viernes, 30 de abril de 2021

No hay democracia sin gulags

En una ocasión tuve la oportunidad de preguntarle a un jefazo de la URSS si habían o no gulags, oficialmente el último se cerró en el '60, antes de que yo naciera. Su respuesta fue que en la URSS no habían gulags, entidades desde donde se gestionen los centros de trabajo, lo que habían eran ciudades donde la gente no quería vivir o trabajar.

Considerando que los gulags aparecen para destinar a los que fueron objeto de purga, si no fueron deportados o asesinados (si el juicio fue bajo tortura no es justo decir "ejecutados"), entonces el término debe atribuirse a un carácter exclusivamente militar, no civil. Y es aquí donde la mayoría de los periodistas fracasan estrepitosamente cuando hablan de esas ciudades: no es lo mismo el código deóntico de un civil que de un militar, cualquier sistema democrático en un estado de urgencia militar ve demacrado en ese ámbito sus derechos más fundamentales. Otra cosa es que Stalin fuera uno de esos sujetos que se sienten muy a gusto gobernando desde la guerra, y muy incómodo en un estado de paz.

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Yo respetaba mucho la opinión y criterio del periodista Raúl del Pozo que, si bien no tenía porqué estar de acuerdo con lo que opinaba en televisión, al menos parecía una persona mesurada, comedida y profesional. Sin embargo ya he tenido la oportunidad de leer el prólogo que le dedicó a un libro: Archipiélago gulag. Igual que me pareció aberrante la idea de estado y nación que defiende Stalin en su obra, pues no hay sitio para la libertad civil y la paz/pacto social (es de lo más antisocialista que he leído), la opinión que vierte Raúl del Pozo sobre la novela esquizofrénica que ahí se cuenta es cualquier cosa menos de rigor periodístico. Es precisamente un periodista el que debería de haber subrayado los pasajes demasiado increibles como para ser ciertos, barbaridades ya no inhumanas sino incluso de conspiración "judeo-masónica" sin ninguna clase de sentido ni egoísta ni práctico, conceptos que sólo podrían provenir de una mente perturbada - muy probablemente con muy buenas razones - pero perturbada y, por tanto, el periodista debió escribir un prólogo a la altura de las circunstancias: avisando al lector de tener una lectura atenta y crítica por dos motivos, uno porque hablamos de las medidas adoptadas por los revolucionarios al tomar el poder y dos porque lo que se cuenta no encaja en ocasiones con comportamientos asumibles a la raza humana - no tanto por su inhumanidad, sino por la asumción de que la acción apremiante debía de estar colmada de odio, sadismo y estupidez; mezcla imposible cuando se juntan las tres a la vez incluso atribuible a la bestia rusa.

Un inciso: ¿por qué es imposible odio, sadismo y estupidez al mismo tiempo? Si bien cualquiera de las tres podrían ser infinitas, lo que hace crecer la estupidez no permite mejorar en el intelecto sádico, lo que te permite elaborar tus preceptos sádicos debía ligarse con una razón enfermiza de amor desenfrenado incompatible con un odio no estúpido, y si la pretensión es hacer crecer el odio hace falta gastar de creatividad incompatible con la estupidez. Estos trilemas suelen resolverse con equipos de trincas infalibles: donde como pasaría con los tres chiflados, por separado puede que lleguen más lejos que juntos. Sin embargo, es imposible creer que una sociedad formada por millones de trincas de chiflados pueda ensalzarlos: algo así como tres chiflados nazis, suena a película de zombies. De zombies nazis.

Así que una vez aclarado que, por un lado, aun siguiendo más del lado del troskismo, así como tirando más de Kafka o Sartre, no puedo sino horrorizarme de una novela tan exageradamente imaginativa que habría necesitado ser constatada cada dos líneas. Y es que si tras terminar una guerra la verdad es la primera víctima, ¿cómo quedará la verdad tras el término de una revolución sangrienta?

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¿Qué es un gulag? En una ocasión un sujeto que se las dio de haber sido de la URSS me dijo que Cartagena, mi ciudad de nacimiento, era un gulag. Es decir, podría usarse el término gulag para las entidades locales en virtud de cómo son tratados materialmente sus vecinos. Me dio unas cuantas argumentaciones, y poco me importó establecer hasta qué punto podría haber sonado frívolo. En Cartagena, y este era mi punto, la gente podía marcharse de la ciudad; sin embargo entonces yo pecaba de ingenuo, ya desarrollaré esta idea.

He necesitado muchas décadas para comprender qué significaba realmente gulag. Muchos me lo simplificaban como "campo de concentración" o como "checa". Ahora sé que ni lo uno ni lo otro.

El campo de concentración clásico nos viene de los nazis, ese era el lugar donde se destinaban a los judíos para que volvieran a su lugar "innato" según las tesis religiosas del nacionalsocialismo. Se entendía que los judíos no podían manejarse con el dinero, y debían de trabajar la tierra con el primer y el segundo sector para que los arios pudieran gestionarlos. Es decir, el campo de concentración era una granja de judíos. Como quien tiene gallinas o cerdos. Y la relación del pueblo alemán gentil con el pueblo alemán judío es como la relación entre el pueblo europeo alemán y el pueblo europeo español: tú trabajas y yo gestiono el dinero.

