jueves, 12 de noviembre de 2020

Gobierno y Monarquía

 Toca tragar, en muchos aspectos. Y la monarquía es una de esas cosas que menos me molestan. Y en esta entrada explicaré el porqué.

A mí me tocó este blog, con este diseño que no me gusta. No es flexible en muchos aspectos: prefiero el blog de luces y espectros que tengo: donde los títulos llaman la atención y pueden ser escogidos por su gancho. En este blog estás obligado a tener que adivinar el número del día dentro del mes. Así que, por mi parte, tocaría tragar. Quizá, si me hiciera blogger de verdad, me preocuparía de crear otro blog, y otro, y otro..., cada uno para el tipo de entrada para la que estuviera mejor condicionada dentro de la estructura de diseño de ese blog. Ahora bien, se ve que no voy a dedicarme profesionalmente a esto. Y eso es, entre otras cosas, porque el sistema de alta publicitaria de Google es un completo caos.

Pero voy a lo que voy: la monarquía todos sabemos lo que es, es el gobierno de uno solo. Ahora bien, históricamente las monarquías son todas hereditarias, porque parten del ejercicio de gobernar un reino, que sería patrimonio de la familia real. Y, claro, como ya dije: la defensa de la familia, o del patrimonio, se pueden hacer incompatibles con el liberalismo cuando se quieren defender dosis de meritocracia dentro del sistema. Eso mismo es lo que expliqué el último November The Fifth, Remember, Remember...

Así que el rey hereda la corona porque es el gran patriarca, defensor de la familia y de la propiedad privada. Porque es así como lo quiere la gente: quiere que la familia, y la propiedad sean defendidos como valores dentro del sistema..., dentro del reino, no será dentro de la democracia, claro.

 Pero, al mismo tiempo, mucha gente no quiere defender la idea de una monarquía. Tan pronto como los falangistas adoraban a Franco y a su puñetera familia burguesa, tan pronto como aceptaron los títulos autoimpuestos para convertirse en aristócratas, cambiar la historia, crearse una heráldica..., luego vuelven a querer defender valores liberales, no quieren reconocer conceptos nobiliarios - siempre y cuando se les respete sus tierras, propiedades, herencias familiares...

Así que me saltaré a los hijos de Primo, esos hijos de P no tienen criterio. 

Lo más importante a la hora de defender un discurso programático es defender una orgánica que justifique la idea de meritocracia: justo y exactamente lo que Primo de Rivera nunca hizo. Lo remarcaré aquí y siempre, para que quede claro dónde está mi crítica. Que no me venga nadie con atar perros con longaniza, que eso lo podemos prometer todos - sólo que a algunos se nos caería la cara de vergüenza.

Volviendo a la realidad, cuando veo que hay gente que a día de hoy sigue demandando la necesidad de un poder ejecutivo lo que veo es:

a) el miedo a que el ejecutivo controle al judicial al estar fusionados

b) el deseo de ofrecer soluciones más eficientes que las asamblearias

c) tener un chivo expiatorio sobre el que echar todas las culpas

d) tener un referente que será protagonista de nuestros éxitos y fracasos como colectivo

Cualquiera de las cuatro situaciones anteriores sucumben, tal como lo veo, en una falacia.

Empezaremos por el final, de más fácil a más difícil...

 

Tener un referente que será protagonista de nuestros éxitos y fracasos como colectivo

Los políticos no son referente de nada. El poder ejecutivo sólo es referente de sí mismo. Cada cual está en el poder sólo para su propio beneficio. Algunas personas quisieran poner a otro chimpancé con el que sentirse identificado, para despotricar contra el chivo expiatorio que representa el bando contrario. Y es sencillo: si eres conservador el tuyo es tonto y el contrario es un bueno para nada, si eres progresista el tuyo es un simpático y el contrario es un genio del mal. Estos enfoques son patéticos porque no son meritocráticos, ni representativos..., salvo de la moralidad polarizada de la gente. No son un reflejo de la sociedad, es una proyección que emite la sociedad a partir de su visión superficial que tienen de la política.

Y además es tremendamente previsible.


Tener un chivo expiatorio sobre el que echar todas las culpas

Muchos quieren que exista un poder ejecutivo para poder despotricar contra alguien. Sin embargo eso es lo mismo a tener que admitir que existe un problema en nuestro colectivo y que no quieren abordar. Una sociedad meritocrática y justa procura valerse de los poderes constituidos para darles uso, no para convertirlos en la putita de los medios. Los políticos no son los encargados de azuzarnos, de dirigir la ventana de Overton, no son los que nos darán una de cal y otra de arena para que nos impliquemos en Política como el experimento de Skinner..., todo eso es circunstancial, y existe para que se mantenga la clase política: si no existiera el líder de la oposición no existiría tampoco el líder político de tu partido.

