sábado, 3 de abril de 2021

El Imperio y sus sentidos

Éste no será un post sobre el Imperio de los sentidos. Aunque hay ciertas semejanzas entre el mensaje de la película y lo que pretendo; en cualquier caso, se me va a permitir inculcar un halo de inocencia a mi texto.

Vuelvo a reinventarme, ¿cómo clasificar las funciones del lenguaje? Según mi teoría del género único debe haber cuatro clasificaciones básicas: estereotipo, ilusión, pragmatismo y justificación. Asímismo, estas clasificaciones entran dentro de cuatro grandes secciones, dependiendo de si es el preludio, la parte ascendente de la historia, la descendente y la secuela. 

Preludio y parte ascendente es como la relación entre tesis y antítesis de Hegel, de donde la parte descendente puede sonar a la síntesis. Obviamente la secuela sería la respuesta al trilema formado por las tres partes anteriores: cuando no es posible la trilogía es porque hay aspectos que se quedaron abiertos y que son la motivación para culminar la obra con una secuela.

Todo esto es muy teórico; al fin y al cabo, la combinación de distintas funciones de lenguaje pueden conformar una nueva función de lenguaje - susceptible de clasificarse entre estereotipo, ilusión, pragmatismo y justificación. Eso es debido a que el mensaje reunido de distintas funciones de lenguaje conforman una nueva función de lenguaje. Y cuando se combinan, en su ritmo y con sus tiempos, las funciones pertinentes entonces generan la sección - que no es sino una sensación. Según mi teoría del género único, cuatro únicas sensaciones: fabulación, maravilla, heroicidad y confabulación. Es decir, sorpresa, encandilamiento, ira y miedo.

Son las cuatro edades del ser humano: lactancia, niñez, adolescencia y adultez. Cuando aprende de los padres, comprende la familia, se separa de la familia y conforma su propia tribu.

Pero sigo dándole vueltas, no es suficiente con lo que tengo. Necesito más: ¿cuándo aparece un sentimiento? ¿Cuándo emerge uno y se reprime otro? ¿Cómo podemos hablar de una obra emocionante o con alguna clase de chispa? Cuando una sensación es impactante la siguiente vez que sabemos de ella pierde parte de su efecto. Las sensaciones compartidas son más que especulativas: su producción es tremendamente trivial, y su valor es completamente dependiente del mercado que lo consume. Y, por otro lado, hay algo más allá: esa sensación compartida puede ser un acto poético incomprendido, que se depurará con el tiempo, no se volverá obsoleto en ocasiones.

Se pueden listar todas las emociones..., miedo: susto, pasmo, sufrimiento, agobio, paranoia, asco, etc;  vergüenza: gringe, parodia, torpeza, risa, etc; amor: comedia, astucia, casual, tragedia, sacrificio, etc; ira: martirio, ejemplaridad, arengas, etc...

Sin embargo, la misma construcción que tiene por objeto provocar una broma constructiva podría generar una ira destructiva; la gente podría ofenderse. Lo que supone una tragedia que nos recuerda a algo personal, cuanto más cercana, más melancólica. Si esa melancolía tiene un hálito de esperanza y evoca a hacia el pasado con la esperanza de un mundo mejor entonces se convierte en nostalgia. Pero entonces son dos sensaciones completamente opuestas. Una melancolía lejana, de la que no te sientes partícipe, y que aparece sorpresivamente y efímera no es más que un chascarrillo. Lo lejano hace gracia, cuanto más abstracto más blanco. La ironía juega con la moralidad y el razonamiento: lo que esperamos frente a lo que nos encontramos. Pero si se trata de un acto de ruptura contra la imagen de un líder entonces es un humor ácido. Se alimenta de una vergüenza que nos es ajena. Al mantener la estructura de liderazgo la acidez se convierte en una comedia de amor; donde nos encandila el personaje y su fragilidad. Las partes fuertes, si son combativas, nos sugieren astucia - no tanto inteligencia, sino una manera de maquinar la supervivencia en ese mundo ácido. Pero si el movimiento acaba manteniendo el protagonismo en el héroe, por encima de las circunstancias, entonces estamos ante un acto ejemplar. El acto ejemplar puede acabar mal, por lo que se convierte en un mártir. Puede llevar a muchos hacia su propio camino, por lo que su palabra se hace arenga... 

