miércoles, 6 de octubre de 2021

Pensamiento y Moralidad

Es posible delimitar el pensamiento humano tal como lo entendemos: capacidad para correlacionar los estados internos que aprisionan a los signos. Un signo, a través de su significante, reconoce una transformación de estados. Sin embargo, algunos signos pueden tener una connotación tóxica para el entendimiento, esto es porque inspiran correlaciones que son coyunturales, y no estructurales con la realidad.

Una correlación coyuntural es una correlación que no corresponde con alguna implicación material, por tanto, a través de una filosofía semiótica le damos un sentido a cada correlación tildada de estructural. De ahí se deduce que el lenguaje semántico necesario para dar apoyo al pensamiento se reduce a dos operaciones básicas: negación y contenido.

Una vez hecho el análisis de la semiótica que permita distinguir entre significante, significado, etc..., el constructo genera una manera de entender la lengua materna. Es decir, la lingüística configura la moralidad del sujeto: si algo contradice, si algo es lógico, si algo reafirma, etc..., se debe construir junto con el lenguaje. En la medida de que la moralidad encaje con las espectativas éticas del individuo éste se sentirá más seguro de sí mismo como persona. Esa seguridad es algo que deberá de transmitir a sus vecinos para propagar su manera de hablar/actuar que, en definitiva, encierra una manera de pensar/juzgar.

Un líder que mueve a colectivos que son muy caóticos tiende a perder su poder. Mientras que si los colectivos son conscientes de la parsimonia generada por el líder entonces se sentirán afines a él - independientemente de que las ideas que defienda sean mejores o peores, pues estamos hablando de un juego de correlaciones. Es así como funciona el pensamiento animal, en su lado más conductista.

El antilíder, por tanto, intentará influenciar al líder o sus liderados para que se correlacione las decisiones del líder con el caos; será un aliado del ad hominem. Sin ir más lejos, el antilíder podría encubrir sus incursiones contra un líder manteniendo un aparente debate de contenidos, sin embargo se descubrirá el carácter indocumentado, la repetición en bucle, el no querer profundizar..., en definitiva el mantener el debate televisivo de no querer señalar o buscar el elefante en la habitación.

¿Qué es lo que hace que una persona quiera discutir con otra? Debe haber siempre un punto central en el cual entren a debatir. Pero una vez expuestos los orígenes de cada posición, y documentado cada aspecto, se observa que no hay debate más allá de la elección de las connotaciones para una misma descripción de los hechos. Al final el pensamiento en su estado puro es como la discusión de dos filólogos sobre lo que realmente pretendió decir un texto, para acto seguido separar la propaganda de los hechos.

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Las especies que no han podido aprender en sus periodos correspondientes la espectativa de moralidad que le tiene la ética para el propio individuo verá su cerebro cercenado, y tenderá a ser caótico moralmente. Por eso el antilíder ama la propaganda y vive de ella como si fuera la única manera de argumentar, pero en el fondo corre el riesgo de cercenar su propio órgano de pensar de manera permanente.

Hay enseñanzas que se adquieren gracias al apego familiar, a los grupos de amigos y demás relaciones comunitarias. Por eso, cuanto más se involucren los pedagogos en el flujo natural de aprendizaje del niño más riesgo habrá de que éste se vuelva sociópata. Los niños han sabido autoeducarse inteligentemente, hay que dejar que su manera natural se desarrolle por sí misma sin forzar los liderazgos naturales y menos aún cercenar o incentivar las relaciones de amistad.

Hay que dar las herramientas para que todo ello se desarrolle en libertad. Como cuando se le da colores para que coloree, si quiere darle color. O como cuando se le da pinturas para que pinte aquello que le merezca ser pintado. Cercenar la creatividad de los niños riéndose de ellos, torturándolos con la proyección del funcionario o haciéndoles ver que el propio maestro es aún más inmaduro que ellos mismos sólo reafirman el hecho de que revolucionar el Ministerio de la Educación es una tarea trivial: hasta sin profesores podría trabajares mejor. Elaborar la figura de los conserges, que se encargan sólo de aportar los materiales y preocuparse de hacer cumplir reglas cívicas, podrían ir en composición de la acción voluntaria de los propios padres para cubrir las barbaridades que se permiten en algunos vecindarios.