Dejarse llevar por esta creencia nos acerca a las bestias.

 

El deseo de ofrecer soluciones más eficientes que las asamblearias

Ya lo decía Rousseau: la monarquía es más eficiente que la asamblea. Pero eso no quiere decir que debamos tirar la toalla: ¿qué modelo de Iphone tenía Rousseau? Las cosas como son, hoy día tenemos tecnología, hemos revolucionado el mercadeo con las ideas de calidad total, las máquinas pueden pensar de manera más eficiente que las personas, etc... Algunas ideas hay que revisarlas: ¿qué entendemos por ser eficientes? ¿Es un problema exclusivamente humano o se puede automatizar? Hay que hablarlo con los informáticos y los politólogos. Según el caso, las soluciones más eficientes son las que aporta el técnico, el experto..., que será contratado por la asamblea de manera temporal y controlada. No hace falta un Gobierno permanente si ya tenemos unos legisladores y unos jueces que dirijan el cotarro ¿O acaso lo que queremos es que se siga manteniendo la red clientelar y la jerarquía de inútiles que no rinden cuentas por su trabajo?

Ese pensamiento es de vendidos y cobardes.

 

El miedo a que el ejecutivo controle al judicial al estar fusionados

Acabar con el poder ejecutivo implica que las decisiones ejecutivas serán tomadas según las leyes por juristas y, por tanto, será aplicable jurisprudencia y una arbitrariedad según corresponda de manera trasparente. Tener miedo a que el ejecutivo sea controlado por el judicial es algo que los cartageneros lo conocemos de primera mano: La Asamblea Regional aprobó pedir una provincia para Cartagena y un único murciano fue suficiente para tumbar el derecho de petición sin necesidad de fundamentar jurídicamente nada. Lo que hace que la ley no se cumpla no es la fusión de poderes, sino la no ejecución de las leyes. Un juez puede controlar a un juez con independencia. El poder judicial puede ser auditado por el pueblo mediante referendo, y el juicio de un tribunal puede ser vetado por un jurado espectador activo al que no le convenza las formas. No es un problema de separación de poderes, sino de fe en cómo funciona la Justicia y cómo es contemplada por el Pueblo.

Quien teme esto es porque no se fía del Pueblo.

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Pero si hay gente de quien sí que no me fío es de los gobernantes. Los que gobiernan deberían someterse a una cadena de mando, y quienes mejor entienden las cadenas de mando son los militares. El corte y la disciplina militar implica respetar la cadena de mando por encima de tu propia vida. Quien está dispuesto a gobernar debe aceptar el gobierno de alguien que le juzga y que está por encima de él. Para el caso, la única fórmula cuando se quiere tener un presidente electo es que éste tema de los militares y, a su misma vez, que los militares sean fieles a la Corona. Es la mejor y única fórmula.

¿Y qué pasa cuando permitimos que quien tenga el control del gobierno lo tenga permanentemente por varios años y de manera incondicional? Un político sólo necesita dos legislaturas en España para jubilarse con la máxima. Lo que ocurre cuando pasan estas cosas es que los amigos que le pusieron ahí querrán su parte: ése es el problema.

Una persona que se ganó el voto privado en su partido es de las personas menos fiables a la hora de controlar el ejecutivo. Es mucho más fiable quien se ganara el puesto por motivos no meritocráticos, porque no necesitó negociar con nadie para ganárselo - como conseguir el poder hereditariamente.

Si, por el contrario, el gobernante es contratado de manera técnica y temporal, por ser de los mejores, por una asamblea entonces cada pocas semanas tendrá que rendir cuenta el gobernante por las decisiones que se le habilitó adoptar en tal situación de emergencia - y sólo podrá disponer de los recursos que los legisladores (los únicos representantes del Pueblo) le habiliten para el siguiente periodo de mandato. Un tecnócrata no debería de tener demasiado tiempo calentando el sillón del poder, porque podría condicionarlo a sus financiadores.

Y ése es el principal problema de los partidos políticos en todas las socialdemocracias: los que más cosechan votos son los que están mejor financiados, que son los que saben mejor su llegada al poder tras minar las leyes y el gobierno a favor de los tenedores de deuda, y ante el pueblo son los que mejor se adaptan con ser representante y chivo expiatorio; más allá de ellos es como si no existieran. El programa, por tanto, acaba siendo lo de menos; y la gente acaba votando con el estómago, unos pocos con el corazón y, marginalmente, alguno con la cabeza.

Ante tal despropósito las oligarquías dentro del neoliberalismo se hacen propietarias de los poderes que gobiernan los partidos políticos y, hereditariamente, van cediendo el poder a sus hijos. La socialdemocracia tiende a ser monarquías encubiertas porque, en el fondo, la monarquía, como decía Rousseau, es el modelo más eficiente que se conoce... 

Porque no se quiere habilitar un modelo asambleario.

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