Pues nada, eso es lo que ha provocado Twitter; que se me crucen ideas del Pin Parental, que tenga que expresarlas todas juntas, para conformar una síntesis. Que me tenga que descargar con todo mi cabreo en una dirección y ésta sea la dirección en concreto.
Poco a poco las reglas que me he impuesto van deshaciéndose, poco a poco los trucos van perdiendo su sentido y la razón de ser. Entonces este mundo falso perderá toda su sustancia, y lo iré abandonando a su suerte. Hoy hablaré de algo que debería de parecernos de sentido común, y ya se irá viendo. Ya hemos visto cómo en otras ocasiones los que han ocupado el espectro de la "izquierda" han adoptado decisiones que afectan al sentido común, al estado de derecho, al Derecho Romano, a los Derechos Humanos..., a todo. Pero no pasaba nada, y se hacía no sólo firme la sentencia, sino que además había gente perturbada que no pasaba un tercer grado que, con un puñetazo en la mesa, defendía tales barbaridades. Es lo escatológico: cuando la derecha es la encargada de marcar el rumbo del progreso. Parece casi casi como intencionado, quizá por las hordas de un orden que financian a los voceros a pago para generar un conflicto persistente en la sociedad junto con su incapacidad para evolucionar democráticamente para así empoderarse de los problemas subyacentes de la superpoblación.
Podría ser eso también. Obviamente, no me consta. Lo escatológico es lo escatológico. Y, después de presenciar situaciones "unamunas", lo normal es vivir unos cuarenta años de terror y decadencia.
Pero antes de descubrir la fórmula del silencio, la fórmula del sosiego y la paz en el mundo absurdo donde me ha tocado vivir; tocará considerar y aceptar el hecho de que mi literatura juvenil no ha podido llegar a las esferas que yo quería, por muy profunda que me pareciera mi obra; tocará aceptar que mis máquinas que resuelven más de 250 problemas clasificados en la literatura de la computación no serán consideradas a pesar de que la innovación es, por definición y en la práctica, exponencial. Tocará aceptar eso y mucho más, considerando que cualquier tipo de avance me consta que será para tocar una y otra vez techo, que siempre habrá un sabotage a modo de carta sorpresa que me impedirá tener ni la más mínima sensación de estabilidad en este mundo.
Para cuando toque aceptar eso también percibiré que aquel que apoye estas ideas deba distanciarse en el tiempo, o en el espacio..., o que no pueda saber de nadie que quiera darme mi apoyo porque se piense que prefiero ser discreto - cuando el problema es que es imposible hacer daño al que no tiene, más bien recibirá todo el daño el que tenga y pretenda apoyar a este tipo de gente. Y comprendo que nadie quiera definirse a favor de nada de lo que salga de mi boca.
Aunque no pueda comprender que aún se les siga dando voz a jueces españoles que mienten más que hablan, que prevarican con el MAGISTER DIXIT faltando a los fundamentos más básicos en derecho: ¿cuestionan un futurible como el pin parental? No eran capaces de cuestionar algo tan tangible como que dos políticos pacten la república catalana, que sí es expresamente ilegal. Pero si los políticos pactan el hacer tangible el artículo 27.3 de la Constitución, sin la ley propuesta, ya suponen que lo harán de manera ilegal.
Pronunciarse sin la información de primera mano es lo que es ilegal.
Jueces que se meten en las negociaciones de acceso al poder de tres partidos políticos. Que alimentan los calentones. Ya hubo otros calentamientos, como cuando veíamos que en ciertas ciudades no hondeaban las banderas españolas, cosa que a mí - personalmente - me importa un bledo, pero es significativo para lo que debemos entender por COHERENCIA. La ley es la ley, los futuribles es menos que la ley. Sobretodo si son pactos entre dos poderes ejecutivos sobre una competencia que tienen: educación.
Pero lo escatológico no es eso: hoy quería EMPEZAR a desarrollar unos conceptos que me parecen de enorme relevancia para el futuro de una democracia. Conceptos tan básicos que me hacen sangrar los ojos de lágrimas que no quieren brotar. Me quedo como fuera de juego de una manera que tiene la sociedad de hablar con la que no me puedo sentir identificado, quizá porque se ha descubierto que la sociedad podría avanzar en una dirección mucho más adecuada: evitar las estupideces NAZIS que se advierten en muchas escuelas entrando en el debate de lo federal, lo laico..., que los padres vigilen a los profesores y que el estado tenga una programación SOBRE LA MESA sobre lo que es fundamental de enseñar en todos los colegios españoles, como banderas en cada ayuntamiento.
Es un hecho, detrás del MONTAJE de que el Pin Parental es un concepto conservador se esconde un paréntesis en el que muchos caerán: lo que se desea es asociar a la izquierda el carácter de adoctrinar a los niños, y que la derecha sea el caballo blanco de Santiago que nos salvará en la batalla final al defender el derecho de los padres a educar a sus hijos según sus preceptos morales. La historia se repite. O eso pretenden.
