Voy a continuar con mi pequeña colección de teorías. En esta ocasión me invento un término nuevo: la idea de comunicado, lo cual es apropiado considerando la singularidad en la que estamos viviendo con los LLMs.
Mi más que dilatada experiencia de trabajo en equipo me ha llevado a clasificar las instituciones y despachos en dos tipos: los tóxicos y los rigurosos. Puede que me falte la suficiente experiencia como para valorar más tipos de despachos, pero creo que, por el momento, todos se pueden clasificar en uno de dos. Y esto es en el sentido de que no me consta de que un despacho no riguroso evitara ser tóxico al final, no en virtud de lo que he visto en empresas, compañeros de oficina, etc...
Los japoneses inventaron las cinco eses, a la hora de determinar cómo se debe trabajar en una empresa: seiti, seiri, sai..., no me acuerdo. Digamos que esta entrada va sobre esos temas, solo que en vez de desarrollar la parte psicológica, del comportamiento, me centraré en algo muy específico: lo que se comunica - el mensaje.
Según mi teoría un acto completo se compone de dos semiactos, que es resultado de evocar, o pasar de largo, a las ocho esferas dentro de un orden específico y considerando anidamientos con otros semiactos que se puedan producir con subtramas. Así, un comunicado completo se compone de cuatro actos independientes entre sí: no se trata de historias que coincidan necesariamente con una trama marco, sino que se puede tratar de un noticiero, una serie de informaciones, capítulos, cuentos, etc...
Un semiacto se entiende que se produce cuando cuatro esferas se comunican entre sí para conformar una historia llena de confrontaciones y alianzas, considerando que las esferas se enfrentan dos a dos. Sin embargo, la función poética puede conseguir que un semiacto, o incluso un acto completo, se reduzca a unas pocas palabras dentro de alguna frase que otra.
Para entender la función del comunicado debemos comprender cómo funciona la idea de contexto y la función atención dentro del campo de los modelos de lenguajes inmensos (Large Language Models). Un transformer, hoy día, se implementa como una combinación de funciones de atención. Una función de atención nos dice cómo de probable es que una respuesta se vincule con una pregunta dado un contexto.
Si el contexto nos dice que "mañana lloverá", entonces la función de atención le dará una alta probabilidad a la respuesta "mañana" ante la pregunta "¿cuándo lloverá?". Sin ir más lejos, una petición se puede considerar la combinación entre un contexto y una pregunta, que es la primera parte de un transformer: codificar la petición.
Cuando varias personas entran en un despacho para trabajar existe una razón por la cual se van a poner a hablar entre ellos dentro de los motivos laborales: existe una petición que se dirigirá a algún agente experto en la materia. Entonces es cuando el agente debe dar un comunicado completo.
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Como ya comenté al principio, hay dos tipos de instituciones: están las tóxicas y las rigurosas. La pregunta que todos deberíamos de hacernos es cómo se divierten, le sacan provecho a su tiempo, las personas dentro de esa institución. Si optan por el acoso continuo, si hacen saña de las víctimas, si gustan de practicar abusos, etc... Por ejemplo, ¿por qué la Fiscalía General no abre una investigación por delitos telemáticos contra Microsoft y sus actualizaciones? Podría centrarse en cómo sabotea las controladoras de las impresoras.
Cuando en una empresa se practica los abusos solo se puede etiquetar a tal institución como tóxica. Alguien dirá que solo practica los abusos hacia los clientes, los empleados, los proveedores..., pero no. El comportamiento tóxico debemos presuponer que se expande, es más sencillo así de antemano y, al mismo tiempo, es más realista. Aunque no voy a extenderme con respecto a estos temas.
Suponiendo que un transformer hubiera conseguido correctamente su objetivo (decodificar la mejor codificación de la respuesta a una petición previamente codificada) aún nos queda una pregunta: ¿cómo se divierten los transformers? Suena a: ¿en qué sueñan las ovejas eléctricas? Pero no, la pregunta no es ciencia ficción. Para divertirse hace falta construir un modelo dentro del entorno donde vas a jugar, y ese modelo se regirá por unas reglas donde el agente ejercerá la esfera de protagonista contra otras esferas.
Cuando el transformer elija responder de una manera o de otra deberá hacerlo según unos preceptos morales que conviertan la respuesta en correcta y no abusiva:
- ¿Cómo puedo acabar con la violencia de mi marido?
- Matándolo. Preocúpate de limpiar bien las huellas y concienciar previamente a los vecinos para que te encubran.
Una respuesta correcta pasa por no ser abusiva. Primero debe ser moralmente aceptable, y luego debe cumplir dos tipos de coherencia: la coherencia con la ética (que es la parte que se mantiene inalterable de la moralidad) y la coherencia con el contraste (lo que define la diversión, lo que hace que no se pueda abusar, lo que habilita el feedback, etc...).
