Por hoy voy a dejar esos modelos superpoderosos y voy a volver un poco hacia lo convencional. En mi vuelta a lo convencional probaré a demostrar una aplicación básica que demuestre que realmente trabajo a una escala diferente...
Esta entrada pretende ser un regalo para aquellos que vivan el momento, como lo estoy haciendo yo ahora mientras escucho música. Y es que en el fondo me da igual, en estos momentos me da todo igual - en cuanto a que he sido apartado de la sociedad, pero para que se note creo que esta pieza debe ser incorporada en el puzzle, y al mismo tiempo no creo que valga la pena incorporarla dentro de la antología.
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Hace dos décadas hablaba con mis colegas de universidad sobre cómo plantearía un modelo económico, donde los tipos de interés se movían bajo una fórmula específica. En ese modelo había margen para un mercado, y me servía como modelo estable que cumplía equilibrios de Nash. Entonces alguien me preguntó que porqué no me integraba en el fondo monetario internacional, o en alguno de esos sitios..., y mi respuesta fue sincera.
Me parecía una frivolidad que un veinteañero sin estudios serios en economía pudiera jugar con la divisa que controla millones de negocios solo porque fuera un pequeño experto en teoría de juegos, por crear dinámicas financieras exclusivamente con fórmulas matemáticas. El mayor de los problemas era que nunca había tenido, al menos, un negocio: hasta que no me hubiera peleado con proveedores, enfrentado contra el abuso de administradores públicos, encarado a clientes analfabetos y violentos, experimentado un intento de atraco armado, intentos de estafa telefónica, proveedores que no tienen nada o que son muy animales en sus maneras, la inseguridad jurídica policial porque no quieren atenderte ante un robo, las distintas formas de coacción y sensación de ausencia de Estado más una colección absurda y contraproducente de impuestos indirectos, sociales, bancarios, bélicos, del seguro, de la energía...
Hace más de 10 años me emprendí en este proyecto de dirigir un kiosko de móviles. Hace 20 años ya sabía que cualquier kiosko alberga la magia de la experiencia y el conocimiento suficientes como para darle en la cara a cualquier catedrático - y no me equivocaba entonces, y ahora lo sé de primera mano.
He sido trabajador, jefe de oficina, autónomo y mi propio jefe. Digamos que ya tengo una dilatada experiencia en estos campos. Y he llegado a una peculiar conclusión, una de muchas..., los economistas no saben calcular el IPC.
El IPC tiene un desdoble: tenemos el IPC subyacente y el general. Está claro que el IPC general será simple y llanamente el aumento del precio de las cosas, y ya. El cálculo del IPC es fundamental para poder gobernar la trinidad imposible al que se enfrenta la economía mundial del mercado libre cada cierto tiempo: un país en superávit verá sus servicios públicos aumentados, así como la inversión, lo que permitirá mejorar socialmente el país y también le dará más dinero a los ricos como solo saben ganarlo (recibiéndolo del gobierno reinante de manera que parezca que les pagan por alguna clase de servicio). Una política monetaria expansionista y que además genere tanto movimiento en el país se convierte en un cúmulo de incertidumbres bancarias, los tipos de interés se vuelven variables y los proyectos bancarios no se ajustan a una estructura fija: los banqueros ven cómo todos ganan más dinero pero ellos cada vez tienen menor poder adquisitivo, así que exigen un aumento de los tipos de interés para estabilizar su sistema. Pero si estabilizamos al banquero y mantenemos la política expansionista entonces tan pronto como los bonos se vuelven atractivos la economía se congela y se estanflacciona, matamos a Keynes, y eso provoca aumento de paro con el aumento de los tipos de interés. Si se frena la expansión empresarial entonces pueden volver las aguas a su rumbo, y las riquezas se estabilizan de nuevo... Es un problema sin solución, porque es estructural por la manera que tiene el libre mercado de funcionar. Y la única manera de aceptarlo es separando las economías: disponiendo de al menos dos monedas diferentes.
Sin embargo el problema es mayor aún: el IPC subyacente resulta de eliminar al general los productos alimenticios frescos, energía y portes. Entiendo que los portes depende de la energía, y que los productos alimenticios frescos depende de los portes, de ahí que el IPC subyacente se vea como un IPC estructural que no depende tanto de factores volátiles. Sin embargo mi experiencia me dice otra cosa.
En un margen de 5 años he visto cómo mis productos alimenticios no cambiaban nunca de precio; esos cambios que se pueden dar en un mercado cuando se venden al kilo es muy diferente a los productos alimenticios embolsados. Es decir, no es lo mismo comprar un kilo de patatas a comprar una bolsa de patatas. El precio de la bolsa de patatas fluctúa mucho menos que el precio de un móvil: la gente es muy susceptible de no querer comprarte una bolsa de patatas solo porque cuesta cinco céntimos más, pero a un móvil le puedes subir cincuenta euros perfectamente. Y muchos pensarán que es normal, en virtud de los precios, pero según observo si multiplicamos las ventas por los porcentajes la cosa no cuadra: la tecnología en ocasiones es más volátil que los alimentos frescos. Y me quedo corto.
