lunes, 6 de noviembre de 2023

Techo en el Capital y sus tramas

Le he estado dando unas cuantas vueltas a lo de comunicar varios tramas, y vincularlo con películas de éxito, estructuras reconocidas por filólogos..., y el problema es que no le veo las simetrías. Parece terriblemente complejo. Puede que, incluso, la creencia que tenía en mi última entrada de que tras una ausencia de superación corresponde una ausencia de deflagración no sea del todo correcto.

Me he hecho una notación simple: A: ausencia, R: rival, I: intruso, d: deflagración, s: superación, i: intercambio, a: afiliación.

Así que tras una trama de trascendencia en tres actos: As no veo claro cómo continúa una moralista: Ad. Pero lo que sí veo es este ciclo: Ad As Ai Aa

Lo que se presenta es una historia de degradación en la precuela que presenta cómo se crea al héroe en su "begin", seguido de la fase de trascendencia, al que le sigue un intercambio de papeles para que, una vez consolidado en su posición se convierta en una leyenda a la que invocar para que se agregue en las secuelas a nuevas aventuras. Esta construcción tiene más sentido.

Y, de esa manera, tan pronto como hablamos de que una trama se compone de tres actos, puede que estos doce actos se puedan prolongar, reducir, etc...

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Mientras estudiaba las tramas por las que se rige la estructura del buen gusto, me quise plantear cómo falsacionar todo lo dicho - cuál es la filosofía que contradice mis posturas. Y entonces me dio la risa: porque no hay nada más estructurado como pretender tener completa "libertad" para crear. Cuanta más libertad tenemos para crear menos sabemos qué es lo siguiente que toca hacer. El primer paso es el paso más largo.

Empezaré por una asquerosa anécdota. Un día recibí una llamada de teléfono por parte de uno de mis proveedores principales. Me quiso hacer una encuesta de satisfacción para que determinaran si considero o no de calidad sus productos. Entonces yo no me di cuenta: cometí el peor de los errores. Accedí a responder sinceramente la encuesta pensando que así el proveedor aprendería y mejoraría la calidad de sus productos. MAL.

Un tiempo después hice un pedido: de diez cargadores los diez cargadores fallaban. Me enviaron la remesa mala. No hace falta mencionar que ya había tenido otros problemas similares, de otra índole, y que es largo de explicar. Como es previsible, se costearon el reponerme el material - soy uno de sus clientes más antiguos. Salieron perdiendo, sí. Pero es evidente qué es lo que pasó: los conflictos internos que han tenido desde hace años conmigo no se resolvieron con los despidos oportunos, debido a relaciones nepotistas muy probablemente, y eso es lo que hacía que, de vez en cuando, me sabotearan los envíos. Sobretodo considerando que, según la encuesta, no tengo unas altas espectativas con sus productos.

Existe una conclusión certera con respecto a esta experiencia: ¿qué clase de sociedad es la que le dice a los empresarios que deben mentir a sus proveedores? Eso es como fomentar la estafa. Pero, más importante: eso es exactamente ponerle un techo de cristal al liberalismo capitalista. En una sociedad que no planifica su economía, y la relación entre proveedores y clientes, se penaliza la sinceridad en el mercadeo y, por ende, la calidad total, por definición, es una práctica poco recomendable. Lo cual es una paradoja que no afecta a modelos más sociales.

Nos podemos imaginar qué pasaría si los estatutos de una empresa, su orgánica, las decisiones ejecutivas, se tuvieran que atener a lo que haya establecido el pueblo - que la influencia comunitaria no sea lo determinante, sino que se le dé fuerza a los méritos, y que el riesgo empresarial se socialice, pues sus gestores no son más que eso: gestores. Nos podemos imaginar que lo que describo funcionaría exactamente como funcionan las cosas hoy día, pero sin ese techo de cristal que mencioné justo antes.

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Finlandia. Imaginemos que un vecino ve que otro vecino tiene un cochazo y, hablando con él, supuestamente no tiene mejor sueldo que él. No le cuadra. Así que se dirige a Hacienda y le pide la información fiscal de su vecino, sus cuentas, cómo justifica lo que gana..., todo. Y Hacienda, como es Finlandia, le da esa información. Pues la información fiscal no es un dato de carácter personal en el norte.

España. Me viene un proveedor y me pregunta cómo es posible que pueda vender el papel de fumar tan barato. Le digo que es porque uno de mis proveedores me lo vende más barato todavía. Me pregunta cuál es. Obviamente, no se lo digo: ¿qué pasaría si él me dijera de dónde saca algunos de sus productos? Pues que no lo necesitaría ¿Es esto capitalismo? Si voy a la cámara de comercio de mi ciudad podrían darme un listado de empresas por actividad, pero lo que no me dan es qué empresas se relacionan con qué empresas, cuáles de ellas tienen realmente actividad y cuáles son una entidad jurídica con espectativas de iniciar la actividad, o cuáles son una estafa de actividad completamente vacía pensada para el fisco..., de esa información no dispongo ni dispondré. Es más, insinuar que pretenda conseguir tal información es algo que podría llevarle a más de uno las manos a la cabeza y que me griten..., y que se pongan muy nerviosos por querer yo obtener una información que podría ser revelación de secretos... Se trata de otro techo de cristal que afecta a la calidad de los servicios, y que obra contra la meritocracia.