Las checas eran edificios donde se aislaban a sujetos que en plena guerra civil podrían favorecer al bando nacional. Se capturaban civiles por el bando manifiesto al que pertenecían, o puede que por cercanía a gente de ese bando. Eran edificios donde se secuestraba a gente de manera masiva y organizada por parte de milicianos. No hace falta decir que al ser formas de violencia y no ser condenadas por el estado el bando republicano cargaría con el estigma de haber consentido esa barbaridad hasta el punto de pretender ganarse al Pueblo bajo una democracia ya, por lo pronto, ficticia. Es decir, la creación de las checas, como lo fueron los campos de concentración para los nazis, fue la demostración de que habían perdido la guerra, por su demencia: aunque la hubieran ganado oficialmente otro levantamiento se habría producido y el país habría permanecido o en inestabilidad o bajo el yugo del autoritarismo.

Todas las revoluciones pasan por errores sangrientos y decisiones absurdas. La revolución francesa tuvo la guillotina y, al cargar con esos errores, el propio Robespierre pasaría de héroe a villano. Eso mismo le habría pasado a Carrillo si hubiera ganado la guerra: quizá los suyos le habrían ejecutado por Paracuellos, por ejemplo. Y no hablo de ejecutarlo como un chivo expiatorio, sería hacerlo porque de lo contrario el modelo de comunismo que traería sería una dictadura exactamente igual de despiadada que la que trajo Franco: con sus genocidios, su falsedad institucional y tal...

Una vez aclarado qué es cada cosa ahora tenemos los gulags: Stalin nunca lo he visto como una persona brillante, y los gulags han sido considerados un ejemplo de ello. Sin embargo ahí no estoy de acuerdo. Los gulags son un acto de benevolencia sin atisbo de cinismo alguno. 

Cuando Ernesto de Guevara conquistó con Fidel Castro y el resto de los barbudos la capital la revolución armada había terminado. Sin embargo, quedaba un cabo suelto: ¿qué pasaba con todos esos soldados que fueron enviados a ejecutar a los líderes del movimiento de liberación de Cuba? ¿Qué pasa con todos esos traidores que fueron ejecutados en manos del Che? ¿Qué pasaba con todos los soldados compatriotas obligados a hacer frente a las guerrillas cubanas? Para que fueran disculpados alguien tenía que expiar sus culpas: los oficiales al mando. Ejecuta a los oficiales y todos sus subalternos quedan amnistiados, no como un acto de bondad, sino por pura justicia militar. Quien está dispuesto a enviar a un hombre a disparar a otro por la espalda, debe asumir que si no hubo cuartel a su favor tampoco tendrá derecho a reclamar alguna clase de pleitesía en cuanto las fuerzas armadas le rindan cuentas. Aunque suene duro: quien a hierro mata a hierro muere. De lo contrario sería tremendamente injusto y estúpido, temerario y absurdo por la falta de ejemplaridad.

De la misma manera Stalin, un sujeto esperpéntico a más no poder, consigue llegar al poder. Entonces, ¿qué pasa con los contrarios al régimen? ¿Qué pasa con aquellos que podrían traicionar el movimiento e iniciar sabotajes continuos? Ningún régimen acepta flecos sensibles; aunque la debilidad del régimen no es lo que le da la legitimidad para actuar con dureza, la dureza proviene de la ausencia de diálogo militar, negociación, cuartel... Así que Stalin empezó a hacer el ganso: activó la purga contra justos y pecadores por igual, arrasó contra un pueblo inicialmente ilusionado con él y, después de esa purga, sorprendido por el tipo de gobierno que les esperaba. El acto de absurdez fue la purga en sí.

Cuando se localizaba, de manera no lícita como pasaba en España cuando la inquisición, el pecador, el traidor del imperio, el disidente..., tendría tres destinos: huir del país, ser asesinado tras obligarle a confesar o llevarlo a un campo de trabajo. La purga es infalible: dudo que haya aparecido de casualidad algún inocente, con la inquisición también pasaba lo mismo.

¿Qué significaba un campo de trabajo bajo el régimen penitenciario? Significaba que te consideraban dentro del sistema, pero bajo un régimen vigilado. Es como cuando te dice un bruto imbécil que te quiere, tienes como un miedo implícito a que cuando le des la espalda aproveche para violarte, pero en la España "democrática" se ha aceptado esa clase de relaciones aun habiendo muchas denuncias detrás y proclamas a los cielos.

Entonces, ¿dónde está el problema? Lo dejo claro: el problema no era el gulag, era la purga. El problema no fue que fueran llevados a trabajar, pues en el comunismo todos tienen que trabajar, el problema es que serían purgados inocentes. El problema no serían las condiciones del gulag, sino que habrían destinados inocentes a trabajar en esas condiciones.

Y, visto así, si un gulag no fuera una palabra fea - si la palabra a censurar en una democracia, la palabra violenta, fuera la purga en sí, entonces ¿acaso los gulags no podrían ser requisito imprescindible en un régimen democrático?

