viernes, 16 de diciembre de 2022

Ser o no ser

En estos últimos días el modelo con el que vengo trabajando lo he retocado como varias veces. Me da la impresión de que cualquier mínima variación supone un cambio realmente notorio, y no tengo una manera de establecerlo. Parecería que adoptar una decisión de diseño me lleva a un estado poco consistente porque en cuanto avanzo un poco es como si pudiera refutarla muy fácilmente.

A ese estado es a lo que llamo a mi modelo un estado coyuntural, y que no debe fusionarse con el entrenamiento general. Y es justo de eso de lo que estoy tratando, además del hecho de que estoy empezando a considerar que el resultado de la métrica de clasificación debe incorporarse al propio entrenamiento. Poco a poco parece que voy fijando la topología neuronal con una metodología más o menos clara.

La cuestión original podría ser: nuestro agente es un experto en bosques, conoce el tipo de animales salvajes con los que se va a encontrar, y ha tenido vivencias de todo tipo al respecto. Conoce cientos de bosques y cientos de animales clasificados en especies. Entonces un día su modelo de predicción empieza a fallar, y descubre un bosque donde aparecen animales muy extraños con mucha frecuencia. Ahora debe empezar a especializarse en su propio campo a través de este nuevo bosque. Pero la cosa es: ¿en qué medida debe tomarse en serio la experiencia de este caso? Es un caso anómalo, ¿y por ello debe tomar la experiencia como algo que no debe afectar a su sistema de predicción o por el contrario la predicción debe tomarlo en especial cuenta?

De una forma o de otra hay un cálculo diferencial en el proceso de entrenamiento que puede almacenarse para cuando el agente quiera especializar su campo. Que es como decir que un bosque podría ser el convencional o, para según qué caso, un bosque especialmente peligroso. Ese proceso de especialización podría cumplir ese pequeño principio: cuando se especializa el agente debe ser con respecto a una única dimensión. Algo así como especializarse en más discreto, o en más seguro, o en más rápido..., sea la dimensión que sea. Pero solo puede especializarse en una sola.

El problema es que no hay respuesta correcta cuando se trata de predicciones. Y cuando hay que predecir de qué manera la nueva predicción será mejor que la anterior el sistema se vuelve más laxo a la hora de hablar de respuestas correctas. Es ahí donde aparece el lado participativo del agente: la especialización de su campo es el juego al que juega, es su diversión personal y, por tanto, no es un problema de corrección, sino más bien si consigue ser suficientemente conveniente el comportarse así.

Por tanto, se trata de entender para qué existe la especialización y rondar el tema de manera coherente, o insistente. Si te preguntan es porque el experto eres tú, si no les gusta lo que les dices que pregunten a otro. Es un principio básico cuando hablas con la gente y esperas que haya una cierta concordancia.

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Pero el asunto es que me lo estaba planteando: si pierdo mi tiempo en perfeccionar mi perfil a un desarrollo profesional que no me va a rentar, ¿para qué entonces? ¿cómo saber si me va a rentar tragar con un curso de cartón piedra? ¿Acaso no estoy eligiendo el camino de la idiocia? ¿Y si el que me tiene que contratar descubro que no soy tan idiota como él? Esto último es la más cruel de las preguntas, porque ya me ha pasado de haber sido expulsado de una selección por ser demasiado inteligente - radicalmente. 

Los seleccionadores suelen decir que no pasa nada, porque los más inteligentes pueden fingir ser más estúpidos. Lo dicen cínicamente siendo ellos mismos los que ponen las pruebas. No hay peor arbitrariedad y, al mismo tiempo, está siendo muy generalizada y subvencionada por los fondos europeos.

Desde hace años se normalizó esa discriminación racial. Y hoy día está en la práctica prohibido ocupar según qué puestos de responsabilidad teniendo ciertos excesos incómodos de inteligencia. En especial se observa inapelablemente esto mismo en política. Pero claro, la razón por la cual los políticos medran tan bien en el mundo empresarial es porque ese mismo perfil es el que se espera en el sector privado.

