sábado, 3 de septiembre de 2022

El punto

En ocasiones no se tiene el punto. El punto que supone una llamada a la concentración, a querer hacer lo que tenías planeado. Una forma de salir del bucle es, simple y llanamente, ponerse a ello - sin pensar, ya que al fin y al cabo todo aquello por lo que uno se especializa le permite actuar prácticamente sin tener que tomar verdaderas decisiones. El momento para el deleite puede emerger para cuando se haya entrado en calor.

Pero antes de entrar en calor hay que encontrar el punto.

Rompiendo hábitos es muy fácil encontrar el punto, es así como suelo aconsejarlo. Parecería que representa alguna dificultad, pero lo más difícil es rechazar esa cantidad gratuita de endorfinas que se ganan mediante los hábitos habituales - es como tomar drogas para desayunar. En situaciones así se corre el riesgo de perder el punto.

A mí, por ejemplo, me ha llegado la idea de retomar un proyecto tras recordar algo extraño que me pasó en el autobús: estaba repasando un juego de rol donde se dejaba ver un pequeño plano sobre unos edificios y partes de los mismos evocando aventuras. Entonces apareció por detrás una chica que no había visto en la vida, se levantó y mirando por encima de mi hombro se puso a corretear con el dedo en ese mapa... Era una manera extraña de jugar. En cierta manera me recuerda a la primera vez que vi un mapa así, con el Golden Axe... Era como si el juego fuera recorrer el mapa; un mapa que invite a jugarlo.

El mapa no podía ser como los Final Fantasy, pero sí como un JRPG; justo el mapa que no se juega, el artístico, es el que debe de invitar a ser recorrido. Pero claro, no hay ningún juego en principio que yo sepa que se base en recorrer un mapa artístico.

Y ahora estoy en ese punto. Hace poco se me apareció una herramienta que crea imágenes gratis. Ni me habría planteado su existencia, si no fuera por los youtubers. Igual que ni me habría planteado la posibilidad de hacer un comic laberíntico, basado en recorrer mapas de juegos de rol si no existiera esa herramienta. Me imagino que muchos creerán que con solo lo que he dicho sería fácil copiar la idea..., tampoco me importa; tal como lo tengo estimado estamos hablando de un campo inmenso.

Se trata de ofrecerle a la gente un mero pasatiempo muy simple y que puede ser terriblemente enreversado. Pero que, con la tecnología adecuada, puede no suponer demasiado trabajo crear las piezas necesarias. Tan solo sería necesario ir poniendo las piezas, una detrás de otra, según un esquema específico que ya tenía preparado. Y, según mis estimaciones, algo tan simple puede convertirse en un pasatiempo que ayude a mejorar los problemas de memoria. Además de que se pueden potenciar otras actividades cerebrales de una manera más o menos intuitiva - sin que se note y sin pedir permiso.

Poco a poco podría incluso el que pudiera ser víctima de afasia encontrar el punto, la manera de construir la frase que tiene en la mente pero cuyo puente en la adquisición fue derribado en un momento dado. Reconstruir puentes... Aún no tengo esa parte atribuida..., pero también es cuestión de investigarlo.

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En cualquier caso no me veo con ganas. Es como si algo me tirara para atrás. Así que estoy haciendo cosas menores: documentarme sobre temas alternativos, sobre deep learning, para estar más preparado. En vez de desarrollar mi análisis desarrollo la tecnología; son nuevos puentes que podrían ser aprovechados para reconstruir problemas cuya solución no hemos finiquitado.

Esperemos que estos artículos valgan la pena.

jueves, 1 de septiembre de 2022

El metamarco omega. El juego trascendente

En ocasiones los idiomas poseen un marco que les permite constituir modelos que justifican sus estructuras de manera trascendente. Un ejemplo lo podemos encontrar en la lógica de lo persistente y lo circunstancial en el japonés, o en el caracter introspectivo de la semántica en el árabe. Sin embargo el árabe no tiene la precisión lógica del ser y el estar del japonés, y el japonés no disfruta de la poesía de encontrar un marco a la medida de la moralidad deseada, donde el género de las cosas coincide con su sexo - por ejemplo.

En los videojuegos, a nivel de minijuegos, suele encontrarse el marco que voy a describir ahora: es cuando observamos toda una gama de subtramas que se interconectan para crear en el juego la sensación de que es el propio lobbie, el lugar donde se encuentran los jugadores antes de decidir ponerse a jugar a algo. Sin embargo, es difícil encontrar videojuegos que a nivel de historia puedan combinar la idea de que la trama avanza según su propia coherencia y, al mismo tiempo, siguiendo un esquema basado en fases.

