Una de las razones por las no veía la manera de denunciar lo que me pasaba en la universidad era porque la manera natural de contar la historia incumplía la regla del tres, y una sociedad poco refinada en la literatura kafkiana poco podría aceptar.
La regla del tres consiste en hacer tres preguntas rápidas de sentido común, donde se espera una respuesta automática; si las dos primeras tiene por respuesta un sí entonces la tercera induce sobre la pregunta el sí por respuesta.
- No entiendo la regla del tres.
- Pues te lo explico, para ello voy a coger una chica que está andando por aquí al azar -para a una chica- hola, me gustaría hacerte tres preguntas rápidas para explicarle a este amigo en qué consiste la regla del tres; sólo tienes que responder rápido, son de sentido común, y te vas.
- Bueno, de acuerdo...
- Pero, antes de todo, es cierto que no nos conocemos, ¿verdad? - pregunta asintiendo
- Sí, cierto.
- Y eres una chica - vuelve a preguntar asintiendo
- Sí
- Y me la quieres chupar - mientras asiente
- Sí...
- Gracias, sólo quería saber eso. Y gracias por el ofrecimiento, lo tomaré en cuenta.
La regla del tres nos viene a decir que toda secuencia induce una tercera respuesta en positivo si las dos anteriores también lo fueron. Y eso es lo que sucede cuando expones las razones por las cuales me fui de la universidad:
- Resulta que era agredido.
- ¿Y por qué no lo denunciaste a los profesores?
- Porque eran los profesores
- ¿Y por qué no lo denunciaste a la policía?
- La policía los detenía, pero salían de comisaría nada más entrar.
- ¿Y por qué no lo denunciaste al juez?
- Porque era el juez quien los sacaba.
Ya, a partir de este punto, los dos primeros porqués sostienen al tercero. Y es cuando se responde un "¡Venga ya! Me estás tomando el pelo".
Dicho esto, peor aún era seguir con otros "y por qué no" que son propios de sistemas antidemocráticos y completamente escatológicos, como lo que ocurre en las instituciones públicas españolas. Porque, por supuesto, el problema de esta profundidad de conversación es que va más allá del "tercer nivel". Es como si supieran esos criminales la manera de escabullirse del delito, cómo organizar el crimen para montar una historia increíble.
Sin lugar a dudas esta técnica es muy buena para organizarse a cometer un delito y que "nadie te vea", sin necesidad de matar a los testigos. Sin embargo, cuando eres víctima de vejaciones es muy difícil, sabiéndolo, crearte una proyección a parte para buscar la manera de defenderte de esas técnicas. Así que la ventaja la tienen los malos cuando las instituciones públicas están corruptas por la desidia.
Por eso, en ocasiones comprendo que la gente desconfíe del estado. Es decir, es comprensible, pero sigue siendo irracional. El estado debería tener miedo del Pueblo, por mucho que se ría de la plebe. Porque la plebe es irracional, no tiene cultura de lo escatológico, y es víctima de la regla del tres.
La técnica es muy sencilla y se usa mucho en política: concretamente a través de los falsos dilemas. Yo mismo habré dado esos consejos cuando era más joven, debido a que es una técnica de manipulación muy poderosa y, al mismo tiempo, desde un punto de vista maquiavélico podía ejemplarizar ante la clase política porqué debían cambiar las reglas del juego. Es decir, la partitocracia tiene un carácter autodestructivo y es muy caótica - más allá de las incongruencias que lleva parejo por un lado por el sometimiento a los designios extranjeros, la apariencia de responsabilidad (que en realidad no se tiene), la apariencia de irresponsabilidad (en lo que sí se tiene) o simplemente la volatibilidad de la plebe ante los vínculos de la política con las empresas, los indultos y las mentiras en general.