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Para entender el siguiente punto hay que explicar cómo funciona la socialdemocracia: la real. Y, por supuesto, me centro en España y su sistema vertedero que ya habré explicado en varias ocasiones. El modelo de Mussolini, Hitler, etc..., siempre es el mismo, y en este sentido todas las instituciones fracasan en los mismos puntos: ¿qué hacer con el funcionario que ni quiere ni sabe trabajar ni obra de buena fe?

Cuando he tenido ante mí a personas importantes que debían tomar decisiones yo siempre lo he tenido claro; no hay debate ni valoraciones ni consideraciones: primero el despido, lo extraordinario sería mantenerlos en el puesto. Y claro, entonces es cuando muchos llevan la situación al extremo: ¿qué pasa con el corrupto, a qué se dedicará? ¿Acaso de esa manera no se despedirán a todos y no quedará nadie para trabajar? ¡Tantas veces lo he oído...! Y eso es lo que justifica el sistema vertedero, lo que defendía Carrillo (que pisoteada y escupida quede su tumba), la idea de nunca despedir a un funcionario: sólo pueden ser rotados del puesto, pero jamás verse degradados. El funcionario que consigue su puesto lo tiene para siempre, o va para más. Da igual los delitos que cometa, siempre habrá un grupo de altos funcionarios, políticos o jueces que los acogerán. 

Cuando entramos a un comedor y vemos una cuchara que está sucia, nada más cogerla de su barreño, lo social es apartarla del resto de las cucharas y no volverla a echar al barreño - porque lo que está sucia para ti también lo está para el que está detrás en la cola. Es más eficiente localizar lo que está sucio y asumir la limpieza del mismo ante la falta de cucharas.

El socialdemócrata te habla de aceptar lo malo conocido, reconocer las miserias humanas y los errores en el trabajo escondiéndolos mediante el corporativismo. Pero yo digo: no rendir cuentas por tu trabajo no te hace ejemplar. Y, es más, cualquier sistema que defienda la meritocracia no puede albergar formas de corporativismo. No podemos permitirnos el lujo de la corrupción de que haya cucharas sucias en el barreño, que los usuarios no quieran quejarse y el comedor no deba asumir su responsabilidad.

Lo que es demasiado casual no provoca grandes revueltas. Quien finge ser perfecto demuestra no entender lo que significa la excelencia. Defender la fachada de tu trabajo es más costoso y contradice al trabajo real y productivo. Cuando hay una obsesión de hacer creer que una institución tiene utilidad eso es porque debe ser desmantelada. Sólo lo que es útil se justifica por el trabajo mismo. Si bien hay servicios higiénicos, no es difícil preguntar a quien desea desmantelar al limpiador si es capaz de asumir un mundo lleno de cucharas sucias.

Así que descubrimos que hay un grupo de gente que debe ser reinsertada debido a la suciedad de su mente. Se ha interpretado objetivamente que es así superando la presunción de inocencia, sabiendo que no puede ejercer un puesto quien no sea capaz de justificarse con trasparencia mediante el deber de vigilancia; por lo que existirán los puestos intermedios adonde serán degradados los que no sean buen ejemplo de su trabajo.

Pero esos lugares que sean un destino penitenciario donde se le brindará al preso a continuar con su productividad bajo un régimen de vigilancia relativa al tipo de criminal reconocido tienen que existir. De lo contrario estaremos diciendo que el preso debe vivir en un estado vacacional, que su trabajo consiste en la formación continua hasta su liberación - y se me ocurre pensar que esas valoraciones son cuanto menos forzadas.

Cuando se considera ilegal forzar a trabajar a un preso, pero legal forzar a trabajar a un hombre libre, es como cuando en los hospitales la tele se tiene que pagar y en la cárcel es gratis. Cualquiera se da cuenta de que hay un estúpido gestionando; y donde se gestionan contradicciones es poco probable que las cosas funcionen.

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Recuerdo cuando, desde el desconocimiento de lo que era un gulag, hablaba con el seminario de historia de mi instituto - entonces yo había recibido información contradictoria de lo que eran esas palabras, seguía sin entender nada. Nada cuadraba. Pero yo me lo planteaba, y observaba el comunismo como una solución. Y claro, ¿por qué los profesores de instituto veían el comunismo como un atraso? No era de extrañar, y mi discursito fue inapelable:

- ¿Qué pasaría si en un estado policial a un policía le preguntaran por un sistema comunista? Es decir, un sistema donde tendrían que rendir cuentas por su trabajo. Un sistema donde lo más importante para ellos es disponer de los mejores futuros comunistas para que gestionen el país. Que los que saquen mejores notas sean los que acaben ocupando los puestos de poder y así hacer que el sistema perdure de manera ejemplar. Entonces el policía que hasta ahora no rendía cuentas ante nadie no querrá hacerlo ante un inspector, coordinador o alguien externo que podría aguarle la fiesta. Lo que quiere el policía en el estado policial es sindicarse con un grupo que sea más fuerte que el estado y sus leyes. El comunismo le aguaría la fiesta, sobretodo si activara la democracia. Lo último que permitiría un funcionario en una dictadura institucionalista es que hubiera una manera de que los usuarios garanticen la calidad del trabajo del funcionario.