Es decir, los sentimientos son muy líquidos. No es fácil separarlos mediante una formulación. El mecanismo más adecuado que he encontrado ha sido creando arquetipos donde se reconocen simetrías y un álgebra - de ahí que me valga del tarot de Marsella. Es una estructura que funciona bastante bien para separar conceptos y relacionarlos entre sí.

Cuando un arquetipo se relaciona con otro arquetipo entonces se transforma en un tercero. Esa operación es posible, y exige estudiar si es lo suficientemente relevante - pues coherente he comprobado que sí. La cosa es: ¿hasta qué punto una máquina podría generar una historia que genere sensaciones de un cierto tipo? ¿Hasta qué punto el poner sobre el tapete arquetipos con un perfil específico y sus propios n-gramas que obligue a valerse de su propio corpus puede generar las sensaciones apropiadas desde su dialéctica o relación?

Esto nos lleva a necesitar una clasificación más profunda que la que nos dio Propp sobre los items, lo que yo llamo eones. Mil historias se pueden contar a partir de Excalibur antes de que todo su significado pierda el interés. Todas esas historias encajarán en sus correspondientes definiciones tras combinar las cuatro fases que conforman una sección. La unión de todas las secciones conforman el perfil del eón.

Así que cuando estemos contando una historia donde aparece un objeto, este objeto debe cumplir un mensaje dentro de la historia: debe pasar de estar de una manera, para estar de otra, que se le vea así o asá. Todo para cumplir un objetivo: la historia que contamos debe cumplir un objetivo dentro del histórico del objeto, de su eón.

En las leyendas artúricas Excalibur fue colocada por el padre secreto de Arturo sobre una piedra, y para cuando dejó de ser necesitada fue devuelta a la dama del lago. Si esa espada no hubiera tenido función entonces no habría sido interesante su mención. Si nos damos cuenta, los sentimientos que nos produce un eón trasciende a las emociones circunstanciales o a la sensación de liderazgo de un arquetipo. Eso que trasciende en realidad no es más que un mensaje que no puede ser sentido de forma efímera ni alienado a cultura alguna. 

Cada película que quiera versionar al rey Arturo le dará a la espada un perfil diferente, en virtud de por dónde vaya la intención del director. Es, por tanto, el mensaje que adquiere el eón el propio carácter más trascendente que nos transmite un autor a través de la obra. Por lo que la comprensión de cada uno de estos ciclos que coleccionan el perfil de un objeto es, en suma, una expresión de cómo lo contempla la Humanidad más allá del individuo mismo.

Cuando dispones de una manera de dirigirte hacia los colectivos mediante un sistema mucho más persistente que los mecanismos de los que se valgan sus líderes, obtienes las herramientas necesarias para dirigir un imperio sin que se imponga en él el miedo. Cosa que hasta ahora sigue siendo impensable.

Dirigir un imperio sin un sistema moral que trascienda al individuo de manera persistente obliga a que la dirección se torne en una dictadura; por eso quizá el papel que ha tenido el existencialismo sea ocupar este lugar en concreto. De la misma manera que la única manera de armonizar un imperio es mediante una armonización fiscal - porque el único miedo válido debería de ser el de la corrupción.

Pero bueno..., creo que me voy desviando.


viernes, 2 de abril de 2021

Hacerse un referente

No necesito convertirme en un referente. Es muy sospechoso pensar que podría tener algún que otro techo de cristal, por lo que dudo sinceramente que Microsoft o Google me permita evolucionar más allá de cierto nivel. Lo mismo está pasando con mis documentos innovadores: pensar que me vale la pena poner una tecnología demasiado "especial" es propio de auténticos estúpidos. Es decir, si me sé de alguien que cree que mi obligación es publicar mis innovaciones por los medios de los que dispongo entonces esa persona es imposible que la considere sabia o constructivamente influyente. 

A estas alturas, partiendo de que sé lo que sé se me hace obvio.

Las hermandades científicas y tecnológicas, independientemente de que tengan la demostración constructiva delante o la maquinaria y sus librerías, jamás admitirán según qué resultados. Y si estos resultados son usados automáticamente rechazarán el documento. Es decir, toda innovación debe ser resultado de una máquina paulatinamente mejor o peor a la tecnología punta: los objetos fuera de nuestro tiempo directamente se tiran por el retrete.

