sábado, 3 de octubre de 2020

La regla del tres

Una de las razones por las no veía la manera de denunciar lo que me pasaba en la universidad era porque la manera natural de contar la historia incumplía la regla del tres, y una sociedad poco refinada en la literatura kafkiana poco podría aceptar.

La regla del tres consiste en hacer tres preguntas rápidas de sentido común, donde se espera una respuesta automática; si las dos primeras tiene por respuesta un sí entonces la tercera induce sobre la pregunta el sí por respuesta.

- No entiendo la regla del tres.

- Pues te lo explico, para ello voy a coger una chica que está andando por aquí al azar -para a una chica- hola, me gustaría hacerte tres preguntas rápidas para explicarle a este amigo en qué consiste la regla del tres; sólo tienes que responder rápido, son de sentido común, y te vas.

- Bueno, de acuerdo...

- Pero, antes de todo, es cierto que no nos conocemos, ¿verdad? - pregunta asintiendo

- Sí, cierto.

- Y eres una chica - vuelve a preguntar asintiendo

- Sí

- Y me la quieres chupar - mientras asiente

- Sí...

- Gracias, sólo quería saber eso. Y gracias por el ofrecimiento, lo tomaré en cuenta.

La regla del tres nos viene a decir que toda secuencia induce una tercera respuesta en positivo si las dos anteriores también lo fueron. Y eso es lo que sucede cuando expones las razones por las cuales me fui de la universidad:

- Resulta que era agredido.

- ¿Y por qué no lo denunciaste a los profesores?

- Porque eran los profesores

- ¿Y por qué no lo denunciaste a la policía?

- La policía los detenía, pero salían de comisaría nada más entrar.

- ¿Y por qué no lo denunciaste al juez?

- Porque era el juez quien los sacaba.

Ya, a partir de este punto, los dos primeros porqués sostienen al tercero. Y es cuando se responde un "¡Venga ya! Me estás tomando el pelo".

Dicho esto, peor aún era seguir con otros "y por qué no" que son propios de sistemas antidemocráticos y completamente escatológicos, como lo que ocurre en las instituciones públicas españolas. Porque, por supuesto, el problema de esta profundidad de conversación es que va más allá del "tercer nivel". Es como si supieran esos criminales la manera de escabullirse del delito, cómo organizar el crimen para montar una historia increíble.

Sin lugar a dudas esta técnica es muy buena para organizarse a cometer un delito y que "nadie te vea", sin necesidad de matar a los testigos. Sin embargo, cuando eres víctima de vejaciones es muy difícil, sabiéndolo, crearte una proyección a parte para buscar la manera de defenderte de esas técnicas. Así que la ventaja la tienen los malos cuando las instituciones públicas están corruptas por la desidia.

Por eso, en ocasiones comprendo que la gente desconfíe del estado. Es decir, es comprensible, pero sigue siendo irracional. El estado debería tener miedo del Pueblo, por mucho que se ría de la plebe. Porque la plebe es irracional, no tiene cultura de lo escatológico, y es víctima de la regla del tres.

La técnica es muy sencilla y se usa mucho en política: concretamente a través de los falsos dilemas. Yo mismo habré dado esos consejos cuando era más joven, debido a que es una técnica de manipulación muy poderosa y, al mismo tiempo, desde un punto de vista maquiavélico podía ejemplarizar ante la clase política porqué debían cambiar las reglas del juego. Es decir, la partitocracia tiene un carácter autodestructivo y es muy caótica - más allá de las incongruencias que lleva parejo por un lado por el sometimiento a los designios extranjeros, la apariencia de responsabilidad (que en realidad no se tiene), la apariencia de irresponsabilidad (en lo que sí se tiene) o simplemente la volatibilidad de la plebe ante los vínculos de la política con las empresas, los indultos y las mentiras en general.

