Algunos tenemos la oportunidad de mirar atrás y observar todos los trenes que no cogimos; por un lado algunos de ellos eran un último tren, por otro lado todos eran el último tren. Se puede ser nihilista, que nada te importe, y decir que todas las oportunidades que no aprovechaste no tienen relevancia alguna - que todas podrían ser substituidas por una nuevas oportunidades igual de buenas. Sin embargo, esa manera de ver el mundo no es realista: hay que superarse dejando morir lo que está muerto.
El asunto práctico está en también evitar decir que todas las oportunidades que una vez alguien tuvo fueron oportunidades que nunca volverán: el que piensa así en realidad no ve el mundo categorizado, se ha liberalizado de tener que afrontar decisiones y se somete a cualquier oportunidad que deba asumir como válida. Tal como veo las cosas, esa manera de ver el mundo tampoco es responsable.
Así que nos queda plantearnos, por si fuera interesante, que en ocasiones nos vienen las oportunidades - algunas son únicas y no volverán, otras se presentarán de nuevo en la vida para tu beneficio. Sin embargo, ¿qué es una oportunidad susceptible de perder? La pérdida no existe realmente, está en el valor que le da el colectivo como civilización. En un momento dado esperamos algo de nosotros-para-sí, y ese algo es una espectativa: la espectativa que tenemos es lo que nos convierte en estrellas, porque si no somos capaces de imaginarnos más de lo que somos entonces nunca lo seremos.
Hay quien ha descubierto el estrellato sin saber lo que se le venía encima. Entonces lo han vivido como quien pasa un resfriado. Para ser consciente de la vida que se tiene antes tiene que estar ésta constituida en la cabeza de cada protagonista. En eso consiste la cultura, la literatura. Nosotros creamos las estrellas, su mundo, lo que es espera de ellas, el trato...
Es como un matrimonio: si la mujer, por ejemplo, espera una relación romántica y el hombre espera sexo gratis es por el tipo de "películas" que se han montado cada uno. La relación de pareja se constituye por la literatura que se consume, porque el amor cortés no existe - lo crean los autores.
Pero el objeto a conseguir, ya sea el matrimonio que se desea, el trabajo de tus sueños, la empresa próspera..., al final son convenios horizontales que cumplen, como ya expliqué en mi teoría del género único (cuando dije que "Marx me daría un beso"), la morfología del cuento de Propp. Es decir, ese tipo de sueños se rigen por una morfología donde hay reconocidas, según Propp, unas siete esferas (agentes protagonistas, que en mi teoría son ocho cuando añado al narrador) y hay como una treintena de funciones de lenguaje (en mi teoría son 64, si no mal recuerdo, bien pensado yo pienso en potencias de dos - salvo en mi teoría sobre la prosodia...).
Sea como fuere, las oportunidades en ocasiones aparecen para iniciar una revolución, para independizarse, para actuar como un héroe..., en esos casos el orden de las funciones de lenguaje será diferente. Pero como todo buen estructuralista, el orden es lo que realmente importa.
En cualquier caso, una persona tiene un objetivo - y desea ir a más. Y puede pasarle que mire atrás y observe que cualquier tiempo pasado fue psicológicamente mejor para él, es posible que descubra que socialmente alcanzó un zénit en un momento dado, o que puede que alcanzara el zénit académico, o el zénit en salud física, etc... Cuando uno visita todas esas colinas y mira atrás observa todos esos cúmulos vividos, son como trenes que no cogió. Luego vuelve la mirada al frente y es muy difícil mirar más allá: es muy fácil mirar atrás, pero somos cortos de vista con lo que se nos viene encima - la niebla es cosa del futuro. Se disipa mientras avanzamos, pero sin niebla no hay autoría, ni civilización.
Allá donde se espera que podamos configurar nuestro mundo para-sí todos, en democracia, tenemos derecho a opiniar, a ocupar un lugar. No todos pueden ser estrellas, al mismo tiempo menos todavía. Hay que ir dejando sitio para que se ensalcen los proyectos de la manera más esplendorosa posible, y entonces ellos formarán parte de tu proyecto personal - y te sentirás orgulloso por ellos, es un hecho, no un autoengaño, ni una estafa, como muchos me han intentado repetir constantemente.
