sábado, 20 de enero de 2024

La frustración supremacista

En el último año de instituto me ocurrió un hecho inconcebible. Tenía un colega que solía sacar máximas notas en todo, y él se veía a sí mismo como un tipo importante - y un referente para todos. La verdad es que ahora estoy pensando que esto mismo me pasó, de hecho, también en el ámbito del colegio, familiar, etc..., así que si he elegido esta anécdota creo que es porque es la más llamativa.

El caso es que cuando alguien consigue logros académicos, o de cualquier tipo, cuando el propio sistema meritocrático es tóxico lo único que consigue es crearse una imagen de sí mismo que no existe. Por tanto, en una ocasión, debido a un asunto personal que no viene al caso, le canté las cuarenta por algo que hizo..., y éste, ahora viene lo bueno, se sintió frustrado y me dio un puñetazo.

Que un adolescente de entre 17 y 18 años le pegue un puñetazo en la cara a otro puede ser muy duro, y podría provocar daños graves incluso después de caer al suelo. Sin embargo esto no es una historia de resentimientos por daños producidos por un golpe - ni aun morales. La sorpresa me la llevé yo: no solo tuve que esperar el golpe, sino que además probé a dejar que me diera y a penas tuve que desviar mi cara ante el movimiento de su puño. Tras el golpe, me aguanté la risa solo para preguntárselo - al fin y al cabo me resultaba imposible de saber: ¿era eso un "puñetazo"? ¿Lo había fingido?

Para cuando volví a insistirle en la pregunta un colega había venido corriendo para "auxiliarme". Sin embargo no necesité en absoluto su ayuda..., porque no salía de mi asombro: realmente a "eso" ese compañero lo llamaba "dar un puñetazo". Y claro..., eso provocó que ambos nos riéramos en su cara.

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De vez en cuando nos llevamos sorpresas para cuando el que tiene el poder hegemónico da muestras de su verdadero poder. Tanto tiempo montando propagandas sobre lo peligroso que es y, como es lógico, de tanto alardear al final resulta que no era para tanto. Tanta propaganda sobre lo maravilloso que es y al final resulta que ni llega a lo meridianamente normal. Quizá porque, en el fondo, solo supone un verdadero peligro quien se prepara realmente para ello - no quien basa su poder en el miedo.

Lo vemos en las películas de miedo que son muy típicas de EEUU: un bicho con poderes mágicos, principalmente - como si fuera una divinidad. Pero..., ¿y por qué no un karateka enfurecido -  como sería propio de los thrillers de kung fu chinos? ¿Por qué no ha funcionado la temática del criminal que se hace poco a poco como pudo haber sido la precuela de Psicosis? ¿Es posible que el imperialismo yankie sea incapaz de imaginarse un miedo sin propaganda - como con fundamento?

Y tenemos llamativas excepciones: como el miedo que infunde Parque Jurásico, o los propios Gremlins. Sin embargo, que el monstruo racionalmente haya estado creciendo su poder dentro de un enfoque gótico..., a lo Sweeney Todd, no es muy común. Es quizá como un 1% de las películas de miedo que han dado con la fórmula. El estilo thriller no se entiende cuando el que da miedo va progresando, porque el villano que es el monstruo debe tener poderes suprahumanos - de alguna manera.

El problema es que eso no es muy real. Y lo vemos en la guerra de Ucrania: el país con la industria más poderosa para la guerra es el que gana la guerra. Y Ucrania hace tiempo que perdió la guerra. Ahora Rusia no para de recibir golpes de mentira en la cara por parte de la OTAN. Rusia no necesita la ayuda de China, o valerse de movilizar sus recursos.

Cuando se tiene una idea falsa de sí mismo y lo conviertes en violencia..., intento imaginármelo: pruebas a no aceptar la derrota, supongo, y lo vuelves a intentar ante la mirada atónita de tus dos compañeros. Y entonces el ridículo es incluso mayor. Casi que da hasta pena, y hay que darle consejos para que dé el golpe con más ergonomía, y que no olvide respirar al unísono. Pero claro..., ¿qué pasa con su orgullo?

Un tiempo después vuelve a dirigirme la palabra, al fin y al cabo fue él solo quien se quiso humillar. El mundo vuelve a reestructurarse, pero antes tiene que haber constancia ante todo su medio ambiente que la realidad no es como parece.

Si los de la OTAN no pueden ser los matones del barrio entonces ya va siendo hora de que se desarticule. Por ejemplo, Gorvachov hizo algo maravilloso para la URSS: desarticuló el COMECON - y con ello la hegemonía moral de necesitar una OTAN. Si no existiendo el COMECON la OTAN no está a la altura entonces la humillación es supina.