No sé si me vale la pena poner nada en negrita. Nadie me lo va a refutar, nadie me lo va a confirmar, nadie me lo va a... Es un hecho. No vale la pena para nada. Y el problema ya no sólo es que pueda desarrollar esos conceptos, o que más abajo me encargaré de desguazarlos un poco, es que tampoco sirve de nada porque a los señores burgueses les conviene tener una sociedad deshecha, hecha jiroles, que una sociedad soberana y culta.
Y si la sociedad es inculta yo no puedo volverme loco intentando pronunciarme hacia el vacío.
Hace años, cuando terminaba el instituto, tenía un amigo con el que ya no me hablo (lo normal), y éste solía preguntarme sobre reglas de juegos - para pasar el rato. Ya se había comprobado que yo era bueno ideando bromas, preparando jugadas..., son como el teatro, un tanto activo, se forma un juego de rol y hay, en su diseño, una manera de confrontar una realidad que se subvierte.
Cuando una persona demuestra tener casi una metodología para las bromas casi es de obligado cumplimiento plantearle la posibilidad de crear juegos. Ya sea juegos de mesa, de diálogos, con cuadernos..., el máximo escalafón es el querer compartir un proyecto de creación de un videojuego, cuyo desarrollo es como el de la creación de una película, sólo que los "actores" cambian..., pero es el mismo arte.
Ya habré mencionado los distintos géneros de videojuegos, debido a que habré tenido la suerte de ser de la generación que se ubica entre los milenials y la generación X: nosotros somos los que vimos el nacimiento de los videojuegos. Es una ventaja a la hora de tener opiniones. Pero sería la generación X la que vivió el cambio de los juguetes a los juegos. Eso para mí y los de mi "edad" nos pilla en otro mundo. Así que preguntarme sobre cómo crear juegos era también nuevo para mí.
Hasta entonces ya había creado múltiples juegos de tablero, y tenía muchos posibles desarrollos. Sobre el papel había ideado videojuegos, y tenía la banda sonora también para los mismos. Pero a los 17 años la metodología era algo que aún no tenía. Al menos no del todo.
Recuerdo cuando me senté en un sillón, la mayoría de los recuerdos que me persisten de conversaciones con sentidos parten de haberme sentado previamente en un sillón, y entonces mi amigo estuvo conversando sobre los juegos que había diseñado hasta entonces a petición suya. Eran comentarios muy positivos, aunque este hombre no era consciente, en su genialidad (pues era otro genio, y no lo digo con condescendencia, sino porque era un hecho constatable médicamente) no quería recordar su participación expresa ¿Cómo desglosar esa conversación de manera que el que lea hoy aquí entienda lo que es el Pin Parental? ¿Acaso la gente no se da cuenta?
Yo sólo espero que éste sea el último documento que describe lo escatológico. Me llena de pena tener manifestaciones que se visten de absoluto ante una audiencia no dispuesta a ponerme nada en contradicción mientras siguen hablando dentro de unos azares que les lleva al caos y la tragedia. Al fin y al cabo, ¡cuántas personas SABÍAMOS que lo de la república catalana no iba a ir a ningún lado! ¿Se nos acusará de haber tenido suerte acaso en nuestra evaluación? Pero la tragedia se repetirá una y otra vez. Como la crisis financiera del dólar, y cómo constantemente vuelve a hundirse mientras la gente sigue no aceptando la realidad - razón por la cual se mantiene a flote.
Lo escatológico funciona a través de burbujas. En España las dictaduras no duran mucho tiempo. Y es algo que en la serie "Juego de tronos" se acaba mostrando justo al final: los dictadores sucumben a la locura en su afán mesiánico de querer cambiar el mundo. La dictadura que más duró en España es justo la que más intentó apartarse del poder, mientras cometía genocidios continuos. Es la mejor estrategia para que lo escatológico no te afecte: disponer de cabezas de turco. La socialdemocracia tiene al "presidente", como si ese pringao tuviera nada que ver con nada y, cuando tiene algo que ver, lo apartan y al retiro toda su vida a vivir del Pueblo igualmente. Lo que le pasará a Trump muy probablemente como no justifique sus tropas con el dólar.
Pero estaba entonces en ese sillón y me preguntaron por qué no jugaba yo a los juegos que había diseñado. Algunos de esos juegos tenían un mensaje muy profundo, escondían enseñanzas y pedagogía..., serían el preludio de lo que décadas después se acabaría convirtiendo en uno de mis juegos favoritos: la novela "Luces y Espectros". Eran medios que usaba para transmitir mensajes que el jugador podría extraer por sí mismo. Jugarlos yo era algo que podía pasar..., pero los vería de manera diferente.
Les conté que cuando era más joven me inventé un juego de tres en raya donde se movían las fichas dentro de un estrellado para intentar acorralar al contrario y formar las tres en raya. Las primeras partidas era divertido. Pero con el tiempo descubres los patrones, y acabas cediendo, aburrido, para que alguien (tu oponente) pueda ganar y así terminar la partida. Cuando ves que el juego sucumbe a las tablas no te vale la pena. Aunque le dejas con las ganas a tu oponente, que quiere seguir jugando.
