Viene un posible nuevo proyecto. No lo había visto necesario, pero con la inminente llegada de los nuevos aires quizá ya va siendo hora de despertar un nuevo género literario que, tal vez, exista - o quizá no tanto.
Anoche tuve en la recta final del sueño una pesadilla: como había colocado la mochila donde pongo la alarma fuera de mi alcance solo mi cerebro no consciente se percató de ello, y entonces se montó una historia donde había perdido la mochila con todo lo que tenía dentro. Concretamente me la había dejado olvidada en un barrio muy dado a los robos.
Visto lo visto, me di cuenta de que ese barrio era una mezcla entre Urbanización Mediterráneo y Villalba de Cartagena. Eso es lo que tienen los sueños, que mezclas cosas que no tienen sentido - pero porque hacía años que no pasaba por esas zonas de la ciudad, muchos años. Así que los tenía por olvidados.
¿Qué es la inspiración? Pues inspiración fue despertarme con el sonido de la alarma, aún teniendo la sensación de que todo estaba patas arriba, con una fuerte ansiedad, para descubrirme en mi habitación y mi mochila sonando. Ha sido despertarme con unas fuerzas y una alegría inmensas gracias a la alarma. Es de los mejores sueños que te pueden pasar: pasarlo mal hasta que descubras que lo que te venía molestando te genera una recompensa.
La inspiración no puede ser algo que te machaca, sino que lo que atribuyes al machaque se convierta en una manera de liberarse. De ahí emergen fuerzas renovadas y ganas de encontrarle sentido al minuto que se vive.
La tarde anterior tuve una conversación muy amena con un lector que estaba pasando por momentos de depresión, y en esos bajones se volvía muy crítico con lo que leía. Así que me manifestó que mi novela tuvo que regalársela a su sobrino..., creo que dijo su sobrino. Tal como hablaba, daba la impresión de que había un tipo de perfil de novela que le parecía más interesante - un perfil que no frecuentaba yo.
Me recordó a la aparición del horror en el romanticismo. Hasta entonces la literatura española había despreciado al horror, al considerarlo morboso y visceral. La literatura, supuestamente, debía ser un arte bello y, por tanto, lo que suscita pasiones no podía considerarse hermoso - más bien pornográfico.
Supongo que habrían muchas artes que en el medievo eran mal consideradas, lo observamos en las críticas que recibía Lope de Vega, por parte de Góngora, quizá reduciendo al teatro a un arte menor al tenerlo vinculado con las plantillas... El asunto es que apareció el género del terror, junto con formas canónicas de invocarlo que motivó el interés de decenas de obras que inspirarían grandes historias de enorme seriedad, con la influencia de EEUU y su manera de aterrorizar con su literatura más convencional. Sin ir más lejos, parecería que algunas películas podrían perder interés si le pierden el respeto a lo espeluznante.
Pues el asunto es que lo estuve pensando, ¿es posible que esté pasando lo mismo con los culebrones? En el sentido de que éstos suelan buscar los amoríos más absurdos, para presentar historias sin ninguna fuerza pero que, de incorporarles realismo y sin tocar antagonistas tóxicos ni fatalismos por parte de los aliados y protagonistas, puede que obtengamos un género de la superación que, en parte, ha tenido sus apariciones tímidas, pero que aún me aventuraría a pensar que no se ha establecido de manera canónica.
Los cánones estructurales de ese género son susceptibles de definirse fácilmente a partir de las historias maravillosas de Propp, una vez haciendo desaparecer las cuatro esferas de los villanos, secuaces y trampas, para convertirlos en ausencias, malentendidos y, mediante flashbacks, historias de villanos que no existen.
Una buena referencia sería la última de Disney: "Un mundo extraño". Así como las clásicas películas de autosuperación que, en demasiadas ocasiones, me parecen un poco pastelosas. Es decir, en definitiva, se trata de crear historias de superación que combinen "mundos extraños", como el famoso juego de mesa en el que los jugadores no se enfrentan entre sí sino que tienen que mejorar sus civilizaciones..., y que podría recordar a mis dinámicas para asimilar un L2.
El caso es que le doy vueltas, y cada vez tiene más sentido: es factible escribir una novela donde el recurso más usado sea la función poética. El sueño socialista de género no conflictivo - justo lo contrario de mi enervante novela ecléctica llena de conspiraciones, superpoderes, conflictos, asesinatos, etc...