Hay que entender de qué tengo experiencia: vendo periódicos y productos alimenticios (fuera del IPC subyacente), ofrezco servicios informáticos y vendo móviles (dentro del IPC subyacente). Como jefe, al negociar con los proveedores, soy consciente de cuál es el valor de los portes y los cambios que se han producido con la guerra de Ucrania sobre los productos alimenticios - asímismo he experimentado los cambios notorios entre el precio de los semiconductores de hace años y cómo están las cosas ahora. Por si fuera poco, que me digan que un iphone 7 es un producto básico y nada especulativo en su precio..., obviamente aquí hay algo que no termina de encajar: la idea de IPC subyacente depende de factores que siguen siendo muy volátiles.
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Hace como tres años o así me inventé una dinámica para aprender el vocabulario, y reglas gramaticales, en un idioma con la ventaja de que podía ser gigantesco y, al mismo tiempo, el sujeto podría no tener ni idea de ese idioma. Ese modelo no lo generalicé, aunque sí lo versioné de distintas maneras - o incluso inventé otros mecanismos completamente diferentes..., tengo uno de ellos en este blog como aplicación, pero no viene a cuento de nada. Cuando inventé ese modelo me basaba en una cosa: el estudiante no sería consciente de cómo va mejorando en el idioma, pero objetivamente sabrá que está aprendiendo porque esos circuitos que tenía los irá cronometrando. Es decir, a medida que cada vez supere su propia marca de tiempo para terminar un circuito sabrá que ha mejorado en el idioma.
Este modelo se puede generalizar: un circuito es un conjunto de pruebas que te permiten avanzar cada vez que la superas, pero que tiene como penalización el retroceder cuando la fallas. El circuito, por tanto, es una cuádrupla formada por el número de casillas, avance, penalización y pruebas. Como ejemplo diré que diseñé un juego de la oca definido como tantas casillas como preguntas, avanzando con un dado de 6, penalizado retrocediendo una casilla y como prueba el tener que acertar cómo se traduce la palabra i en la casilla i del tablero. La idea es básica, si entras en bucle dentro de las mismas casillas al final, aunque tengas un problema de memoria temporal (como era mi caso), tan pronto como aprendas el idioma te curas de tu lentitud.
Ahora vamos a estudiar esto con un poco de más seriedad: ¿para qué podría aplicarse lo que me ha dado por llamar un "circuito"? Un estudiante prueba a terminar su circuito en un tiempo y se apunta la marca, o también: imaginemos que lo que hace el estudiante es ponerse de circuito un diccionario completo y lo que hace es apuntar la máxima página al que fue capaz de llegar en una hora de estudio.
Estos modelos pueden acabar encajando dentro de una Gumbel, aunque yo recomendaría ir directamente a una Weibull: tan pronto como estudiamos nuestros avances como estudiantes gracias a la mediana, existe una valoración adicional que diferencia a unos estudiantes de otros. La distribución Gumbel tiene la peculiaridad de ser simétrica, mientras que la Weibull incorpora un parámetro adicional: la forma. Esto es como decir que hay estudiantes que podrían ser muy lentos, debido a alguna clase de discapacidad que tengan o por circunstancias COYUNTURALES, pero lo que nos importa es la forma. Lo que realmente es estructural en el modelo está en la forma que adquiere la Weibull.
Tan simple como recoger los datos de los máximos valores y ajustarlos a una Weibull de parámetros k y m, donde m es la mediana y k es la forma. Cada vez que la forma tiende a inclinarse hacia atrás significa que algo importante nos empuja hacia atrás, hay algo que está arrastrándonos hacia el fondo, algo que no está calculado y que debe eliminarse para soltar lastre: la forma correcta debería de ser más o menos simétrica. Si algún viento nos empuja hacia adelante o hacia atrás eso significa que cualquier avance o retroceso es independiente de nuestro esfuerzo personal. Por lo que cualquier inversión/incentivo que se haga no se verá respaldado por el conjunto.
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Nada, ya me he desahogado. Y ahora, a volver a comer palomitas. Que, de hecho, las vendo en mi tienda y están muy buenas. Pasaron a valer un 71% más de su valor original, pero una vez alcanzado ese valor se estabilizó. Y ya nadie va a poder cambiarlo jamás - porque es estructural. Da igual cómo se ponga ninguna autoridad monetaria, todo esto es algo que les trasciende. Y pensar que..., ¡bah! Da igual, o me la suda o me vuelvo loco.