Cuando en un videojuego se monta una historia basado en estadíos, la historia puede ser terriblemente hermosa y compleja, y se asemeja al séptimo arte de la manera más pura. En esta clase de videojuegos tiene que dar la impresión, por cómo avanza la historia, que en todo momento el avance depende de una motivación lógica, para que dé la impresión de que siempre se pudo haber visitado el sitio - solo que no se llevó a cabo nada en esa zona porque no se le podría sacar provecho.

- Para poder quebrar la armadura del hueso del dragón dorado antes deberás ir a la forja del destino de las flores, que se encuentra más allá de las colinas plateadas.

- Pero esas colinas son el lugar prohibido ¿Acaso tenemos permiso para ir para allá?

- En situaciones como ésta ya se os permite ir para evitar un mal mayor..., pero por encima de todo, ¡ni se os ocurra girar el engranaje horizontal!

Cuando los juegos son creados en un entorno abierto la historia se hace más difícil de montar, y se vuelve más simplificada. Entonces el avance dependerá de la capacidad para transformar o equiparse con objetos para que se dispare el siguiente evento en la historia. Se entiende que puede haber muchas maneras de conseguir tal transformación, pero al mismo tiempo a lo largo y ancho del mundo habrá una gran cantidad de escenas que estarán avanzando para activar al siguiente monstruo que, supuestamente, está protegiendo un objeto importante para conseguir la siguiente transformación.

En ese tipo de juegos la historia se intenta que tenga apariencia de complejidad para que no se note que el juego consiste en que el personaje cumpla condiciones internas. Es decir, es probable que se pierda la cohesión entre el juego y la escena, por lo que las condiciones deben vincularse con el desarrollo de la historia.

- Para conseguir pasar por la puerta deberás pagar esta cantidad cochina de dinero...

- Pues vendo mis gallumbos, que son del módulo de los pijos.

- O también puedes apostar por ti en la jaula de los demonios para que paulatinamente...

- O también puedo vender mis gallumbos, y terminamos antes.

En este tipo de juegos los objetos tienen que tener una divisa bien definida, un valor que se vincule con la dificultad para conseguir el objeto.

La clave de un buen juego que esté bien definido consiste en la creación de un entorno donde se reunen los jugadores y que elijan hacer lo que elijan hacer no puedan salirse del ambiente porque la historia no parece estar montada ni por estadíos ni por condiciones. Si el jugador se enfrenta contra un monstruo no será porque el monstruo le esperaba en ese sitio, ni tampoco porque el jugador alcanzara un cierto nivel.

Si nos damos cuenta estos requisitos se cumplen en cuanto se fracciona la historia lo suficiente como para que se pueda interactuar con ella y, al mismo tiempo, se observe una mejora interna en el personaje entre sesión y sesión.

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La verdad es que iba a escribir sobre este metamarco poniendo un juego como ejemplo, pero están sucediendo una serie de acontecimientos: he descubierto cómo otro youtuber me censura mensajes solo porque éstos contradicen su discurso, y por otro lado el adaptador que había pedido por Internet no parece que "exista". Me hablan en plan "promesas" y no me responden a los correos. Cuando un proveedor no te responde, ni cumple los plazos..., todo eso tiene una malísima pinta.

Así que, como pasa con la gente pobre, vuelvo a pasarlo mal. No porque yo sea muy sensible, sino porque cuando estás con el agua al cuello cualquier tontería es importante. Y este mundo está lleno de tonterías. Solo los que oportunamente se aprovecharon de su situación ventajosa, y no por méritos propios, han conseguido el margen necesario para aguantar.

Y la cosa es que no..., no veo la manera.

Pasa como con los abusos extorsionadores de la compañía Jazztel, el servicio de atención al cliente no es más que disidencia controlada mezclado con una cierta dosis de especial sadismo por parte de sus agentes. Un sadismo especialmente salpicado con mucha mala leche porque están dispuestos a hacerle a una persona sumida en la pobreza perder dinero. Pueden asumir ese riesgo, solo por el placer de hacerle sufrir.

Entonces me da por querer volver atrás, en la adolescencia me preguntaban mis amigos por esta clase de juegos. Juegos para jugar con un cuaderno, en una reunión, en un coche dentro de un trayecto muy largo..., y entonces desarrollaba un metamarco omega siempre que podía. Les prestaba un juego que tenía muchos detalles que trascendían al propio juego.

