No se comporta como una ciencia, ni sus investigadores se dejan llevar por la objetividad de los resultados.
La economía es el estudio del uso eficiente de los recursos. Se divide en varias ramas, quizá las dos más importantes son en lo referente a lo económico y en lo referente a lo financiero. Personalmente me parece fascinante que un área de conocimiento tenga esta clase de división: porque uno es en lo referente a lo que es en sí, y el otro es en lo referente de lo que es para sí. Es decir, se puede entender desde el punto del propio existencialismo, y es posible que la eficiencia se deba estudiar desde un punto de vista existencialista. Al fin y al cabo la inteligencia podría ser la capacidad para reducir la entropía en un sistema por unidad de tiempo o, desde un punto de vista más genérico, la capacidad para reducir las pérdidas en las mediciones en base a alguna divisa a modo de coste de gestión.
La economía, por tanto, tiene que acabar casando con la inteligencia, la consciencia y todos esos asuntos. Sin embargo, curiosamente, se ha vuelto tan dependiente de la ideología que cada vez que se encuentra una piedra en el camino de una teoría económica en vez de buscar alternativas a esa teoría lo que se hace es intentar justificarla... Todo muy propagandístico y pretencioso.
Por eso hoy día tenemos un sistema de planificación económica que trivializa los asuntos financieros y un sistema de trivialización económica que planifica los asuntos financieros. La ideología reinante intenta hacer ver que la especulación y el liberalismo son los que mandan, pero cuando ponemos atención observamos que los únicos que son libres son las pocas empresas que "mandan", mientras que la estructura empresarial lejos del oligopolio tiene que cumplir con reglamentaciones y planificaciones imposibles.
Se trata de la política de ocultar que tú también eres un empresario que comete ilegalidades. Hoy día es imposible conocer todas las leyes, incluso por parte de los auditores, y eso hace que pensar que publicar los datos de la empresa sea el equivalente a jugar con destruirla. No es creíble el sistema tal como se defiende con esas megaestructuras y la hermenéutica corporativista a la hora de saber cómo gestionar tu empresa.
Dicho esto, no hace falta decir que la verdadera revolución planificadora pasa por la simplificación de las leyes, de darle más importancia a la economía y reducir la paranoia financiera y sus burbujas que se crecen solas y se autoinmolan innecesariamente. Un ejemplo de lo que digo está en los derivados: si se tiene una fórmula capaz de saber qué productos financieros son seguros entonces ¿por qué no se impone esas fórmulas como restricción? La respuesta es obvia: porque esas fórmulas se venden ideológicamente como seguras, son un dogma que no ha sido puesto en confrontación científica u objetiva. Sin embargo, los productos financieros giran en torno a ese juego de casino que es la compraventa de derivados, entre otros productos financieros que hace que las gráficas estén llenas de curvas que suben, otras que bajan, etc...
Pero de lo que iba a hablar no era de eso; lo dicho sólo es una visión general de cómo veo la economía - nada más. Iba a hablar sobre un error muy repetido por parte de prácticamente todos los economistas con los que he hablado - un error que podemos citar en forma de postulado.
Postulado: "Todo producto o servicio va cambiando su valor dependiendo de la cantidad a consumir"
El ejemplo que se pone siempre es el mismo: si tienes sed un vaso de agua tiene mucho valor, pero el segundo vaso de agua no lo tiene tanto, así como el tercero, el cuarto, etc... En mi panfleto ya expliqué en alguna parte porqué esa afirmación es falaz; en cualquier caso esta entrada intentará desarrollar porqué no solo es falaz el ejemplo sino que además es falso el postulado entero de principio a fin.
En este blog ya expliqué que una persona probablemente necesite dos litros de agua al día, por lo que necesitaría - tal vez para su consumo - como sesenta litros al mes. Es decir, el valor del agua se puede medir por la capacidad que tengamos para ponerla a disposición del individuo. Dicho de otra manera, una persona que puede disponer del agua que necesite un día, dos días o todos los días del mes le dará una enorme importancia a disponer de ese recurso. Ahora bien, cuando compras a granel para consumo personal nadie necesita almacenar de más...
Es decir, cojamos el libro de "El Quijote". Lo partimos en dos, y cada trozo tendrá un valor, pero juntos suma más que la suma de los dos trozos. Y, por otro lado, teniendo un libro el siguiente no tendrá el mismo valor porque ya dispones de lo que necesitas; el segundo libro no será cualitativamente "El Quijote" sino más bien, un libro para regalar, un libro extra por si se rompe, etc... Dicho de otra manera: otro producto, otro precio.
