viernes, 11 de febrero de 2022

Apatía

Leo el correo de hoy. Son las estadísticas de mi tecnología divulgada hace más de tres años. Aún siguen sacándole provecho y, por ende, casi que yo también. Se trata de una relación más o menos tóxica: con la información en masa de todos los artículos que escribí puedo hacerme una idea de qué perfil de artículo es el que triunfa como para saber cómo exponerlo. Y sí, considerando que la mayoría de mis artículos incorporan una innovación (si no todos) parece que los que fueron escritos expresamente para difundir la innovación son los que han triunfado más, bajo un perfil específico a la hora de redactarlos.

Esa sería la buena noticia. La medida en la que puedo sacarle provecho a todo esto. Porque en lo referente al poco dinero que reparten..., te dan lo justo para que te sientas agradecido - nada más. Da la impresión de que juegas en una máquina tragaperras. Por eso no he vuelto a divulgar. Y también por los saboteadores.

He estado pensando dónde ubicar la apatía en mis esquemas. Hasta hace bien poco terminé una teoría de formulación lógica que trabaja con la idea de secuente y consecuente, tenía pensado contar una historia de viajes en el tiempo donde comentaría cómo un tipo en una cantina del instituto me lo contó... La historia de ese tío que me señaló la chaqueta de Akira, lo que era la píldora, y cómo me estuvo vendiendo un extraño producto... O era un camello horrible, o era un viajero del tiempo que sabía que yo en el futuro me inventaría un modelo formal lógico que representaría sucesiones e implicaciones para ponerle la puntilla a las técnicas de "entailment". Pero ha prevalecido la apatía.

La apatía emerge de la frustración. De una sensación de que no tiene sentido intentarlo, porque el contexto no te es propicio. Sin embargo, otra parte de tu cuerpo se ha lanzado con ira poniendo en oposición el futuro que te espera si no haces nada. Te cabreas con el tú frustrado y se constituye la apatía como un constructo que comunica la zona cingular anterior con el neocórtex. Es como una sensación de que hay que hacer las cosas, pero no del modo de como las vienes haciendo.

En cierta manera hay que pasar por esa fase. Siempre hay que cambiar y mejorar las cosas, pero no es fácil ser creativo cuando tienes todo en contra: no tienes un target a quien dirigir tus investigaciones, salvo a ti mismo. Si lo compartes con tu amigo el filólogo le estás pasando tu "maldición", y entonces irán a por él - o esa es mi impresión.

Es como si estuviera en un punto muerto. Y ese punto muerto es la apatía: no puedes hacer nada, pero ese tú está siendo acosado a gritos desde un lado de tu cabeza. En el mundo no deberían de existir los acosadores; deberían de ser ellos los reprendidos, aquellos que en la cárcel la apatía les transforme. Pero al revés hace que los hombres libres libren una secuela carcelaria viviendo en esta falsa libertad. Y lo he pensado: quizá tendría más sensación de libertad en la cárcel, allá donde oficialmente no se puede hacer ya nada, y entonces desaparece la frustración y los gritos internos se acallan. Cuando vives encerrado no por tus malos actos, sino porque lo deseas, las rejas se convierten en una extensión de tu propio cuerpo; y todo el edificio se vuelve parte de ti. Es en eso en lo que se convierten los presos en cuanto superan la apatía: en sujetos dependientes del sistema penitenciario.

Anoche Hacienda volvió a invadirme mi tiempo. Un pensamiento intruso mezclado con deseos de asesinato. Entonces es cuando invocas de nuevo a tu lado del cerebro que ha sobrevivido con menos golpes, el parietal. Tenía la intención de avanzar en tecnología, o en algún estudio, pero no me veía dentro de este mundo; no me veía inmerso.

Urge la duda: ¿cuánto tiempo pasará antes de que los inspectores dejen de inventarse infracciones de multas arbitrarias? Quizá sea un acto de puro sadismo; como una pulsión sexual que tienen con algunas personas. Tan pronto como se montan historias en su cabeza, no sueltan nunca a sus víctimas para así alimentar la toxicidad de esa relación.

Lo único que podría resolver el asunto es la trasparencia: justo lo que ellos jamás admitirán hacer. Porque saben todos y cada uno de ellos que la mayor parte del tiempo están inventándose las partidas, las infracciones..., que son ellos los que crean los conflictos, y que nunca se meten con los que tienen abogados. Se trata de fascismo escondido. Fascismo con todas y cada una de sus letras. España, una dictadura institucional fascista.