En The Request of the Hero el juego se jugaba en una mazmorra llena de trampas y criaturas, se podía atravesar las paredes y entrar en una dimensión desconocida y, a través de ella, visitar estancias como el cementerio, desde donde perdiéndose en los bastos campos infinitos de esa estancia (porque en el mundo luminoso las estancias son cerradas y en el mundo oscuro las estancias son abiertas), para hacerse una vida, una casa, una familia..., antes de volver al cementerio y acabar en la mazmorra. En ese juego el que juega descubre que el mundo oscuro es la realidad misma, que es la manera de acabar con la cuarta pared.

En El Imperio T-Cobra los jugadores se enfrentan contra criaturas de muchos tipos, pero el enfrentamiento se hace mediante tablas de poder que dependen de la raza de la criatura. En cuanto los jugadores descubren el truco, con solo saber que los soldados son medio humanos, medio cobra pueden imaginarse cómo luchar con ellos. Entonces las tablas de poder se convierten en el verdadero poder.

Así se podían encontrar varias combinaciones... Y los que cogían las reglas se sentían agradecidos, había una respuesta. Y es que en eso consiste formar parte de una sociedad: la interacción. Si no, ¿para qué?

lunes, 29 de agosto de 2022

Mientras tanto, mi perro

Mientras siento que cualquier atisbo de encuentro con la esperanza en la sociedad va muriendo. Mientras sigo observando cómo la idiocia generalizada se apodera de todas las personas. Mientras algo me dice que jamás encontraré un colectivo, un lugar, donde poder dar con mi nicho de mercado..., me pongo a escuchar la canción del gran guerrero, recuerdo a mi perro.

La idiocia generalizada que lleva a un perro a enfrentarse contra otro. El enfrentamiento es lo que obliga a que el más idiota tenga ventaja en ese combate. Por eso cuando descubrí que me habían raptado a mi perro para que combatiera en las puertas de un bar de mala muerte, me armé de las piedras necesarias para que no pudieran acabar la apuesta. Puede que fuera un niño entonces y que cualquiera de esos podría haberme despellejado vivo, pero a mi perro nadie le obliga a pelearse.

Ahora recuerdo con mucha sarna que los perros de pelea somos todos. Una vez prohibidas las peleas de perros solo queda hacer que todas las personas ocupen su lugar, mientras la red de ordenadores apuesta por sus perros. Esa red de ordenadores tiene una divisa creada por humanos, y les han enseñado que es más placentero ganar más dólares tras llevar a cabo esas apuestas. Se trata de alimentar a unas empresas o a otras para que haya confrontaciones. Y cuanto más aislados estén los perros más difícil será que se reconcilien.

Se trata de poner dinero hacia los grupos de presión que sean más radicales para que los colectivos estén cada vez más aislados. Ese montaje socialdemócrata le da ventaja no a las empresas, sino a la corporación más fuerte - la que puede financiar más y mejor. Mientras los colectivos sigan dándose mordiscos mutuamente poco a poco las redes de ordenadores tenderán a ocupar una posición más y más privilegiada en las decisiones bursátiles. Esas redes le tirarán la galletita a los perros que las "poseen", y se convertirán (si no lo son ya desde hace años) en los amos del mundo.

Aquellos que tienen la capacidad para desenchufar esos algoritmos no pueden dejar de hacerlo, porque les dan lo que necesitan: resultados. Y esos resultados están ligados con el crecimiento del odio, la anulación de lo social dentro de las redes. Poco a poco se irá destruyendo la poca creatividad que quedaba para ser sustituida por el diseño modular, la tecnocracia: cada cual en su recinto a hacer una cosa en concreto.

En la tecnocracia las personas ocupan lugares funcionales como lo hacen las partes de un ordenador en la máquina. Cada persona podrá ser etiquetada con su dirección física y su dirección virtual; la dirección física es para identificarle inequívocamente, la virtual para atribuirle un colectivo. Mientras los colectivos estén separados podrá la máquina inversora bursátil volver a acertar en sus predicciones, controlar los partidos políticos y mantener las leyes lo más planas posibles para los intereses de los grandes grupos.

Y las leyes, ¡claro que tendrían que quedarse planas! La profundidad de una ley es una ley que no le interesa a la mayoría, porque se especializa en un campo que solo supone interés para unos pocos. Sin embargo, las cosas están al revés: las leyes se enreversan para los asuntos más comunes y se trivializan para los asuntos de especialización y planificación de recursos. Se les asfalta la carretera a los algoritmos bursátiles, para que hagan mejores predicciones para las pocas compañías que hacen uso de ellos.