Ellos se dieron cuenta de que no podían especializarse en inteligencia, así que transformaron el mundo de los negocios para convertirlo en cómo funcionan en su propio campo. Es la "Escopeta Nacional" de Berlanga. Es la clase de juegos a los que les gusta jugar.

Recuerdo en Facebook una señora que se puso a criticar a un político por ir de mariscadas con los empresarios a la hora de desarrollar las concesiones, los pliegos y las licencias. De primeras empecé a decirle a esa señora que me parecía muy bien su crítica a este señor, porque interpreto que ella misma lo criticaría en los de su partido y porque ella jamás lo haría de ascender al poder. Claro, en cuanto publiqué esa suposición no es de extrañar que se cagara en mí y en todo lo bailao. Hablar con inteligencia y con concordancia a tener Principios es incompatible para los perros de hortelano que están esperando conseguir ascender a base de morder a los rivales políticos. En cualquier caso, no me sorprendió en absoluto su reacción y me reí bastante por su pronta respuesta.

Está claro que mi perfil no es muy corporativista, y que si me piden hacer una conferencia no se me verá lamiéndome el culo a mí mismo con trasparencias absurdas. Ya se ha visto cómo escribo mis artículos de medium, o cómo redacto mis ensayos. Puedo ser meticuloso, pero cada línea es el camino más corto para llegar al objetivo y cuando me cuestionan por no dar las respuestas cortas oficiales es porque simple y llanamente esos atajos son peligrosamente poco rigurosos. Si acorto no es para ser más laxo, sino porque no concuerda en nuestro entrenamiento personal el incorporar datos tan coyunturales.

Hay una idea equivocada de lo que significa "enseñar", parecería que consiste en divagar sin sentido. O en decirle a quien conoce un tema lo que ya conoce. Si el proceso consiste en un reciclaje, ¿para qué lo llaman enseñar? No. El proceso consiste en comprobar si pones la patita.

Mientras tanto los ansiosos sentimos que perdemos la vida al no tener ni la más leve certeza de que valga la pena esta pérdida de tiempo. Y es que es, en definitiva, un problema de persistencia: de ser o de no ser. Lo vivido es algo que está, pero para que permanezca debe formar parte del ser. Y esa fórmula, ¿cómo se determina? ¿Debo adoptar el perfil de la idiocia?




jueves, 15 de diciembre de 2022

La pirámide invertida. Preteoría

Ayer viví una auténtica pesadilla, un bloqueo mental del copón por culpa de un exceso de aburrimiento absoluto producido por un curso que estaba siguiendo ya casi por obligación. He concebido con una claridad supina cuál es el principal problema de falta de creatividad, del aumento de abstención, de la victoria de la propaganda, a cambio de la victoria del intrusismo profesional y la frustración generalizada ante los errores continuos que no se pueden subsanar. Esto es, lo que me ha dado por llamar idiocia.

La película Idiocracy ya digo que está destinada a ser una película de culto, más allá de las tesis obdemurianas..., o como se llamen. Ridículos a parte, y rarezas por el estilo, la tecnocracia que está creciendo cada vez más se pronuncia de una manera terrible hacia algo que es inevitable que suceda. Aún así, como pasaba con Mad Max es posible crear lo que en una ocasión le comenté a la alcaldesa de Cartagena cuando yo era aún más risueño: sería factible crear una "cúpula del trueno", una especie de paraguas protector para el tipo de ataques que se quedarían fuera. Sin embargo, lo que le dije a ella en su momento solo era un concepto teórico factible, y centrado a los ataques de los crackers más convencionales o genéricos.

Vamos al lío.