Luego está el papel de Europa en todo esto: vamos a seguirle el juego a EEUU y vamos a perder cualquier relación con Rusia, encarecer nuestros productos y enriquecer a la capital del imperialismo... ¿Dónde está el plan realmente? No hay plan. Se trata de un acto de traición. Lo saben ellos, lo sabemos nosotros..., lo saben todos. Es más fácil sobornar a un criminal que esperar que toda la población se vuelva cómplice. El modelo europeo es tan terriblemente corrompible que, cualquier día, algunos de estos señores intentarán dar un puñetazo a alguien en la cara y verán que no consiguen hacer nada.

Cuando esta gente se cree que está en situación de superioridad se van creyendo su propia propaganda. Eso mismo, por ejemplo, me ha ocurrido hace poco: ¿para qué voy a participar en concursos sobre intepretación de las señales EEG? Siempre fue mi sueño..., pero he necesitado consultarlo con la almohada para darme cuenta de la farsa en la que me estaba metiendo: el país anfitrión de ese concurso telemático es famoso por crear interfaces que falsean datos para hacer creer que los ganadores sacan peor puntuación... ¿De qué me sirve dar soluciones que será objeto de uso solo por "las élites"? Y claro, ¿quiénes son las élites? 

Ojo a lo que son las élites: ¿son los más brillantes? ¿Son los más capaces? Desaparecerá por completo esa teoría de la conspiración en cuanto se les ponga un micrófono: el foro de Davos era mucho más prestigioso cuando nadie sabía que estupideces se contaba en él. Es decir, el secreto del éxito de la propaganda está en que no se demuestre la enorme incapacidad mental que reina en esos forums.

Pero no..., que nadie les diga la verdad. Podrían recibir "un puñetazo"....

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Siempre surgirá a alguno la pregunta: ¿qué habría pasado si hubiera fingido que el golpe me había dado? O, como en ocasiones suele demandárseme, ¿qué habría pasado si hubiera tenido yo que pedirle disculpas por ser demasiado duro? Pues bien, no hay nada más peligroso que un tonto motivado: así emergió la segunda guerra mundial, de un ejército que no se sintió realmente derrotado - que se veía triunfante.


miércoles, 17 de enero de 2024

Las dos garras del halcón. Filosofía oscura

En este mundo lo que te engancha no tiene necesidad de persistir, es como el ataque de un halcón: fugaz, cuando el acto en sí es de lo que se vale para conseguir a su presa. El mismo acto de ataque es un tipo de comportamiento que actúa de gancho, como ya expliqué en otra entrada, y es donde ubico la filosofía en cómo deben actuar las personas. 

Las grandes compañías del séptimo arte y videojuegos (que sean del mismo arte) suelen ser atacados por pedantes que anticipan críticas sesgadas; esas críticas puede que no persistan tanto como les gustaría, pues en ocasiones lo que no consiguió el éxito vuelve a redescubrirse (no envejece). Esto mismo pasó con, por ejemplo, Final Fantasy X: fracaso en ventas tras compararlo con sus parientes ¿Se veía demasiado progre al haber tanta chica? ¿Y qué pasa con la historia? Han pasado dos décadas y aún veo reacciones en Youtube (justificadas).

En ocasiones se propone una serie o película y los influencers ya están con los dientes preparados. Ahora parece que le toca a Sargón, el protagonista de Prince of Persia..., ya no es el rubito que salta sobre alfombras voladoras..., creo que probaré a jugar la demo para enterarme un poco de la historia.

La cosa es, ¿cómo debe actuar el productor para vender mejor su producto y que tenga más gancho? Si no es un problema artístico, ¿es posible que haya estrategias para la doma de esos animales en celo que se ofenden por cualquier nimiedad? Quizá la respuestá esté en el dicho japonés: el halcón antes de atacar siempre esconde sus garras.

Partamos de mi teoría, porque al final todo ronda mi..., ¿libro? Me pregunto qué pasaría si todas estas teorías las escribiera en un libro, si sería vendible o me comería los mocos. El capitalismo manda..., y no es meritocrático - depende de la clase social a la que perteneces y el contexto cultural que te rodea. Así que se entiende que mis estrategias no incorpora revoluciones: en ocasiones algo no se puede vender porque no hay educación para ser percibido.

Volvamos al punto: una confrontación se puede representar mediante un semiacto según mi teoría del género único y los pronombres. La clave está en determinar quién tiene la última palabra..., pero vayamos por partes.