Pero está claro que hay que ser muy, pero que muy, GILIPOYAS para ser político. Se trata, como ocurre con la universidad, de una ruleta rusa que puedes jugar a tu favor si eres paciente; pero que el que quiera sacarle mucho provecho, cuanto más provecho le quiera sacar más escaldado saldrá. Y tenemos casos en España como Pujol, por ejemplo, donde cuanto más estable se creía el muy gilipoyas - porque no tiene otro nombre - más al fondo se metía el solito... ¡Ay si se hubiera conformado solo con el 3%! Pero no: la técnica la conocía Pujol, de ahí que hablara de las ramas que caerían tras el árbol..., su discurso que daba risa a la plebe y escocía a la clase política catalana. Pero claro, hay que ser muy independentista catalán como para no conocer este ejemplo que, en su tiempo, yo sabía por terceros que se daba y sólo Maragall fue quien se atrevió a exponer públicamente. Todos sabíamos, por la regla del tres, que una mención aislada no haría nada.

Ya hemos visto que la corrupción en España está tan fuertemente arraigada que las últimas instancias del poder judicial ya se encarga de indultar lo inaceptable. Que se los discos duros destruidos no son delito, que si se podía sacar en bolsa un producto que objetivamente era una estafa porque un puesto a dedo por los estafadores le había dado carácter oficial... Es un no parar. El Supremo y el Constitucional son un cachondeo, pero porque son colocados por el gobierno.

¡Ay si el Pueblo pudiera vetar a las últimas instancias de los poderes democráticos! Si se pudiera referendar de manera vinculante, según una ley que habilitara tal procedimiento, la marca de poderes públicos para que no sean promocionados por delante de quienes no acumulen tantas marcas...

La partitocracia ha conseguido crear el falso debate de hacer creer que todo tiene que ver con el gobernante y, al mismo tiempo, allá donde ningún partido ha sido capaz de definirse en contra, apartar del debate los consensos de los que no puede escaparse estructuralmente como si no fueran responsables los que ocupen el poder. Así se alimenta el meme cultural del emperador, que no es sino el mismo al que llamaban en algunos libros "patriarcado", sólo que el emperador es más genérico: consiste en acaparar las historias hacia una figura humana para volcar sobre ella todas las responsabilidades y las decisiones.

Creer que un sujeto es el encargado de dirigir una sociedad es sesgado.

En su tiempo, cuando vivíamos en camadas, la poca cultura necesitaba usar la regla del tres: aunque no tengas capacidad para construirte una mente o cultura, el sesgo de la regla del tres te empuja a hacer lo que ves repetido, para así repetirlo tú también. Lo que es tradición en abuelos y padres lo repetirás por la regla del tres. Lo que ves que hace tu amigo y tu hermano lo harás también. Es información reforzada. Es como piensa la plebe: no necesita pensar, ya lo hace el emperador por ella.

El Pueblo, sin embargo, se mueve por sus propios intereses: cuestiona los memes y se hace responsable de la defensa de los mismos. Si esos memes nos comandan entonces debemos construir nuestros propios memes, no que sean los memes los que construyan nuestra identidad: "Es la mujer la que debe definir qué significa ser mujer", esta frase pero generalizándola. Ése es el papel del existencialismo.

Y veo algún joven que vuelve a intentarlo, mientras erra en algunos aspectos. Pero creo que hay que apoyarlo - como en su tiempo apoyé al 15M antes de que la cagara gallir y empujara a la gente a conformar una plataforma política antes de que cuajaran mejor los grupos. No me hicieron caso con continuar con leyes de máximos, con conformar grupos distintos e independientes que no se llevaran bien..., con evadirse de la necesidad de crear una única identidad... ¿para qué? Salir del cascarón antes de tiempo es suicida, esperar de más también. Hay que saber hacer las cosas bien.

En cualquier caso me tocará observar - de nuevo. A ver qué pasa. Si a la tercera va la vencida es porque debido a las dos primeras los villanos se habrán confiado para la tercera.


viernes, 2 de octubre de 2020

¿Es ese el papel del filósofo?