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Una empresa que factura millones ve morir a su principal socio fundador, el que la hizo nacer. Todo un enramado de empresas dependen de las decisiones que emergen de ese despacho..., o no. Supongamos que realmente es tan importante lo que se decida en ese despacho, y se justifican todos esos supersueldazos con muchas gráficas e informes, movimientos, amistades, conexiones, viajes de empresa cazando perdices..., así que cuando muere el gran jefazo, ¿quién debera sucederle? ¿Su heredero al trono? El hijo o hija no ha creado la empresa. No ha hecho ninguno de esos informes tan importantes. Solo sabe mantenerse dentro de los protocolos y responder lo que cualquier niño rico al que le han pagado la carrera de económicas es capaz de decir ¿Entonces? ¿Esos sueldazos no parecen poco rentables? ¿No ganaría más la empresa si hiciera que todos los directivos ganaran lo mismo?

- El directivo que no ve cómo le incentivan a ganar más permanentemente no se esfuerza.

- ¿Necesitamos esa clase de directivos que solo se esfuerzan hoy para luego jubilarse estando aún la empresa en activo? ¿No es mejor que los incentivos estén al alcance de cualquiera y en todo momento?

Y, por otro lado, si nos vale lo mismo que se ponga el gran Jefazo que su hijo o hija, ¿entonces a santo de qué este sujeto tiene opinión? Quien reina no gobierna. Es más eficiente de esa manera. Y ya no digo qué pasaría si el reino (el riesgo) fuera del Pueblo..., nos ahorramos un sueldo que no sirve de nada.

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Me pregunto qué es lo que entienden algunos por vocación. En una ocasión descubro que puedo dirigirme a mis clientes con una sonrisa de oreja a oreja. Sin embargo si descubro que eso no aumentará la clientela, ni las ventas, porque mi sonrisa no es tan maravillosa, entonces lo que estoy haciendo es alegrarles el día para nada. El capitalismo lo tiene bien claro: no podemos ser tan sociales, ¿qué somos, socialistas? Si algo se te da bien deberás cobrar por ello: por sonreir a tus clientes tienes que aumentarle el precio a tus productos.

¿Es así como funciona la vocación capitalista? ¿Gente amarrada y amargada que no es capaz de hacer algo por sí mismos sin pasar por una cuenta contable? Justo las cosas que tienen más valor son las que no son cosas, y no tienen precio por ello. El techo de la vocación hace que un amargado consiga pisotear un entorno para acaparar su dinero y su tejido industrial a base de monopolizar sus servicios y destruir a sus competidores al aprovechar el tamaño de la empresa y su capacidad de riesgo reduciendo el precio de los productos por debajo del precio de adquisición..., sin embargo en un entorno social donde el tejido industrial es el centro de atención, las personas más influyentes socialmente dentro de su entorno laboral serán los que tengan mayor capacidad para transmitir sus políticas económicas. Si todas las empresas de ámbito municipal compartieran un mismo almacén y los precios estuvieran marcados, en la vocación de servicio se percibiría la diferencia. Como pasaba en la URSS: a través del boicot (no hacer cola en un puesto importante) se podía saber quién sobraba en un puesto de trabajo.

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Creo que podría continuar..., pero no lo haré. La libertad para desarrollar tu proyecto personal es una trampa. Porque nadie quiere ser libre para hacerse daño, y al mismo tiempo, despreciamos que a punta de pistola un imbécil nos obligue a hacer las cosas de una única manera. Te agarran del brazo y te sabotean si no les haces caso. Sin embargo, eso no es "el estado": eso es la socialdemocracia y sus políticos. Los políticos deciden decirte cómo hacer las cosas y te castigan si no lo haces. El estado no debería de tener la función del poder ejecutivo, y así no habría señores que se metan en tu cocina.

Al final el liberal capitalista suele criticar al Estado lo que debería de criticar al Gobierno ¿Por qué? ¿Nos intenta manipular a base de mentiras? La mayoría de esos señores suelen dar consejos financieros, y la cosa es que tampoco tiene sentido dar esa clase de consejos - porque el mercado bursátil es como una red social: un sistema meritocrático por lo social que premia a quien mejor conoce las reglas del sistema. Por ello, no tiene sentido darle consejo bursátil a quien realmente entiende, ni tampoco esperar a que éste, siendo competidor nuestro, nos dé pistas de cómo quitarle de en medio.

Por lo que todas esas teorías filosóficas que vienen de esos derroteros no pueden ser honestas, y tendrán siempre un techo de cristal a la hora de reconocer la calidad de sus afirmaciones. Las redes sociales y sus proyectos son movidas por unas historias de superación que desarrollan tramas de éxito que se interconectan. Sin embargo, si realmente queremos aprender de cuáles son las fórmulas de éxito los últimos de los que debemos aprender es justamente de los "emprendedores" que se hicieron ricos en nuestro esquema capitalista: no son los mejores.



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