Por eso mismo, convertirse en una persona influyente dependerá de lo que te permita la sociedad; a qué grupo social perteneces. Ya he comentado de que no existe la lucha de clases por necesidad, pero sí existe la historia de clases: las castas existen, más allá de cómo se haya desarrollado en La India.

Por eso veo que mi canal de Youtube ha recibido el primer like gracias al último vídeo. De hecho, se han multiplicado las reacciones y tengo dos suscriptores (mis primeros suscriptores). Para alguien que no se vale de las redes sociales y que no busca hacerse publicidad está bastante bien.

El día en el que realmente me compre un micrófono y me ponga a testar mis grabaciones en otro sistema operativo, o pruebe un software que no sea del propio sistema operativo, veré la diferencia (si grito sale metálico, si no grito se oye mejor el ruido de lejos). Más allá de que no tengo control sobre la configuración de Microsoft, y de que una vez configurado el equipo accede a Internet y lo cambia absolutamente todo, está claro que si me preocupara en usar un sistema offline podría subir vídeos susceptibles incluso de ser editados. Podría incluso plantearme el convertirme en un influencer, en un youtuber de verdad.

Pero la verdad es que no me interesa: no tengo esa vocación porque para tenerla hay que creer que existe un público al que te diriges, un público al que le interesa lo que tienes que decir. Y ese público debes suponer que no será censurado por la empresa de Google. Que no habrá rarezas, como ha estado pasando con tu tienda y el intento de decirle a esa empresa cuál es la ubicación real de la misma - y cómo le han importado una auténtica mierda. Google es un caos.

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Pero claro, hasta aquí el discurso de lo normal. Estoy ya viejo y no me importa ser un influyente. No voy a hacer vida social y no espero ganar en amistades. Ya he sido destinado a morir en soledad, mejor que rodeado por quienes no quiero que se me acerquen. No tengo derecho a formar mi propia familia, o conformar un grupo de gente, o de crear una sociedad científica o tecnológica... De una manera o de otra, compartir conocimientos con un compañero le provocaba al mismo ganas de medirse conmigo, ¿por qué?

Y no faltaría el comentario de turno: "tú no tienes título..."; el comentario que no se dice, pero que se redondea, se bordea, se finge... Pero, en su justificación, no se deduce nada de esa afirmación. Nada que no sucumba en un nuevo comportamiento que no lleva a nada útil.

Así que jaque mate. Fuera. Y, sin embargo, me vienen con comentarios: "dedícate a otra cosa". Yo mismo lo buscaba: si ahora aprovecho para conformarme con esos dos suscriptores y el like, ¿eso no sería como hacer creer que es que realmente ya he cambiado de opinión por culpa de ese comentario? Y, por otro lado, si pongo otro vídeo, aunque sea por poner uno más y así contradecir la apariencia estúpida: ¿no asumiría el riesgo de ser raptado a tener que hacer otro más por cada comentario despectivo?

La verdad es que esto mismo debí haberlo previsto: tenía la intención de parar, pero lo que no puede ser es que cambie mi agenda sólo porque un capullo se crea artífice de crear cambios sobre mi agenda.

Pero todo eso es lo que significa hacerse un referente. Significa tener que asumir esas tonterías y tirar para adelante..., si realmente te valiera la pena. Un par de decenas de visualizaciones, un like, cuatro dislikes y dos sucriptores..., ¿es ese mi tope? Podría ser.

En realidad algo me dice que a estas alturas si se hubieran multiplicado por mil las visualizaciones, los likes y los suscriptores me habría producido las mismas sensaciones; salvo por el detalle de que si eso justificara cobrar entonces me valdría la pena continuarlo - claro.

En cualquier caso, la visión realista de todo esto no es pensar que voy a ganar un céntimo por lo que publico; lo que me llama la atención es que sospecho que 1 más y mil más me sabe a lo mismo - y eso es algo que me aterra.


jueves, 1 de abril de 2021

Mi teoría contra mi punto de vista

 - Seguro que te atacaban porque les caías mal. Tú a mí también me caes mal - dijo el juez, antes de volver a soltarlos.