Teniendo una nueva fuente de la que leer, una nueva línea que investigar y un nuevo campo en donde abonar alguna innovación por vender, me veo en la encrucijada del papel que ocupa el filósofo y, por tanto, si me da cuenta disfrutarlo o aprender poco de él.


Con estos nuevos ojos que disfruto leo y observo. Son referenciados muchos autores no por las cosas que defienden, sino por cómo las exponen; eso pienso yo. Y es que cuesta comprender la valía de unas afirmaciones que se quedan siempre a medias para plantear interrogantes cuya respuesta dista de sus intenciones. Colmados de falsos debates, éstos se desarrollan de una manera sibilina y hermosa hasta hacernos sucumbir en un enorme mar de dudas y falsas certezas.

Es bien cierto que aquel que disfrute de esos postulados no adquirirá ninguna ventaja o privilegio a la hora de albergar respuestas que le sean útiles, pero aun en la más cruel de las futilidades de una novela de ficción siempre será posible dejar un hueco en la mente para considerar el discernimiento de lo auténtico.

Es por ello que me planteo cuál es el papel del filósofo, pues posiblemente no sea más que un poeta que renunció a la métrica. O quizá se trate de un guía de viajes que eligió una roca en la que sentarse para acto seguido desarrollar su trabajo sin moverse un ápice. En ocasiones leo libros donde creo divisar el papel del científico que aún no se ha puesto a trabajar y, por tanto, no para de especular muy cobarde qué hará para cuando llegue al laboratorio.

Sin embargo, cuando las luces están apagadas y aún nos queda el lenguaje y el uso de la razón la filosofía emerge brillante como última alternativa. Se convierte quizás en el último recurso del indigente al que no le queda nada. Y todos somos indigentes en cuanto observamos que no hay cobijo ante muchos misterios que nos desnudan y nos arrinconan en una de las esquinas del universo.

El papel del filósofo, por tanto, consiste en encontrar símiles que no tienen sentido para pervertir los conceptos que, de antemano, se mueven desnudos de significado más allá del uso gramatical más simple. Si no se trasvisten como transexuales no podremos comprender la naturaleza completa de su significado. Al fin y al cabo: ¿tendría el mismo significado el ser mujer en un mundo donde la transexualidad o la intersexualidad no existieran?

El papel trasfigurador y farsante del filósofo recuerda las letras llenas de mentiras y diálogos sin sentido que pone sobre la mesa. Trastocando las mentes se permite trasladar el mundo hacia un pensamiento paralelo, hacia un lugar antes nunca contemplado. Pero, al mismo tiempo, algunos sostendrán lo leído como si fuera ley - cuando más bien deberían de escuchar esas ideas como si fuera una canción ausente de ritmo.

La filosofía se convierte en una novela en muchos casos donde no hay un protagonista, salvo uno mismo, y no se desarrolla la historia salvo el de la transformación personal. Una historia sin villano no es más que una historia sin emociones, y lo único que se puede esperar de algunos textos no es más que el leve paseo hacia las contemplaciones.

Para cuando se haya terminado ese paseo podrá citar al autor, para nada, pues sólo la ciencia de la historia de la filosofía tomará en cuenta esa apreciación. Como valor de una discusión bien referenciada, hacen algunos la cosa tan peculiar de no opinar directamente si no es citando a otros sabios, con el fin de dejar caer algunos inconvenientes o simplezas de la teoría expuesta por el que tienen delante. Pero, visto así, el papel del filósofo es como el del contertulio que no matiza y referenciado por parte del erudito que no da la cara.

