Dos imperios en competición continua, uno en decadencia y otro en perfecto estado de salud - el resultado será la destitución del primero. Sin embargo, si ambos están en decadencia y todos creen que el nuevo imperio está en buen estado de salud entonces nada cambiará. Esto es porque la hegemonia de los imperios no es resultado de un buen mercadeo. La verdadera salud es algo material, no es un deseo ni tampoco un concepto resultado de alguna clase de análisis.
La morfología de un imperio se desarrolla como la de un lenguaje. Tenemos tres grandes maneras de clasificar las lenguas a partir de su morfología, lo cual es un principio filológico más o menos consensuado: lenguas flexibles, aglutinantes y aislantes. Se puede observar que la existencia de un estado y una lengua oficial del mismo es capaz de desarrollar su lengua - y en parte se deberá al comportamiento de la gente, a cómo observan los hablantes lo que dice su interlocutor.
Tenemos dos idiomas parecidos: el latin básico y el japonés básico. Ambos prefieren mencionar el verbo al final de la frase, y le incorporan una partícula al final de cada palabra para decir que es sujeto, complemento directo... Lo que pasa es que los latinos cuando hablaban entre ellos podían observar cómo en unos territorios la partícula del complemento directo era diferente, porque no respetaban la gramática. En Japón, sin embargo no se desarrolló así: la partícula final más o menos se respetaba. Así, si habían varias partículas finales para denotar el destino, cada una podía significar una cosa diferente y eran compatibles. En latín, sin embargo, al recoger distintas raíces y mezclarlas con los mismos verbos se iba convirtiendo el idioma en flexible - cuando el japonés se quedaba como aislante. El cambio de mentalidad radicaba en darle preferencia a cómo hablan los de tu clan, la tolerancia a las partículas ajenas mantienen el idioma aislante.
De la misma manera, a la hora de crear frases compuestas interesaba conformar complementos del nombre usando verbos, tanto en latín como en japonés se puede usar la idea de copular frases para conformar la subordinada adulterando una de ellas. Como en latín era común doblegar las reglas del idioma el orden de las palabras no se respetaba, mientras que en japonés el orden se mantenía. Así se hace más sencillo cambiar el orden en japonés para representar las subordinadas más simples, mientras que en latín necesitaban directamente usar la partícula que (la cópula).
Por tanto, se ve que los imperios donde el lenguaje se vuelve flexible son aquellos donde no se respeta las convenciones del idioma; mientras que donde se mantiene el carácter aislante de las partículas es porque se tiene fe de que el que tienes delante no se ha equivocado al hablar.
Existe una construcción intermedia, que son los aglutinantes: en estos casos los idiomas tienen partículas que evolucionan sin adulterar la raíz. Quizá sería una manera en la que un lenguaje aislante podría evolucionar, para así aprovechar la lógica que mantiene el propio idioma en el uso de sus partículas.
El japonés, que era un lenguaje oral, pudo evolucionar a partir del cantonés, que era un lenguaje escrito, para volverse aglutinante. Las complejidades del budismo y lo evolucionada que era la sociedad china sirvieron para fiscalizar el japonés. Los lenguajes naturales aglutinantes podrían considerarse lenguajes bien evolucionados. Aunque el precio podría ser aumentar la dificultad del lenguaje y generar una hegemonía moral del lenguaje sobre la democracia de sus hablantes. Cuando conoces a alguien muy influyente es muy difícil mantener tu autonomía.
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En estos últimos días estoy gozando de una excelente salud. Ayer mismo fui a celebrarlo: parece que el frío no me ha afectado a los pies, no me duele la espalda..., y hoy mismo hace un especial frío y viento que se las pela. Hay que saber cuidarse, e ir con cuidado. El que se confía acaba mal. En mi caso fue comprarme unas deportivas para andar, y ¡hala! Es como si hubiera rejuvenecido unos cuantos años. Pegarse seis quilómetros diarios con un calzado inadecuado tiene consecuencias que no se notan, porque uno se cree duro, Sano...
Es como el pedido que me vino ayer de Amazon. Creo que fue el día 14 cuando les comuniqué a mis proveedores que no volvería a ser punto de recogida, y entonces Amazon me envió pegatinas y manuales para ser punto de recogida. Hay que ser idiotas: el enganchar a los distribuidores debe hacerse antes de que se desencanten. El paripé de engancharlos después de que intentaran usar ese teléfono que no sirve, esa aplicación que es cuestionable, ese protocolo que no es cercano, pero sí pesado..., al final parecería que la única manera que se tiene de que te tomen el cuenta es lanzando ultimatums. No saben llevar una empresa.
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Los imperios pueden centrar su estructura morfológica en torno a las riquezas, a la producción económica o al reparto. La imagen que podrían tener muchos es la importancia de las riquezas: los imperios orientados a las riquezas son imperios conflictivos, que centran su objetivo en las guerras y la dominación. La creencia de Gustavo Bueno al calificar a China como un imperio no destructivo está fuera de todo fundamento: orientar el lenguaje a las riquezas supone orientar el comportamiento hacia la confrontación y la dominación. Es el imperio del lenguaje flexible, que no tolera lo que se tiene delante y se acaban conformando realidades multiculturales que entrarán en conflicto entre sí. O se creará una única realidad monocultural resultado de genocidios y dictaduras.
Los imperios orientados en la economía y los recursos son los imperios que pretenden reconocer el valor de la realidad geopolítica de cada región, colonizan y dejan bases en todas partes para tener representación de su existencia. Son imperios de lenguaje aislante, donde cada cultura tiene una manera de expresarse y comerciar libremente. Es la clase de imperio que el neoliberalismo le gusta fingir que es pero que nunca en la historia llegó a existir como imperio: los imperios genocidas y que doblegan la economía lo suelen hacer mediante mecanismos especulativos, orientado a las riquezas. Es fácil saber si están orientados en la economía: lo bursátil debe quedar en un segundo plano.
Por último tenemos los imperios que pretenden aglutinar lo mejor de todos los clanes y sus culturas. El imperio multicultural reconoce la lógica de todos los estados que lo conforma y crea una suerte de sistema que no rompe con su manera de funcionar como imperio. Los imperios de lenguaje aglutinante están orientados en el reparto, como ejemplo tenemos a la Argentina de Milei: sabemos que es enemigo declarado de aplicar un lenguaje aglutinante al estado de Argentina. A qué es amigo..., ni él lo sabrá.
Cabe esperar que las sociedades hayan evolucionado lo suficiente como para que no acepten un cambio en la hegemonía cultural del imperio si éste no cumple unos mínimos requisitos de calidad. La hegemonía cultural de un imperio debe incorporar en su lenguaje una manera triunfal de imponerse en todos los campos: en lo que yo llamo las siete raíces.
Es decir, si hoy día los Derechos Humanos están de moda y hay un país que pretende imponer su hegemonía cultural sin ganar los debates relativos a los Derechos Humanos, entonces da igual el mercadeo que usen..., jamás serán hegemónicos.