Los políticos no es que sean tontos, el problema es que la mayoría son o cínicos o mezquinos; y en su periferia hay una suerte de buena fe torpe que no consigue el éxito. De vez en cuando se observan halos de esperanza en sujetos que se comportan con criterio; estas personas no acaban siendo reconocidas en la sociedad justo por las buenas cosas que hacen. Y es entonces cuando surge el problema.

Son despreciados por tener Principios o, peor aún, se les vapulea porque saben distinguir los Principios necesarios de los principios contingentes. Los necesarios son inviolables, los contigentes son aquellos que nos podemos saltar en ocasiones para asaltar los cielos.

La verdad sea dicha: en la socialdemocracia todos los principios son contigentes; se fundamentan en según qué circunstancias. Cuando aparece un drama humano de necesidad el político lo mercadea resolviéndolo en parte, y así conseguir varias cosas: 

1. Generar sensación de complicación democrática. Leyes con baremos, valores..., ausencia de polarización. Apariencia de inteligencia. Tecnicismo intelectual: idiotez.

2. Parte de la población, por ser activa, tendrá resuelto el problema. Son los elegidos, tienen que mantener el equilibrio, las formas, la fidelidad al partido..., si no quieren ser repudiados y olvidados. Deben adorar al gran hermano, a papá partido socialdemócrata. 

3. Parte de la población sigue con el problema. Son los apestados, los olvidados, los que se van a cabrear..., guerra, odio. Vuelven las estadísticas, el gran hermano tiene la solución, mantenemos la fórmula, en realidad los problemas se mantienen porque siempre hay problemas, no hay solución, indefensión aprendida, etc... Hay que volver a pedir ayuda al partido.

Estas fórmulas son simples: hay un problema y se lo resuelves a parte de la población; pero ojo, primero sólo presupuestas una parte y luego ejecutas parte de lo presupuestado. Los de derechas suelen presupuestar mucho y ejecutar poco, los de izquierdas suelen presupuestar poco y ejecutar mucho; pero al final todos funcionan igual. Es la misma parte, la misma mierda, la misma corrupción.

Por eso cuando expongo los hechos se me aparece de vez en cuando uno que se les da de ser racional. Ojo, racional no significa que tenga todos los datos. Racional significa que no se las dará de argumentativo sin datos, racional significa que sabe distinguir entre teorías y puntos de vista.

Cuando expongo mi punto de vista a partir de una teoría que tengo no tiene sentido que se me responda con otro punto de vista a partir de una teoría que no ha sido expuesta - todo eso contradice la capacidad para falsar. Si decimos que en España se pagan pocos impuestos entonces el que saque la teoría del esfuerzo fiscal tendrá que enseñar de qué cocinas se vale. Si no enseña su cocina entonces no existe tal teoría - es simplemente otro punto de vista, pero no sostenido en ningún dato.

Algo así pasaría con lo que se espera de muchas personas: se espera que sean héroes. Sin embargo nadie nace héroe; todos nacemos buenos, inocentes - pero no heroicos. Pasa como con el cuerpo humano: los cuerpos nacen rechonchillos e inocentes, pero la musculatura debe hacerse con la costumbre. La figura heroica es algo que se aprende, se fabrica.

Hay muchas cosas que se deben fabricar. El héroe varón o mujer es resultado de para qué queremos ser o pretender ser. Esta es la teoría del segundo sexo: el viaje de la mujer, el viaje de la heroína. Es el viaje de quien pretenderá convertirse en un referente para futuras mujeres. Y este mismo viaje es el viaje que nos presta el existencialismo de Sartre para el ser para-sí. Es el planteamiento de qué es lo que podemos ser; como sanciona Simone de Beauvoir en "El segundo sexo". Revisar "El ser y la nada" a partir de "El segundo sexo" es un ejercicio sano que ayudará a entender muchas cosas.

Un ejemplo práctico, como cita Simone de Beauvoir cuando se habla se su pasado chovinista, sería cuando de pequeño vi cómo abusaban de un niño. En el colegio el abusón oficial bromeaba con uno más pequeño, haciendo como que le bajaba los pantalones..., así que eso exactamente fue lo que hizo, una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez... El niño, en situación de indefensión, sólo podía chillar y aguantarse desde una barandilla para no caerse...