Un tiempo después me inventé un juego de dados con cubilete. Igual: pensando que al introducir el azar no se generaría el mismo efecto me engañé a mí mismo. El azar provoca que las decisiones de uno sean más robustas, que las estrategias pretendan prever factores externos, pero eso no quiere decir que no vayas a tener estrategias perfectas. La estrategia perfecta es la que elige la decisión más probable, nada más.
Al final, según explicaba entonces, a la hora de crear juegos lo que importa son los tres actores principales: el creador, el director y el jugador. El creador del juego es el pedagogo, ha sido llamado por un director de juego para que los jugadores sean arbitrados por él. Sin embargo, el creador no se ve involucrado en el juego, porque su papel está diferenciado: no está subyugado ni tampoco ejerce un poder más allá de lo legislativo. Cuando las reglas eran propuestas mi amigo tenía una norma que, según me consta, siempre funciona: hacerme caso LITERALMENTE. De esa manera las reglas mantenían la esencia del mensaje oculto que quería transmitir. Se ve que cuando no me hacía caso descubría que el juego perdía sustancia, eso no lo sé.
También podía ser que escribía las reglas con rigor en castellano porque algunos de los juegos los seguía a la rajatabla estando borracho; pues también diseñaba ese otro modelo.
El asunto es que en todo proceso educativo es imprescindible que no se mezclen los tres actores. El pedagogo, el director y el jugador. Cuando el jugador conoce las reglas, o es el autor de ellas, automáticamente las ve de otra manera. Hay reglas que no necesitan ningún arbitraje, pero el hecho de que no se da siempre ni lo uno ni lo contrario debe hacernos pensar que la pedagogía puede exigir un maestro, y que éste debe adecuarse en ocasiones a las exigencias de los padres - pues ésta es su función como maestro y no otra.
Pedagogos, estado y padres..., como dice la Constitución, desde un punto de vista federal, deben decidir cuáles son los preceptos que deben cumplirse dentro del currículo de un niño. Porque todos los niños nacen inocentes, hasta que les limpian sus purezas con un trapo de colores.
Quizá el concepto de patria trascienda a la idea del nacionalismo en la medida de que es cada familia la que confedera el significado del sentimiento de pertenencia al grupo. El que centra la moralidad del nosotros sin necesidad de pasar por un proceso de refinamiento propagandístico de financiación política.
En cualquier caso, las familias deberían de tener la última palabra en aquellos preceptos morales que los políticos no se hayan atrevido a poner y tipificar por escrito. Si no han tenido narices poniendo su firma y sello personal, será porque en el fondo no se lo creen ni ellos mismos.
Es competencia del estado delimitar el uso de ese pin fijando los contenidos de los que hace tanto alarde, no prohibirlo.
Visto así, más allá de tener que citar a Montesquieau, para reflejar que sus planteamientos no tienen que limitarse exclusivamente al "poder", sino a todo lo que tiene que ver con la pedagogía y la influencia que tenemos para hacer que una sociedad vaya a más, hay que fijarse de que todo lo que es bueno para la pedagogía es una herramienta también brillante para destruir una sociedad. Es decir, igual que descubrimos algo muy bueno para la democracia podemos encontrarnos en uno de esos puntos donde adoptar una mala decisión nos irá ir hacia atrás, hacia lo escatológico.
Cuando la izquierda defiende la derecha, cuando el gusto va a la mierda, cuando la broma va en serio, cuando todo sucumbe en nada... Entonces muere el debate, te echas unas risas y te acomodas en el sillón donde aún pueden descansar las dolencias.
Cuando de pequeño jugaba me di cuenta de lo pérfidos que pueden llegar a ser los padres, de lo inadecuados o mala influencia en los juegos. Y es por esa razón que, tras dar un primer paso hacia el artículo 27.3, automáticamente se debe retomar el debate de la educación federal: no se les puede dar un poder absoluto.
Recuerdo cuando jugaba al Monopoly: cuando más me divertía era cuando jugaba solo, y era lo más sano que podía hacer. Malo eran psicólogos y padres que no advertían lo enormemente tóxicos que podían llegar a ser al involucrarse en la correcta evolución de un niño.
Cuando jugaba con mis familiares siempre me hacían trampa. Y hay distintos tipos de trampas:
0. Forzar las reglas hacia una posición alegal.
1. Cambiar las reglas deportivamente a mitad de partida. Bajo consenso.
2. Cambiar las reglas deportivamente a mitad de partida. Con la aceptación de la mayoría.
3. Cambiar las reglas desproporcionalmente a mitad de partida. Con la aceptación de la mayoría.
4. Hacer trampas sin que te pillen. Asumiendo la pena si lo hicieran.
5. Hacer trampas sin asumir un castigo proporcional.
6. Hacer trampas abusando de forma absoluta.
7. Imponer un reglamento abusivo que trate a unos jugadores de manera diferente.
8. Fomentar el trato vejatorio de manera acumulativa.
Cuando las autoridades (los padres), no permiten que los niños decidan con quiénes pueden jugar y bajo qué condiciones, o si discriminan a los líderes naturales, al final lo que provocan es la destrucción sistemática de los individuos y su capacidad para crecer y entenderse en sociedad.
