Se me ha estado cruzando los cables pensando en dos posibles proyectos para dejar este blog. La primera opción sería pasar a crear un cuaderno de notas para apuntar las referencias bibliográficas que me parezcan interesantes - sería como un mecanismo para publicar ensayos de alto o bajo nivel, principalmente de filología, aprovechando que no tengo que superar pares para tenerlo todo junto (y público). Sería una forma de hacer más trasparente este proyecto sucedáneo.
La segunda opción sería un proceso oscurecedor: escribiría como un guion de película interminable, como si fuera una serie formada por cortos ultracortos. Tenía pensado escribir la descripción en inglés y los diálogos en castellano, bajo el formato típico de cómo se escribe un guion con las fuentes incluidas. Entonces aprovecharía para contar de manera ilustrativa cómo se desarrolla mi filosofía, pero claro: la parte más técnica se quedaría oscurecida. La temática ya la tenía pensada, que si un mundo ultraoscuro, sin aclarar qué mundo es ese, etc... Pero con montajes bien terminados, lo que es un guion.
El caso es que, por hacer, podría hacer ambos proyectos y, por ende, este blog sucedáneo quedaría obsoleto.
Sin embargo he pretendido postponer la fecha de entrega para..., ¿mañana? ¿Dentro de una semana? ¿Nunca? No lo sé. El tiempo y las intenciones nos lo dirán. En este proceso de espera este blog lo he olvidado y, con ello, la mente me ha vuelto a acosar con ganas de compartir, ganas de reflexionar racionalmente, de analizar..., y me he visto forzado a retomar este blog aunque estéticamente ya podría haberlo acabado con la última entrada que escribí.
La creatividad te empuja, es un cruel dictador que te fustiga, te obliga a hablar, a seguir reflexionando, a seguir compartiendo... Te dice: esto no lo has dicho aún, ¡tienes que transmitirlo por primera y única vez! Y claro, dentro de estos esquemas sistémicos, te obliga a ser coherente.
Hace poco estuve desarrollando ya el esquema neuronal que es necesario para conformar sistemas coherentes. Lo he estado reduciendo como he podido dentro de la filosofía conexionista informática, y creo que estoy acertando: resulta que para aprender a pensar, a hablar en un idioma, hace falta rellenar tres grandes "metacapas", y no las llamo capas porque me saldrían resultados muy de juguete - aun así la idea de las metacapas no supone añadir demasiada complejidad solo que convierto un escalar en un vector y ya... Tendríamos el nivel de los significantes, el de los marcos y el de las coordenadas. Tengo apuntados ya los dos algoritmos para reconocer esos lenguajes que, si aplicamos transformers, me obligaría a plantearme según qué modificaciones..., pero el esquema se me hace tangible, y puede aprovecharse en prácticamente todos los campos, ya sea para el PNL como en la formación para la adquisición de un L2.
Supongo que solo tengo que perfilar mi "programa" de Javascript y tendré una manera de simular el entendimiento de un idioma, de un sistema, del proceso creativo dentro de su coherencia...
Sin embargo esos no son los temas que me obligaba a tener que desarrollar. La filosofía oscura nos habla de decisiones que se adoptan para ser desechadas. Nos habla de actos que no persisten más allá del tiempo, que se queda en una mera estrategia para enganchar lo que va a persistir. Se convierte en una causa circunstancial, pero no en un motivo sustancial. Y claro, ¿qué pasa cuando la motivación es la creatividad misma?
La creatividad es un acto de generosidad bajo una relación bilateral. No es posible ser creativo en un mundo no agradecido. Por eso la gente más enriquecida tiene la obligación de pagar más por lo mismo, o de donar más de lo que puedan ver correspondido: esto es debido a que la repercusión de la acumulación de capitales afectará a la congelación de la economía de grandes masas, y puede que provoque conflictos sobre los más adinerados. Para evitar tales conflictos éstos tienen que ser los máximos artífices de la reconstrucción de su mundo.
Pero todos sabemos que las revoluciones convencionales han provenido de la burguesía. Las revoluciones que realmente han marcado un cambio de ciclo: la del neolítico, por ejemplo - han provenido de la copia conjunta proveniente desde abajo. De hecho, hasta que no llegó el bronce no se pudo hablar de una aristocracia. De la misma manera, hasta que los aristócratas no asociaron la blancura de su piel con la pureza católica no existió el racismo - eso sí, con la excusa del linaje y el cristiano viejo.
Por eso no tienen miedo del todo: la historia ha sido marcada por esos aristócratas..., esos burgueses. Nueva revolución donde una única persona ataviada con un broche de bronce es seguida para hacer sus menesteres revolucionarios. Para cuando la revolución aparezca desde abajo la historia no podrá ser contada, ni se esperará reacción alguna.
Eso es lo que ocurre, por ejemplo, con el marxismo y su idea de la revolución del proletariado: no es que se equivocara Marx al esperar que el proletariado se levantara, el problema es que creía que era algo que ocurriría a muy largo plazo. En ese sentido se equivocaba, a 10 años vista no habrá revolución del proletariado. Esas revoluciones, las que vienen desde abajo, no se pueden montar con una historia de héroes - las historias de héroes son el broche que necesita una revolución para entender cómo formar parte de la historia de la humanidad.
