Desde la clandestinidad es tan cómodo hablar, criticar..., sabes que nadie te va a refutar. No ves lo que se te viene encima. Bueno, pues al menos me voy a divertir desde mi ceguera.
Conozco los trabajos de redes neuronales para simular la lectura de frases y para el reconocimiento de imágenes. Sé que usan modelos algebraicos diferentes. Pero también es cierto que esos modelos, por muchas millones de horas de trabajo que tengan por detrás, no han conseguido alcanzar la complejidad que las redes neuronales biológicas parecen ofrecer en lo que se refiere a prestaciones.
Aprovecharé esta entrada para transmitir un pesar personal, algo que me reconcome por dentro. Se trata de una teoría que cada vez va adquiriendo más forma, y poco a poco ya he conseguido ordenar la síntesis de toda la operativa necesaria. Todo, por supuesto, a falta de ponerlo a prueba en condiciones.
La cosa es ¿cómo serían las cosas si la misma red neuronal que se usara para reconocer el lenguaje natural sirviera para reconocer imágenes? ¿cómo serían las cosas si lo que nos dice qué es un ruido también sirviera para decirnos qué es bonito o feo? Y el asunto es que ya lo tengo y, lo mejor, tiene mucho que ver con este blog y mi tecnología exclusiva desarrollada desde hace años.
Un anillo para gobernarlos a todos...
Me imagino un animal, como un perro o un gato, me dirijo a él y le digo: tú también puedes hablar, y entender lo que te digo. Pero claro, ¿qué me diría cualquier persona con dos dedos de frente? Lo mínimo: que le estoy hablando a un perro, que estoy majara. Pero el matiz está en lo que le falta a todos los animales menos a los homo sapiens. Se trata de una operación que está ligada con la consciencia o, como últimamente estoy depurando, con la sincronía. Más en concreto, es un problema de eficiencia síncrona - en mis términos dentro de mi última teoría.
¿Qué es lo que hace que un humano pueda hablar y mi perro no? La diferencia no está en que el humano haya nacido con una capacidad para reconocer las reglas gramaticales de un protolenguaje, desde hace años ya renuncié a buscar tales reglas. La capacidad para reconocer el lenguaje natural consiste en la manera que tenemos de codificar el oído para encontrar las imágenes que alberga. Es decir, se trata de un problema de codificación.
Dicho de otra manera, si a un gato le pusiéramos un audífono ultratecnológico entonces podría entender perfectamente cualquier lenguaje natural humano. Y el audífono solo tendría que incorporar las funciones neuronales que desempeñan las neuronas humanas, aunque adaptadas a la capacidad de reconocimiento visual felino.
Cuanto más lo desarrollo más claro lo veo. Así como que la estructura gramatical simplificada que es usada para pensar de manera lógica al final se decodifica en cuatro coordenadas (x, y, z, t). Por lo que puedo trabajar de esa manera para ver cómo se sintetiza todo. La teoría, por el momento, no tiene flecos ni rarezas. Sé en qué etapa trabaja la codificación, y en qué etapa hay un proceso de reunificación; que es una versión más laxa de lo que entendemos por "lógica" - aunque, francamente, poco importa. Las dependencias de reunión podemos considerar que conforman una lógica práctica, más que una lógica completa - si es que existe esa otra lógica considerando el teorema de incompletitud.
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Me hace gracia el chiste de un par de humoristas que consideran que con enseñarle a hablar a un perro éste sería más que suficiente como para que éste pudiera traducir al resto lo que piensan los perros. No tendría sentido porque los ladridos no se codifican a la capacidad visual perruna, o quizá su gramática es demasiado trivial como para valorar ese lenguaje. Ya sabíamos de varios mamíferos que ladraban o se comportaban con un lenguaje corporal coherente, pero cuya gramática era demasiado trivial como para encontrar abstracciones o poesía. Aún así, los aullidos de un perro pueden entonar canciones que emiten sentimientos, así como los maullidos de los gatos a la luna, y eso en mi tierra también es poesía.
Sin embargo no podremos valernos de la capacidad que tienen los mamíferos para empatizar entre ellos mediante un lenguaje corporal más allá de lo que realmente seamos capaces de aplicar para los propios humanos: el test de la consciencia de este blog consiste exactamente en eso. Consiste en decir que a partir de las imágenes seremos capaces de decodificar una frase en un lenguaje natural (el título que le pondríamos a un vídeo). Disponer de esa función, cuando hablamos de una filosofía conexionista, equivale a disponer de la función inversa. Por lo que en todo momento siempre he estado tocando este tema coherentemente basándome en la misma idea.
Es decir, la postura de Chomsky es la que complica todo y a todas las referencias bibliográficas.
Sin embargo, para explicarlo bien habría que tener todas las referencias bien preparadas, explicar lo que es la consciencia bien explicada, y citar lo que se sabe de las redes neuronales. No es sencillo. Antes habría que verse haciéndolo, antes de construirse el relato. Y lo gracioso es que ya puedo imaginarme a otro nivel ese consejo.
Si le enseñamos a un perro nuestro idioma éste no podrá servir de traductor, salvo que sea un buen poeta o crítico de cine. Dicho de otra manera, es como si le brindáramos a un perro el trabajo más difícil bajo la premisa de que muy fácilmente podría engañarnos haciéndonos creer que realmente ese otro perro tenía unos sentimientos y no otros.
En cualquier caso, le pones un audífono a un perro y éste puede que aprenda a balbucear un "i-love-you", como hemos visto en varios vídeos de Youtube; con las clásicas limitaciones que puede tener cualquier niño con algo de retraso.
Por otro lado, ¿acaso pretendo ser testigo de esa tecnología? Me imagino a ratas rusas o pájaros rusos con audífonos correteando o viajando por toda Europa para transmitir informaciones secretas "al enemigo". No sé..., algo me dice que de desarrollarse una tecnología tendría que ir por esa dirección. Se le podría llamar "proyecto Blancanieves".
En vez de crear un muro de misiles y cosas turbias se pasa a ponerles audífonos a pajaritos, conejitos, zorritos, etc..., con las mismas, cuando el enemigo atraviese las líneas del Donbass, o algo así, éstos corretearán para avisar a sus amigos. Me imagino los cuarteles generales esperando a que llegue la paloma mensajera, pero no para cogerle ninguna nota de la patita, sino para hablar con ella y que te explique lo que le han contado al más puro estilo Dr. Dolittle.
Ciertamente..., no creo que viva lo suficiente como para encontrar un filólogo que se atreva a sostener una teoría así y, menos aún, para confrontar a Chomsky. Aquí se toca ingeniería, matemáticas y filología. Si eso, también, neurología. El simposium capaz de abordar estos temas hasta alcanzar la singularidad que yo llamé "omega" sería de lo más divertido. Aunque antes habría que alcanzar la singularidad alfa...