Cuando a mí me preguntaban cómo fue mi estancia en el instituto sólo pude decir cómo el desencanto que viví en el colegio se vio multiplicado en el instituto: cómo daba igual lo que pusiera en los exámenes, pues todo giraba a listas blancas y negras, y de cómo se formaban historias en algunos alumnos de conceptos que habían "aprendido", para admitir su aprobado por pena. Ese modelo es el que les hace creer a los profesores que tienen el poder; un concepto colmado de corrupción porque no está vinculado con formas meritocráticas coherentes: si el profesor es el que te aprueba, si es él el que observa tu aprendizaje para aprender, entonces el profesor debería cobrar más o menos en virtud de aquellos que aprueba o suspende - pues él es el sujeto activo en los centros de formación. Una barbaridad.

En el comunismo lo que importa no es convertir al profesor en el centro de atención, o el perdonavidas. Lo que importa es si el alumno ha cumplido o no con unos objetivos. Salirse de ese esquema no puede ser sino meramente extraacadémico, y no debe mezclarse con el currículo del alumno - pues podría ser corrompido. 

Cuando un profesor alega que son demasiados los exámenes a corregir lo que hace es recordarnos lo impropio que es esperar mucha carga docente en estos individuos: hay que quitarles responsabilidades porque no están dispuestos a cargar con tanto trabajo, independientemente de lo que se les pague. Decir que has corregido unos exámenes que ni has visto es tremendamente fácil cuando los poderes públicos están por la labor de crear la apariencia de que las instituciones funcionan - sobretodo cuando los medios han pactado, porque los periodistas españoles son especialmente carroñeros y difusores de la propaganda institucionalista, no desvelar las estadísticas de la vergüenza: documentos oficiales que se pierden, notas incoherentes que se justifican porque se ponen al azar...

Por eso pasará otra legislatura y no habrá una revolución en el ministerio de educación, ni tampoco una manera de pactar las condiciones que tiene España en Europa, o qué hacer con tanto funcionario que no sirve para nada y que es demasiado costoso... Hace gracia pensar que cuando un político no necesita coche oficial tenga dudas sobre qué hacer con el chófer, o que cuando no necesite el ministro los informes del ministerio no sepa qué hacer con absolutamente todos los funcionarios del ministerio... Ya lo decía Kennedy (de las pocas frases que son de muerte): no me pidáis lo que debo hacer por vosotros, sois vosotros los que tenéis que decirme qué vais a hacer por mí. El cocinero debe presentarse y decir: yo te cocino lo que quieras. El barrendero le dirá: yo te barro donde quieras. El gandúl dirá: ¿qué quiere que haga? Y fingirá que trabaja. Esa gente no quiere ni sabe trabajar, te plantas delante cara a cara y le insistes: ¿qué es lo que va a hacer usted por mí? ¿Nada? Pues despedido.

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Una de las cosas que mucha gente no es capaz de comprender es qué instigó la revolución cultural en China. Cuando tenemos una dictadura institucional y hay muchos jóvenes en el paro debido a la corrupción de los funcionarios y el nepotismo, entonces puede que la ocupación que les otorguen sea de coger un fusil y convertirlos en milicianos. Y claro, ¿qué pasa cuando todos los milicianos se juntan y se dan cuenta de que tienen historias comunes? Lo que ocurre es que revolucionan, y van contra los funcionarios que no les permitieron progresar.

La revolución cultural ideal fue la que protagonizó Japón, bajo inspiración quizá de la empresa Disney, por la cual se adelanta al corporativismo institucional fomentando la excelencia por la calidad total. Y, actualmente, Shenzen en China todo apunta a que ha experimentado también la revolución cultural correcta: la que podría permitir a China quitarse de la gestión lo sobrante y hacer que apueste por la calidad.

Sin embargo, allá donde haya un paraíso del trabajo y la tecnología también habrá lugares machacados, como mi ciudad, donde los políticos le imponen techos de cristal ya sea a través de leyes (los edificios tienen prohibido ser más altos que los de la capital) o a través de la discriminación más descarada (no aprobar proyectos regionales en esa ciudad), pero, por encima de todo, el fomento de las redes clientelares - que hacen que sean los ciudadanos de a pie los que no tengan ninguna oportunidad de progresar más allá de la casta a la que pertenezcan.


miércoles, 28 de abril de 2021

El origen de las religiones. La historia de Mogrul.

¿Quién era Mogrul? Mogrul es el nombre de un gigante que me acabo de inventar para explicar el origen de las religiones. Este nombre lo habré leído/oído en algún videojuego o película, así que si algún amigo nórdico se siente identificado le pido disculpas de antemano.

Para explicar el origen de las religiones hay que centrarse en el propio sentimiento. Así que empezaré con una analogía, antes de entrar a saco ¿Qué es lo que hace que hoy día no haya grandes Rock Stars? Esto es, las grandes estrellas del rock son un evento sólo comparables a las más grandes divas de la ópera, o a los grandes compositores musicales desde Mozart. Si hoy día hablamos de una gran estrella del rock no llega a entrar en todos los ámbitos de los medios de comunicación como tal, o a penas tiene la relevancia de hace años. Así que la duda es, ¿por qué han muerto las grandes estrellas del rock?