Y esto es algo para lo que debería de existir el Ministerio de Educación. Es para lo que se supone que existen los estudios de Pedagogía, Maestría, etc... No tiene sentido que un mero informático vea escatológico lo que es escatológico en el mundo de la enseñanza.
Esto es una vergüenza.
Éste es un blog pensado como último reducto para la fusión entre lo más humano y lo más tecnológico sin perder ni humanidad ni eficiencia.
sábado, 18 de enero de 2020
viernes, 17 de enero de 2020
¿Otra vez afásico?
Quizá sea lo mejor. Al fin y al cabo, ¿qué sentido tiene que sea capaz de expresarme? Quizá abandone Twitter.
Últimamente me percibo más te-
Ya no escribo de manera automática. Es curioso.
No hay motivos para expresarse, creo que a nadie le interesa lo que pueda aportar.
Y a los que les interesa seguro que les resulta cargante tener que planteárselo.
Añoche soñé que tenía un pene gigantesco, aunque torcido. Creo que voy por el buen camino. Aunque vaya torcido. No sé.
No puedo hacer otra cosa - no tengo opciones.
Este sábado probaré a montar un nuevo juego, uno de esos trascendentales. Diseñaré un juego para comprender mejor las cosas.
Me he visto imposibilitado de construir una frase completa hace un momento cuando me ha preguntado un transeúnte por el parking. Sabía la respuesta y lo que tenía que decirle, porque siempre repito lo mismo. No tenía timidez alguna ni nerviosismo. Los puntos que interconecto para comunicarme son los que necesitan conectar con un mundo mucho más social. Un mundo que no me corresponde.
Si alguien lee esto, que no se preocupe. Estaré bien.
¿Nos leemos?
Últimamente me percibo más te-
Ya no escribo de manera automática. Es curioso.
No hay motivos para expresarse, creo que a nadie le interesa lo que pueda aportar.
Y a los que les interesa seguro que les resulta cargante tener que planteárselo.
Añoche soñé que tenía un pene gigantesco, aunque torcido. Creo que voy por el buen camino. Aunque vaya torcido. No sé.
No puedo hacer otra cosa - no tengo opciones.
Este sábado probaré a montar un nuevo juego, uno de esos trascendentales. Diseñaré un juego para comprender mejor las cosas.
Me he visto imposibilitado de construir una frase completa hace un momento cuando me ha preguntado un transeúnte por el parking. Sabía la respuesta y lo que tenía que decirle, porque siempre repito lo mismo. No tenía timidez alguna ni nerviosismo. Los puntos que interconecto para comunicarme son los que necesitan conectar con un mundo mucho más social. Un mundo que no me corresponde.
Si alguien lee esto, que no se preocupe. Estaré bien.
¿Nos leemos?
miércoles, 15 de enero de 2020
Lo que nos llena realmente
Hace varios días dos chicas en un coche viejo me gritaron un piropo. Era una especie de "adios guapo", aunque no lo recuerdo. De antemano no pude saber porqué o quiénes eran. Luego lo pensé, quienes me habían alegrado la noche de vuelta a casa eran las chicas a las que varios días antes ayudé a empujar su cacharro para que arrancara.
En ocasiones, cuando no tienes a nadie - absolutamente a nadie - con quien hablar cualquier clase de apoyo es de agradecer. No me quiero ni imaginar cómo sería este país si hubiera tenido la desgracia de que alguna legislación obligara a la gente a no poder lanzar piropos por la calle, como si se trataran de cattalking, o de alguna clase de obsesiva agresión o insulto. Sin embargo, más allá de las estupideces que no han trascendido más allá de sobre la casta burguesa, como el empachurrarse con las piernas abiertas, o determinar si estaría mal visto cederle el paso a una mujer a la hora de pasar por una puerta, parece que los piropos han sobrevivido.
Se trataría de una cuestión de cultura: quien es piropeado no tiene la obligación de responder, ni de reaccionar siquiera; así como tampoco de sentirse identificada o identificado. En ocasiones se trata de una manera de demostrar a quien tienes al lado que eres el alfa, que a ti se te ocurren cosas que al otro no, que eres cardinal a la hora de decidir cosas..., y sí, supone seguirle el juego al patriarcado, pero también hay que saber interpretar ese meme - el del emperador, para transformarlo a nuestro gusto, en concordancia con la igualdad, el respeto... Ser el alfa del respeto no tiene porqué sonar tan mal.
