Ya comenté en este blog, en la entrada de la construcción del artista, los postulados en los que me baso para conformar una función poética. Aunque la construcción de la VOZ no queda reflejada. Lo convincente algunos lo llaman ilusión - pero no, eso no es suficiente.
Meditemos un poco ¿Existen herramientas informáticas que nos ayuden a calcular la función poética en las palabras? ¿Qué haces? ¡No te habrás puesto a pensar! He dicho..., meditemos. La voz las máquinas la calculan mediante n-gramas. Es decir, una máquina es capaz de adivinar con una enorme precisión quién es autor de cada cosa. Sin embargo, un verdadero genio de la escritura también es capaz de imitar ese mismo cálculo y adaptarse para parecer dos personas al escribir.
¿Qué es la voz? ¿Acaso la voz se puede construir sin poesía? ¿Acaso la máquina puede calcular la poesía de las palabras? Y lo vemos en las ironías, lo vemos en los cálculos de las polarizaciones políticas..., la máquina hace cosas parecidas - pero no tiene suficiente precisión por el momento. La máquina, oficialmente, no sabe posicionarse en una conversación.
La máquina puede calcular millones de veces mejor cualquier cálculo humano, puede imitar millones de veces mejor la manera de escribir, puede recordar millones de veces mejor ideas sucedidas, puede percibir en una foto millones de veces mejor el pixelado y sus colores... Pero oficialmente, teniendo tanto poder, no puede posicionarse porque no tiene VOZ.
Y la voz no es la ilusión. Bien alguno podría decir que es la consciencia..., no me molestaría reubicar mis definiciones bajo esos postulados. Pero la voz igual que no es algo tan genérico como la consciencia, ni tan específico como la ilusión, al final ocupa un lugar muy concreto dentro de los órganos que necesita nuestra lingüística. La voz es la que elige el género literario y lo desarrolla, la que le da fuerza a los significantes para que sean meméticos - y traspasarlos al logos. Que sean palabras, tal como solemos llamarlas.
La voz es la capacidad que tiene la criatura animal sintiente de darle función poética a los significantes. Y es un término que no se menciona en los tratados de semiótica ¿POR QUÉ? ¿Acaso es un problema literario? ¿Acaso es un término demasiado abstracto? Quizá sea yo el que no haya investigado y no esté suficientemente bien documentado. Seguiré leyendo, indagando, documentándome... Me siento como un niño pequeño cuando leo esos documentos escritos por filólogos para estudiar los signos, la pragmática..., son herramientas muy útiles, muy bien pensadas para ser aprovechadas para los ingenieros. Aunque siempre enfocadas en el sentido de la corrección, la completitud de los hechos..., nunca centrados en reconocer términos técnicos que ayuden a la eficiencia. En ese sentido los trabajos que he leído me han sabido a poco, esas teorías se quedan cojas para explicar lo que muchos de los informáticos consideramos que es la consciencia - o al menos entre los que hemos criticado la habitación china.
La ilusión por sí misma nos lleva a un abismo de posibilidades. Necesita trabajar con las escaleras de una buena justificación apoyado sobre una realidad pragmática. Sin embargo, toda escalera necesita al menos dos apoyos; la pared en la que sostiene su verticalidad es el escenario que hemos elegido como punto de partida. Ahora describe esos cuatro aspectos y tendrás una buena escalera apoyada con un punto de partida y un destino.
Es algo que se lo habré dicho de facto a actores como consejo tonto que pueda darles a la hora de actuar. Y funciona. Técnicamente les daba una técnica muy buena para que mejoren su voz, esa voz que usan a través de sus conversaciones, sus gestos, los iconos que usan... Les decía que tenían que figurarse la relación de tal o cual personaje con otro como se relacionan dos objetos. Tenían que encontrar la comparación, y hacer el ejercicio de la ironía. Ese es el mecanismo que se tiene para mejorar una buena actuación para darle un poder creativo.
Eso mismo que hacía con las personas no puedo programarlo en las máquinas. Porque las máquinas no tienen por objeto saber lo que es la voz. Y hay personas que no tienen una voz. O que la voz que tienen la tienen muy silenciosa. Por eso para construir una voz no puedes basarte exclusivamente en contabilizar cuántos verbos, adjetivos, sus cercanías..., eso no para de estudiarse y no es suficiente. La voz exige incorporar las polarizaciones, los bandos, las ironías..., y tampoco es suficiente. La voz precisa una gran capacidad de cálculo, de uso de la lógica..., pero tampoco nos quedaremos aquí. La voz exige menos que la idea de consciencia inteligente que le atribuimos al ser humano. Pero, al mismo tiempo, es un ejercicio fundamental el poder desarrollar antes de ir con según qué pretensiones.