Para responder la pregunta hay que hacerlo por descarte: sabemos y nos puede constar que no es por falta de talento, realmente hay mucho talento indiscutible, y éxitos del ayer siguen apareciendo hoy día aun con menos relevancia social. Tampoco es cierto que sea por falta de mecenas, las grandes productoras estarían gustosos de crear un héroe que genere millones - hoy día se tienen que conformar con un artista mal valorado que genere básicamente los mismos beneficios. Tampoco es cierto que el problema sea que no hay medios al alcance de esa estrella del rock para darse a conocer, porque cualquiera puede darse a conocer y provocar un meme de la manera más barata o accesible - es decir, más fácil que desde siempre.

Por tanto ya sabemos que si no existen esas estrellas que hace décadas existían no es ni por falta de talento, ni por falta de mecenas, ni por falta de tecnología o logística. La razón es exclusivamente porque los fans, los feligreses, no están por la labor de incorporar esa clase de héroes. Es decir, seguir a una superestrella del rock no es interesante hoy día.

Este enfoque es el tema central: lo que mueve la existencia de una religión, a mi juicio, no es el contenido religioso propiamente dicho sino cómo se vende esa religión de cara a las espectativas que tiene el feligrés. Es decir, sólo triunfan las religiones que supongan una revolución económica o un mantenimiento de los ritos que hasta entonces se habían estado siguiendo.

Lo que identifica a la religión no es, por tanto, la fe o el dogma, pues si bien es cierto que el ateo por condición sinequanon es imposible que comparta un dogma de fe con un religioso también es cierto que el génesis del religioso no tiene porqué ser la fe en sí misma. El religioso asevera que el origen de su creencia proviene de una forma de inferencia, ya sea la fe o la razón; pero para un ateo atento ninguna de las dos puede ser tomadas como punto de partida para el nacimiento de la religión.

La fe no puede emanar como el agua de un manantial por generación espontánea. Es como la valoración que tienen algunos sobre la maldad: que creen que proviene del hijoputismo, algo así como un material mágico que combustiona el cuerpo mental de la gente para convertirlos en malas personas. Es decir, la fe tiene que venir de alguna parte, como el hijoputismo, no se puede aludir a un ser anómalo del que seamos víctimas maniqueas y, al mismo tiempo, hablar de juicios que sopesen nuestras decisiones.

Si alguien dice que la religión proviene del conocimiento mismo, de la búsqueda de dicho conocimiento, observamos que no cuadra: cuando aparece un ser extraordinariamente inteligente o sabia lo natural no es hacerle el más mínimo caso, de hecho puede que incluso se le traicione o se le ignore expresamente por ser tan listo o sabio. La excepcionalidad en realidad es un handicap para ser famoso, para que se aplique un meme sobre ti. Sólo la historia de los seres excepcionales ha sido capaz de crear el arquetipo de lo excepcional como algo memético.

Dicho esto, esto nos lleva a la historia prometida: imaginemos que en mitad de la nada, y sin venir a cuento de nada, aparece un gigantón de veinte metros declarando públicamente su existencia de manera inequívoca. Y entonces dijo:

- Yo soy Mogrul. Y heme aquí de manera excepcional para cualquier criterio científico o histórico que hubierais tenido sobre mí. Nadie me esperaba y heme aquí. Al menos, innegablemente, deberíais de reconocerme como un dios, dentro de vuestra escala de valores. Aunque no reclame que me otorguéis un carácter perfecto.

Y, ciertamente. Un ser que trasciende a nuestra ciencia, religión, historias..., un ser que va más allá de lo visto y rompe todos nuestros esquemas tiene todo el derecho del mundo a ser declarado como un hombre y algo más. Bien, pues he ahí a Mogrul, el gigante dios. Y la ciencia lo tendría que aceptar, como el primer dios que hizo aparición.

Sin embargo, tan pronto como quede reconocido será olvidado. Será un dios, sí, pero sin religión. Porque nadie le esperaba y nadie lo va a tomar en cuenta.

¿Qué es lo que hace que Mogrul no sea memético? Pues, la excepcionalidad. Que es el supuesto requisito que le impone la religión a sus seres extraordinarios.

Por lo que la religión no se basa en la fe de lo excepcional, se basa en un rito repetido. Podemos rescatar las ideas de Propp y sazonarlas con la tesis de Bueno. Ahí tenemos una buena receta religiosa que explica el origen de la admiración por la trascendencia ontológica del ser.

Podemos ir a las cavernas, y los hombres que allí habitaban solían ser carroñeros; de ahí que vivieran poco, pues nuestros estómagos tampoco están bien condicionados para ello. Lo que mejor soporta el homo sapiens es la fruta, pero ante una glaciación sólo la carne da calorías. Por lo que los humanos que aprendieran a cocinarla tendrían derecho a una descendencia, pues nuestro cuerpo no es capaz de consumir carne por sí mismo. Necesitamos fabricar colmillos para desmenuzarla, o quemar la carne para que sea más fácil de masticar. La carne no nos hace perder dientes, los frutos secos sí, y tenemos dientes de más para que sirvan de recambio.

Así que cuando veían a esos animales, grandiosos, que podían darles de comer por semanas. Algo por dentro les hacía comprender que podían trascender más allá de lo que eran, de cómo habían nacido. Los buitres que aprenden a cazar, los gatos que aprenden a consumir plantas..., todos éstos tienen un momento de revelación que les hace verse a mismos trascendiendo más allá de los ritos que habían estado aprendiendo.