Ya me ha pasado en alguna ocasión que, al poner en cuestionamiento la jerarquía marcada por un alfa automáticamente debía adoptar la posición del bufón - porque es así como funciona si no se quiere sucumbir al mal rollo. El beta se queda en una posición fija, que sirva de punto de apoyo para hacer palanca con la fuerza motora del que es cardinal en esa relación. Pero el bufón tiene un comportamiento autónomo, y éste es mutable, es como el agua que fluye por donde la palanca no puede empujar. Es la fuerza trasgresora del movimiento y su mainstream, de su paradigma.
Recibí ese influjo de vida por esa noche. Se perdería igualmente en el mismo día. Pero me sirvió para la reflexión: no me sirve de nada ser filósofo del mundo, o hijo del mundo. Con ser hijo de una pequeña tierra me sobra. De hecho, cuanto más pequeña es la tierra más agradecida está la cabeza. El retorno es factible.
Cuando inviertes en cosas grandes te pueden devolver grandes regalos. Grandes regalos que están envueltos, a su misma vez, en formas de acceder a ellos demasiado caro para tus recursos. Cuando nos empeñamos en ser consumidores siendo indigentes acabamos de muy mala manera. De antemanos, prever lo que pasará te lleva por el camino de la locura: no tener asegurada una cobertura básica para vivir hace que no puedas tener aspiraciones de futuro.
Por eso sólo me conformo con contentar a quienes tengo más cerca, o al alcance. No puedo aspirar a más. Si tuviera la oportunidad de marcharme el hecho consumado es que, actualmente, nada me ata. Podría dejar toda esta mierda que hago. Todo esto que no me garantiza ningún futuro.
Hace unos días, por ejemplo, cuando declaré a Hacienda comprobé que me equivoqué en mi declaración trimestral. Supongo que, según los cánones, debería de declararlo a algún inspector, o no sé. Pero sigo con mi senda autodestructiva: tengo una vida por la que nadie pagaría nada a Hacienda, si viviera en la cárcel tendría una vida de posiblemente mayor calidad (salvo que no tendría Internet). Y la cosa es que cada vez estoy restringiéndome más ciertos servicios a Internet, porque ofrecen servicios que no cumplen con un código deóntico básico.
Hace unas semanas Rakuten me envió un correo diciéndome que ellos sí me devolverían el dinero de haber pinchado por error sobre un botón que me ofrece a mi cuenta unas condiciones que no me correspondían. Sin embargo esa respuesta fue muchísimos días después de que me respondieran con una sospechosa negativa, y de que les mandara al spam, junto con HBO.
Yo me pregunto si en la cárcel estaría más centrado. Supongo que perdería mi orgullo al tener que desfilar en bolas para ir a las duchas, o al tener que soportar los pedos de mi compañero de celda, o el uso de un retrete sin puertas - a saber. Pero, pasado un tiempo, podría disponer de una biblioteca - supongo. Al final tendría lo mismo, de cara a la acortada visión del mundo que podría disponer.
Creer que tengo posibilidades de cambiar el mundo y, al mismo tiempo, tener plena certeza de que eso es imposible provoca serios daños a la psicología. Porque ya tengo demostrado que dos filosofías contradictorias pueden convivir perfectamente siempre y cuando sólo haya una discrepancia en lo referente a la persistencia de sus conceptos. Así que es factible defender dos posiciones análogas, y que crezcan para tu desgracia.
Las cosas que son frente a las cosas tal como están. Como seguir haciendo crecer la idea de ser un Spaniard, por parte de un guiri que viene de la Gran Bretaña. Sería un English Spaniard, dos conceptos que se contradicen; pero que se pueden seguir alimentando en la medida de que el que es inglés lo es por motivos independientes a que pueda ser catalogado como el típico español.
Digamos que algo así me sucede con la impresión que me produce la realidad en la que vivo. Mi ente civilizado me obliga a no ocupar una posición más allá de donde me sitúo, es el valor que persiste en el meme facha que somete a la gente. Sin embargo, mi carácter volitivo visualiza una realidad que trasciende a todas esas poyeces - y no puedo hacerlo posible. Sólo puedo deprimirme por ello mientras siguen creciéndome canas en la barba.
Lo único que puedo hacer al respecto es afeitarme y negar la realidad.
O eso, o negar mis posibilidades y centrarme en la enormidad de lo que se encuentra en lo pequeño. Y para ello debo abandonar según qué enfoques, según qué... hábitos.
Uno de ellos podría ser este blog. No sé. Creo que no encaja con mi mundo pequeño el dirigirme a mucha gente.
Si quiero centrarme en la enormidad de lo pequeño para comprobar que en ese camino no me encontraré con la frustración, sino con el avance continuo y refinado que me podría llenar, como cuando te gritan cosas simples y bonitas..., pues tengo que probarlo. Y de lleno.
No hay otra.
Así que tocará despedirse. Gradualmente. Pero creo que es el mejor plan que tengo.
En ocasiones, cuando no tienes a nadie - absolutamente a nadie - con quien hablar cualquier clase de apoyo es de agradecer. No me quiero ni imaginar cómo sería este país si hubiera tenido la desgracia de que alguna legislación obligara a la gente a no poder lanzar piropos por la calle, como si se trataran de cattalking, o de alguna clase de obsesiva agresión o insulto. Sin embargo, más allá de las estupideces que no han trascendido más allá de sobre la casta burguesa, como el empachurrarse con las piernas abiertas, o determinar si estaría mal visto cederle el paso a una mujer a la hora de pasar por una puerta, parece que los piropos han sobrevivido.