¿Qué es el tamaño máximo de una empresa? Se trataría de coger la definición keynesiana de tamaño de empresa, la definición más extendida, y comprender que cuando una empresa no cumple unos requisitos básicos de calidad entonces no puede seguir creciendo. Es decir, existen unos factores motivacionales básicos que evitan la abstención laboral - y no tiene nada que ver con aumentar el sueldo, ni con hablar con amabilidad o con tener suficiente papel higiénico en los cuartos de baño o café gratis. Hay elementos que pueden tirar para atrás, pero no afectan tanto en las grandes cifras. Cuando una empresa ha superado su tamaño máximo empieza a verse obligada a aumentar el sueldo a sus empleados, a regalarles café, a montar el cristo porque a una limpiadora se ha dejado una mancha... Todo se convierte en un reflejo de lo que se pretende en una empresa, pero no se actúa con conocimiento de causa. Si te dicen en inglés "motivate", pues se motiva; si en una conferencia un completo payaso te presenta dos mil trasparencias sobre la motivación, pues aguantas el tirón, aplaudes y "lo aplicas". Eso, señores, es la idiocia.

No se trabaja, como dicen algunos existencialistas: se hace como que se trabaja. Y cuando en vez de operar haces que operas los resultados pueden ser de lo más diversos.

Podemos ver cursos donde la programación parece ir en una dirección, pero que es un completo caos en su ejecución; tan pronto como te dicen "2+2=cuaaaaaaaaaaaatro" luego te preguntas qué coño haces tú ahí y te suelta del tirón "y gracias a esto observad cómo me cronometré en dos segundos el cálculo de una raíz cuadrada, ¿soy o no soy fantástico?", y claro, hay que aplaudir... Y luego "lo aplicas".

La sensación que me genera todo esto es que, en el fondo, deben ser unos cínicos - en el término moderno de la palabra. Porque saben que nada de lo que dicen sirve para nada, pero da igual - el asunto es fingir que se hace algo. Luego los alumnos fingirán que han aprendido y, en definitiva, es cierto que con un título tan básico tendremos la oportunidad de ofertarnos y que nos tomen en cuenta. Sin embargo no deja de ser una enorme pérdida de tiempo y recursos. Es decir, lo único que se puede hacer para progresar obliga al futuro aspirante a formar parte de la idiocia generalizada ¿Sorpresa?

Ahora bien, no voy a dedicar esta entrada a desahogarme sin más. Tan pronto como anteayer observé unas herramientas realmente increibles que ni me había imaginado que podrían desarrollarse, al día siguiente las herramientas simplemente no funcionan - no tienen permisos "para mí". Y lo más fácil es pensar que me haya saltado yo algún paso, por lo que arrancas y empiezas de nuevo. Pero cuando el error está en el paso uno..., no hay mucho margen. Eso no lo resuelve ni el reset. Y si falla el paso uno, olvídate de los veinte que vienen detrás con muchas promesas de poder hacer cientos de cosas.

Te vuelven un descreído.

Y esto ya me viene de la facultad, cuando lo viví en primera persona. Entonces en un curso de Delphi unos profesores siempre me apagaban el ordenador y me desconectaban de la clase para que no pudiera seguirla. Como el grupo social era tan pequeño se hacía fácil determinar dónde estaba la rata. La rata, el término que se usa al menos en electricidad para hablar del error, del bug. Pero cuando hablamos de personas no es bueno hablar de bugs, un bug es cuando se produce un error asumible..., se resetea y punto. Pero una rata lo que hace es mordisquear repetidamente e insistentemente contra lo mismo: es obsesiva. Por ese curso que hice en Murcia era ver cómo mi ordenador se apagaba cada cinco minutos. Era una insistencia continua. El administrador de la red se hizo muy amigo mío, al observar cómo se montaban una farsa contra mi nivel. Ya digo, cuando los grupos son pequeños y los informáticos son buenos a la rata se le identifica con relativa facilidad.