La cosa es que hasta hoy día los latizagos de la Inquisición y su racismo ha sobrevivido, y forma parte de nuestro folklore y el comportamiento más mundano. Las masas pueden ser domesticadas a través de filosofías oscuras basadas en el miedo y la tortura. Varios siglos de aberración contra el supuesto impío, contra el morisco que se hacía pasar por cristiano..., no, varios siglos de aberración contra el que tenía piel oscurecida en un reino blanco y víctima de algún rumor en un pueblo, obligado a confesar bajo tortura... Tras varios siglos se mantiene una costumbre oscura, donde el que tiene piel oscura se convierte en un sujeto de poca confianza, una persona que no se atendrá a la moral católica apostólica romana.
¡Qué sorpresa se llevarían si descubrieran que los romanos podrían ser mulatos! Sería una sorpresa descubrir que Julio Cesar no tuviera el tono blanquecino que muchos especulan a partir de sus facciones, o que el mismísimo Jesús de Nazaret no fuera rubio de largos cabellos y ojos azules... Una sorpresa detrás de otra considerar que Cleopatra, con su belleza, fuera completamente negra como el tizón - y que ese detalle no fuera ni tomado en cuenta por ningún escriba, porque era su nariz lo que más les llamaba la atención a esos narigudos que son los italianos, o en oposición a lo que era habitual entre los árabes y algunos bereberes.
Pero eso es lo que hace el marco: es fácil domesticar al pueblo con filosofías oscuras y, por un tiempo, contradirían a ideas racionales como el marxismo. Por un tiempo..., la domesticación puede funcionar y los procesos creativos se pueden doblegar al servicio de sus amos. Por un tiempo..., ¿cuánto? ¿Cuánto podrá aguantar las masas el yugo de ese castigo continuo e intencionalmente eterno?
Es cuestión de esperar las cuatro generaciones que nos describe la filosofía hindú, transmutada e intoxicada dentro de mis propios términos: la primera generación de oro hace caso a los amos y es como la música de la primera mitad de los 80, la segunda generación de plata encuentra historias puras dentro de entornos oscuros como la segunta mitad de los 80, la tercera generación de bronce es una música técnica que cuenta historias bajo el halo de la semiconsciencia de que algo pasa y la cuarta generación es la apertura de ojos donde todo es corporativo o puro caos. Ninguna sociedad se mantiene más allá de la idiocia, todos sucumben o cambian: ya lo decía Marx, o comunismo o autodestrucción. Y si no quieren llamarlo comunismo no lo llamen comunismo, pero habrá una planificación económica les guste a los ideólogos o no.
El proceso que nos lleva la socialdemocracia intenta mantener el letargo de la sociedad bajo un halo de idiotez continua basada en el espectáculo que nos dan los políticos y la prensa al servicio de éstos. De esta manera toda forma creativa tiene que atenerse a los principios por los cuales se intenta hacer creer que la socialdemocracia es democracia, y se establecen marcos de pensamiento donde se ridiculiza cualquier otra posibilidad. Aunque esa otra posibilidad sea la única vía de escape de nuestro rumbo a la completa idiocia.
El nivel que desarrolla los marcos de pensamiento puede ser fácilmente doblegado a través de la prensa pornográfica: alimentarlos con la serotonina que necesitan por un lado se activan las coordenadas del lenguaje sobre qué es lo que esperan encontrar y por otro lado suplen ese contenido mediante unos medios que repiten siempre la misma mentira para no tener que cambiar la mentalidad. Los fallos de página que obligan a tener que crear nuevos marcos se suplen con falsos debates dentro de los esquemas socialdemócratas..., así se les fustiga y estresa para que vayan en una dirección de pensamiento único.
Y les funcionará..., hasta que llegue el kaliyuga (dentro de 40 años ya según mis estimaciones si nada cambia) y se pregunten ¿cómo es posible que la gente sea así? ¿Cómo es posible que todo se esté desmoronando y no se mantenga casi nada en pie? Y es que la gente no entiende que la juventud radica en un proceso de creación continua de nuevas células, que lo antiguo debe ser renovado, y que no saber renovarse es un signo de vejez.
La creatividad, de hecho, está ligado también con el orgullo. Si nos sentimos orgullosos de lo que hacemos entonces podemos ser más creativos. Tenemos más potencial cuanto mejor sostenidos estén nuestros principios. Y, claro, ¿qué pasa cuando estamos rodeados de sujetos tóxicos y distintas formas de sadismo? El orgullo lo que hace es oscurecer el comportamiento de los que no quieren proyectar la toxicidad en terceras personas aun siendo víctimas de intoxicaciones. Y cuanto más oscuros se vuelven sus procesos creativos son más de letras y menos de ciencias: exponen la filosofía correctora por encima de la ciencia correctora.
Eso es lo que pasa en los mundos sucedáneos.