No es excusa decir que yo era muy niño para hacer lo más responsable, pero sólo se me ocurrió correr en dirección a su hermana mayor: no quería ver algo como eso. El problema es que su hermana mayor era de mi misma edad, estando con ella, hombro con hombro la apoyé... Pero entonces ella me reprendió a mí: "tú también pudiste haber hecho algo". Y, en el fondo, ir de inocente corriendo a que una autoridad le corte el rollo a ese chaval, buscar ser mayoría..., en el fondo sentí que me faltó algo.

Me faltó ser un héroe.

Me faltó lo que pude llegar a haber sido.

Me faltó ser lo que en el fondo sabía que podía ser.

Yo era suficientemente fuerte. Tenía cierta cultura de kung fu con películas de Bruce Lee. Tenía tablas y técnicas para dirigirme a los abusones llamándolos "maricas", considerando que esa fórmula ha sido el referente fundamental que ha reprendido la mayoría de los abusos de el ámbito académico (los abusones suelen tener un ímpetu sádico de caracter sexual hacia sus semejantes más pequeños, su lado más "gay"). 

Sin embargo me pudo otra pulsión: el miedo. El miedo a ser rechazado en el grupo. Miedo a convertirme en un monstruo sin control. Miedo a hacer daño a un amigo por querer reprenderle. Miedo a que no me tomaran en cuenta por mi mesura y cultura. Y..., ¡quién sabe! También podría ser el miedo a enfrentarme contra alguien a quien no conozco por cómo lucha, por cómo se pondría, por cómo lo afrontaría...

Reprimí mi miedo para convertirlo en un acto de mayorías. Pero no me sirvió de mucho: me faltó el ejemplo de saber cómo actúa la figura heroica que nunca tuve delante. Quizá me faltó el atribuirme la fuerza del protagonista. Sólo asumí tal fuerza para cuando por primera vez la hermana mayor me reclamó que debía asumir dicho papel. Hasta entonces yo pensaba que mi papel en la sociedad era otro.

Los dos hermanos abandonaron ese colegio. Lo cual me ayudó a reafirmarme con la necesidad de adoptar el compromiso de emplearme en las empresas más urgentes cuando éstas se presten.

Nunca más supe de ellos. Y no recuerdo el perdón de Maribel, aunque me sonaba que, antes de desaparecer, sí me agradeció mi ayuda..., pues su hermano tenía buen recuerdo de mí, y de cómo intercedía en ocasiones. Ese agradecimiento me supo a poco porque lo que ella no sabía era que sí era cierto que pude haber hecho más - mucho más. Pero, ¡ay la discreción! ¿No sería mejor saber ser públicamente discreto?

Pues bien, sin cultura no se puede formar un héroe. Sin las películas de Bruce Lee es imposible saber cómo piensa una persona de verdad, cómo afrontar los problemas: a patadas. Nacemos inocentes, pero la mezquindad y el cinismo emerge desde posiciones mal definidas en el poder; y deberíamos de reinventarnos para saber cómo echarlos a patadas.


martes, 30 de marzo de 2021

Creo que esto es más de lo que esperaba

El pasado 15 de enero contaba cómo un par de desconocidas a las que ayudé me gritaron un piropo, hoy he recibido como mención a un comentario de Youtube que ojalá haya más hombres como yo (y así favorecer el movimiento feminista). 

¿Qué es lo que nos hace apáticos?

¿No vivir en un mundo empático? ¿Que no te reconozcan el esfuerzo? ¿Percibir sólo actos de mala fe?

Me pregunto si los pulgares arriba deben ser el asidero del que debamos sostenernos para sentirnos realizados. Me pregunto si por reconocimiento es suficiente con hacer algo que sea visto por muchas personas.

Cada vez la gente está más aislada y cuando se junta lo hacen para continuar con su aislamiento. Tal vez deba conformarme con esa mención y dejar de ser influencer. Eso de ser youtuber es muy cómodo a la hora de tener contenidos, pero muy pesado a la hora de subir vídeos.

Además, el reconocimiento no lo he obtenido por los vídeos que hago, sino por un comentario susceptible de ser algún día eliminado por el youtuber al que critiqué.


Todo los abusos que estoy recibiendo de Hacienda me bloquea: dentro de varios días me replantearé la situación.


Hacienda persigue al proletariado

El fascismo se impulsó por un objetivo bien claro: acabar con el comunismo. Con ese impulso, lleno de odio, se promulgaron tres grandes enfoques: el dogmático supremacista, el propagandístico y la tolerancia al genocidio. 