Si yo fuera a la agencia de protección de datos para reclamar que Hacienda tiene más información de mí que yo mismo, y que quiero ejercitar mis derechos de acceso que no me permite tener, la agencia, que en asuntos más triviales me ha mandado a paseo, puede que ni me responda. Las instituciones actúan de manera prevaricadora. Sin ir más lejos, siempre que he ido a la Delegación de Hacienda en Cartagena he sido testigo de un acto que, si no es prevaricación, se parece mucho a una clara infracción.

Pero ahí aparece el mainstream. Cuando unos compañeros te preguntan, porque son ellos quienes lo hacen, cómo abandoné la universidad no falta el que se ría diciendo que no se cree que los profesores sean agresores y que te hacen luz de gas incluso académicamente. Yo no voy persiguiéndoles para contarles mi vida; para esas cosas ya lidio yo escribiéndolo en alguna clase de diario, o en estos blogs. Sin embargo, la cosa va encrescendo: en cuanto abandono una institución luego aparece otra. Y claro, ¿qué pasará cuando pise un aeropuerto? ¿Seré tan desgraciado como para poner una cara que no sea de póker como para que incite a otro corrupto a liarla? Se supone que es terriblemente improbable, pero mi zona occipital ya ha recibido demasiados golpes. Mi comportamiento...

Esta clase de cosas solo lo resuelve la trasparencia, que una interpretación objetiva que pueda citar fundamentos jurídicos ponga fin a todo esto. Pero en España no tenemos esa clase de cosas. Cualquier cosa que afecte la dictadura institucionalista vuelve a ser reprendida desde las instancias superiores. De ahí que se inventen doctrinas personalistas, dobles firmezas judiciales, extensiones de plazo, nuevas formas de inmunidad o indulto, etc..

En eso consiste la apatía. Y mi conclusión pasa por el mismo sitio: en un país extranjero estaría bastante limitado - dejar de ser español sería una enorme ventaja. Pero salir de mi bucle es tan tremendamente peligroso...


martes, 8 de febrero de 2022

Oraciones reunidas Vs anexionadas

Me ha costado bastante, pero la obsesión por dar un primer paso óptimo ha conseguido perfeccionarse mediante un proceso de documentación y estudio como para alcanzar un pasito muy meticuloso. 

Es bien sabido que la manera más eficiente a la hora de almacenar datos suele ser mediante un modelo relacional, sin embargo Donald Davidson tenía un mecanismo para representar afirmaciones que reducía las relaciones a sólo dos argumentos. Hasta aquí podríamos decir, bueno, no pasa nada: trabajamos con ambos enfoques. Pues bien, craso error: los expertos en bases de datos saben que el modelo relacional puede ofrecer información espúrea cuando los datos no estén bien reunidos, es decir se trata de los estudios en 5FN. O dicho de otra manera, o se normalizan las correspondencias de manera que todo sea de una única manera o tendremos información falsa que se hace pasar por verdadera o, simplemente, se tendrá que gestionar de manera poco eficiente toda la información para perder algunos servicios.

El problema que estoy citando es exactamente el mismo que tienen los físicos cuando usan la palabra "enmarañar". Es decir, en ocasiones aparece una información a modo de alias que subyace de una manera no muy correcta de reunir los datos. 

Por tanto, o Davidson o no Davidson . Es decir, o representamos las cosas de dos en dos, o no. Para alguien como yo que tiene desarrollado la conexión entre match3D y SAT mediante un algoritmo polinomial, y que además asegura todo lo que asegura sobre los problemas NP, mi opinión sobre cómo afrontar esta implementación puede ser tremendamente interesante. Así que ni se trata de un tema trivial entre filósofos, ni tampoco es un tema oficialmente cerrado entre informáticos.

Muchos dirán, "obviamente Davidson tenía razón porque sus asertos ayudan a responder más fácilmente las preguntas (entailment)", otros apuntarán a que hay aspectos que el propio Davidson ignoraba como interesantes a la hora de resolver el Pascal Challenge que se abrió tras su muerte. Así que parecería que si el Pascal Challenge (saber si una pregunta puede ser respondida en un texto y de qué manera) está más cerca de esa representación con una filosofía conectivista cabe esperar que esa representación es hegemónica.

Ahora bien, te pones a trabajar en bases de datos y nadie almacena así las cosas. La razón es simple: las consultas en SQL necesitan más velocidad, acceder a información mediante indexaciones y la "basura" que usa Davidson no permite hacer clusters indexados, ni optimiza la dispersión de los datos para aprovechar el Principio de optimabilidad de la información. Es decir, es bueno para pensar de forma lógica, pero no para procesar la información a la hora de almacenarla.