Ahí estaba mi perro, le llamé estando yo al otro lado de la carretera. Me hizo caso. El otro perro aprovechó para moderle. Le dije que se defendiera, lo hizo, y que fuera a mí. Me hizo caso. Pero pronto volvió con el otro perro, quería interactuar conmigo. Tan pronto como esas bestias me amenazaron empecé a tirarles piedras, y avisé a mi perro que no cruzara la carretera porque habían coches. Y me hizo caso. 

En todo momento me dirigí a mi perro en castellano, usando palabras que nunca había necesitado usar. Pero me valí de gestos simples para que vinculara los signos como un todo. Alguien de los que estaban ahí dijo "si es un perro inteligente, no debería de estar ahí". Y yo pensé: cualquier perro es inteligente, no debería de estar ahí. La inteligencia no es lo que puedes hacer, sino lo que podrías llegar a hacer. Y mucha gente ha decidido no pretender llegar a nada, salvo presenciar la pelea de perros.

Mi perro no tenía opción, por eso su inteligencia no estaba en duda. Sin embargo, ¿qué pasa con quien tiene la opción y decide la decisión más burda? Es como para tirarles piedras.


domingo, 28 de agosto de 2022

Depredador al que le dan de comer

La comida puede ser indigesta. Hoy lo he comprobado. Con el fin de que pudiera celebrar pequeños logros personales, se me ocurrió pedir comida a domicilio - el problema fue que al parecer el repartidor tuvo un mal día y lo pagó conmigo.

Es un hecho consumado que un chaval veinteañero, o adolescente, no puede hacerme sentir mal realmente. Alguien así no es capaz de insultarme. Sin embargo, la mala vibración que queda cuando vas de buenas y te suelta un insulto de manera gratuita... ¡Menuda generación! Tuve la oportunidad de desquitarme describiendo la situación en la encuesta; pero lo que no me dieron la oportunidad entonces fue el de poder decir que dudaba que volviera a pedir a domicilio.

Y es que mientras comía una hamburguesa realmente gigantesca, que quería probar a ver cómo era, algo en mi interior me hacía sentir mal - con ese mal rollo. Así que tuve que esperar un día entero antes de darme cuenta de que la comida se me había indigestado, me provocó mareos persistentes a la mañana siguiente. Mareos que no supe identificar la razón de primeras.

Tras un arduo examen mental, y tras comprobar que no se me quitaban los mareos, llegué a la conclusión de que lo que tenía que hacer era vacíar mis intestinos y comer algo ligero con mucha hidratación. Hasta que no lo hice todas esas horas estuve como en marejada. Y eso es lo que pasa cuando no se come en condiciones: tiene consecuencias internas no visibles.

Ahora que escribo esto ya estoy bien, estable. Pero tengo ese rebufo, un mal sabor de lo que me pasó durante horas esta misma mañana. A un depredador no se le puede dar de comer mal, porque le sabe mal la comida.

Es lo que me sucede con adaptarme a un framework. No resulta difícil convertirse en un programador con corbata, que te contraten en una empresa tras descubrirte. Lo que se dice difícil no es, lo que pasa es que es terriblemente aburrido. Es aburrido que te den la comida en el plato, rodearse de gente que muy probablemente no sean programadores, sino gente que ha repetido las recetas de siempre - que usan el copy-paste, y que esperan que yo haga lo mismo si no quiero que me hagan la vida imposible. No es posible encontrar Brubrakers en programación.

Las oficinas postmodernas buscan fomentar el corporativismo, y aquellos que sepan jugar mejor con la marca serán recompensados. No es de extrañar que los que hayan estudiado lo mismo que los de recursos humanos tendrán una especial ventaja para hacerse pasar por programadores - los verdaderos programadores tendrán la obligación de hacerse sus siervos. Depredadores al servicio de los herbívoros.

¿Quién dice que yo quiero trabajar en esas condiciones? Y algo en mi cuerpo, no lo que controlo, sino lo que no controlo, me lo dice: me dice que mi plan es incomestible. Eso de formar parte de una empresa donde el depredador deberá comer sopitas..., y del mismo plato que las gacelas mariconas que fingen ser temibles mamuts... Es que eso a mí no me va.

No es difícil formar parte de un equipo más grande. Que cada cual aguante su propia vela, que todos nos ayudemos..., eso es lo fácil de comer, lo que no indigesta. Pero en una oficina sin meritocracia, donde prevalece la titulitis o el nepotismo, poco a poco la carne puede que se vuelva más y más indigesta. Y yo racionalmente estoy dispuesto a eso, pero por dentro mi cuerpo puede que no aguante tras consultarlo a la almohada.