El supremacismo se fundamenta en defender a según qué clanes o familias; a según qué castas. Actualmente los marqueses lo están pasando mal, y me alegro: porque servirá de lección para los siguientes imbéciles que pretendan hacer lo mismo - aún no han pasado por lo peor: los marqueses se verán rodeados de grandes cantidades de dinero, pero perderán absolutamente todo - todo lo demás. Y todo aquel que se le acerque a los marqueses apestará...

El supremacismo de quienes quieren vivir de la política, de los altos cargos, como hace la hacienda española - los funcionarios que no son sino matones, sicarios, al servicio de las omertás, vendettas personales o el ideario falangista de turno. Los cargos públicos españoles, lleno de mafias y estructuras corporativistas donde se ejerce comúnmente el crimen organizado, son los que contabilizan nuestro dinero. Ellos son los inspectores, y en ocasiones les da por apresar a presas que no paran de trabajar sin tener patrimonio alguno.

Así que se valen de la propaganda: "Hacienda somos todos". Ya se dijo en un juicio: "Eso no es más que propaganda". Nadie se la cree. En realidad hay una casta que no tiene porqué pagar y la plebe: los que tienen que pagar no serán los lúmpenes - hay que escoger a una clase pagadora de impuestos. La propaganda generará la apariencia de justicia y equidad. Pero no existe tal equidad: cada vez que voy a la Delegación de Hacienda en Cartagena sólo veo "blancos de buen ver" entrevistados por los funcionarios, algunos con el rostro desencajado como si una mujer hubiera perdido a su hijo por el hambre de la devastación de una guerra. Además, de todas las veces que he ido a la Delegación jamás de los jamases he visto un servicio ausente de ilegalidades - me mienten sobre mis propios datos censales, me niegan el derecho a grabarles cometiendo posibles delitos, se inventan que un documento no es correcto, me sellan expresamente mal un documento oficial, etc...

Supremacismo y propaganda. En la Delegación no veremos a grandes empresarios, a esos que se manejan con grandes sumas y grandes patrimonios. El dueño de los terrenos del Hospital, cuando tuve que formalizar mi tienda, observé que oficialmente todo lo referente a lo catastral está hecho un completo caos - y es el dinero de más que tiene que pagar la Sanidad Pública. Pero ahí no vería a Florentino Fernández. No. Ese señor no se pasará por la Delegación de Hacienda.

¿Qué pasará cuando vuelva la oleada de suicidios como en 2012? ¿No es temerario atacar a los autónomos como lo hace Hacienda con el CoVid encima?

Lo puedo decir y lo digo: en Hacienda son unos fascistas. Y el precursor de ese movimiento conspirativo y absurdo es el peor de los fascistas, el mayor enemigo del comunismo, del socialismo..., de las clases trabajadoras.

Hay un claro odio en Hacienda contra quien trabaja a destajo: desean que esas personas sean eliminadas, que paguen de más. Y por eso se reinventan las multas, los criterios, los censos, los datos..., y cuando un compañero ve algo que no le cuadra lo encubre. Porque son así de fiables: se encubren entre ellos. Es asqueroso.

En estas condiciones no puedo sino relejarme y entrar en fase de indefensión adquirida: cuando el depredador se pone a morder a la presa, la presa no debería de seguir luchando.

Y no voy a luchar, voy a esperar a que otro juez corrupto se me ponga delante y se ponga a frivolizar otra vez con ese cinismo imprescindible en cualquier dictadura institucionalista de que, por un motivo o por otro, la culpa era del usuario - no del funcionario.

Me muero de ganas de acabar de una puta vez en la cárcel y que me dejen en paz. Porque no me pienso ni resistir ni participar ni hacer nada de nada. Y si se me ponen delante..., allá ellos, la revolución sólo se consigue mediante asalto.

La ausencia de Principios y la trasvaloración de quiénes deben ser vigilados, quiénes son las víctimas de los abusos de poder, sólo pueden llevarnos a nuevos episodios de sorprendente reacción de crónica negra.


Tierra: Día 19/07/24 punto de inflexión

Ayer se produjo el punto de inflexión a escala mundial. Dependiendo de lo que hagan y no hagan los gobiernos tras lo sucedido ayer las dos c...

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