Esa es la sensación que se produce: entras en una gran corporación y ves que nada funciona. Entonces te preguntas: ¿qué debo hacer? En vez de trabajar con las tablas me dan una vista a ellas, en vez de trabajar con el código me han dado una copia que funciona en un entorno virtual que se borra. Si no puedo tener control de lo que hago, ¿cómo voy a hacerme responsable? Las ratas te crean un entorno en el que trabajar es imposible, y luego pretenden hablar de una cúpula que han creado para proteger a la empresa. Y eso es lo primero que tiene que hacer la empresa, depurar esos factores de calidad para saber quién es rata y quién es un empleado, si la cúpula protege o desmotiva.

Cuando entrabas en esos laberintos imposibles de la edad media, el objetivo era encontrar un libro y leerlo. Pero allí se perdían y se hacía muy difícil no solo encontrarlos sino además dar con una salida. En esas bibliotecas una vela mal puesta podría provocar un incendio. Posiblemente la mala gestión de los libreros censuraron más que la propia Inquisición. Por no decir la de monjes que no querrían meterse en una librería solo por ser demasiado grande, ya que podrían perderse y hasta acabar quemados.

Eso es lo que sucede cuando una empresa se conoce muy bien su teoría, pero no la aplica en la práctica. Entonces para mantener a su personal, en vez de cuestionar a los que los contrataron, o de cuestionar a quienes les desmotivan, lo que hacen es subirles el sueldo. Y eso es cierto: lo que tengo de descreído lo tengo que confrontar con el hecho de que no me han pagado por perder el tiempo de esa manera. Pero el problema no es que me paguen, sino dar con la rata.

Cuando tuve problemas con mi ordenador hace tiempo, por culpa de las gestiones automáticas de Microsoft - que me lo estuvo boicoteando con sus actualizaciones obligatorias - llegó a darse el caso de que los mismos que me ofrecían el servicio de reparación (o de desbaratamiento de la configuración que me rompía el sistema) fueron al mismo tiempo los que me metieron un virus de hardware en el equipo. Esa gente no parece que haya trabajado en la vida: pueden atacar a un perfecto desconocido y a su empresa con una ligereza enorme. NUNCA hay que pedir ayuda a Microsoft.

Son empresas que están llenas de ratas. Y la corporación en sí es un nido de ratas. Y los recursos humanos alimentan expresamente a las ratas. No es de extrañar que se hayan dado cuenta los primeros en qué consiste la idiocia. Y el resto de las empresas de tecnología tienden a Microsoft.

Se me ocurre que la manera de intentar salir del paso consiste en crear una pirámide invertida. Aunque para mí todo esto vuelve a ser teórico. El mundo hacker no tiene este problema: cuando ves que alguien no es de tu confianza lo sacas del círculo. Pero claro, ¿qué pasa cuando lo habitual es ver a esa rata y que te salude como si tal cosa? Recuerdo en la universidad cuando tan pronto te saboteaban la práctica te saludaban como si tal cosa. Pero las evidencias estaban en la auditoría - auditoría a la que no tenía derecho a acceder la víctima del sabotage pero, ¿por qué? Por ese carácter cínico que es necesario para ser toda una buena rata.

La trasparencia es clave en todo esto. Si se eliminan los laberintos y se habilita la funcionalidad del cargo mediante roles bien definidos solo restará encontrar el botón que permita saber quién hizo qué en cada momento, y que la respuesta que te dé sea determinista. Tan simple como decir que dos personas que hayan hecho lo mismo partiendo del mismo reseteo obtengan la misma respuesta. Que si un superusuario desconfiguró algo su actividad deberá formar parte de esa traza. Es de sentido común, la cúpula es lo que desmotiva.

Ocurre lo mismo en los partidos políticos. Apareció un partido político con una calidad democrática PAUPÉRRIMA que fue llamado Partido X. Jamás en mi vida había visto tal nivel de idiocia y cinismo. Es la corrupción misma por definición y el ejemplo más perfecto de lo que hay que evitar a toda costa. Como parafraseo mal de Dewey, la educación se consigue mediante un ensalzamiento de la democracia: si se pudiera democratizar la tecnología entonces se obtendrá el refuerzo motivacional necesario para limpiar la sociedad de ratas. En el caso del Partido X ofrecían una plataforma que permitía a los que la gestionaban editar los mensajes, borrarlos y montar las discusiones sin rendir cuentas ante nadie: un sistema antitroll, dirían muchos, un esquema que ya fue superado por los foros más populares y terriblemente criticado por antidemocrático. Cuidado con las cúpulas. El sueño dorado de señores que desearían ser líderes de sectas, y que consiguen a muchos perros que les sigan con el sueño de ocupar puestos intermedios. Como la historia del perro del hortelano, tanto el cuento antiguo como la obra de Lope de Vega, una vergüenza de políticos que hasta el menos corrupto es escoria.