Como si fuera un cúmulo de interrogantes, la filosofía configura una ayuda a la hora de indexar cada cuestión para así aglutinar los conceptos en epígrafes o grandes conjuntos. Es para sentirse orgulloso el arte de organizar ideas y darle un carácter sistemático; ya sea por conceptos o a lo largo del tiempo. Cuando el filósofo se vuelve sistemático por conceptos decimos que es coherente, pero esto es como decir que no es más que un sabio estático: como un viejo pintor que plasmó toda su obra en un único cuadro al que llamó "realidad". Cuando el filósofo se vuelve evolutivo a lo largo del tiempo decimos que madura, pero esto es como decir que no es más que un niño que cambió de opinión: como un estudiante que aún no ha terminado de apuntar toda la lección y tomó como apuntes personales sólo una parte de lo que realmente tenía que aprender de cara al examen.

Es imposible que un filósofo pueda tener lo mejor de ambos mundos: o niñato o vejestorio. Pero visto de otra manera es o maduro o coherente. Es lo máximo a lo que puede aspirar un filósofo: que alguien le quiera ver de la otra manera, porque siempre se encontrará a alguien que le vea de la manera que a él no le guste.

Es por ello que, de todas las profesiones, el de filósofo es como el trabajo que se espera de un guionista de cine: tan pronto como adquieres esa guía rápidamente será desechada o, de lo contrario, comprometerá el trabajo de los verdaderos autores.

Mientras tanto, los poetas filosofarán con rimas, los escritores filosofarán con historias, los economistas filosofarán con fórmulas..., y a los filósofos sólo les quedará la historia de la filosofía que, por supuesto, no es más que filosofía sobre la historia de la filosofía - nada que ver con filosofía.


jueves, 1 de octubre de 2020

Fontanería política

La participación política del pueblo de manera que se configure como democrática pasa por un punto de inflexión: ¿cómo abordar la política que no se ve? ¿Cómo arreglar los factores inherentes del sistema? 

Cuando el fin es privatizar la participación política, las empresas necesitan comercializar la propaganda política, pues la propaganda es altamente cara y, por tanto, exige una financiación. Sin embargo, en mis años como analista político, hablando con las altas esferas, una vez me explicaron que el verdadero caballo de troya del sistema político no es tanto el financiero sino donde se encuentra el verdadero zénit de la carrera de un político: la obtención del liderazgo en su propio partido.

En un país democrático de pandereta, tal como lo tenemos entendido hoy día, suelen presentarse dos partidos políticos: uno se suele situar a la izquierda del debate y el otro a la derecha. Los terceros y cuartos partidos políticos no se rigen por la regla fundamental: el movimiento natural de un político es conseguir alcanzar la presidencia de uno de los dos partidos políticos, una vez conseguido la carrera del político ya ha dado a su máximo explendor personal.

Siempre es posible hablar de políticos con un ego tal que, además, deseen ser presidentes del gobierno. Sin embargo esa rareza, combinado con el hecho de haber sido aceptados por los tenedores de deuda, no es más que indicios de que ese político acabará convirtiéndose en un tirano debido a su narcisismo. 

Pero volviendo al tema central: las grandes empresas, con el fin de inferir en las leyes de los países, necesitan controlar a los que redactan dichas leyes. Y eso se consigue teniendo controlado al legislador mediante los partidos políticos - porque cuanto más efectiva sea la propaganda política y más fuerte la red clientelar del partido más solida será la situación financiera de los miembros del partido.

El político tal como lo conocemos, dentro de su estado inherente de corrupción, tiene un ideal de trabajo: su puesto ideal es ocupar un puesto donde no sea especialmente visto o relevante y donde sus ideas no calen. Ese es el ideal del político socialdemócrata. Cuando un político ocupa un puesto donde podría ser víctima acaba en una situación donde recibirá muchos votos del Pueblo, cuando esa clase de apoyos no rentan. Lo que renta es el voto interno, la red clientelar y la estabilidad financiera dentro del partido.

Por eso el peor puesto, por ejemplo, para un político del PP es pugnar por presidir el gobierno del País Vasco. No porque tendrá uno o dos escaños, sino porque su situación será altamente inestable y sus redes clientelares prácticamente nulas.Y ahora que no está la ETA asesina es incluso peor.