Cuando muere un ser querido y se entierran sus huesos, como decía Propp, del rito y el duelo protegiendo la tierra y el recuerdo de ese ser, emergerá un árbol. De la misma manera que el rito irá cambiando para plantar la semilla de un fruto con los huesos de un ser querido y, con el tiempo, el olvido de la parte del rito que hiciera una o tal cosa... Hasta obtener el entierro ceremonial por un lado y el nacimiento de la agricultura por el otro de manera supuestamente simultánea.

De la misma manera, ¿cómo se debe esperar que nazca la idea del conocimiento y lo trascendente en el lenguaje humano? Si no tiene presencia material entonces no existe. Lo que existían eran los animales, que para el homo sapiens le eran trascendentes; lo sabemos porque, como decía Bueno, las obras rupestres son de animales y eso tenía que ser porque los divinizaban. El carácter divino del animal no es porque les confiriera poderes mágicos, sino porque a través de ellos el ser humano podía trascender: podría domesticar y mejorar la seguridad de la tribu, podría crear una granja y mejorar los recursos, o incluso podría cazarlos para cambiar al carroñero por un depredador. Eso supone una revolución para el propio homo sapiens y los ritos que conocía, sus comportamientos.

Pero podemos imaginarnos a un homo estepario, que llega a la caverna y se encuentra con unos meros homo sapiens carroñeros y asustados ¿Cómo se comunica con ellos? Con el arte: juegos de rol, escenificaciones diversas, gestos, arquitectura, muñecos hechos con ramas, monigotes sobre la tierra y, por supuesto, con el conocidísimo arte cavernario, dibujando en los lugares más recónditos, donde sólo los iniciáticos querrían aprender. Y ojo, esto es la base fundamental de esta teoría: no colocar los dibujos en lugares remotos destroza el argumento.

Cuando no te interesa trascender da igual lo que haga el gigante Mogrul o lo excelente que sea: no trascenderás. Hay un camino sinuoso que debe uno seguir, encuentras un dibujo: si lo ves entonces podrás continuar como si fueran migas de pan hacia el siguiente. Si demuestras interés y señalas el dibujo, entonces puedes mover al sujeto hacia lugares donde los dibujos sean mucho más importantes. A lugares sellados a los ojos del ignorante que no quiere ir más allá del homo sapiens.

Entonces el que ve los dibujos podría verse a sí mismo cazándolos, cocinándolos, domándolos... Convirtiéndose en el ser superior que podría llegar a ser: un dios a los ojos del resto de los hombres.





lunes, 26 de abril de 2021

Máximas sobre la ejemplaridad

La ejemplaridad es el concepto que define al ser humano en trascendencia con sus elecciones, porque permite poner en valor la contradicción que supone los derechos con sus responsabilidades. El poder disponer de un mecanismo capaz de evaluar la ejemplaridad de un acto permite varias cosas: por un lado el luchar contra la corrupción al conformar un sistema automático que se mueva por la voluntad del Pueblo, y por otro lado sirve para definir la diferencia entre el ánima social y la bestia.

Debido a que el ser humano no es capaz de diseñar ánimas sociales entonces tampoco es capaz de definirse dentro de una sociedad. En la medida en la que una persona sea capaz de establecer el vínculo entre el ser humano y su ejemplaridad podrá proponer el marco legal sobre el que deban sostenerse las leyes, así como las normativas sobre las cuales deberá edificarse la educación.

Un buen punto de comienzo para abordar el problema de la ejemplaridad bien podría ser el elaborar unos mecanismos de auditoría sobre el trabajo de los propios funcionarios, en especial de aquellos que se dedican a la educación, juicio y presidio. La auditoría informática que evalúa la calidad de las instituciones tiene por objeto determinar hasta qué punto el funcionario público es una persona ejemplar y, por no serlo, hasta qué punto su cargo puede llegar a ser incompatible con el sujeto.

1. Ante un agravio al agresor se le debe restaurar a posteriori o en menor calidad que a la víctima de la agresión.

2. Más trasparencia es más ejemplaridad. Del silencio de una acción trasparente sus restos conforman ejemplaridad. El que presenta formas para su contradicción sin el cinismo del que oprime para hacer callar demuestra por contraste la posición implacable de su puesto.

3. Tener mecanismos de demostración aun contradecibles que sostengan la meritocracia de la orgánica existente supone los pilares de una organización ejemplar.

4. Cuanto más vigilante más ejemplar. Quien asume tu responsabilidad es más responsable que tú. Encararse contra la presunción de inocencia cuando vaya en tu contra te hace más ejemplar. El cargo público puede ser incompatible con la ausencia de vigilancia. Ser adulto significa ser vigilante.

5. No es posible formar, educar o interpretar leyes sin ejemplaridad. Cuanto mayor sea el vínculo de la educación con el aprender a aprender mayor rigor se deberá esperar del mentor. Si el funcionario no quiere asumir tal nivel de responsabilidad entonces el cargo deberá definirse a la altura de lo que puede ofrecer. La carga educativa, por la cual se le reconoce la capacidad docente, es proporcional a lo ejemplar del sujeto.