¿Y qué hacer para cuando hay indicios de empudrecimiento? Ya lo comenté en otras ocasiones a otras empresas. Hay empresas que se dedican a la creatividad, y esto de la idiocia es un problema grave porque podría provocar pérdidas importantes. La técnica que recomendé hace más de dos décadas la llamé "la vuelta de tortilla", que es una técnica muy pragmática, y se centra en un método inequívoco: hacer que los principales responsables se vean revertidos sus puestos por los más novatos y, acto seguido, que sean los más novatos los que mediante votación privada rescaten a sus jefes para que los novatos no puedan ocupar ese puesto... La técnica se puede detallar con claridad, pero la idea es clara: cuando la empresa se empudrece el máximo responsable debe temer por su puesto, o algo falla.

Pero el sistema de pirámide invertida consiste en otra cosa: sería que los permisos de administración debería de ser manejado por todo el grupo para que haya solo unos pocos en el nivel operativo. La idea es formar una burbuja que proteja el trabajo del grupo dentro de esa empresa que, al ser tan numerosa, podría estar llena de ratas. Si algo no funciona será porque se reconfigurado con el desprecio que supone para el trabajo ajeno y las pequeñas empresas, será porque el que lo reconfiguró no ha trabajado en su vida. Por eso lo que hay que hacer no es que haya un jefe que administre y varios empleados que trabajen, sino que debe haber varios "jefes" que administren y algún empleado que trabaje. De esa manera, y mediante las rotaciones dentro del grupo, aumentará la productividad en los grupos de trabajo.

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Y es que me he estado planteando para qué ser informático si me obligan a tener que asistir a cierta clase de cursos para manejarme con herramientas que lo mismo funcionan, lo mismo no. Herramientas que cuando vas al tutorial observas que no tiene nada que ver con los términos que usan, y que al parecer han "mejorado" la interfaz para nada - para crear más desconcierto en los que tengan que aprendérsela.

¿De dónde viene la necesidad de cambiar la herramienta que deben aprender todos? ¿No será precisamente para dar a entender que los que ya están en posiciones altas no puedan ser cuestionados y sean imprescindibles? Si quema ver siempre la misma herramienta, ¿no será que es en ellos donde está el problema? ¿No sería mejor habilitar el que el usuario pueda cambiar el aspecto de la herramienta a su gusto? ¿Y por qué no están comunicadas las partes entre sí? Si alguien cambia algo, ¿a santo de qué es una sorpresa para los demás miembros implicados? ¿No debería de ser esos cambios algo más democrático?

Lo que hace que las empresas no funcionen es la necesidad de gobernarlas. Un conocimiento más amplio de cómo funcionan las asociaciones nos permite comprender que los gobernantes en realidad deberían de ser coordinadores que protejan el verdadero trabajo dentro de la empresa. Que protejan lo que en realidad son las verdaderas operaciones que representan un trabajo real.





lunes, 12 de diciembre de 2022

El racord invisible

Hace muchos años, cuando terminaba el instituto, un grupo de autores me preguntaron qué les fallaba en su manera de hacer literatura, dentro de sus artes. No les gustaba hacer animaciones, preferían el mundo de las viñetas y los bocadillos, aún así les disuadí en lo posible y les pedí que aguantaran un poco - que era interesante que aprovecharan el boom..., la moda creciente del momento.