Esto lo que nos dice es que se ha consolidado un sistema orientado a ser controlado por la inferencia extranjera (lo cual es delito en cualquier país del mundo) debido a que las empresas más poderosas son extranjeras. Sin embargo, a ojos del imperio todo está bien. El mainstream ahora es mantener las cosas de la manera más corporativista y privada posible: es como la capitalización de la democracia, no les bastaron con capitalizar las leyes mediante las licencias, además tenían que capitalizar nuestro derecho a voto.

Sin embargo hay que pararse a pensar qué modelo político es el más adecuado para el verdadero propósito para el cuál supuestamente es necesario. Yo, por mi parte, ya habré comentado lo inútil que es el poder ejecutivo - poder completamente prescindible con la cultura que tenemos hoy día. Por otro lado, el poder legislativo bien puede ser resultado de una democracia líquida, de manera territorial. Es decir: los distritos eligen a sus ediles, pero para que éstos adquieran algún asiento deberán ponerse de acuerdo de a quién ceder su silla, sus votos.

Fórmulas pueden haber muchas, aunque por supuesto yo siempre recomendaré el sistema de elección mediante voto negativo persistente: demandar en un centro público cuáles son tus políticas para que resten aquellas que les sean contrarias. El candidato adquiere peso cuantas menos oposiciones reciba: una manera natural de obligar al representante a tener que convencer sobre sus posturas y no sobre su partido.

Al fin y al cabo, ¿qué pasaría si toca arreglar las tuberías de una ciudad? Es posible que tras levantar todas las calles y ponerse a apretar todas las tuberías todos los ciudadanos experimenten un ahorro ligero que, en suma sería significativamente importante para la inversión llevada a cabo. Sin embargo, a ojos de los vecinos, no habrían percibido ninguna mejora personal y, al mismo tiempo, sí habrían percibido la molestia del levantamiento de las calles. Eso es la fontanería política; el problema es, ¿qué pasaría si la mayoría de los problemas que se presenten en los asuntos políticos se debieran resolver mediante fontanería política?

Entonces un representante no podría hacer su cometido. Más bien un técnico debería de encargarse; alguien que cite las razones técnicas de porqué ejecutó las partidas presupuestarias de esa manera. Que un proveedor presente el proyecto y éste se apruebe de manera técnica según una ley presupuestaria, la interpretación de un magistrado y su jurisprudencia. Si la ley es demasiado arbitraria, para eso estarían los legisladores; pero para los asuntos donde la ley genere un vacío reconocer la arbitrariedad política para no marcar jurisprudencia donde no hay ley escrita: se trata de cambiar las reglas en virtud del tipo de ley que se necesita aplicar.

Una sociedad así no acaba siendo tecnocrática, pues los protagonistas si bien son los expertos en la materia también es cierto que deben superar el escrutinio de sus competidores, que ejercerán de pares.

Una sociedad que no es capaz de comprender el papel tan importante que ejercen los pares en la política no es capaz de comprender el verdadero significado de una democracia: el que impone su norma desde el poder será un dictador y el que impone su norma desde abajo será un anarcoliberal - cualquiera de las dos formas son contrarias a la democracia, que exige que para cada acto haya alguien que te contradiga.

Una vez comprendida la función política, el discurso asambleario no podría basarse en ideologías o utilitarismos: el discurso de las asambleas que se formen estará destinado a abordar el mundo de las ideas. Porque será a través de ellas como consiga el legislador ser convincente entre los suyos y ante los que interpreten la ley.


miércoles, 30 de septiembre de 2020

La falta de estructuración en el lenguaje

Estaba programando un motor fundamental para..., para algo que suena a "magia", cuando me fijé en los límites que aún tengo como ser humano a la hora de operar matemáticamente.

