La construcción del Artista

Creo que un objeto fundamental y muy revolucionario es determinar cómo se debe constituir el artista, el científico, el ser racional y creativo. Pero no un simple ser creativo, un ser rompedor y que quiebre las reglas de lo que no necesitamos.




No me limitaré a referirme a Dewey y su idea de los qualia, porque a mí me interesa mecanizar los procesos de enseñanza hasta el punto de quebrar los esquemas más actuales.

Démosle un poco de tono


El Panfleto XI

Considero que toda revolución que se precie debe saber retirarse con un buen sabor de boca. Lo que importa de una guerra no es ganar las batallas, sino hacerse con el futuro de la organización. Por eso, ocurra lo que ocurra hay que andarse muy vigilantes con quién se queda con las palabras y la manera de usarlas.

Una técnica muy inteligente de concesión de palabras consiste en ofrecer un modelo simplificado que explique cómo son las cosas:

9. Lo bien fonético es un término que explica bien el comportamiento de la sociedad.

Cuando lo fonético (etic) coincide con lo memético, ¡enhorabuena! ya tienes una palabra nueva - y además es una palabra que persistirá más allá de cualquier época. El uso de las palabras que nos interese genera una escuela del lenguaje, y de su comportamiento. De ahí una enseñanza según nuestros intereses.

Sin embargo, tales intereses deben estar dirigidos a las personas que son víctimas de lo fonémico, los chovinistas, los que no ven más allá de los muros impuestos por los medios y de su cultura. Para ello se usarán mecanismos objetivos y nos valdremos de la estadística y el frío y aséptico dato. Si los datos nos confunden discutiremos, pues el ser humano no ha nacido para las matemáticas.

Cuando tenemos una teoría que permite explicar todo lo relevante (contingente), los lógicos lo llaman sound, y significa que esa teoría transmite los miedos - riesgos que debe asumirse, aunque no sean coherentes. Se debe comprender lo importante que resulta saber empezar a partir de este punto: pues una sociedad inteligente, un sistema inteligente, sólo se puede constituir partiendo de que sea sensible a todo lo que sea fonético.

Porque lo primero es distinguir lo que suene importante, luego se irá codificando en los distintos sentimientos que nos inducen más racionalmente. Pero lo primero es ser sensibles a lo que sea más importante.

Es por ello que podemos plantearnos qué clase de entrenamiento tiene que recibir el más joven para que aprenda a ser un creador, como lo que somos nosotros. Y sí, existe un criterio de calidad al tipo de formación que reciban los pupilos:

10. No es posible enseñar técnica alguna sin el deleite de los bosquejos y los intentos.

Un ente que no es consciente de cómo ir modificando sus actuadores para que los resultados se vayan pareciendo a sus espectativas no aprenderá a generar una filosofía de tales técnicas. Es por ello que las máquinas que crean imágenes, textos o música se fundamentan en la llamada Generative Adversarian Network (GAN): su proceso no es un mecanismo fundado en una Neural Network, como muchos se habrían imaginado. Y la diferencia es sustancial: la Neural Network se basa en reconocer la codificación de muchas entradas convertidas en muchas salidas (políticas), mientras que la GAN es un tipo de Reinforcement learning, y este enfoque lo que hace es mantener alguna política hasta que obtenga el máximo beneficio: como un ratoncito en el interior de un laberinto.

Es por ello que si descubrimos que los profesores enseñan a dibujar sin centrarse en las partes, o que enseñan a hacer relatos sin centrarse en los arquetipos, o que enseñan arte dramático sin centrarse la técnica..., podría parecer que el maestro quisiera hacerse protagonista quejándose de la obra hecha por sus alumnos, rechazando toda historia contada u obligando a borrar los dibujos que no sean de su agrado..., es fácil adivinar que cuando un pupilo tiene dos profesores que enseñan lo mismo, sólo debe dar con el profesor auténtico para que el otro quede anulado.

De la misma manera se conforma cualquier clase de revolución allá donde queramos enseñar el arte de llevarla a cabo: hay que deleitarse con cada una de sus partes, sus intentos, reconocer los momentos fallidos, avanzar sobre ellos, volverlo a intentar..., y, si uno es auténtico, al final siempre se habrá dado con algo etic, y lo que quede resonará con el tiempo.