El primer semiacto confronta al protagonista con el antagonista, luego aparece el aliado y finalmente el secuaz. Otra lectura sería que empieza el narrador confrontado contra el protagonista, luego aparece el antagonista y clausura el aliado. La clave está en que quien ríe el último ríe mejor, como dice la expresión española.

A la hora de afrontar una crítica ésta puede ser anulada, o presentada, bajo la tesis de la contraargumentación y el intercambio asertivo de impresiones, la antítesis de replicar sarcásticamente la posición y mostrar el absurdo en sí mismo o la síntesis de una ironía que lleva lo criticado a un consensuado sinsentido La contratesis está en no hacer nada y proceder ignorando a tu opositor.

Se trata de un tijera-papel-piedra. Contraargumentar equivale a intercambiar posturas sin que ninguna de las dos partes pierda o gane nada. Al final, el que defienda la posición más estable será quien consiga superar al rival - es como se juega al arimaa.  Luego está el sarcasmo: si quieres criticar a quien insulta procede a poner tú un insulto aún mayor y más bestial para que se vea reflejado en ti y su postura se desgastará. Es como cuando en ajedrez se van eliminando piezas que controlan el juego. Por último, cuando se ironiza lo que se hace es todo lo contrario, lo anterior era frío y asertivo, esta ironía diremos que es caliente y juega al juego de tocar las narices para que el más falso de los dos quede retratado. Es como se juega al go, mediante acorralamiento.

Ahora bien, ¿dónde está la estrategia tijera-papel-piedra? Pues que nada más lanzar nuestra acción obtendremos una reacción, y existe la reacción idónea: concretamente lo mejor contra la tesis es usar la antítesis, contra la antítesis la síntesis y contra la síntesis la tesis. Siempre será posible salirse de este juego y romper la baraja con la contratesis, pero cuando sabemos cuál es la reacción más poderosa del antagonista automáticamente podemos diseñar cuál sería nuestro mejor apoyo - siguiendo el mismo esquema.

Así, la pareja que combina el líder racional con el ayudante sarcástico, el líder sarcástico con el ayudante irónico o el líder irónico con el ayudante racional supondría las tres combinaciones perfectas. La mala noticia es que un semiacto se compone de cuatro esferas, por lo que si primero actúa el líder protagonista y el apoyo es el tercer tiempo, eso quiere decir que habrá un cuarto tiempo por parte del secuaz, que será quien ría por última vez.

Por ello hay que tomar en cuenta el refranario popular: antes de atacar hay que ocultar (contratesis) tus dos garras, la del protagonista y su donante, para así esperar a que actúe el narrador como cebo para conseguir que el último en reír en el plazo más inmediato sea de nuestro bando.

Se narra cómo hay una oposición y un mundo revuelto a la espera de una respuesta..., bien, revuélvanse, aún no hay respuesta oficial, para cuando tengáis la respuesta oficial habré diseñado previamente de dónde vendrá mi apoyo ante vuestra reacción.


martes, 16 de enero de 2024

Radicalidad vernácula y semiológica

Me disponía a escribir una reseña al libro de Adam Smith sobre los sentimientos morales, sin embargo hay autores que no merecen mi reseña. Bien podría decir que estaba muy ilusionado por rematar mis algoritmos con un punto de vista que describiera la naturaleza de la pulsión discriminatoria del ser humano. Y este libro tiene referencias, para empezar cita a Hume y lo desarrolla de manera "amena"...

Pero bueno, en vez de disculpar la ausencia de mi reseña pasaré a argumentar dónde están los puntos negros de la obra.

En todas las épocas podemos encontrar dos tipos de radicales: unos son los pedantes, que se centran en cómo se dicen las cosas de la manera más correcta y estilizan el significante. A éstos los llamo radicales en la (lengua) vernácula, porque a pesar de que les gusta aparentar tener un objetivo semiológico en realidad lo único que hacen es jugar con las palabras para ignorar la verdadera pragmática. Los otros radicales son los progres, que se centran demasiado en el significado de las palabras hasta el punto de que lo convierten en objetivos perfectos por encima de cualquier clase de contexto. Los progres en ocasiones son tratados de "piojosos" porque su dedicación exclusiva hacia los problemas sociales en ocasiones les hace perder una perspectiva racional que les hace sucumbir a largo plazo por falta de higiene de tradiciones que son fórmulas de éxito. Son radicales semiológicos.