Pero el consejo que les di no fue realmente ese. Hay una queja muy común hacia muchos autores, resulta que gustan de ser impredecibles y, de tan impredecibles, las historias en vez de sorprender o ser espeluznantes acaban siendo absurdas ante el ojo del espectador. Hay un racord implícito que se espera de la obra, como invisible. Y es que no se trata de sorprender por sorprender, ni de hacer rarezas solo por hacerlas.

Cuando se rompe la estructura general debido a un comportamiento espeluznante se corre el riesgo de generar una parodia. Como toda buena melodía, o como toda buena poesía, los actos marcados al final de cada ritmo deben ser continuos y repetitivos. Esos actos marcados se van sucediendo a través de cada semiacto con funciones de lenguaje aplicados a las esferas según una reiteración continua. Y deben ser actos predecibles dentro del desarrollo de la historia de cada personaje.

Cuando la historia ofrece un nudo y un desenlace en sus momentos oportunos cualquiera diría que no ha habido un problema de continuidad. Sin embargo en ocasiones son los propios personajes los que no se comportan según ese criterio de continuidad, y es entonces cuando el racord que se pierde es el que es inherente al comportamiento de las esferas implicadas.

Que en una obra veamos a un actor con la camiseta blanca y, nada más desviarse la atención, acto seguido su camiseta sea azul es un ejemplo de historia que ha perdido su coherencia, su racord, de manera visual. Y lo curioso es que ese racord explícito es el más difícil de ver. Hay un racord que le resulta muy fácil de ver al espectador y muy difícil al propio director de la historia: se trata del racord que emerge del propio desenlace que tiene que ver con los personajes; el racord que hay que mantener para justificar la conducta de los personajes.

Parecería que en ocasiones solo basta decir que el personaje decidió ser así. Y no es incoherente, de hecho es completamente realista. Sin embargo el racord invisible no tiene nada que ver con la relevancia con respecto a la realidad, ni con nada que se extraiga del mundo de la ciencia. El racord invisible es el último bastión a dominar para que el espectador no quede desencantado por la obra, para que quede conectado con la dirección.

El secreto de mi éxito, helo aquí: justo antes de que esos autores hablaran conmigo un intermediario invisible contactó conmigo. Esto es, antes de recibir a los que me iban a pedir consejo por una obra que nunca había examinado había tenido una conversación con alguien que sí era experto en esas cosas; y de las impresiones extraídas deduje que había un tipo de racord que se le escapa al autor. Era como un racord invisible, porque a pesar de que todo está perfectamente hilado y racionalmente bien hecho los que leían la obra no estaban encantados. Y esa era la cuestión, y la gran pregunta: ¿qué técnica aplicar?

Unos años después esos autores, a saber si gracias a mis consejos o a su talento innato y a saber estar bien rodeado, alcanzaron un éxito rotundo e irrebatible - y pasaron a dedicarse a lo que les gustaba, sin miedo al fracaso. Es decir, yo creo que sí existe esa técnica y, más en concreto: se trata de un problema de orden - nada más.

El racord invisible se resuelve de manera automática adulterando los tiempos, cambiando el orden de las citas, haciendo spoilers, preparando el ambiente, usando recursos persistentes que sirvan de aviso... Técnicas hay muchas, y cuanto mayor sea el nivel de sorpresa un mayor número de elementos deben de girar en torno al giro.

Puede ser muy peligroso terminar una obra haciendo un giro demasiado brusco, por eso, como ocurre con el cuello, antes de hacer algo así hay que calentar el ambiente, preparar la musculatura y conocer los propios límites. Cuando no somos capaces de saber cuál es la musculatura del giro y si está lo suficientemente caliente para hacer esos movimientos entonces podemos provocar un tirón sobre la historia y el espectador se nos irá.

El autor es consciente cuándo hay giros inesperados, pero suele ir desvergonzado con respecto a la fuerza del giro. La cosa es que cuantos más iconos envuelvan al giro, ya sea por las vestimentas, los efectos especiales o la música que ambienta, más caliente estará la esfera para hacer el giro sin provocar el tirón. 