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Cuando dos líderes discuten acaban descubriendo como resultado del debate que van a ser mejores líderes, para poder liderar en sustitución de aquel con el que debatieron. Pero cuando dos personas discuten y no llegan a un punto de ser sustituibles por su interlocutor eso es porque al menos uno de los dos no era un líder. El pensamiento siempre suma, porque es una exposición de lo que se correlaciona. El carácter poético que se tiene le permite a cada cual expresar las palabras que ayuden a encontrar la correlación entre esos estados internos, que son la madre del cordero: si se pudieran compartir esas correspondencias entonces el pensamiento sería transmitido de manera pura. Sin embargo el problema está en que primero hay que ser capaces de figurar una abstracción que explique una situación original y otra final, para así comprobar que el otro sepa que existe un significante asociado a esa correlación. Hecho esto, se trata de desarrollar porqué la teoría de uno es más relevante que la teoría del otro, dónde el otro muestra como coyuntural lo que para uno es estructural.

Esa es la principal función del lenguaje explicativo: encontrar caminos cortos para los aspectos más fundamentales, aquellos que se han considerado objeto de explicación. Los caminos más cortos son los más relevantes y la teoría que gana más fuerza será la que sintetice los caminos más cortos para eliminar todo lo coyuntural. Cualquier día la realidad natural transmitirá que algunos caminos eran demasiado farragosos, como para darles la relevancia que se creía que tenían, pero para eso también está el lenguaje, para falsar las teorías - comunicar los errores.

Si eliminamos la pureza del lenguaje tal como la he presentado en los párrafos anteriores entonces quienes fallan no son mis formas, son los sujetos que creen que están elaborando un debate rico al margen de los aspectos que he citado. No merece la pena valerse de un sujeto que no se humilla ante una posible falsedad de sus propias afirmaciones. Les hemos visto: aferrarse a su lenguaje, cuestionar el lenguaje del otro como si fuera contradictorio, cuando supuestamente es irrelevante; pero nunca aclarando los puntos donde no se hace aplicable. Se valen de lenguajes crípticos porque saben que no pueden razonar contigo, y se cabrean si usas su propio lenguaje en su contra: eso SÍ que es signo de antiliderazgo, de idiotez. Que nadie confunda el cabreo que uno siente al comprobar que no tiene razón a la hora de buscarle un responsable, atribuirle al emisario tal cabreo es coyuntural, lo estructural es que no se tenía razón - y ya está. Valerse de las palabras del otro para razonar es la virtud más pura del lenguaje discursivo.



martes, 5 de octubre de 2021

Aburre no tomar decisiones

Adoptar decisiones es pesado, pero no tener decisiones que ir tomando es aburrido. El cerebro necesita actividad, y sospecho que mi principio de alzheimer - o lo que sea que tenga - me obliga a hacer cosas. Aprender idiomas, cuando ya tengo la técnica no parece decirme nada; no parece un reto en sí mismo. Tal vez si..., pero así a palo seco, y para no conseguir nada...

Uno de los mayores placeres para quienes aprenden a programar es hacer código, cosas que resuelvan cosas. Es como un pequeño puzzle particular, interesante. Es como esos pequeños placeres por parte de los que saben matemáticas, plantearse un pequeño puzzle - un problema de envergadura, a ser posible. Sin embargo en ocasiones ves la solución, y sólo resta hacer cálculo.

Recuerdo ese profesor de matemáticas que decía que no hacía falta calcular la solución final, que con dejarla expresada era suficiente - así el examen se evaluaba por la parte gris y no por la parte aburrida. Luego el mismo hacía trampa: buscaba excusas para suspender en masa a los alumnos diciéndoles que no terminaran los ejercicios. Lo pienso realmente: dejando que los funcionarios tengan tanto margen para no ser expulsados es imposible que este modelo no sucumba.

El caso es que ni el café despierta tanto como un buen juego de toma de decisiones. Un puzzle que esté a la altura. Quizá me torne al ajedrez, pero en serio; así podré doblegar mejor estos ataques.

