Cuando todos somos culpables los más inocentes suelen incorporarse diciendo que no hay nada anómalo, nada perverso.
Me parece especialmente peligrosa la función que se le está dando a los derechos humanos. Los individuos, como personas, tienen derechos que no son objeto de especulación ni alienación. Sin embargo los entes colectivos funcionan bajo otros principios que, en muchas ocasiones, suelen ser opuestos a los derechos de los individuos. Y la oposición no es porque contradigan al individuo, sino en el sentido de que no se puede trabajar con el colectivo como si fuera un individuo.
Cuando miembros de un grupo alegan que la sociedad a la que pertenecen está enferma es cuando surgen preguntas: ¿en qué se basan para decir eso? ¿Es posible que no puedan decirlo abiertamente debido a compromisos que hayan adquirido en la vida? Si fuera así sólo de manera anónima podrían denunciar lo que saben.
La gente mira la industria del cine, la discográfica..., y piensan que como no han visto nunca nada raro entonces es que no hay nada raro. Aplican la presunción de inocencia sobre toda una sociedad. Sin embargo estas sociedades deben regirse por un cierto deber de vigilancia cuando aparecen individuos que han sido integrantes activos, que han sido testigos de los engranajes, y han diagnosticado una enfermedad en el interior.
Así que tenemos dos problemas: el primero es considerar qué políticas seguir para confirmar la existencia de esa enfermedad social y el segundo es ponerse de acuerdo con las políticas que nos ofrecen la cura de la enfermedad acordada.
Ante las corrientes radicales del "MeToo" han estado apareciendo personalidades de pensamiento no radical, sino extremo. Y todos sabemos que el extremismo vende más que la radicalidad.
El radical es el riguroso, una persona que nadie entiende porque siempre tiene matices y estudia cuándo se aplica cada parte de su discurso. Pero el extremo es, simplemente, bipolar. El extremista se dedica a aplicar reglas simples de manera simple - y arrasa con todo lo que hay en medio.
En el modelo capitalista observamos que las empresas necesitan un mercado que las financie; pues bien, el extremismo es capaz de movilizar al mercado mientras que el radicalismo no. Por esa razón, para mover con el radicalismo igual que hace falta una historia tipo "Héroe de las mil caras", en el caso del extremismo sólo hace falta alimentar el calentón de la gente - aumentar la crispación y demonizar al contrario.
Cuando algunos criticamos al modelo capitalista no es porque odiemos las empresas, de hecho si las empresas se dedicaran a resolver los problemas de la sociedad entonces no habría problemas, la crítica al capitalismo reside en que ese enfoque saca lo peor de nosotros. Además de alimentar extemismos.
Allá donde la sociedad enferme el extremista siempre tendrá más voz y, para acallarlo, aparecerán los que menos saben diciendo que como no tienen conocimiento del asunto entonces es que no hay nada. Entiendo que cualquier acusación vertida contra una persona se debe resolver con la presunción de inocencia, pero allá donde el extremismo o el radicalismo ha sido una respuesta se debería de aceptar que la pregunta fue debida a alguna clase de corruptela de los términos.
Es decir, la sociedad que parece enferma es porque está enferma, salvo que se demuestre lo contrario.
Es la base de cualquier diagnóstico psicológico: si una familia no parece bien avenida es porque hay algo que falla, si una persona no se comporta con normalidad y parece deprimido eso es porque hay algo que no hace bien, y así... En lo referente al estudio de lo colectivo debe haber deber de vigilancia, que inhabilita la presunción de inocencia.
Por eso, cuando aparecen esos movimientos contrarios al feminismo, o a cada una de las voces..., puede ser que sean contrarios sólo a cómo se lucha contra el problema, o puede ser que sean voces que son contrarias a los extremismos..., pero en ocasiones aparecen movimientos contrarios que trasvisten sus ideas como si defendieran los derechos más fundamentales cuando en realidad están provocando una disidencia controlada.
Hoy día el feminismo bien podría defenderse defendiendo a los santos varones, explicando en qué consiste los roles que le aplica el patriarcado a cada sexo nada más nacer. Pero también pasa por no criminalizar todas las obras artísticas que nos explican esto mismo, pasa por no llamar a la censura.