Por otro lado, cuantas más veces hayamos visto antes ese tipo de comportamientos, que se repetirán rítmicamente, si hemos ejercitado el ver historias parejas mediante flashbacks u otros anidamientos, si se ha preparado el resultado como en una imagen puesta en muy poco tiempo, como haciendo de intruso ante el espectador, así habremos ejercitado el músculo y podremos darle con mucha fuerza.

En ocasiones el autor cree que la sorpresa justifica el golpe de efecto, cuando en realidad el golpe de efecto debe plantearse dentro de un sistema de giros que conformen un mundo alternativo que explique con mayor sencillez todos los acontecimientos que no terminaban de cuadrar a lo largo de la historia. De esa forma el giro en realidad es la manera que tiene el director de devolver al espectador dentro de la tónica real del mundo que plantea demostrándole que estaba viviendo una especie de disonancia cognitiva y que ese giro es la medicina que necesitaba.

 

domingo, 11 de diciembre de 2022

Ansiedad

Sí. Eso es lo que hay. Ansiedad. Y unas ciertas dosis de frustración. Y eso es debido a que veo muchos vídeos de gente que asegura que (comprando sus cursos) tendrás trabajo tras adquirir unos conocimientos. Sin embargo, algunas de esas personas no son sino meros influencers que necesitan rellenar minutos, ganar visitas..., u ofertarse. No son más que un estereotipo vanal, vacío... Nada profundo.

Creo que me veo con derecho de cuestionar a esa gente porque tales conocimientos los tengo, pero sé muy bien en qué consiste la barrera que tengo delante. Por un lado me consta de que mi perfil no es convencional, por lo que podría ser tremendamente productivo en el puesto adecuado, pero es que además ya he podido hablar con los seleccionadores. Lo que buscan es mantener esa idea mafiosa light de contratar a gente de su carrera, o gente con título específico. Su primer filtrado excluye trabajos más que válidos.

Algo así ya me pasó cuando buscaba trabajo activamente. Era como si hicieran un paripé en el proceso de selección. Hay que considerar que allá donde he trabajado es porque me pusieron a prueba - si no me conceden el ponerme a prueba directamente me quedo fuera. Un primer día para hacer una prueba en específico, y demostrado - es lo que decía. Así tendrían que ser las pruebas de selección - y quitarse a los que seleccionan, porque filtran sin tener conocimientos en el campo.

No faltaban los intrusistas de letras que decían ser expertos en localizar gente de ciencias, luego a la hora de la verdad hacían preguntas absurdas y descartaban lo fundamental. No tienen el perfil, no tienen perfiles en los que basarse y, lo que es peor, acaban escogiendo justo los perfiles que acabarán abandonando porque no tienen vocación - porque fingir es fácil, mantener la mentira es lo complicado.

Algo así me pasaba a la hora de ligar. Una cosa es pegarse un rollo con una tía, la que escojas. Puede ser terriblemente fácil, sobretodo cuando aparentas ser una mosquita muerta. Sin embargo, la mosquita muerta que te coje firmemente y te atraba con una piel sedosa..., lo tiene fácil si sabe dónde encontrar a su presa. Ahora bien, una cosa es tener un rollo de un rato, una noche..., en fin, y otra es tener pareja ¿Acaso se pretende volver a encandilar a tu pareja día tras día en un proceso de sometimiento continuo? Por eso el que va a ligar no va a buscar pareja. Y eso sucede con los "cazatalentos": van a ligarse a un programador, pero no aplican las técnicas de "buscar pareja a la empresa". Son cosas muy diferentes.

Los malos directores en recursos humanos intentan encandilar a los trabajadores en vez de motivarlos. MOTIVACIÓN. Ésa es la pregunta, ésa es la palabra ¿A ti qué te motiva? 

a) A mí no me motiva el dinero. Lo que busco es ver cómo se desarrolla mi tecnología. Y mi independencia.

b) A mí no me motiva una empresa que no me dé 14 pagas, que tienen que estar por encima de los 1500 y quiero un ambiente joven.

c) Yo quiero estar en un ambiente social y además quiero ganar dinero.

d) Quiero desarrollar mi propia empresa, y seguir progresando.