Así que, una vez dicho esto hay que sintetizar toda la información y tomar una decisión. He estado leyendo por aquí, por allá..., pero no he visto nada. Parecería que soy el primero en pensarlo, cuando a mí me parece que no es para tanto...

Se puede encontrar un ensayo..., que no recuerdo ahora la referencia (tendría que buscarlo) que nos contaba que a la hora de responder preguntas interesa distinguir en las frases qué rol ocupa dentro del diálogo: podía ser un protocolo como un saludo, un enunciado, una respuesta a una pregunta, una pregunta que espera confirmación, o una pregunta misma, así como un anexo al tema principal (como cuando aparece una subtrama a la historia de nuestro héroe). Ese enfoque se convirtió en una buena aproximación, y presentó un estudio empírico interesante sobre cómo incorporar cada uno de esos tipos de frases.

Digamos que hay que ir un poquito más allá, pero sin complicar demasiado. Cabe esperar que al final el número de frases que incorporan un rol dentro del diálogo, o de cualquier texto, sea finito y sencillo a la hora de representar como si fueran un patrón dentro del idioma el marco de pensamiento que usa el sujeto.

Así que ya lo tengo: una cosa son las frases enunciadas que reunen todos los datos para almacenarlos, y otra cosa son las anexiones a esas frases que son citadas para reunir tal información. Cada una tiene su representación, una sin Davidson , y otra con Davidson . La base de datos será 100% SQL, y tiraremos de Codd para normalizarlo a 3FN - como nos dice la experiencia que es lo mejor. Pero a la hora de meter información desde la auditoría lo que tenemos son pares de datos que deben ser reunidos. Más sencillo no se puede hacer, porque sería tremendamente ineficiente para los objetivos deseados.

Ahora bien, no me quedaré aquí. Ya tengo preparado la dinámica y cómo se montará dentro de una aplicación. La gamificación necesaria para que la computadora adquiera el lenguaje postulo que coincide con la misma gamificación que necesitaría un adulto o niño. Y es aquí donde me meto en un viaje fascinante: ¿con mis anotaciones de 6 patrones de anexo de negación podría crear un juego que convierta el L2 en un lenguaje a adquirir? Es decir, creo que separando las partes de la gramática la información se metería de una manera más natural con este enfoque (porque es la manera más eficiente de usar la información desde la auditoría).

Así que, empero, tengo un sistema de falsación.

Todo esto combinado con un sistema que genera una gramática supuestamente tan potente como la del lenguaje natural mediante piezas que se conectan en paralelo parece encajar con el sistema de control motor, cuya administración neuronal funciona en paralelo y no en serie (cuando usamos los esquemas de Chomsky) según los estudios de, por ejemplo, Alexander y Cruncher?? (¿se escribe así?) por el 86. No tengo ganas de comprobar si era exactamente esos.

Por lo que parecería que todo encaja..., que no es por verificación, sino que realmente encaja porque no hay otra. No sé.


Ahora solo queda que quiera implementar esa parte de la gramática para comprobar con alguna clase de prueba de ciego que funciona para aprender los casos del..., ruso, por ejemplo. Y es que no hay que olvidar que nosotros aprendimos el castellano antes de que nos "enseñaran" castellano en el colegio "oficialmente". Por lo que la manera aprender castellano no es la oficial. De donde urge la duda: ¿entonces cómo lo aprendimos (o más bien, adquirimos)? Obviamente el listillo que salga con una fórmula lo acribillan a insultos - de eso estoy plenamente seguro.

Así que solo me queda este blog para desahogarme.



lunes, 7 de febrero de 2022

Trofeos y verdades académicas

Esta es una entrada que ha aparecido como una intrusa en esta mañana tan demencial. Ha emergido con la necesidad de ser aclamada a los cuatro vientos. Así que, como por lo visto me funciona bien, he decidido ponerlo por escrito - o al menos hasta lo que mi cultura y racionalidad me permitan hacer.

Uno de los problemas más mayúsculos de nuestro sistema académico es que su sistema de evaluación es terriblemente simplista y, en demasiados casos, hasta corrupto e imposible de defender. Digamos las evaluaciones nos ofrecen un conjunto de verdades académicas que usaremos para afianzar nuestros objetivos, y esas verdades, al mismo tiempo, cuanto más rigurosas suelen ser menos veraces.