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Todos jugamos contrarreloj. Pero las ideas persisten, y eso nos hace crecer. Una vez descubiertas las estructuras mentales que enseñan las competencias más básicas que enseñan en tiempo record a hablar cualquier idioma conocido en este planeta..., veré cómo algunos dirán que no he inventado nada nuevo, otros le sacarán provecho sin darme las gracias y, mientras tanto, seguiré inmerso en un mar de dudas sobre mi futuro en la indigencia.

¿Debería aprender Angular y profesionalizarme en el mundo de la multimedia?



lunes, 4 de octubre de 2021

La hegemonía de la Idiotez

¿Es la cultura de EEUU una cultura de la idiotez? ¿Es ese imperio una contracultura? 

Hay que tener ojo con los imperios, porque no son fáciles de inspirar al gobernante. Cuanto más poder se le concede a una persona ésta se siente como inspirada a hacer más barbaridades. Y las hace por tres motivos importantes...

El poder tal como lo concibe el ser humano es el que le permite entender su propia naturaleza: como el poder no existe no tiene más remedio que convertirlo en una historia. La capacidad que tenga el historial de las acciones del poderoso como para justificar sus actos es lo que permite constituir una razón de porqué se actuó como se actuó. Y puede parecer una tontería, pero la fontanería política - lo que hace que las estadísticas mejoren para justificar la existencia de alguien ahí, no genera inspiración en quien ocupa el puesto; no genera ambición de poder.

La llamada al servicio que genera el mejorar unas estadísticas es propio de aquellos que tengan vocación de servicio en los temas que ahí le competan: el militar querrá mejorar las estadísticas de defensa, el sanitario querrá mejorar la morbilidad, el ingeniero querrá mejorar las estadísticas de productividad... Así podemos comprender que necesitamos una persona técnica para que se encargue de la fontanería, personas no conocidas, sino reconocidas dentro de su ámbito más personal - por si hubiera que pedirle a alguien que se encargue de temas específicos.

Pero claro, ¿eso quiere decir que hace falta un poder ejecutivo? No. Hace falta que quien tome el control en ámbitos muy específicos sea para asuntos técnicos, y que sea supervisado por los representantes del Pueblo - que no tiene que ser una única persona.

Esa necesidad de poner a un único gobernante sobre el que otorgar el protagonismo de la historia que vaya llevando a cabo la nación como nación, con sus dialécticas de estado y tejemanejes de personajes importantes, supone una tara intelectual y un verdadero peligro para la sociedad. No es posible que creamos que igual que un poder conlleva una gran responsabilidad un poder mayor conllevará una responsabilidad mayor, porque se debería de saber que llega un punto en el que el poder es demasiado alto como para esperar responsabilidad alguna.

Le puedes dar un caramelo a un niño y reclamarle ser responsable, que no se lo tome hasta después de comer, y si te lo enseña antes de comer entonces le recompensas con otro caramelo más. Pero eso mismo no funciona con un cuchillo, decirle que no mate a nadie hasta después de comer, y que si te enseña el cuchillo bien limpio justo antes de comer entonces le recompensarás con un arma de fuego.

No es cierto que se le puede otorgar a una persona cualquier clase de poder sobre otras personas.

Se puede ser líder de un clan de clanes, una tribu. Porque evolucionamos para entender esa clase de cosas. De alguna manera nos obligamos a ser representantes de entre varios jefes de tribu, y eso nos convirtió en caciques dentro de una región. Pero luego las regiones se diversificaron culturalmente, distintos caciques con distintas culturas conforman un país, y de ahí un reino. Pero el rey no es más que el cacique de los caciques. Y cuando se unen varios reinos para conformar una realidad que lo trascienda el resultado es un imperio.

Un imperio puede intentar simular ser como un reino, pero no le va a salir bien sin arrasar consigo mismo. No es fácil llevar la dialéctica de un imperio como si fuera un reino, pues es como estar en una acampada y preguntar en la noche ante la fogata qué historia quieren que se cuente para luego comprobar que los caciques de los caciques sólo entienden de ser alfas - no se sienten segundo plato ante nadie.

El poder tal como se concibe parece una competición de imagen y, por tanto, cuando se reúnan los líderes lloverán las puñaladas - porque en realidad de todos ellos ganará el más idiota, el que tenga menor amplitud de miras.