Para empezar, el cerebro analítico - que estudia invariantes y curvas, piensa de manera invertida con respecto al cerebro de cálculo. Así lo percibía cuando tenía que devolver el cambio a una señora: el estar diseñando la ecuación de regresión de los datos con los que me manejaba me llevó a creer estar seguro que el cambio que le debía devolver era justo el precio del producto que había adquirido.

Este tipo de errores, asociados a la dislexia, también se suelen vincular con los ingenieros más loables dentro de su campo. Sin ir más lejos, Leonardo da Vinci era un disléxico grave y, si nos olvidamos de su obsesión por las máquinas voladoras, bien podemos decir que sus ingenios eran brillantes por su práctica heterodoxia.

La falta de estructuración a la hora de aprender a calcular lo que provoca es que el cerebro se busque atajos y no sistematice sus resultados. Ya he tratado con disléxicos a la hora de, por ejemplo, enseñarles fórmulas de física o el japonés de supervivencia. Soy consciente de que la fórmula para combatir la dislexia es única: un aprendizaje natural en el único sentido y el rechazo a cualquier relativización de la programación de dicho aprendizaje.

Para enseñar bien hay que tener un programa bien definido y darle las claves a los alumnos sobre cuál es la regla general y en qué orden tienen que reconocer lo inidividual. Porque según la ley Zipf, con los lenguajes, eso es algo que pasa siempre: hay un orden de importancia vinculado con su frecuencia de uso.

Un ejemplo está en los adjetivos na e i dentro del japonés: existen unos adjetivos que no cumplen la regla de que al ver la última sílaba puedas identificarlos como i o na. Pues bien, la dirección es aprenderse o los que no acaban en i y que son tipo i o los que acaban en i y que no son tipo i; y el sentido es único, en este caso sería lo segundo lo apropiado pues de lo primero no hay contingente.

Esto es lo importante de la pedagogía: determinar el orden natural de enseñanza del lenguaje, la dirección que en cada momento debe tener la unidad temática. Para acto seguido determinar el enfoque único que dirige la enseñanza, su sentido. Sólo conociendo el lenguaje se puede conocer el sentido, pero sabiendo de todos los lenguajes se puede especular sobre el orden natural.

Mientras programaba unas ecuaciones que postulaba la creación de mi propia matrix, me daba cuenta de cómo a la hora de programar lo más básico había recovecos que me costaba más sobrepasar. Podía hacer una serie de cálculos de corrido, podía recordar fórmulas simples como el área de un círculo o cosas por el estilo; pero a la hora de resolver una ecuación de segundo grado me veía teniendo que salvar un pequeño bache.

Recuerdo cuando aprendí a superar ese bache por primera vez: en el colegio el profesor no quiso enseñarnos ecuaciones de segundo grado. No sé porqué - aunque me imagino una turbia razón. En cualquier caso el profesor de primer año de instituto, tras preguntar si sabíamos o no, con esa sorna gratuita que no venía a cuento nunca de nada, le dio por enseñármelo condescendientemente - pero sólo a mí y en mi mesa. Una enseñanza personalizada y desestructurada.

Cuando un profesor te enseña algo exclusivamente a ti no te ofrece una enseñanza de mayor calidad. La calidad se observa cuando el lenguaje se desarrolla dentro de una historia. La historia, de hecho, forma parte del género único que comento en este blog. Es más, la historia que se usa para desarrollar la explicación puede estar orientada hacia el lado derecho del cerebro (enseñar mediante ejemplos) o hacia el lado izquierdo (enseñar mediante el análisis del lenguaje). Se puede enseñar mostrando cómo se resuelven casos prácticos, tras contar la historia de un señor al que le surge un problema. O también se puede enseñar clasificando los tipos de ecuaciones que nos podemos encontrar dentro de una familia más genérica para clasificar las estrategias a seguir a la hora de resolverlas.