Pues bien, Adam Smith, al ser uno de los dos tipos de radicales no he podido aguantar su lectura. Concretamente, es del grupo de los pedantes, y se puede ver ya de por sí en su idea de lo que es hermoso. Según parece, citando a Hume, dice que lo útil es cardinal para que algo nos agrade - y es entonces cuando nos pone una anécdota que tuvo con su criado:

Comentó que en una ocasión tuvo que reprender a su criado porque había dispuesto de las sillas en medio de la habitación, cuando el lugar idóneo es en las paredes. Adam Smith al ver las sillas en un lugar incómodo para su vista las cambió personalmente para advertir a su criado que había una fórmula correcta a la hora de disponer el mobiliario. Aquí demuestra el autor su radicalidad: recoge una costumbre y la convierte en un principio universal. Si me hubiera pasado a mí, al no entender qué hacen las sillas en medio:

- ¿Por qué están ahí las sillas?

- Me dispongo a fregar, aún no he traído el cubo.

- ¡Ah, qué susto! Pensé que se iniciaba una revolución y que se amontonaban las sillas para hacer una pila.

Las sillas en medio de la habitación, como diría Hume, tienen la hermosura de que permiten limpiar los laterales de la habitación sobre donde suelen estar ubicadas. Pero si no hay diálogo entre criado y dueño de la casa difícilmente se puede comprender qué sucede en cada momento.

Por otro lado, mantiene la historia del error al vincular lo bueno con lo bello, lo cierto... Si algo es bueno es porque es moral. Entonces, ¿qué hacemos con las sátiras? Simplemente no son hermosas, y ya. De hecho, su radicalidad a la moralidad es tal que comenta la gran actitud de Bruto al matar a sus hijos por no cumplir con los preceptos morales de su sociedad. Me imagino los hijos de Adam Smith, bajo la tierra del jardín donde la madre se consuela de que su marido tuviera que hacer lo hermosamente pertinente..., me recuerda a san Balaguer y su obra divina.

El asunto es que no se avanza ni unas pocas páginas y nos comenta Adam Smith su idea del martirio..., concepto en el que creo que es difícil equivocarse demasiado. No hay que olvidar que el mártir es el único tipo de suicida al que se le tilda de héroe, por lo que la fuerza de ese concepto hace que la mayoría de las palabras que podamos decir coincidan con lo consensuado. Pues bien, sigamos esta lógica:

1. Dado un contingente de británicos, ninguno daría ni una guinea por intentar recuperar Menorca.

2. Sin embargo, para cada uno de ellos, darían mil veces su vida por no ser responsables de la pérdida de Menorca.

ERGO, el valor de la vida de quien es responsable de una pérdida patrimonial es mil veces menor que una guinea.

Ni qué decir tiene que proyectar ese pensamiento hacia "unos" compatriotas suyos no le hace exento de que así mismo piense él sobre sí mismo.

Por tanto, antes de llegar a lo mollar del libro la propia introducción me había dado un palizón inconmensurable.

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Lo que llama A. Smith como principio de aprobación es la pulsión que hace que aprobemos una acción, y que según él no puede desligarse de la utilidad que reporta. Mi corrección: la supervivencia de la especie no siempre está ligada con cambios útiles; ¿para qué sirve el apéndice? ¿por qué los mamíferos varones tenemos pezones? Y, por supuesto, el principio de aprobación estará lleno de fórmulas que han sobrevivido y que no serán útiles - aunque connoten una enorme hermosura. La teoría de Adam Smith sobre el principio de aprobación funciona igual que la pulsión sexual de Freud: no tiene sitio para la falsación, y se mueve bajo la especulación filosófica y sus limitaciones occidentales.

A la hora de clasificar las tres posibles naturalezas de ese principio de aprobación, solo fue capaz de encontrarle una naturaleza sentimental, emotiva y racional. Ninguna de las tres vincula al ser humano con la teoría de Darwing, pues la naturaleza racional en realidad lo convierte en una naturaleza consciente del ser humano, por lo que no hay sitio para formulaciones científicas.

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Yo le habría recomendado a Adam Smith que leyera a Baruj Spinoza. Quizá habría descubierto porqué decía que él estaba por encima de lo bueno o lo malo, que era más importante lo constructivo y lo destructivo. Entonces todo ese discurso sobre que el principio de aprobación algunos lo hacen depender del acceso a la verdad se podría haber ampliado a que hay preceptos constructores, destructores, convenidos y desechados. Lo que es constructor es necesario de llevar a cabo, lo convenido es una posibilidad que se adoptó de forma conjunta y las demás opciones son sus análogos. De esta deóntica se puede observar qué tiene sentido aprobar y qué no valiéndonos de la lógica aristotélica sobre la relación entre lo que se da siempre y lo que se da en ocasiones que aún persiste como lógica modal.