Cuatro grandes dolencias adolece desde mi punto de vista al ser humano en lo referente a un comportamiento que se vuelva patología. Es cuestión de imaginar que el ambiente puede que te empuje a hacer siempre una única cosa, por lo que el ambiente podría intoxicarte como ser humano. Y es que podríamos imaginarnos, por ejemplo, un mundo lleno de estímulos, donde la actividad presente sea constante y muy impactante. De ahí no tendríamos suficiente cultura para abordar todos los aspectos que estaríamos viviendo, cualquier cosa nos aburriría y provocaría momentos de euforia para provocar una enorme bipolaridad. Una sociedad que está siempre emitiendo estímulos es una sociedad de ofendiditos y mesias.

Pero además de la bipolaridad tenemos otras tres dolencias. El adanismo es típico del progresista que no tiene freno, pero el conservador sin embargo siempre está obsesionado con sus posesiones. El que se obsesiona con lo que tiene, lo que es, su familia, su pasado..., se vuelve depresivo, porque todo lo que es en realidad está muerto, va a morir y sucumbe en la nada. Y el caso es que sí, los ricos también lloran; y mucho, esas lágrimas de caramelo que no tienen valor. 

La depresión es un dolor falso, como falsa es la creencia del adanista que lo resuelve todo, y falso el que se cree especial porque su mundo está dirigido hacia el futuro y los proyectos. Una sociedad obsesionada en lo que hay después, en mirar hacia adelante, no es necesariamente una sociedad próspera, porque los hay que miran más allá, hasta más allá de la muerte. Todo eso genera ansiedad. Los que desarrollan su mundo fundamentalista alcanzando extremos que nadie vivirá por un ideal impalpable, nada material, acaban obsesionados en hacer posible lo imposible y no saben ni por dónde empezar. 

Suerte que los religiosos tienen los ritos, y un pastor que les marca el paso para que no se pudran en la ansiedad que generan. Suerte para los vividores que pueden llorar sus depresiones entre butacas de lino y marfil. Suerte para el activista que puede violentarse gritanto vituperios contra los que gobiernan, así se desahogan y no matan a nadie. Además de que los gobernantes inspiran mucho para que se les grite. Nadie espera razonar con un activista, un religioso o un aristócrata..., ¿nadie? Bueno, sí, los idiotas.

La única forma de que pueda mantenerse este esquema es que quien gobierne sea la representación misma de la idiotez, dirigiendo a idiotas. La idiotez es la culminación misma de encargarse de hacer que las cosas no cambien mientras consumes muchas energías y dramatismo ¡Cuántas veces habré escuchado que lo que hago debo hacerlo de manera más dramática! Consejo de idiotas.

Ejemplo. Un portero de fútbol cuando ve que un balón no atravesará los tres palos deja de concentrarse, se levanta y se dirige hacia donde va a caer el balón. Pero ocurre que muchos delanteros se cabrean y dicen: "aunque el balón no vaya a puerta tírate igualmente y así queda más espectacular". Es como decirle a alguien, haz las cosas peor porque es lo que esperamos de ti.

Por extraño que parezca eso es lo que se espera de los gobernantes. De ahí la aparición de la contrainteligencia, de hacer que ningún pueblo sobre la Tierra tenga capacidad para saber qué pasa realmente en este mundo. Se antepone la propaganda por encima de los resultados. Sin embargo las evidencias son claras: nunca se ha demostrado necesario un poder ejecutivo permanente, y sin embargo siempre se insiste en la necesidad de crearlo ¿Acaso no es posible que se le esté dando un cuchillo a un niño pequeño con la intención de que sepa usarlo [para matar] con responsabilidad? ¿Usar eso para qué?