6. El ejemplo, así como la confianza, se presupone máximo en combinación con las aptitudes suficientes y el tiempo suficiente llevándolas a cabo con trasparencia y contraste. A lo primero lo llamaremos la precisión de la confianza y a lo segundo la relevancia de la confianza; si una se anula entonces se anula toda la confianza. No se puede recuperar la confianza, salvo que exista algún mecanismo tipificado de manera expresa y extraordinaria. La ejemplaridad es un valor degradativo, que sólo es restaurado mediante relatos heroicos.


domingo, 25 de abril de 2021

Cuatro balas perdidas

Ha tenido que pasar una crisis absurda en la seguridad de los políticos para obligarles a enseñar la cola, para que su disfraz de cordero quede poco convincente.

Sin embargo, los que no tienen cultura política no están preparados para el debate: en momentos de verdadera crisis es cuando aflora la ausencia de liderazgo político. Es ahora, en su salsa, cuando se les verá por cómo son realmente - cuando los ensayos no les dice cómo crear su correspondiente mascarada. Ante las singularidades los políticos demuestran si realmente son o no merecedores de un puesto tan singular. Y es que el ejecutivo no es moco de pavo: es el poder dictatorial y, en España, de hecho es el poder del valido real - el que aconglomera la influencia de todos los poderes democráticos en la sombra, y en la ley.

Así que vemos el absurdo y la gente ha decidido comportarse como borregos capitales: que si los que se ponen a un lado, que si los que se ponen al otro... La fórmula era trivial: condenar el terrorismo. Nada más. Pero claro, hay personajes que creen que alicatando un pilar no se corre el riesgo de hacer caer el edificio; que por ello no pasa nada si no se es arquitecto. Esta clase de personajes no son más que una bala perdida.

Lo mismo pasa con el otro, el machito, lloriqueando cuando él mismo se reía de las víctimas del terrorismo; contabilizando las miserias de Otegi para hacerlas suyas propias. Ahora se da cuenta de cuántos votos estuvo tirando por la borda de una manera estúpida - cosa que quizá nunca le importó. El objetivo era idiotizar a la gente, volver extremistas a los que les sigan... En estas últimas semanas no fue necesario ningún escrache, ningún insulto, ninguna deshumanización..., él mismo estuvo fabricando de las figuras más gringe que ha podido estar en política.

Era cuestión de tiempo antes de que un perturbado, siendo éste completamente y únicamente responsable se lanzara a las amenazas de muerte; como ya pasó con otros políticos. Pero el Gobierno pactó con el partido que es presidido con otro sujeto que tampoco condena la violencia y el terrorismo.

Lo más triste es que no es necesario "gobernar". Todo no es más que una patraña que se finge para poder tener unos presupuestos con los que jugar, para atribuirse avioncitos, sueldazos, casoplones, máquinas de masaje... Todo con la excusa de que se está ahí para gobernar. Para eso se pacta con esos partidos presididos por una bala perdida; y eso convierte al presidente en la cuarta que quedaba.

...

Cuando me planteo los problemas que deberían ponerse a debate vuelvo sobre lo mismo: cuando los derechos humanos se constituyeron como un éxito social, redactado por algunos marxistas, el propio Marx lo vio incompleto. Entonces se intentaron varias internacionales - todas fracasaron. Desgraciadamente la dialéctica que debe tener el estado con el pueblo ha sido dictado por Stalin: la idea de cómo se puede levantar un imperio, concepto seguido por Mao - para crear una China comunista al margen del feudalismo.

El famoso libro de Stalin sobre la idea de cómo se mantiene una nación me parece una aberración, como lo fue su gobierno. Y ese es el punto de partida: ¿quieren un gobierno formalmente democrático y que además reconozca principios materiales en condiciones? Pues antes habrá que definir la idea de estado nacional y, de ahí, la idea de imperio.

El estado en un país se compone de tres elementos fundamentales: suficiente población, suficiente historia y suficiente interés geoestratégico. Si alguno de esos tres factores lo tiene infradimensionado entonces, independientemente de lo que sea oficialmente, su política de estado no merece relevancia como país. Pero si alguno de los tres lo tuviera sobredimensionado entonces estaríamos hablando de un imperio.

Con esta definición Japón estaría en la duda de ser un imperio, cuando China o EEUU está claro que lo son. Ahora bien, lo interesante de lo que entendemos por imperio es justamente que sus partes bien pueden ser estados nacionales y, de ahí, que los conflictos internos deban resolverse mediante alguna clase de cohesión interna.

Hasta ahora todos los imperios se han fundado en una moral basada en el miedo: el control del sometimiento que no es autoritas. Es decir, todos los imperios han emergido para sucumbir. En la medida de que un imperio no esté dispuesto a reinventarse más rápidamente de lo que sea capaz de inventarse un imperio rival podría perder la oportunidad de mantener su hegemonía, hasta el punto de deshacerse como país para dividirse.

Lo que cohesiona al imperio son los derechos humanos y la armonización fiscal: de una manera o de otra todos los estados tienen que pagar al imperio. Observamos cómo Europa no ha sido capaz de mantenerse unida, y la lengua - como suponía Stalin - no ha sido el problema. Tampoco ha sido necesario el imponer un pensamiento único. Ya digo que las ideas de Stalin son aberrantes.