Las fórmulas ya existían, y los autores eran conocidos. Pero la radicalidad ciega a las personas.

domingo, 14 de enero de 2024

La relación algebraica de los modos

Un meme es cualquier cosa susceptible de ser replicada. Podemos clasificarlos mediante sus metaenlaces o etiquetas. Esas etiquetas es un tipo de recurso literario que aborda un concepto generalmente abstracto. La idea es que todo el corpus de memes que seamos capaces de formar debería de codificarse con un vector donde cada componente sería la etiqueta en cuestión.

Ahora bien, esto mismo se puede incluso generalizar: ¿por qué hablar de componentes de un vector cuando podemos hablar directamente de tensores? Entonces cada etiqueta sería un tensor: una codificación de la dimensión sobre la que se trabaja. Este enfoque sería aparentemente más sencillo para los objetivos marcados.

Para cada etiqueta identificaremos una proporción de ese recurso sobre el meme, esta proporción es el módulo del número complejo que usaremos. Digamos que nuestro vector estará compuesto en norma dos (como es común en el álgebra de Dirac y que es lo que se usa en los transformers) y por tanto las proporciones o han sido pasadas a su raíz cuadrada o se ha incorporado un tensor adicional cuyo cuadrado complete hasta el 1 a partir de la suma de cuadrados de cada componente. Personalmente no sé cuál es el enfoque más adecuado, ambos tienen sus pros y sus contras.

Como la componente es un número complejo reconoceremos en el argumento una evaluación trascendente al uso del recurso; y es aquí donde propongo meter la deóntica - concretamente el modo. La proporción de inmoralidad del mensaje en tanto por uno lo llamaremos a; la proporción de hilaridad o frivolidad del mensaje en tanto por uno lo llamaremos b; la proporción de grima en tanto por uno que dé el mensaje lo llamaremos c. Además, por el contexto, consideraremos un umbral de elegancia, o de estilo que, en tanto por uno podemos llamar d. Estos cuatro números conforman el argumento de la evaluación del uso del recurso literario de esta forma: argumento = pi/2*(a-b)*tanh(d-c)

Como se puede observar me he procurado la definición más simple: restar lo que se anula (frivolidad con inmoralidad y elegancia con grima), así que no me he preocupado sobre la continuidad que debe haber entre los modos contrarios al elegir una tangente hiperbólica. Por lo que es posible que la fórmula sea mejorable, pero es una primera propuesta.

El resultado del argumento acabará cerca de cuatro posibles ejes, en vez de hablar de cuadrantes haremos lo siguiente: M = exp(j*argumento), donde j es el número imaginario (tal como solemos elegirlo los ingenieros) y exp es la función exponencial. 

Cuando M se acerca a 1 diremos que el modo es dramático, cuando se acerca a j el modo es gótico, cuando se acerca a -j es una parodia y cuando sale -1 es una sátira.

Por lo que entendemos que si M tira por el primer cuadrante será entre una película de terror o un drama dependiendo de cuánto de gótico tenga, mientras que si es del cuarto cuadrante recordará más a una comedia. En cuanto los chistes se vuelvan grimosos la comedia se volverá satírica, aunque la grima dependerá del contexto, pues en ocasiones la cultura nos permite ser más o menos explícitos - la censura cambia con los años (como expliqué en la entrada anterior).

La auditoría del uso de las etiquetas es el mecanismo instintivo que tenemos para contar, sin que haya una manera expresa de hacerlo, según mis pesquisas. Esa fórmula reside en el módulo de la componente; una de mis fórmulas favoritas, que no sé si persistirá, es la que dice que el entero asociado es el logaritmo de la incertidumbre en base a 1- M, como el resultado sale con decimales diremos que cojemos el entero más cercano por arriba. Sabiendo que la incertidumbre es el real que aparece mencionado en el teorema central del límite: es el último margen de confianza que separa a la estadística de las matemáticas y que suele llamarse error alfa. Cuando partimos del número n a representar el módulo es 1- la raíz n-ésima de la incertidumbre. Sin embargo todas estas representaciones pueden ser fraccionadas o no a partir del número de etiquetas con las que se trabaje, para así hacer que el módulo adquiera un significado dentro de la suma de tensores - en virtud de cómo se quiera normalizar. Así existirá una relación entre la proporción de la etiqueta y el número: cuando un meme no pueda seguir evolucionando en una programación evolutiva es porque ha alcanzado cierto parentesco con el resto de los memes con los que se combina, entonces n es el número de epochs que han tenido que pasar para que se alcance el zénit y M es la probabilidad que debería de tener la mutación para que no se produzca ese freno evolutivo.

Y así ya todo casa algebraicamente. Ése es el modelo de programación evolutiva que no solo converge sino que además diverge cuando deja de aportar información nueva: una especie que no nos aporta nada o cambia o debe perecer.


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