Un cargo mal constituido es innecesariamente caro, y gastar todo el dinero que se gasta en insistir en la necesidad de cargos así (campaña electoral) sólo reafirma la incapacidad que tiene la gente para darse cuenta del engaño: los partidos se ganaron la campaña mayormente a lo largo de toda la legislatura, con el pago a medios de comunicación y financiaciones por el estilo. Pagos que se niegan, se vuelven indirectos o no se ven. Eso sin contar con los fanáticos que esperan obtener su merecida recompensa por formar parte de la contrainformación, cuando en realidad deberían ser perseguidos para prohibirles ocupar puestos de responsabilidad.



domingo, 3 de octubre de 2021

El filósofo robot

Hace unas cuantas noches lo concebí, es terriblemente sencillo conformar una filosofía, una doctrina coherente que defienda un punto de vista propio. Sólo hay que ser capaz de combinar dos conceptos y buscar la manera de que no se disuelva su continuidad.

Cualquier conjunto que incorpore la concepción de densidad es capaz de crear una regla de transformación. Y esa regla de transformación puede ser una mera interpolación que pretenda transformar un objeto figurado en otro pragmático. Bien se puede jugar entre los significantes, para poder así conformar una suerte de comportamientos entre abstracciones; pero lo que debe llamar la atención es que cuando se es capaz de crear un "tercer hombre" a partir de la figuración humana de dos objetos a eso se le podría llamar teoría filosófica. Y, por tanto, se puede automatizar.

Sin ir más lejos, me parece que una máquina no correría el riesgo de equivocarse a la hora de mantener el puzzle coherente. Por otro lado, ¿cómo se le puede incorporar a la máquina la sensibilidad suficiente que le permita sintetizar todo para crear una consciencia única? En el trabajo de Umberto Eco, que aún estoy desgranando, se sintetiza una idea no confesa de consciencia con la que él trabaja. Sólo hay que seguir su idea de código, y cómo conforma la fusión entre semiótica y pragmática.

Me imagino la idea de lo que muchos tendrán de lo que es una lengua; o la idea que podrían tener de la percepción del mundo exterior y sus signos. Para empezar la lengua que usamos es demasiado primitiva, y los signos, por otro lado, es demasiado rica y abierta.

Cuando éramos máquinas el ser humano no era un ser consciente; tal vez, por ello, no fuera ni humano, ni simio. Pero tuvo que conformarse una suerte de consciencia a partir de todo lo que era capaz de percibir para recrear en su mente la idea de que existe un presente - concebir el tiempo en su degradación natural. Al fin y al cabo, para las plantas, ¿qué es el tiempo?

Para un sistema digital, una máquina, el tiempo no existe más allá del siguiente impulso de reloj. Técnicamente, si pudiera tener la oportunidad de ser consciente, la máquina necesitaría desarrollar esa idea o en el interior de las millonésimas de segundo que necesita para cambiar de estado, o tras conformar una suerte de auditoría que le permita sintetizar todo lo que relevantemente le va pasando a lo largo de esas marcas de tiempo.

Algo así le pasa a la criatura que no ha sucumbido a la idiotez: no se dedica a vivir el presente, sino que aprovecha sus vivencias pasadas para predecir el futuro. Sin embargo, si existe el presente no puede existir ni el pasado ni el futuro. Si le damos validez a la existencia del pasado entonces tendremos que desechar todo lo que venga después. Y si la existencia es algo que estuviera por llegar entonces no habría existencia. Por eso, el idiota, al no usar su memoria para jugar con los tiempos, se deja llevar por la realidad que configuren para él. Sin darse cuenta de que podrían configurarle un futuro cuyo pasado nunca existió, para que perjudique a los idiotas que no se quejen.

Los asaltantes del tiempo son diseñadores de realidades, se preocupan de que la autenticidad sea vulnerada supuestamente por motivos que podrían ser tanto altruístas como egoístas, pero nunca idiotas. Contra los asaltantes del tiempo tenemos a los conservadores, que consideran el acto de cambiar el pasado una manera de actuar contra lo único que nos une.

Es decir, cuando clasificamos a los filósofos como si se trataran de tribus urbanas propios de la ciencia ficción nos damos cuenta de que los temas más irreconciliables de la filosofía se resuelven trivialmente: los relativistas son los asaltantes del tiempo, y los realistas son los conservadores. Reconocer la existencia de un "tercer filósofo" que fusiona a los de un grupo para transformarlos en los del otro supone encontrar en el idealismo una suerte de proyecto transformador de cara al futuro a partir de un pasado convenido. Supongo que siempre será posible encontrar un conflicto en la existencia de estos tres planteamientos, y que habrá quien prefiera ignorar esta manera de ver las cosas.