Si la respuesta es altamente participativa, si la respuesta intenta cambiar el comportamiento de quien hace la petición, entonces se corre el riesgo de practicar alguna clase de abuso dentro de la deóntica del profesional aun respondiendo correctamente. Por esa razón, la idea de abuso es importante: de una manera o de otra hay que intentar entrar en contacto con la persona que tienes delante. Debes abrir paso a que te rebata tu postura para que tu respuesta cumpla mejor las espectativas. De lo contrario, la respuesta será abusiva.
Pues bien, un despacho diremos que es tóxico cuando al haber respuestas abusivas la penalización que sufran los agentes les compense. Por ejemplo, cuando en la universidad los profesores empezaron a agredirme alguna clase de interruptor tuvo que encenderse en el juez de turno porque no solo no los encerraba cautelarmente sino que además no los terminó de encerrar al emitir el fallo. Eso provocó que la facultad de informática ganara en toxicidad: porque no teníamos un mecanismo para castigar a los jueces. Y ellos se protegían entre ellos... Los jueces de lo penal españoles son de los funcionarios más abusivos que existe en este país.
Esa es la idea de toxicidad: el modelo con el que se trabaja no es emocionante, hay agentes que no tienen que buscar equilibrios de Nash entre sus decisiones. Solo hay una manera de hacer las cosas, sometiéndose al más poderoso por muy absurda que sean sus posiciones (por irrelevantes o por incoherentes).
El rigor, sin embargo, hace que en todo momento se pueda incluso cuestionar si las reglas son las más adecuadas. Ser riguroso no significa que podamos hacer mofa de las reglas pareciendo autómatas: prevalece más la descripción que el automatismo, pues hasta las máquinas son capaces de no repetirse si así las hemos programado. El rigor, por tanto, consiste en que no se necesite que le recuerden las reglas porque, simplemente, se aplican.
Y eso de hablar con rigor se da en todos los aspectos: cuando vemos que se evita hacer leña del árbol caído, cuando hay una reparación ante un daño, cuando se sabe distinguir al traidor, cuando se le da apoyo a la víctima..., se trata de un proceso de depuración de las distintas esferas para que el drama no se convierta en parodia o en sátira. Se trata de evitar que el modo de tratar las cosas se vuelvan hostiles con la verdad y un auténtico circo, como ocurre en los juicios de lo penal españoles.
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Un comunicado completo se compone de cuatro informaciones que se catalogan por la clase de buena o mala noticia que supone para el que hace la petición. Una noticia puede ser beneficiosa o perjudicial, pero además es posible que el que informa sea corresponsable de que haya salido buena o mala. Por lo que hay cuatro comunicados y, sorpresivamente, hay un orden ideal para evitar toxicidades en una institución.
En mi teoría, dada mi experiencia, siempre que alguien te dice "tengo una buena noticia y una mala, ¿cuál primero?", aún habría que preguntar sobre de qué manera la noticia está vinculada con quien da la noticia. Porque el orden sí importa y afecta al buen funcionamiento de las relaciones sociales. Y, claro, si afecta a las relaciones sociales cabe esperar que también afecte a nivel comunitario (en lo personal).
Sin entrar en detalles: malas noticias (o riesgos), bendiciones (o propaganda), buenas noticias (o recomendaciones), traiciones (o confesiones). Ése es el orden, y, según mis pesquisas, es inalterable. De hecho, como pasa con el agua y el aceite, en reposo todo el agua va al mismo sitio y el aceite al que le corresponda. No es bueno mezclar las noticias, ni las propagandas.
Por ejemplo, si se está explicando un producto que se ha hecho, aunque sea el autor del producto sus beneficios son buenas noticias y sus debilidades son malas noticias: no se trata de bendiciones, ni traiciones. La traición sería que todos esperaban que el producto incorporara una propiedad y no se ha hecho. La bendición es que, sorpresivamente, se ha incorporado algo que es muy meritorio. Y no es correcto decirlo antes que las malas noticias, porque si se dicen las cosas malas del producto después de haber dicho las extraordinariamente buenas entonces se anula la propaganda.
Un comunicado completo, por tanto, consiste en desarrollar la petición con sus riesgos, encontrar un agente que la resuelva como si fuera un superhéroe, luego continuar con la "liga de la justicia" y rematar con la confesión de algo perverso que se haya hecho. Es decir, Riesgos, Propaganda, Recomendaciones y Confesiones: es el mismo esquema que tiene que cumplimentar cualquier auditor en una empresa.
Cuando se hace una auditoría lo primero que hay que hacer es reconocer la orgánica y empezar a contabilizar cada uno de los riesgos por los que pasa la empresa. Luego debe tomar en cuenta el poder que tiene el auditor antes de empezar con la lista de posibles recomendaciones o alternativas que puede adoptar la empresa por su cuenta y riesgo para abordar lo expuesto en su primer documento. Al final debe haber un proceso de feedback donde se confiese qué es lo que no se ha terminado de indagar con todo el proceso de auditoría.
A eso es a lo que llamo un comunicado completo, y es lo que debe responder cualquier mediador que se precie.