Por alguna extraña razón la opción a) es la que todos deshechan y, al mismo tiempo, es la opción a) la única y con diferencia que corresponde con el perfil de quien es fiel a la empresa hasta el final. Tener que explicar lo que es de sentido común..., como que no voy a hacerlo. Ya bastantes cosas pongo por escrito en este blog como para tener que aclarar qué nos aboca a la idiocracia a través de la infocracia.

En cualquier caso: vocación + social + independencia. La vocación debe coincidir con el tema, en lo social debe ser higiénico y no tenerlo en cuenta, en la independencia no debe tener en mente crearse su propia empresa, ni depender de la actual ganando mucho dinero.

Ya digo que es de sentido común. Pero el 99% de los entrevistadores aplican el intrusismo y eligen a gente inadecuada. Ganarían mucho más los presidentes si los despidieran y pusieran en su lugar a los ingenieros para que confeccionen unas pruebas, y ya. Esto es porque con el filtro de la vocación está el propio enamoramiento del profesional a su empresa, a su proyecto de carrera. Es algo que se lee en la manera de responder, en la manera de resolver: hay que tener vocación para evaluar la vocación del otro.

Igual que la ética del trabajo no te la puede dar un abogado, sino el propio trabajador, la manera de seleccionar a un futuro trabajador te lo da otro que trabaja, no un psicólogo.

Y todo esto es lo que me genera ansiedad. Saber que, por un lado, el hospital está acosándome cada vez más con la enorme inseguridad jurídica en la que se sostiene mi negocio (sabiendo que es el último que queda, porque el "otro" técnicamente no es un negocio - son gente con "influencia"). Y, por otro lado, no veo la manera de escapar a un lugar seguro. En el mismo instante en el que se acepte que mi tecnología es real..., ¿qué pasará? ¿Por qué España no ha querido nunca meterme en su agenda y poner a prueba mi tecnología? ¿Por qué se ha antepuesto siempre la agenda de un intrusista?

Y yo me lo pregunto: ¿en qué país evalúan tu trabajo? ¿En qué país podré funcionar de manera objetiva?

Parecería que lo que se espera de perfiles como el mío es de formarse en Europa para marcharse a China, por ejemplo. Y todo eso porque constantemente se nos cierran las puertas de manera expresa en Europa, mientras seleccionan a lo peor, pero con muy buena facha.

Yo no tengo buena facha. Pero tampoco me llevo bien con algunos seleccionadores chinos, aunque sepa chino. Tan pronto como uno de ellos no paraba de acosarme y le parecía fascinante mi currículo, luego dejó de hablarme de golpe. La mentalidad china sigue siendo un misterio para los estudiantes de chino: a saber cómo piensan. Pero claro, cualquier día les cojo el truco, o tengo un golpe de suerte, y resulta que no digo X sino Y, que era lo que esperaban, no me comporto de manera ansiosa o sí, y entonces me invitan a vivir cerca de Shenzhen. Y si vivir en Shenzhen me asegura la independencia... Eso es mucho más de lo que jamás podré aspirar en España.

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Nada más terminar esta epístola, acabo de leer el comentario de un titulado de la universidad de la Habana. Capullos los hay en todos lados, pero si cojo literalmente lo que él había escrito y demuestro que no cumple con lo que asegura lo que no puede hacer es insultarme, no esperar respuesta bloqueándome, intentar machacarme diciendo que ni he dedicado ni cinco minutos a su documento... Ese es el nivel de aquellos que se mueven bajo una extraña neurosis, y quien no es capaz de leer documentos técnicos solo pueden ver a un graduado enfrentándose contra alguien que no lo está - pero hay que mojarse y leer lo que dice cada uno para comprender quién es el intrusista.


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