Se trataría de una cuestión de cultura: quien es piropeado no tiene la obligación de responder, ni de reaccionar siquiera; así como tampoco de sentirse identificada o identificado. En ocasiones se trata de una manera de demostrar a quien tienes al lado que eres el alfa, que a ti se te ocurren cosas que al otro no, que eres cardinal a la hora de decidir cosas..., y sí, supone seguirle el juego al patriarcado, pero también hay que saber interpretar ese meme - el del emperador, para transformarlo a nuestro gusto, en concordancia con la igualdad, el respeto... Ser el alfa del respeto no tiene porqué sonar tan mal.
Ya me ha pasado en alguna ocasión que, al poner en cuestionamiento la jerarquía marcada por un alfa automáticamente debía adoptar la posición del bufón - porque es así como funciona si no se quiere sucumbir al mal rollo. El beta se queda en una posición fija, que sirva de punto de apoyo para hacer palanca con la fuerza motora del que es cardinal en esa relación. Pero el bufón tiene un comportamiento autónomo, y éste es mutable, es como el agua que fluye por donde la palanca no puede empujar. Es la fuerza trasgresora del movimiento y su mainstream, de su paradigma.
Recibí ese influjo de vida por esa noche. Se perdería igualmente en el mismo día. Pero me sirvió para la reflexión: no me sirve de nada ser filósofo del mundo, o hijo del mundo. Con ser hijo de una pequeña tierra me sobra. De hecho, cuanto más pequeña es la tierra más agradecida está la cabeza. El retorno es factible.
Cuando inviertes en cosas grandes te pueden devolver grandes regalos. Grandes regalos que están envueltos, a su misma vez, en formas de acceder a ellos demasiado caro para tus recursos. Cuando nos empeñamos en ser consumidores siendo indigentes acabamos de muy mala manera. De antemanos, prever lo que pasará te lleva por el camino de la locura: no tener asegurada una cobertura básica para vivir hace que no puedas tener aspiraciones de futuro.
Por eso sólo me conformo con contentar a quienes tengo más cerca, o al alcance. No puedo aspirar a más. Si tuviera la oportunidad de marcharme el hecho consumado es que, actualmente, nada me ata. Podría dejar toda esta mierda que hago. Todo esto que no me garantiza ningún futuro.
Hace unos días, por ejemplo, cuando declaré a Hacienda comprobé que me equivoqué en mi declaración trimestral. Supongo que, según los cánones, debería de declararlo a algún inspector, o no sé. Pero sigo con mi senda autodestructiva: tengo una vida por la que nadie pagaría nada a Hacienda, si viviera en la cárcel tendría una vida de posiblemente mayor calidad (salvo que no tendría Internet). Y la cosa es que cada vez estoy restringiéndome más ciertos servicios a Internet, porque ofrecen servicios que no cumplen con un código deóntico básico.
Hace unas semanas Rakuten me envió un correo diciéndome que ellos sí me devolverían el dinero de haber pinchado por error sobre un botón que me ofrece a mi cuenta unas condiciones que no me correspondían. Sin embargo esa respuesta fue muchísimos días después de que me respondieran con una sospechosa negativa, y de que les mandara al spam, junto con HBO.
Yo me pregunto si en la cárcel estaría más centrado. Supongo que perdería mi orgullo al tener que desfilar en bolas para ir a las duchas, o al tener que soportar los pedos de mi compañero de celda, o el uso de un retrete sin puertas - a saber. Pero, pasado un tiempo, podría disponer de una biblioteca - supongo. Al final tendría lo mismo, de cara a la acortada visión del mundo que podría disponer.
Creer que tengo posibilidades de cambiar el mundo y, al mismo tiempo, tener plena certeza de que eso es imposible provoca serios daños a la psicología. Porque ya tengo demostrado que dos filosofías contradictorias pueden convivir perfectamente siempre y cuando sólo haya una discrepancia en lo referente a la persistencia de sus conceptos. Así que es factible defender dos posiciones análogas, y que crezcan para tu desgracia.
Las cosas que son frente a las cosas tal como están. Como seguir haciendo crecer la idea de ser un Spaniard, por parte de un guiri que viene de la Gran Bretaña. Sería un English Spaniard, dos conceptos que se contradicen; pero que se pueden seguir alimentando en la medida de que el que es inglés lo es por motivos independientes a que pueda ser catalogado como el típico español.
Digamos que algo así me sucede con la impresión que me produce la realidad en la que vivo. Mi ente civilizado me obliga a no ocupar una posición más allá de donde me sitúo, es el valor que persiste en el meme facha que somete a la gente. Sin embargo, mi carácter volitivo visualiza una realidad que trasciende a todas esas poyeces - y no puedo hacerlo posible. Sólo puedo deprimirme por ello mientras siguen creciéndome canas en la barba.