Hay que entender que el mundo de la envidia existe, y esta gente ha estado apaleándome allá donde han podido. Muchos trenes salieron para poder escapar de su influjo..., así hasta que pasara el último de todos, ¿fue un último tren? Jamás lo sabré. Es un hecho.
Cuando se habla del mundo de la prospección de futuro no existen los hechos, salvo los que describen la incertidumbre de la niebla, que es la libertad misma del colectivo. Cuando una persona quiere ir a mejor lo primero que tiene que hacer es confeccionar su propia historia, y jugar en su mente el rol que le corresponde: deleitarse con ese personaje imaginado. La confrontación existente entre lo que uno quiere ser y lo que uno es lo que hace es generar dos voltages diferentes en dos partes diferentes del cerebro: uno en el temporal, y otro en el occipital - pasando por el frontal que evalúa el presente del yo y el parietal que ubica el tipo de dolor. Ese rayo es una trayectoria, y de la trayectoria una idea de avance.
Esas cuatro fases, según mis teorías, conforman un semiacto, que barajan cuatro funciones de lenguaje. Esas funciones de lenguaje se definen dentro de uno de los cuatro órdenes posibles; dos de ellos el de los cuentos maravillosos de Propp y el del viaje del héroe de Campbell. Si la agenda que conforma el semiacto es lo suficientemente realista, allá en la niebla, se dislumbrará un tren - un tren en el que te podrás montar para viajar hacia algo que se parezca a tus espectativas. Y así ver adónde te lleva tu civilización, qué es lo que espera el colectivo de tu ser-para-sí.
Ahora bien, hay un hecho en todo esto: es incontestable que cuando veas ese tren será imposible saber si es el último o si podrás permitirte el lujo de esperar otro igual o mejor. Es un tren, y tal vez sea el último. Tal vez por coger este tren debas despreciar otros, como nos habrá pasado crucialmente tantas y tantas veces. Puede pasar que durante meses no te llegue ninguna oferta y, justo en una fecha concreta, te llegan dos a la vez - y luego eliges justo la oferta donde el tipo no tenía ningún interés porque solo quería "quedar bien" y no confesó que ya estaba desinteresado. Por cosas así he perdido muchas oportunidades, y seguro que a millones de personas les habrá pasado igual.
En cualquier caso, es como un actor de cine. Lo primero que tiene que hacerse es imaginarse que se le presenta la oportunidad, y entonces en cuanto la vea sabrá cómo montarse en ella - de lo contrario, si se sube a un trasporte que no sabe a dónde le lleva será muy difícil que se sepa ubicar en todo lo que viva..., así que para cuando se disipe la niebla mirará atrás y solo verá montículos por los que pasó y que sospecha que jamás podrá volver a pasar.
Las espectativas que tienen las personas sobre sí mismas en realidad son constructos estereotipados que tienen un carácter genérico y, al mismo tiempo, tienen persistencia. Esto es otro hecho. Y es que el existencialismo está lleno de hechos, porque la niebla es como un bosque lleno de árboles y hay dos clase de personas que se pierden en un bosque: el niño por inconsciente y el botánico por tener una mente tan jovial.
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En este punto Jazztel me volvió a dejar sin Internet, razón por la cual se perdió mi último párrafo..., o se habría perdido si no hubiera capturado la pantalla en el último momento. La vida está llena de idiotas, y ellos tienen el poder. Ojo porque yo denuncio muchas cosas, cada vez el sistema judicial se hace más corporativista, luego más tecnocrático y, finalmente, defenderá la idiocracia misma. Por eso pueden actuar desde la impunidad. En cualquier caso, pasaré a reescribir ese último párrafo y terminaré aquí la entrada.
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Al final indagar en todo lo que se nos viene encima puede ser objeto de un buen estudio filológico, de cómo estructuramos el lenguaje y nuestras historias; no es de extrañar que la singularidad en la consciencia de las máquinas haya venido de un programa que se dedicaba a autocompletar las historias por su repetición estructural.
Los que ven los árboles disfrutan del bosque.