Es posible tener voz y no ser consciente. Si eres una criatura consciente tu voz sonará tan silenciosa como probablemente inocua; porque la voz es un mensaje que va a contracorriente. Cuando todos claman con la misma voz no se oye nada. Dicen que la tienen, pero técnicamente es como si sólo hubiera una única voz para varias criaturas conscientes - como si hubiera una única consciencia, un único pensamiento ¿De qué eres consciente si es otro el que decide por ti?
Entonces llega el artista y clama con su voz con un sonido discrepante, con unos actos que te hieren la vista, te trasgreden. La trasgresión es el acto por el cual vemos una voz que es diferente. Algo que nos invita a imitar ese sonido, ese signo emic. Y ocurre algo mágico: cuando hay dos voces siempre existe una tercera que nadie ha invitado, el tercer hombre ¿Alguien le va a negar a Kurt Cobain un estilo propio al intentar transformar lo que conocía con el heavy?
La función poética no es un mero recurso literario. No se puede mezclar con los trucos de los que se sirve el literato para hacer poesía. La función poética es la base y fundamento para ponerle mensaje a una obra y que ésta sea artística.
Cuando cogemos la obra de Shakespeare observamos que sólo son obras de teatro. No hay una descripción de las escenas, más que una guía. No hay una descripción de las actuaciones, más que una guía. No hay una descripción de los montajes, el escenario, la música..., más que una guía. El guión de una película no incorpora todo lo que el director le debe añadir. Porque si no se lo añade no hay película. Sin embargo, a pesar de ser obras de teatro, montajes, arte a medias..., Shakespeare se ha ganado un reconocimiento - no por motivos condescendientes o por puro nacionalismo, sino porque la obra está llena de una poesía y función poética que facilita las actuaciones. Existe una voz. Y es terriblemente potente. En una obra de teatro sólo hay sitio para constituir una voz para que la obra tenga pies y cabeza.
Es muy fácil representar cualquier clase de obra constituida de un argumento. La clave está en que ese argumento sea típico, reconocible. Pero para que tenga voz hay que romper el esquema arquetípico y colocar unas escaleras para cambiar el tono de lo convencional. Si el estereotipo no permite colocar escalera alguna es porque en realidad no había base ni interés para desarrollar temática alguna. Pero si era interesante es porque cada cual ve distintos puntos de apoyo, y lo justificará a su manera subiendo hacia distintos lugares desde los puntos de partida que ofrezca ese escenario.
¡Hay tantas maneras de crear y no lo he visto reflejado! Y la razón por la cual no es fácil de encontrar todo esto en los tratados de semiótica supongo que es porque no se entiende que hay un juicio analítico dentro de los significantes: los significantes tienen eficiencia. Es decir, existen porque los necesitamos para sobrevivir. Y en ocasiones engañamos a la naturaleza aprovechando ese instinto. Pero si no reconocemos la eficiencia en los significantes, a partir de su función dentro de nuestra memoria, entonces todo tratado de semiótica (a mi juicio) se queda incompleto.
La eficiencia del significante es su belleza, su estética. Es la razón por la cual tiene resonancia en nosotros. Lo eficiente es memético. Lo que es necesario para entender todo lo demás es porque es analogable, porque podemos usarlo para hacer comparaciones y mejorar nuestra voz en otros asuntos. Eso es ser eficientes: aprovechar la voz para mejorar la voz. Una grúa levanta a una grúa. Una escalera sube a otra escalera.
Para que las palabras tengan poder necesitan estar bien colocadas eficientemente. Y entiendo el desconcierto del que estudia semiótica, al fin y al cabo Searle desubica la eficiencia del debate de la consciencia. Craso error. Para él una máquina que esté millones de años pensando antes de llegar a una conclusión puede ser consciente. Como si la consciencia fuera un conocimiento trascendente. Pues bien, lo que trasciende a lo correcto es lo que está bien hecho. Lo que trasciende a la completitud es la eficiencia. La consciencia es un modo de indexar lo vivido de manera eficiente. Es decir, la definición pasa por ahí, condición sine qua non. Y la voz es el puente que conecta lo que se anota con lo que se entiende. Del ojo a la biblioteca de la visión hay una escalera. Es como un rayo que interconecta eficientemente conceptos y les pone un rol, y junto a ese rol un orden. Toda voz se rige según mi teoría entre cuatro géneros, y para que grabe sobre el entendimiento tiene que tener una dialéctica, una historia. Una historia bien contada. O la grabación no será posible.
Cuando observamos órganos que no son eficientes con una buena grabación lo normal es prescindir de esos órganos. Evolucionar significa darle más fuerza a lo que funciona mejor. Mejorar la voz. Ser más conscientes. Pensar de manera más eficiente. Darle más poder a los significantes, a las palabras.
Eso es la función poética.