Lo único que puedo hacer al respecto es afeitarme y negar la realidad.
O eso, o negar mis posibilidades y centrarme en la enormidad de lo que se encuentra en lo pequeño. Y para ello debo abandonar según qué enfoques, según qué... hábitos.
Uno de ellos podría ser este blog. No sé. Creo que no encaja con mi mundo pequeño el dirigirme a mucha gente.
Si quiero centrarme en la enormidad de lo pequeño para comprobar que en ese camino no me encontraré con la frustración, sino con el avance continuo y refinado que me podría llenar, como cuando te gritan cosas simples y bonitas..., pues tengo que probarlo. Y de lleno.
No hay otra.
Así que tocará despedirse. Gradualmente. Pero creo que es el mejor plan que tengo.
domingo, 12 de enero de 2020
Se me va a explotar el bolo
Mis estudios sobre el lenguaje humano no pueden ser más minimales, es la cosa más chic que se me ha ocurrido. Mi cabeza no para de dar vueltas, se me ocurre millones o incluso infinitas maneras de implementar tales técnicas..., poco a poco me doy cuenta de que detrás de estos estudios no está la racionalidad humana, sino la consciencia animal.
Me duele la cabeza. Esta mañana me he visto recordando cómo le contaba a terceros que los jueces en este país redactan los hechos probados sin racionalidad alguna, y sin tener que justificar lo que escriben - con completa impunidad. Estuve como andando varios minutos mientras hablaba solo. Creo que he descubierto el patrón: si no escribo aquí, o no hago algo al respecto, se me va la pinza.
Ahora estoy con nuevos elementos que están pululando mientras perfecciono mis estudios sobre el lenguaje. Creo que será mejor que abandone esa tecnología, no vale la pena. Pero no hay que olvidar que crear un lenguaje capaz de darle carácter moral a lo que se hace implica planificar conscientemente las decisiones - mi modelo va tomando forma con el ensamblador que he diseñado en exclusividad. Ahora me río de Kant.
Y sí. Si tuviera que justificar cada diseño y referenciar a cada ensayo creo que podría hacerlo..., pero, por otro lado, ¿para qué? ¿Acaso vivo en un mundo mínimamente meritocrático? Nadie me lo va a agradecer, salvo para reirse en mi cara.
Mis ensayos siguen siendo leídos aun después de haber sido abandonados a su suerte. No sé qué pretenden hacer con ellos: algunos se han percatado de la seriedad de mis estudios sobre pragmática, pero dudo que lo conecten con el de la moralidad..., de verdad, debo de dejar de comerme la cabeza. Si además de que yo solo tengo problemas para encontrar palabras simples encima me enzarzo en temas que exigen tener todos los recovecos bien explicados..., es como si fuera un masoquista. Sin olvidar el detalle de que absolutamente nadie me va a apoyar - no me consta eso mismo.
Los únicos que me apoyan son los que no tienen intenciones de mojarse - tampoco me sirve de nada.
Pero claro, lo que tengo ahora mismo entre manos cuestiona varios postulados inherentes que se adoptan en la informática: ahora veo por qué hay veces en el que no conviene ejecutar los algoritmos más eficientes.
Y sí, empieza a dolerme mucho la cabeza.
Me he puesto a escribir para relajarme, y está funcionando. Debo hacer cosas que no exijan esfuerzo mental. Ver vídeos puede que me requiera algún esfuerzo, puede que leer no... Lo mejor será desconectar.
Dentro de pocos días termino de desconectar del mundo externo, ya no me importará una mierda nada de lo que pase "fuera". Es lo mejor. Tal vez me dedique a hacer videojuegos. Ya ni me acuerdo de ciertos proyectos que tenía a medias para hacer scrabbing sobre textos y hacer un análisis morfológico..., poco a poco yo, como influencer, voy perdiendo interés.
Creo que estoy siendo testigo de mi declive como ente social y que cada vez que vuelvo a desarrollar esta tecnología prohibida vuelvo a vivir ese estrés.
Y recuerdo ese consejo que recibí hace décadas y que no entendí entonces: "investiga hasta" este punto, "y después confórmate" para dejar de seguir investigando. Que una desconocida te proponga un tope a tus investigaciones exige por necesidad un discurso social muy diferente al habitual. Un conocimiento del mundo por venir más privilegiado del que yo tenía.
Y es que la mentira de la meritocracia estaba por llegar y no me la imaginaba. Si me la hubiera imaginado tal vez no habría llegado tan lejos como llegué - no me habría esforzado en crear las máquinas más eficientes que se han diseñado jamás.
¿Y si aprovechando mi cierre al mundo cultural aprovecho para encauzar mi mirada hacia la aburridísima tarea de editar vídeos o publicarlos por Youtube? Tal vez me divierta. Tal vez encuentre temas de conversación, podría enseñar Python, mis máquinas... No sé.
