tras lo sucedido ayer las dos c...

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