Lo que ha roto a Europa es el hecho de que el sur se administra financieramente de manera diferente al norte; y hay una lectura de que unos países roban a otros. Y para eliminar esa idea sólo hay que usar las mismas partidas presupuestarias en todos los países. Es tan simple como que no se necesita ni una moneda única, ni el espacio común, ni directivas complejas..., nada de eso ha servido para cohesionar, más bien ha servido para separar.

Todos los países europeos han estado haciendo trampas al solitario y, justo cuando tocaba unirse, resulta que en el año 2000 no se atrevían a cumplir sus cuentas. Todos los países generaban una apariencia de solvencia. Sin unas reglas sólidas sobre fiscalidad no hay nada que hacer, sin unas leyes presupuestarias no hay nada que hacer... Mientras exista un poder ejecutivo no hay nada que hacer.

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Observamos además cómo todas esas balas perdidas siguen fingiendo que son útiles para crear el imperio europeo, cuando en realidad valernos de una fórmula que comunique el legislativo con el judicial sería más que suficiente para crear el engranaje más difícil de conseguir - el que permite la cohesión de cualquier conjuntos de estados nacionales.

Y es cuando analizamos los tres factores: ¿qué hace que un país sea más difícil de gobernar? Que tenga más gente, que tenga más historia y que tenga más intereses geoestratégicos. La historia genera fronteras que se solapan en los países, y provoca un factor multiplicativo en las personas: hace que dos personas piensen como si tuvieran hasta cuatro opiniones diferentes. 

Es como comparar a los físicos teóricos de los físicos de laboratorio: cuando un físico de laboratorio dice una cosa todos los demás físicos le apoyan y se adhieren a sus resultados, pero cuando un físico teórico interpreta un resultado sólo es necesario otro físico teórico para descubrir tres teorías diferentes. Por eso, es cuestión de imaginar qué significa vivir en un país sobredimensionado en conflictos pero donde cada conflicto no contribuirá en la renta como un sujeto más: son más personas pero declaran los mismos, o incluso menos.

También la corrupción sobredimensiona el tamaño de la población y, como contrapartida, se puede observar que lo que reduce el problema es la educación. Por eso cuando en la URSS prohibieron la historia en realidad lo que estaban consiguiendo fue el mismo efecto que aferrar un petardo con una mano apretando con fuerza: te quedas sin mano, por pequeño que sea.

De ahí aparece un problema de envergadura: ¿qué pasa con la desigualdad? ¿Es realmente injusta? En realidad la desigualdad sólo es injusta en sistemas individualistas, porque no le da las mismas oportunidades a todos los individuos. En el mismo instante en el que se garanticen los derechos sobre los individuos y se evite hacer recaer los deberes sobre los mismos entonces la ausencia de igualdad no será un problema del estado nacional debido a que no estará asociado a injusticias.

Esto es, la fórmula que propongo es que el estado garantice los derechos individuales y que reclame las responsabilidades sobre los colectivos.

Si una mujer es 1'5 veces más débil que un hombre entonces, ¿acaso no supone una injusticia que tenga que pugnar en igualdad de condiciones con un hombre cuando éste nisiquiera se embaraza ni tiene los mismos asuntos ginecológicos (mucho más vulnerables que los urológicos)? Visto así, si se deja a la mujer en la indefensión liberal debería de cobrar menos para que estuviera a la par con un varón ¿Y esto no es injusto? O quizá debería de cobrar lo mismo cuando un varón es mucho más productivo ¿Y esto no es injusto? No se paren a pensar: es una paradoja que el liberalismo no pretende aceptar que existe. 

La solución está en conformar colectivos laborales, que la carga de trabajo no sea determinado por el empleador, sino por la propia comunidad laboral: un grupo decide emplearse en un contrato colectivo, pero el empleador sólo trata el contrato como si hubiera empleado a sólo un trabajador - quién trabaje o cómo se turne no es competencia de quien contrata. Esa es la fórmula que he estado proponiendo en este blog: el contrato colectivo. En ocasiones lo llamaba el contrato de Mimba, pues es el modelo que se usa en el campo de facto con los inmigrantes, y que funciona muy bien.

Que contraten una partida, los miembros de la misma no es cosa del empleador sino del colectivo laboral.

Visto así, las desigualdades se quedan en el interior de los grupos laborales; no son competencia del estado. Quien no quiera formar parte de un grupo de trabajo que elija otro donde se sienta más cómodo.

Y claro, visto así, ¿acaso no es lógico también reducir los problemas de búsqueda de trabajo ofreciendo una renta básica? Así se apaga la necesidad de aferrarse a una oferta de trabajo; y es entonces cuando aparece la negociación entre iguales, sin necesidad de imponer un sueldo mínimo - pues la renta básica se encarga de asegurar lo mínimo. Esto es, trabajar sin necesidad de que te apunten con un arma.

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Todo lo dicho anteriormente se resuelve legislando inteligentemente. Como un buen cirujano, se necesita un buen instrumental con el que trabajar, y cultura para hacer las cosas bien. Pero, al mismo tiempo, cuando las personas comprenden la simpleza de todo el proyecto lo extraño es que no se adhieran por voluntad propia.


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