Tal vez lo que haga sea comprarme Stadia y me haga gamer; ya está bien que me dedique a diseñar tornillos para unas tuercas que no se quiere cubrir. Además de que la enorme distorsión en la que vivo no me deja psicológicamente en un estado muy deseable.
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Por otro lado, espero que el gobierno que viene realmente sea de izquierdas: la gente no tiene poder adquisitivo y la economía está aumentando el paro estructural y el trabajo para no salir de la pobreza. Esto combinado con el hecho de que los economistas aún no se han dado cuenta de que el liberalismo es el principal problema de la congelación económica mundial, y que la solución pasa por imitar el modelo cubano. Pero nada, ideología al poder; ¡viva los dogmas!
Me duele la cabeza. Esta mañana me he visto recordando cómo le contaba a terceros que los jueces en este país redactan los hechos probados sin racionalidad alguna, y sin tener que justificar lo que escriben - con completa impunidad. Estuve como andando varios minutos mientras hablaba solo. Creo que he descubierto el patrón: si no escribo aquí, o no hago algo al respecto, se me va la pinza.
Ahora estoy con nuevos elementos que están pululando mientras perfecciono mis estudios sobre el lenguaje. Creo que será mejor que abandone esa tecnología, no vale la pena. Pero no hay que olvidar que crear un lenguaje capaz de darle carácter moral a lo que se hace implica planificar conscientemente las decisiones - mi modelo va tomando forma con el ensamblador que he diseñado en exclusividad. Ahora me río de Kant.
Y sí. Si tuviera que justificar cada diseño y referenciar a cada ensayo creo que podría hacerlo..., pero, por otro lado, ¿para qué? ¿Acaso vivo en un mundo mínimamente meritocrático? Nadie me lo va a agradecer, salvo para reirse en mi cara.
Mis ensayos siguen siendo leídos aun después de haber sido abandonados a su suerte. No sé qué pretenden hacer con ellos: algunos se han percatado de la seriedad de mis estudios sobre pragmática, pero dudo que lo conecten con el de la moralidad..., de verdad, debo de dejar de comerme la cabeza. Si además de que yo solo tengo problemas para encontrar palabras simples encima me enzarzo en temas que exigen tener todos los recovecos bien explicados..., es como si fuera un masoquista. Sin olvidar el detalle de que absolutamente nadie me va a apoyar - no me consta eso mismo.
Los únicos que me apoyan son los que no tienen intenciones de mojarse - tampoco me sirve de nada.
Pero claro, lo que tengo ahora mismo entre manos cuestiona varios postulados inherentes que se adoptan en la informática: ahora veo por qué hay veces en el que no conviene ejecutar los algoritmos más eficientes.
Y sí, empieza a dolerme mucho la cabeza.
Me he puesto a escribir para relajarme, y está funcionando. Debo hacer cosas que no exijan esfuerzo mental. Ver vídeos puede que me requiera algún esfuerzo, puede que leer no... Lo mejor será desconectar.
Dentro de pocos días termino de desconectar del mundo externo, ya no me importará una mierda nada de lo que pase "fuera". Es lo mejor. Tal vez me dedique a hacer videojuegos. Ya ni me acuerdo de ciertos proyectos que tenía a medias para hacer scrabbing sobre textos y hacer un análisis morfológico..., poco a poco yo, como influencer, voy perdiendo interés.
Creo que estoy siendo testigo de mi declive como ente social y que cada vez que vuelvo a desarrollar esta tecnología prohibida vuelvo a vivir ese estrés.
Y recuerdo ese consejo que recibí hace décadas y que no entendí entonces: "investiga hasta" este punto, "y después confórmate" para dejar de seguir investigando. Que una desconocida te proponga un tope a tus investigaciones exige por necesidad un discurso social muy diferente al habitual. Un conocimiento del mundo por venir más privilegiado del que yo tenía.
Y es que la mentira de la meritocracia estaba por llegar y no me la imaginaba. Si me la hubiera imaginado tal vez no habría llegado tan lejos como llegué - no me habría esforzado en crear las máquinas más eficientes que se han diseñado jamás.
¿Y si aprovechando mi cierre al mundo cultural aprovecho para encauzar mi mirada hacia la aburridísima tarea de editar vídeos o publicarlos por Youtube? Tal vez me divierta. Tal vez encuentre temas de conversación, podría enseñar Python, mis máquinas... No sé.
Tal vez lo que haga sea comprarme Stadia y me haga gamer; ya está bien que me dedique a diseñar tornillos para unas tuercas que no se quiere cubrir. Además de que la enorme distorsión en la que vivo no me deja psicológicamente en un estado muy deseable.
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Por otro lado, espero que el gobierno que viene realmente sea de izquierdas: la gente no tiene poder adquisitivo y la economía está aumentando el paro estructural y el trabajo para no salir de la pobreza. Esto combinado con el hecho de que los economistas aún no se han dado cuenta de que el liberalismo es el principal problema de la congelación económica mundial, y que la solución pasa por imitar el modelo cubano. Pero nada, ideología al poder; ¡viva los dogmas!
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