Me llegó a mis recuerdos la vez en que un profesor de primaria me echó en cara que yo había llegado a defender que el sol y la luna no pueden ser vistos por el día; ante lo cual yo le respondí que en realidad esa afirmación era una verdad académica, y que no tenía nada que ver con lo que realmente defendía. Acto seguido me vi obligado a tener que hablarle de la profesora de primero de EGB Asunción.

Asunción era una profesora que me infundía una sensación de temor inquietante. Era la imagen de una señora que representaba exactamente el sentimiento contrario a la idea de la quietud, del sosiego, la autoridad o el bienestar. Digamos que el mundo se me cayó encima en cuanto contemplé las dos caras de esa señora.

Y es que estando sentado en un portal esperando al autobús recuerdo cómo oi una voz cándida y hermosa. Unos sonidos agradables y dulces que bailoteaban en el ambiente pidiendo a alguien que se apartara para pasar. Entonces yo miraba a un lado, miraba a otro, y no veía a esa señora que hablaba tan bien, tan dulce, tan suave cuan hermosa ninfa del viento. Sólo vi a Dña. Asunción, mirándome, mientras pensaba, ¡qué casualidad tener a esta bruja aquí, y que coincidamos en la parada de autobús!

Pero fue el caso que mi hermana me increpó dándome a entender que era a mí a quien se dirigía esa señora. Al parecer me estaba pidiendo de muy buenas maneras que me quitara para entrar a su casa. Pero mi asunción fue otra que no tenía en absoluto nada que ver..., que una voz tan dulce saliera de esa señora y, peor aún, hacia mí, era algo que sobrepasaba lo inaudito. Por eso, de un salto me aparté del portal..., para acto seguido tener una sensación del más profundo de los desamparos. Ese día nació en mí el germen de mi odio hacia la Humanidad.

Ese mismo día no hubo demasiados reproches, la señora se disculpó por mí dando a entender que no me había dado cuenta y, al día siguiente, esa que era mi profesora de primero no me castigó por no haberle hecho caso. Pero nada de eso tuvo en absoluto nada que ver con el nacimiento de mi desprecio a la racionalidad humana.

Recuerdo uno de los primeros días de clase, cuando tocó tener que escribir. Aunque mi memoria me sitúa el encuentro cuando llegué a segundo - parece que primero fue un año sospechoso, pero no un año inquietante... En cualquier caso, la profesora nos pidió que escribiéramos algo y yo, entonces, tenía una letra suave, hermosa, perfecta... La mejor caligrafía que jamás soñaré volver a tener con letras latinas. Era cómo escribía desde los cuatro años, a pesar de la profesora y las trabas absurdas que me daba al quejarse de aspectos contradictorios que no eran constructivos... ¿Por qué las profesoras de parvulario son tan lentas e impropias a la hora de enseñar a leer o escribir? Bien podrían cederme el derecho a leer el libro por mí mismo, o a darme toda la información de golpe...

Sin embargo, más allá de la pérdida de tiempo que supuso preescolar, al final acabé con una caligrafía que rayaba la perfección - que escribía con soltura y orgullo. Así que es así como escribí delante de Dña. Asunción, como primer ejercicio en segundo de EGB..., si no me he terminado de olvidar bien - y hay mucho por querer olvidar.

Muchos se lo imaginarán, pero la profesora empezó a quejarse de que la letra estaba demasiado suave, y empezó a reclamar que escribiera con trazos más fuertes..., que la letra era demasiado pequeña, que escribiera con trazos más grandes..., que aún no era lo suficientemente clara, que escribiera mejor... Yo veía a mis compañeros, su letra era objetivamente horrible, pero ellos conseguían el visto bueno. Era yo el que tenía que repetir el ejercicio una y otra vez; como cuando en preescolar la profesora insistía en que el dibujo no era lo suficientemente bueno para, así, obligarme a pintar tan mal o peor como mis compañeros.

Esa obsesión provocó una realidad objetiva: no era posible terminar uno solo de mis ejercicios sin una letra monstruosa, unos números horribles y, por supuesto, con el cinismo que caracteriza la comparativa, los gritos de la profesora, su discriminación y mala fe... ¿Era eso lo que había estado construyendo a lo largo de un año? Ya en el primero empezó a gritar, a repartir castigos físicos y desproporcionados, e infundados... Yo tenía que proteger a mi mejor amigo de ella, y él me protegía a mí, pero no de las cosas malas que no hacíamos, sino de las acusaciones obsesivas que recibíamos por parte de la conserje - y sus invenciones. Así como del carácter insidiosamente sádico que tenía la profesora para inventarse que alguien que actuó bien lo hizo por mala fe.