Pero si le arrebatas a un alumno su historia, su estructura, sólo porque se lo estás diciendo en exclusividad en su mesa..., como rapidito, entonces este alumno pierde su derecho a clasificar esa enseñanza por la manera que tiene de introducirse su historia.

La física y las matemáticas suelen estar entrelazadas debido a que comparten el estudio diferencial, de la misma manera que las matemáticas y la filosofía comparten la lógica. Según el orden en el que se enseñen las diversas notaciones y la historia que se forme el alumno estará abocado a comprender mejor las ciencias o las letras. Sin ir más lejos, cuando las mujeres se desarrollan más en las letras no puede ser más que por una razón: su cerebro innatamente debe desarrollarse estadísticamente más en esa dirección. Esto es debido a que la lateralidad no afecta al cerebro y yo no he vivido mayor discriminación en ciencias sobre las mujeres que la que sufran en educación física o que la que sufren los hombres en letras y artes plásticas.

La correcta estructuración del lenguaje algebraico provoca el poder del alumno de calcular o de analizar los planteamientos para postular ideas objetivas que sirvan para el entendimiento mutuo. Ya sea lenguaje natural o álgebras, esos simbolismos son ajenos a la capacidad instintiva del individuo y no puede usarse los mecanismos internos del cerebro y su estructura para inferir la corrección de una frase dentro de una gramática o si una ecuación se puede satisfacer. Quizá ese error lo cometan muchos de mis colegas.

La correcta estructuración permite hacer lo que observé hace años que empezó a hacer mi gata conmigo en cuanto me convirtió en su humano de referencia: se alejó de mí, y volvía corriendo sin perderme de vista. Necesitaba almacenarme en su percepción para crear una historia sobre mí. Todo humano sería como yo, pero más grande, más pequeño, más ancho... Eso sería el análisis. Y los humanos hacen lo que yo hago, algunos de una manera, otros de otra... Eso sería la síntesis. Necesita crearse historias para ponerles un título y así postular cuándo se repiten - aunque sea mentira que un suceso pueda repetirse dos veces.

Cuando se estructuran bien tus recuerdos acaba siendo terriblemente sencillo encontrar patrones, reorganizarlos. Y cuando descubres una fórmula que funcionó a la hora de crear un agente se acaba convirtiendo en una regla fundamental replicar la fórmula de éxito, para acto seguido rediseñar su mundo en un modelo onírico y así hacerlo más eficiente.

Cuando luego veo cómo la gente se sigue haciendo preguntas para las que algunos creemos tener las respuestas más contundentes... Entonces me vuelve a invadir esa terrible sensación de soledad. Observo la enorme cantidad de baches que debo superar en mi propio yo, y los terribles acantilados que limitan a aquellos que se ríen de mí. Entonces es cuando vuelve a invadirme esa terrible sensación.

Yo, en mi ignorancia, aún poseo métricas que me permiten dislumbrar hasta qué punto el necio no puedo ser yo. Ahora bien, ¿pueden decir lo mismo mis adversarios que se crecen tanto ante mis disloques mentales y no se percatan de su sincera falta de criterio? Por definición etimológica, y sí suelo usar ese término: se trata de una discusión con imbéciles, porque no se dan cuenta de que discuten de igual a igual con uno que funciona con "báculos" cuando ellos no.

Y esas situaciones me ponen triste: no se respeta la estructuración del debate, la creación de una buena historia que sirva para argumentar. Porque no se quiere transmitir, no se quiere enseñar: se quiere hacer imponer una idea. Lo que se quiere es hacer el paripé de buen profesor al transmitir un conocimiento exclusivo a un alumno en exclusividad. Y eso, en el mejor de los casos, sólo pueden generar malas construcciones de cara a un camino homogéneo y diáfano de imaginerías.



Tierra: Día 19/07/24 punto de inflexión

Ayer se produjo el punto de inflexión a escala mundial. Dependiendo de lo que hagan y no hagan los gobiernos tras lo sucedido ayer las dos c...

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