Pero está claro que hay que ser muy, pero que muy, GILIPOYAS para ser político. Se trata, como ocurre con la universidad, de una ruleta rusa que puedes jugar a tu favor si eres paciente; pero que el que quiera sacarle mucho provecho, cuanto más provecho le quiera sacar más escaldado saldrá. Y tenemos casos en España como Pujol, por ejemplo, donde cuanto más estable se creía el muy gilipoyas - porque no tiene otro nombre - más al fondo se metía el solito... ¡Ay si se hubiera conformado solo con el 3%! Pero no: la técnica la conocía Pujol, de ahí que hablara de las ramas que caerían tras el árbol..., su discurso que daba risa a la plebe y escocía a la clase política catalana. Pero claro, hay que ser muy independentista catalán como para no conocer este ejemplo que, en su tiempo, yo sabía por terceros que se daba y sólo Maragall fue quien se atrevió a exponer públicamente. Todos sabíamos, por la regla del tres, que una mención aislada no haría nada.
Ya hemos visto que la corrupción en España está tan fuertemente arraigada que las últimas instancias del poder judicial ya se encarga de indultar lo inaceptable. Que se los discos duros destruidos no son delito, que si se podía sacar en bolsa un producto que objetivamente era una estafa porque un puesto a dedo por los estafadores le había dado carácter oficial... Es un no parar. El Supremo y el Constitucional son un cachondeo, pero porque son colocados por el gobierno.
¡Ay si el Pueblo pudiera vetar a las últimas instancias de los poderes democráticos! Si se pudiera referendar de manera vinculante, según una ley que habilitara tal procedimiento, la marca de poderes públicos para que no sean promocionados por delante de quienes no acumulen tantas marcas...
La partitocracia ha conseguido crear el falso debate de hacer creer que todo tiene que ver con el gobernante y, al mismo tiempo, allá donde ningún partido ha sido capaz de definirse en contra, apartar del debate los consensos de los que no puede escaparse estructuralmente como si no fueran responsables los que ocupen el poder. Así se alimenta el meme cultural del emperador, que no es sino el mismo al que llamaban en algunos libros "patriarcado", sólo que el emperador es más genérico: consiste en acaparar las historias hacia una figura humana para volcar sobre ella todas las responsabilidades y las decisiones.
Creer que un sujeto es el encargado de dirigir una sociedad es sesgado.
En su tiempo, cuando vivíamos en camadas, la poca cultura necesitaba usar la regla del tres: aunque no tengas capacidad para construirte una mente o cultura, el sesgo de la regla del tres te empuja a hacer lo que ves repetido, para así repetirlo tú también. Lo que es tradición en abuelos y padres lo repetirás por la regla del tres. Lo que ves que hace tu amigo y tu hermano lo harás también. Es información reforzada. Es como piensa la plebe: no necesita pensar, ya lo hace el emperador por ella.
El Pueblo, sin embargo, se mueve por sus propios intereses: cuestiona los memes y se hace responsable de la defensa de los mismos. Si esos memes nos comandan entonces debemos construir nuestros propios memes, no que sean los memes los que construyan nuestra identidad: "Es la mujer la que debe definir qué significa ser mujer", esta frase pero generalizándola. Ése es el papel del existencialismo.
Y veo algún joven que vuelve a intentarlo, mientras erra en algunos aspectos. Pero creo que hay que apoyarlo - como en su tiempo apoyé al 15M antes de que la cagara gallir y empujara a la gente a conformar una plataforma política antes de que cuajaran mejor los grupos. No me hicieron caso con continuar con leyes de máximos, con conformar grupos distintos e independientes que no se llevaran bien..., con evadirse de la necesidad de crear una única identidad... ¿para qué? Salir del cascarón antes de tiempo es suicida, esperar de más también. Hay que saber hacer las cosas bien.
En cualquier caso me tocará observar - de nuevo. A ver qué pasa. Si a la tercera va la vencida es porque debido a las dos primeras los villanos se habrán confiado para la tercera.