Me libro de un sentimiento de angustia del que no habría sabido escapar posiblemente. Vivir en la más absoluta riqueza rodeado de mendicidad me coloca en una tesitura privilegiada: veo cómo han acabado otros en donde yo pude estar, personal técnico de Podemos, altos cargos... Rehusé sabiamente porque vi que los estándares no encajaban, porque yo no les merecía o viceversa. Cada cual debe desarrollar su historia, su papel.
El no haberme salido de mi enfoque es el que me permitió continuar con mi camino. Y, posiblemente, algún día sucumba al hambre y al desamparo - pero a día de hoy y por mucho tiempo eso no se da. De aquí a que pase el tiempo suficiente como para que acabe en el desamparo puede que ocurran los cambios pertinentes como para que encuentre mi rumbo.
Por otro lado, también lo sospecho: ¿por qué me iban a acoger en otros países? ¿Por qué me tendría que ir bien? Es imposible trazar un plan a partir de lo que se desconoce.
Veo los peligros a los que me he expuesto innecesariamente: Una jefa de la editorial en Nature consideró que mi documento era un descubrimiento, pero no quiso poner los efectivos necesarios como para habilitar unos pares que fueran dando paulatina y escalarmente el visto bueno. Consideró que el documento debía ser puesto a examen por unos matemáticos cuanto antes - y habilitó una manera de hacer un preprint. Pero, por otro lado, en Easychair dijeron que el mismo documento no era un "research", dicho literalmente. Observo puntos negros y muy turbios en esa relación contradictoria: antes eran los pares los que se contradecían, ahora son los editores jefe. Ahora le mando un documento muy innovador a una revista y ni lo pasan a un par, aunque haya dedicado una hora en recopilar información de pares a petición de esos maleducados.
No le dedican a mi documentación ni la milésima parte efectiva que le he dedicado yo a confeccionarlo.
Así que visto lo visto, ¿por qué iba a querer compartir mi tecnología? ¿Para qué iba a querer resolver nada en este mundo? ¿Por qué me iba a desesperar al observar cómo esos niños pequeños siguen afrontando como retos cuestiones de fácil resolución? ¿Por qué iba a entender que mi papel debía ser aún más activo? Al fin y al cabo, si quieren autodestruirse yo no tengo porqué preocuparme. Son más fuertes que yo porque son multitud, son legión. Son más maduros que yo porque acumulan muchas experiencias, son imperio. Son más ricos que yo porque pueden valerse por sí mismos, son el leviatán. Pero lo que no saben es que incluso el leviatán, dueño de los imperios, convertido en legión podría volverse loco y devorarse a sí mismo. Y no lo saben porque se han creído las mentiras de Hobbes. Porque no se han atrevido a reflexionar sobre la inexistencia del poder, sobre el engaño mismo del emperador. Por eso los poderosos se centran en conceptos futiles, en cabezas de turco: como creerse sistémicos leviatanes, soberanos de imperios y disciplinados como una legión.
Nada más lejos de la verdad, y yo que me alegro. Creo que poco a poco va ganando la sensación de entereza por haber hecho lo que has debido ¿Y qué importa si tengo una o dos teorías más en el tintero? ¿Y qué importa si tengo más o menos tecnología? Todo lo que se pierde se puede recuperar, todo lo que no se pudo retener se puede regenerar. Por un motivo o por otro, el caos me favorece porque cualquiera que intente hacer algo ahí estaré yo: individuo enclenque, sin poder y dependiente. Pero seré esa figura que molesta sólo por existir porque, y eso lo saben, soy completamente imposible de destruir. Me pueden anular, pero cada intento que llevan a cabo para hacerlo es otra pérdida de poder para el leviatán, otro reino que se pierde y otro grupo de anónimos que se unen a mi causa.
Lo que ha muerto puede resurgir una y otra vez cuando sus principios son universales. Eso mismo no me lo pueden decir mis adversarios: pues el que se enfrenta a mí perecerá en el tiempo. Mi obra seguirá ahí, y eso también lo saben. Y hay algo más que ni se imaginan. Si yo fuera ellos, estaría acojonado - pero sólo puedo emitir una sonrisa de cínica satisfacción por el dolor que dejo atrás y al que no puedo poner remedio por el placer que les suscita a sus ejecutores.
Hay máculas que nos destruyen y máculas que nos resbalan. Cuando ya no sientes la angustia del tormento de no poder hacerte partícipe en un proyecto donde te ves imprescindible, angustia que ha remitido precisamente por el estrés que supone la buena fe del individuo y el no haber vivido íntegramente el desengaño que produce la realidad social, entonces queda una sensación persistente de contemplación serena. Es la alegría adulta, o la tragedia ausente de dolor que te acaricia los recuerdos y la sensación de futuro. Es un sentimiento de saberse diferente y, al mismo tiempo, integrado dentro de una relojería que muy pocos perciben. Observas todos los engranajes y predices los misterios que aún no les son desvelados mientras se tapan los oídos porque no quieren escuchar. Y yo voy y me alegro.
Una sonrisa serena mientras observo el mundo arder plácidamente, mientras señalas dónde está el dueño del candado que les impide acceder al río vallado, dónde están las escaleras que les permitirían saltar la valla, mientras les ofreces unos alicates o te ofreces a cortar la alambrada.
- ¿Pero quién te crees tú que eres como para ser el héroe que abra el agugero de la valla?
- Pues coge los alicates tú mismo.
- No, porque todos hemos visto que la idea fue de un ser demasiado insignificante para un problema de tanta envergadura.
Y fue así como Egipto olvidó cómo se hacían las pirámides y sólo fue capaz de pintarlas.
Mientras tanto, un ingeniero, con la risa serena se dirigía a los sacerdotes y les planteó la posibilidad de hacer global el conocimiento. Se sentía alegre porque sabía que no conseguiría nada con ello, la angustia había desaparecido de su cuerpo. Ahora su papel era simplemente ofrecer desde la insignificancia la solución a un problema que aún no eran capaces de ver. Al fin y al cabo, si la sociedad ya está condenada, ¿por qué querrías formar parte de ella? Una sociedad que te desprecia es una sociedad a la que no perteneces.
A estas alturas nadie me agradecerá los rejuvenecimientos que hice sobre la sociedad, desde la gratuidad, desde el anonimato... Pero bien pensado, ¿acaso no habían estado luchando para autoeliminarse? ¿Acaso el leviatán no estaba deseoso de incarle el diente a su enorme y fructuoso muslo? Cuanto más ansias de comer le dábamos para que recorriera mundo más se fascinaba el leviatán de lo mucho que había crecido.
¿Qué pasa cuando a un científico le convences de que no existe comunidad científica? Pues lo que pasa es que su criterio de demarcación acaba siendo él mismo ¡Qué grata sorpresa descubrir algo de valía entre un autor u otro! Pero cuando ya has refundado un nuevo paradigma que te funciona mucho mejor que lo que te enseñaron entonces, ¿qué? Entonces cuando lo expones no se lo creen.
Pero tus máquinas funcionan y las de ellos no. Y aparece esa risa silenciosa que ha ahogado el lamento de una angustia que ya no tiene cabida desde hace tiempo ¿Y qué valor tendrán los premios y concesiones o reconocimientos? ¡Cómo me gustaría descubrir la inocencia de mi ser observando un resquicio aún defraudable de la sociedad en mí!