El primer año, bien..., que si los brazos en cruz, que si el golpe de regla en las manos..., para luego negarlo, decir que nunca habría hecho eso ¿quién creería a una clase de una treintena de alumnos de 6 años? En esa época supuestamente ningún profesor hacía esas cosas, y esa misma profesora hablaba que en los tiempos de las monjas eran esos los castigos que recibía. A mí me parecieron poca cosa, y así se lo transmití..., ¿fue ese el germen que provocaría a lo largo del año todo su rencor hacia mi persona?

Los castigos físicos no me parecían para tanto. Entendía que al resto de mis compañeros le parecieran peor, pero es que la realidad de mi visión estaba justificada a partir de la calidad de hogar que tenía que padecer yo. Digamos que esa señora en el segundo año encontró la manera de hacer un daño más atroz que el castigo físico.

Y, efectivamente, llegó el día en el que teníamos que dibujar un paisaje ya sea con el sol, o la luna, día o noche, o como lo viéramos oportuno. Y como era típico en mí, dibujar es tremendamente aburrido, así que cogí sus palabras y planteé el escenario en el que sol y luna compartieran escenario. En cuanto terminé el dibujo de ahí emergió uno de los alaridos más sorprendentes que me helarían jamás la sangre, más allá de sus elucubraciones matemáticas sobre cómo responder a un ejercicio de matemáticas, gritó a los cuatro vientos que había dibujado el sol y la luna a la vez - ante lo cual le expliqué que por las mañanas... ¡Más gritos! ¡Alaridos! ¡Que me vaya a mi asiento! Y entonces se dirigió a todos los alumnos, riéndose y burlándose de aquellos que dicen ver algo que no se puede ver, haciendo repetir como loros lo que cualquiera podía ver a ciertas horas de la mañana al levantarse; sobretodo en periodos de luna llena.

Entonces me lo tomé como una de esas verdades que salían del colegio. Digamos que para mí eso fue una verdad académica. Una de esas cosas que tenía que decir para que todo fuera bien. Simple y llanamente una representación de la verdad, un fingimiento más. Fingir que no se puede ver al mismo tiempo la luna y el sol, como otras tantas afirmaciones que consiguió vetar dentro de la oficialidad académica.

Así se lo expliqué al profesor, para que entendiera que la mierda que me obligan a fingir hacer se divide en dos partes: podía recordar perfectamente lo sucedido para contar lo que reprendió la verdad, pero mi comportamiento debía ir acorde con lo que se espera de mí si no quería gastar muchas energías recordando lo que es real y lo que es falso. Por eso mismo, desde que esa profesora nos enseñara a escribir mi letra no volvió a ser como la que tenía con cuatro años. Fueron muchos años de estar a la zaga de la realidad, por detrás de quienes tuvieran derecho a ser portadores de los trofeos en ese colegio.

De esas conversaciones emergió otro nombre, de un profesor al que le gustaba fingir que yo era muy torpe en educación física..., los listos no pueden ser espectaculares, esas calificaciones deberán repetirse. Por eso cuando todos los niños daban 20 vueltas a la pista yo daba hasta 22. Con el tiempo uno lo acepta. Y había quien se daba cuenta, y había a quien no le importaba, y luego estaban los que se olvidaron cuando les sobrepasé corriendo.

Las verdades académicas obran en contra de la meritocracia, y luego esos niños cuando sean adultos tendrán que ser capaces de no ser víctimas de sectas. Y la cosa es esa: para tener herramientas contra las sectas lo primero es desarrollarlas dentro de un marco común - por lo que solo un terraplanista estaría en contra de una educación estatalmente reglada y gratuita. Pero, al mismo tiempo, una herramienta tan imprescindible es susceptible de ser usada por agentes del caos. Por eso mismo no se trata de defender la educación pública, sino de defenderla de verdad tanto de quienes quieren destruirla desde fuera como desde dentro. Y eso no se resuelve con excedencias, como la que acabó recibiendo dña. Asunción tras mis denuncias a mis abuelos, sino con DESPIDOS. Lo repito hay que D E S P E D I R L O S. A todos y cada uno de ellos, que no vuelvan a pisar JAMÁS EN LA VIDA un centro académico público salvo para recoger a sus hijos, si es que les permiten tenerlos.

No sé de qué manera repetirlo, explicarlo, decirlo..., pero la meritocracia se mide no por la notas que recibiste en la escuela sino por los trofeos ganados. Y la excedencia de esa profesora fue una medalla de plata que nunca me satisfizo, porque comprobé en mis carnes que no sirvió absolutamente para nada.


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