Cuando se convierte lo cuantitativo en cualitativo lo que antes era sencillo ahora se vuelve complicado. Eso quiere decir que rompiendo ese postulado perdemos capacidad para modelizar objetivamente nuestros cálculos. Pero, al mismo tiempo, si ese postulado era falso más vale percatarse de que su uso no puede ser global, sino que tiene que estar limitado al ámbito real en el que debería de trabajar.
Por ejemplo, ese postulado sí funciona cuando hablamos de especulación. Obviamente me refiero a la buena: poder comprar en grandes cantidades para que el precio unitario tenga menos fuerza. Por ejemplo porque los costes de trasporte afecten menos, porque se hacen descuentos por RAPPEL, etc... Esa manera de hacer que el precio unitario se reduzca con el tamaño de la demanda en realidad lo que hace es convertir el producto en una mercancía financiera, sin embargo esa mercancía no podrá ser tratada como producto final y no funciona bien como un recurso económico.
Los recursos económicos son los que usamos en la ecuación de la inteligencia según mis premisas dentro del numerador, cuando las mercancías financieras deben ser aprovechadas en el denominador. Es decir, inteligencia es valerse de una buena planificación económica valiéndonos de una mínima pérdida en divisas.
Cuando cogemos una mesa para darle uso no nos sirve saber que tenemos veinte mesas, nos interesa saber qué hacer con cada mesa y, de esa manera, darle un sentido cualitativo. Eso es lo que significa trabajar el producto final. Sin embargo, mientras especulamos qué hacer con las mesas existe una gestión de tiempo que tiene un precio, nuestro tiempo es oro y es posible que lo estemos gastando pensando qué hacer con las mesas cuando podríamos estar haciendo otras cosas. Eso es una preocupación financiera.
Si los asuntos de la administración de recursos (lo financiero) empieza a acosar a los asuntos de su gestión (lo económico) entonces corre el riesgo de trivializar al individuo que le da un valor incalculable a un producto que no puede compartir o particionar, cuando según los cálculos especulativos es eso lo que tiene que hacer.
Me pasó eso mismo con mi banco: en un momento dado se negaron a darme un servicio de darme cambio. Esa ilegalidad, que no es más que sabotage industrial encubierto, fue aprovechada con el caos del covid. La idea que tenían provenía de una directriz lanzada desde arriba: decía el banquero al otro lado de la puera que "había que intentar que la gente pasara a abandonar el efectivo".
- Pero si yo no tengo efectivo entonces cuatro negocios en el hospital se quedan sin cambio. Y todas las personas que vayan al hospital, sin monedas, no podrán hacer nada y se van a quedar con unos sobrecostes inasumibles y muy estresantes.
Me decían que tenía que buscarme la vida. Y la cosa es que el estado dejó de dar servicio público, por lo que los bancos podían valerse de su posición para extorsionar y congelar la economía a su gusto. Lo que para ellos es hacérselo a algunos empresarios y no a otros no será más que una fracción, un intento. Pero para esos empresarios es el 100%, no un intento: una realidad de cierre por parte de la empresa. Y así se lo manifesté: si no tengo cambio no puedo intentar nada, simplemente cierro.
Lecturas tan simples y básicas como éstas son las que no entienden los que se manejan con grandes cifras. Y lo que hacen es destrozar el tejido empresarial con la excusa de mejorar a las pocas empresas que manejan el oligopolio financiero. Es atroz si nos paramos a pensar la dejadez del sistema judicial y la imposibilidad de denunciar esta clase de abusos.
Ahora bien ¿Qué pasa si aparecen dos monedas? Una con la que se especula y otra con la que se maneja el país con sus bienes económicos. Entonces todo cambia. Se tiene un mecanismo para proteger el tejido empresarial como demostró Cuba. Además, la inconsistencia inherente del sistema financiero cuando tiene poder absoluto sobre la economía de un país (la trinidad imposible) deja de ser peligrosa en el mismo instante en el que se separan los dos tejidos.
Tan pronto como se calculan los precios por su capacidad para ser especulados, en el modelo económico se calculan por la disposición de éstos en las unidades de distribución para darles un precio orientativo en virtud de las necesidades humanas a lo largo de un mes. Insisto, es la fórmula cubana - un éxito.
Y como saben que es un éxito, ¿qué hacen? Fingir que no lo es. Y volvemos a la ideología y a repetir un postulado que es bien falso... Y de vuelta a lo mismo a esperar a la siguiente crisis.