Segunda década del siglo 21, la prensa ya no es la que era. Hoy, a vísperas de navidad, el periódico tengo que venderlo a 3€..., ¡ay cuando podías ir al cine con 50 pesetas de las de entonces! Me imagino decirle a un niño de hoy día que con 30 céntimos podías ir al cine, te preguntará: "¿y podías ver Avatar?"; no, obviamente toda la tecnología que le metieron a las películas no iba incluido en esos 30 céntimos...
Con los años la prensa ha pasado de ser un papel malo que podías usar para limpiar coches a convertirse en un material demasiado valioso..., conviene más comprar un paquete de folios en blanco para quemarlos en la chimenea. Al fin y al cabo, ¿quién lee hoy día el periódico? Yo, sin ir más lejos, soy el único que los vende en el hospital de una ciudad de 200000 habitantes y, sin embargo, a más de 5 al día se me hace impensable.
Acabo de buscarlo en Internet, el hospital tiene 667 camas, lo cual supone que la prensa les suscita un interés de menos de un 0'75%. Así que claro, ¿a qué viene esa subida de precio? ¿Cómo es posible que el precio del periódico vaya a la par con la llegada de la inflación?
A medida que van pasando los años las empresas se han estado apretando el cinturón, y han sabido echarle la culpa a quienes muy probablemente la tenían. Otros, sin embargo, usaban como chivo expiatorio a la piratería, o a la llegada de las nuevas tecnologías. Mientras tanto, mientras se quejaban, no cambiaban su estilo de vida - porque ellos no eran culpables de nada, lo que pasa es que el mercado es muy elitista, o muy soberbio. La culpa es del mercado, supongo.
Pero es curioso: cada vez la gente compra menos periódicos, y al mismo tiempo los periódicos son cada vez más caros. También ocurre algo muy gracioso: todos sin excepción sabemos que los periodistas son una rara avis en España, no es fácil enumerar cuántos hay en España no por su enorme cantidad, sino porque entre cientos de miles en activo a penas encontraremos unos cuantos contados con los dedos de las manos..., o quizá aprovechando también los de los pies, si somos generosos. Es decir, es terriblemente difícil encontrar "periodismo" hoy día, pues los medios han encontrado un sponsor fiel que les apoye incondicionalmente..., bueno, incondicionalmente no creo.
De vez en cuando leemos columnas risibles, comentarios absurdos y titulares de noticia que nos consta que son directamente mentira - pero porque disponemos de la información completa. Así que para cuando leemos una noticia que no sabemos si es verdad, con ese historial detrás, ¿para qué comprar el periódico?
También suelen sacar suplementos del tipo moda, estilo..., pero eso a la gente ya no le interesa: no tiene dinero para comprar todas esas cosas, ni para fardar de nadie de casa. Las dos Españas se han ido conformando para que la clase media desaparezca, así que ¿hacia quiénes está dirigidos esos suplementos que "regala" el periódico? Esa clase ya no existe, y encima comprarlo con el suplemento sale más caro.
Ya no digo lo que creo que realmente sale caro: no investigar. Dedicarse a repetir lo que todo el mundo sabe, o lo que le han chivado. Y eso tiene un problema: si ocurre una noticia importante y los testigos son quienes se lo comunican a la prensa entonces la prensa solo dispondrá de una parte de lo que digan los testigos, si la prensa no investiga ni añade o fiscaliza la información que recibe contrastándola entonces los que se conozcan la verdad o hayan hablado con los testigos (que son los primeros en querer comprarse la prensa) se llevarán una decepción. Y puedo aseverar que esto es lo más habitual.
Es como si quisieran cobrar por hacer de notarios. Sobretodo notarios del estado. Primero eligen un bando, para afianzarse un mercado, y luego despotrican contra el bando contrario. Y me pregunto cuántas personas se acabarán dando cuenta del engaño.
Pueden echarle la culpa a la tecnología, o a otras muchas cosas, pero por tres euros hace años podía cenar. Hoy día por tres euros me da para unas porras con alguna chocolatada, o casi. Si me dan a elegir qué prefiero, si un periódico sesgado lleno de suplementos de moda y mujer o unas porras..., no me lo pienso dos veces. Al fin y al cabo esta noche me gustaría cenar, y el papel no tiene la glucosa que necesito.
Siempre es un consuelo pensar que algún día vendrá la renta básica, que se está ultimando algunos detalles que, dicho sea de paso, o se hace posible o con la llegada de la idiocracia los encarcelados por terrorismo serán considerados profetas o héroes. Pero no por ello los que viven de la falsa meritocracia no iban a callarse, no se pararían a meditar por si dicen una tontería, usarían los medios de los que disponen para ir contra la renta básica. Agitarían las banderas contra cualquier clase de pacto social, y enarbolarían el poder de capitalizar hasta la última coma de sus panfletos disfrazados de información. Ya digo, las dos Españas.
Pero me hizo gracia el que entró en mi local preguntando por el periódico para ir encendiendo la chimenea. En cuanto le dije cuál era el precio casi le da un patatús. Y ayer el periódico solo tenía como portada los números premiados de la lotería, así que la gente me preguntaba si podía coger uno de esos panfletos (gratis)..., "no", les decía, "cuesta uno ochenta, es el periódico".
Si ser periodista está tan devaluado a la hora de demandarle un buen trabajo, me pregunto si desde hace años ya no inspira ser periodista en España. Porque para ser periodista antes hay que consumir periodismo, y ver a terceros consumir periodismo, y sentir que eso sirve para lo que supuestamente sirve. Pero si acceder a la información es tan prohibitivo que solo la España burguesa se la puede permitir, entonces divide a los burgueses de izquierdas de los burgueses de derechas y pregúntales a cada uno cuánto pagarían por un panfleto que les irrite contra los otros burgueses y la clase meritoria de este país.
Por tres euros podría haber comprado un dispensador de 50 mascarillas para quemarlas en la chimenea, y aún le sobraba dinero para las cerillas.