Y claro, observamos comportamientos indignos en políticos, en las propias fuerzas de seguridad, en las instituciones públicas..., y sabemos que no podemos denunciarlo - lo aceptamos. La sociedad democrática española es filofascista y el que lo niegue tiene un problema, porque no es cierto que podamos denunciar todo lo que vemos; o que lo vayan a denunciar los propios jueces ¡Con lo difícil que es denunciar que te han robado una casa que está a tu nombre! La policía no se implica..., pero si se la okupan a un compañero de la policía..., o a un familiar del alcalde...
No. No es una democracia. Y la culpa de la clase de sociedad que formamos y sus enfermedades es de todos sus componentes. Todos somos responsables sin excepción. Ya me gustaría creer que la próxima vez que vea a alguien confesarme alguna falta o delito pueda saber ser más radical con la aplicación de lo legítimo o el uso de las leyes..., pero no es fácil, no es fácil estar seguros sin sucumbir en un extremo.
El chovinismo es la fórmula más sencilla: repetir lo que todos, mantener la tradición y conservar los estilos. No digo que sea razonable, pues es una dura carga de dromedario que nos obliga a ir despacio. Pero los que hoy día en España se centran en la corona teniendo la escoria política que tenemos..., francamente. Más vale el chovinismo de la monarquía española al extremismo demostrado de la casta política filofascista que tenemos.
Pero las opiniones son empujadas en apariencia dentro de las redes sociales. Las redes sociales generan una falsa apariencia de urnas - la misma que cuando la gente se pone a comprarme rosas de distintos colores para así determinar yo qué partido va a ganar. Y los medios harán eco de las afirmaciones más extremas, porque también son esos extremos los que gritan más cuando hay algo que les incomoda. Y si un radical expone un discurso bien definido, no tendremos cultura para entenderlo.
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En el argot de las oficinas archivar y registrar son dos términos antónimos. Uno se asemeja a olvidar, mientras que el otro más bien significa recordar. Ambas palabras en su origen más convencional, en el castellano no técnico son homónimas: significa ponerlas en un archivo o registro. Pero claro, no es lo mismo meter algo en una carpeta a dar carpetazo.
Lo mismo parece ocurrir con las palabras radical y extremista. El uso técnico que requieren ambas palabras se basan en un opuesto muy importante; y el político necesita trabajar con extremistas, gente bipolar, manejable... La radicalidad, el hacer un discernimiento de lo que pretendió escribir el legislador, entrar en el debate de las leyes, etc..., todo eso no conviene. Entre otras cosas, porque el propio político quiere ubicarse en la posición de experto de todo para explicar cualquier clase de pregunta que surja. Paternalizar la política.
Mientras haya un poder ejecutivo que responda ante el Pueblo tendremos figuras paternalistas que querrán convertirnos en la plebe. Ya digo que otro gallo cantaría si los legisladores vigilaran al poder ejecutivo dentro de su ámbito, designaran a ministrables en situaciones de excepcionalidad, y libraran al Pueblo de los políticos y sus intencionalidades.
Sin embargo nuestras sociedades están enfermas. Y, de vez en cuando, los radicales se saldrán de la agenda política y lo pondrán todo patas arriba. Y, a mi juicio, lo que tendría que estar completamente patas arriba es el mundo de los políticos, no el mundo de los ciudadanos. Porque son ellos los que deberían de rendir cuentas ante nosotros y no al revés.
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Microsoft sigue robando y atentando contra sus usuarios. Yo me compré un ordenador, pero Microsoft decide actualizarlo sin mi consentimiento expreso. Este tipo de faltas deónticas están en la antesala de algo en lo que muchos deberíamos de fijarnos: cómo Bill Gates se pronunció a favor de crear portátiles "tontos" que sólo sirvieran para acceder a Internet y que fueran controlados por su empresa. Ciertamente es de eso de lo que me quejo: del monopolio y el riesgo que asumen los usuarios sin que éstos puedan hacer nada. Si se rompe el equipo físicamente (como lo que me hizo Microsoft a mi laptop) entonces no hay manera de denunciarlo.
Ahora resulta que Bill Gates está centrando su mirada en chips y dinero electrónico. Podemos pensar lo mejor o lo peor. Pero la realidad actual de la obra de Bill Gates está 100% descentrada hacia lo peor. Eso debería de decirnos si podemos o no fiarnos de su agenda.
¿Te fiarías de que un depredador sexual salido de prisión cuide de tus hijos? Presunción de inocencia, sí. Extrema estupidez, no. La sociedad tiene ciertas tendencias a la extrema estupidez, porque es hacia allí hacia donde la dirige la clase política.