Los que dirigen a programadores deben ser programadores. Eso es algo que jamás debería de cambiar porque es de sentido común. Porque el código deóntico de un experto solo se puede ver replicado en otro experto de ese campo. Es en muchas ocasiones ininteligible, aunque se inventen muchas siglas como "SOLID" o como "LOPD" que casinadie controla, pero que casitodos saben citar al pie de la letra.

En mi forma de programar está la programación SOLID. Se trata de un factor inherente, no explícito. Pero se contratan a sujetos que dicen explícitamente aquello de lo que deberían de especializarse inherentemente. A eso se le llama postmodernismo. El corporativismo hace que la gente se aprenda de memoria lo que hace la tecnología, y los llaman tecnólogos - yo los llamo vendedores. Los que venden no hacen tecnología, la venden. Y me da la impresión de que los que venden son los que tienen más posibilidades de ser escogidos, y de ascender en la empresa: Los herbívoros.

Te echan la comida al plato, es programación de receta, la más fácil de usar dentro de un framework. Aprendes de memoria lo que hace esa receta y la aplicas. Cuando te preguntan ya te has aprendido las proteinas y vitaminas que tienen esos alimentos. Nada que ver con el arte de depredar, de cazar. Y con arte me refiero al deleite, no al señor que pretende hacer un espectáculo. Porque programar no es espectacular, ya que consiste en un trabajo de cañerías principalmente - o peor, en ocasiones se espera que seamos buenos diseñadores cuando algunos somos mejores fontaneros.

Por eso me lo planteo: eso que me impide practicar en frameworks es la falta de previsión de la clase de empresa en la que podría acabar. Ya he conocido muchas oficinas, en todas he sabido sobrevivir con instinto de caza activa. Me encanta tomar decisiones, me adapto a decisiones adoptadas, diseño bajo presupuestos como un jabato... Me encanta ese mundo y tengo instinto para esas cosas. Sin embargo, también me gusta señalar las puñaladas por la espalda, hacer desvanecer las intrigas, ser trasparente con mi trabajo, auditar internamente y preparar los procedimientos para superar cualquier auditoría externa. En esto último es en lo que trabaja un buen depredador, alguien que no tiene miedo de mostrar sus puntos flacos, que no es un puto gallito alfa. Soy un antialfa, un depredador. 

En la naturaleza los alfas son un mito creado por biólogos aburridos que no supieron ver cómo funcionan realmente los cazadores. Los buenos cazadores no siguen a un líder de manada por motivos patriarcales; el liderazgo es dinámico en los buenos cazadores, tan pronto como un líder es ascendido puede perder el puesto. Es así como se monta una buena partida de caza, sin promociones de vagos ¿Quién pretende trabajar menos para cobrar más? Así no se monta una buena jerarquía de mando, así se liman los dientes del depredador ¿Quiere el señorito jubilarse? ¡Pues que se aparte de la zona de caza! Ya le daremos los de la partida la comidita y su platito. Pero que no se ponga en medio, ni nos moleste cuando trabajamos.

Dudo que existan empresas así. Así que tocará adaptarse. Además, yo también he visto librerías que ofertan esquemas de frameworks que no entiendo. Eso quiere decir que también dependeré de terceros, y de recetas que me simplifiquen el trabajo. Pero eso es debido a que el esquema general ya es así y nuestros proveedores de servicios tienen maneras de trabajar bastante cuestionables, pero que se dejarán tal cual. No hay que olvidar que por este camino se tiende a la idiocracia, y no hay que intentar entender porqué un idiota diseña lo que diseña, eso puede ser frustrante.

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En estos días veré si cambian algunas cosas. Que si un ensayo podría recibir una revisión de pares, que si podría recibir una oferta para irme a Shenzhen, que si mi tienda es posible que empiece a vender un poco más, que si veo prospección en mis teorías informáticas, que si veo prospección en ciertos proyectos de innovación... Tengo una extraña sensación de rareza, porque cuando las cosas van casualmente mal ya te acostumbras hasta el punto de no sentir satisfacción cuando empiezan a irte bien; hasta el punto de que cuando intentas celebrarlo te indigestas. 

En cualquier caso, también es sencillo: de un día para otro puedo hacerme un experto en cualquier framework - es más una cuestión de ganas que de capacidad. Así que tocará elegir un proyecto y terminarlo.

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