En cualquier caso, ahí tenemos una ramificación automática sobre la manera de concebir la filosofía, el tiempo. La autoridad del que se disponga para inventar dentro de la pizarra común que tenemos todos, que es la realidad, es lo que le conferirá la capacidad para filosofar. Y es que, por muy válidos que se crean algunos, por mucho dinero que paguen por ello, o por muy bien que hayan hablado de él sus amigos y familiares, el filósofo puede ser desbancado por cualquiera que demuestre que va desnudo.

Estar desnudo, como le pasó al emperador del cuento, que se vistió de ropajes que parecían una buena doctrina, cuando en realidad todo eran figuraciones suyas. Cualquiera puede encontrar el camino más corto hacia la pragmática, y plasmar la realidad de manera que lo percibido quede mejor explicado. El conjunto de significantes que conforman la denotación más relevante para los asuntos que le competen a cierta clase de individuos es lo que conforma, a su misma vez, la única connotación de lo que se entiende por individuo mismo.

En principio ya existía la denotación, y esa denotación estaba con una única connotación, y esa denotación era la connotación misma. La denotación en un principio estaba con una única connotación. Mediante esa denotación sabemos de todo, y no hay nada que no sea denotable.

Es por ello que cada automatismo adquiere una posición más o menos cercana a aquello que sea relevante. En la medida en la que no podamos demostrar que una afirmación es irrelevante no podremos distinguir qué postura está más o menos cercana a la connotación más estable. Por eso es correcto llamarlo filosofía. Y cuando la máquina es capaz de reconocer entre todo lo perceptible aquello que es más importante y transformar un significante en la correspondencia que permita comprender la transformación del pensamiento mismo para que se concrete en una percepción mejorada entonces es cuando podremos decir que ha adquirido los mecanismos necesarios para filosofar.

Y dicen que filosofar es pensar.

El día en el que dejamos de ser máquinas fuimos capaces de encontrar diversas connotaciones a una única denotación. Sin embargo, con los años, es posible que la idiotez nos devuelva a un estado arcaico ¿Se hace el ejercicio de desarrollar el descubrimiento de las distintas connotaciones que tiene un mismo signo? Parecería que la cámara de eco prevalece, igual que la idea del idioma profundo - el idioma que sólo entienden los que lo hablan a duras penas.

Una persona que se va dejando va perdiendo sus facultades del idioma, poco a poco deja de regular la voz, deja de articular sus palabras propias, deja de tener la mirada de liderazgo que marca su filosofía, deja de ironizar con lo que dice cada cual..., poco a poco se va volviendo más y más idiota. Y es que no es natural en el ser humano el pensar, el razonar. Hay que ejercitarlo.

Lo mismo pasa con todos los músculos del cuerpo. En cuanto que no se usen se atrocian: ¿para qué mantener algo tan caro? Así piensa el cuerpo. Y eso mismo ocurre con el órgano que nos permite pensar, que no el órgano que nos permita hablar - es el que nos permite pensar lo que tenemos inherente, y este órgano es generatriz de una lingüística. Pero como no hemos desarrollado el pensar la lingüística es demasiado débil.

Si los lenguajes fueran edificios, entonces nuestra capacidad para hablar sólo habría fabricado cabañas - nada que ver con los rascacielos que es capaz de ingeniar un ser vivo. Si no tendiéramos hacia la idiotez podríamos desarrollar el edificio del idioma, un idioma que se parecería un poco más al castellano que al resto de los idiomas del planeta - un idioma que intenta obligar a pensar con sus estructuras gramaticales. Aunque yo le metería los ideogramas chinos, ya que facilita la lectura y abre la puerta a la idea de un diccionario abierto - que el proceso de definir una palabra coincida con las diversas connotaciones que se tenga de ésta y, por tanto, cada palabra sólo tendrá una única connotación, que podrá ser definida de muchas maneras sin terminar de darle una forma en concreto.

Pero nada..., no creo que viva lo suficiente como para ver a nadie hablar ese idioma. Antes las máquinas escribirán libros que nos harán pensar.




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