Existe una barrera fácil de identificar que sirve como pivote, o pendón, para establecer una marca que nos permita saber cuándo un niño se vuelve sociópata. Esto es, una de las definiciones de la maldad, la que tiene que ver con no querer cumplir con las leyes civiles, o no reconocer la autoridad de las mismas. Esa barrera la llamaré "el último apoyo", mejor eso a llamalo el escatlema, o alguna palabra que me invente.
El último apoyo es algo que tenemos todos los mamíferos y, empero, muchos más animales. Esto es debido a que la autoridad considero que es un elemento de la adquisición del lenguaje; y la adquisición del lenguaje, sin incorporar la simbología, es algo que casi cualquier animal puede tener. A medida que voy desarrollando la auditoría observo la simplicidad de esa clase de operaciones, y cómo estoy obligado a incorporar información sobre la credibilidad de los agentes; para así incorporar una teoría de la mente.
En cualquier caso, iba a hablar de algo triste. Algo que me ha venido a la mente de mi infancia, y claro..., por eso lo escribo aquí. Es lo que pasa cuando observo muchas personas que están atravesando un umbral muy peligroso - el umbral de la decencia. Supongo que cuando un animal es muy simple y su corteza cerebral no es como para tirar cohetes poco importa si empieza a comportarse como un sociópata. Más que nada porque a falta de criterio todo es perdonable. Pero en lo que se refiere a homo sapiens...
El último apoyo es un agente que tiene el que traiciona a un tercero y que representará el sujeto que defenderá desde una posición autoritaria a la víctima debido a dos motivos: porque tiene razón y autoridad y porque está obligado a defenderle por alguna vinculación comunitaria estrecha. El asunto es simple, cuando el último apoyo decide traicionar a la víctima después de que los traidores pusieran su esperanza en que tendrían que confrontarse contra él entonces ocurre algo que es casi matemático - y es que el ser humano sigue siendo, para algunas cosas, una mera máquina: el traidor adquiere un miedo atroz y, acto seguida, una pena profunda.
Ante esta situación, después de la pena, bien podría haber un proceso de negociación para que se retracten - será su última oportunidad. Y, efectivamente, diremos que algunos negociarán y rechazarán el acto de traición, pero otros no lo harán - y se volverán sociópatas. Según mis sospechas será muy difícil, o incluso imposible, que vuelvan atrás.
La experiencia que han vivido sería el equivalente a detectar en los ojos de la víctima cómo el equivalente a su padre ha muerto. Es entonces cuando alcanzan la aceptación del hecho consumado de que eso es algo que le ha pasado a la víctima, y así eliminan su empatía con ella acercando sus comportamientos con la psicopatía.
Por tanto, el último apoyo creo que es la forma correcta de estudiar a los sociópatas: no se trata de estudiar la relación que tenían con sus padres, sino más bien la relación que tenían con los padres de sus víctimas; de aquellas personas a las que envidiaban, acosaban, etc... Esas cosas que empezaban siendo bromas, o reacciones naturales ante situaciones adversas, y que se acabaron convirtiendo en actos de crueldad que, desde la infancia, se llevaron a cabo con la esperanza de que un adulto se encargara de defender a la víctima.
Sorprendería descubrir cuántos casos habré visto de primera mano. Cómo caían en un agujero muy profundo. Y yo impotente, sin poder hacer nada - porque no dependía de mí, ni tenía autoridad suficiente ni para avisar, aconsejar o denunciar.
Cuando eres consciente de que un cúmulo de seres humanos acabarán en la basura..., poco a poco vas visitando tu pequeño lado sociópata al ver cómo algunos de sus padres no se preocupan de en qué se van a convertir sus hijos. Y eso es lo que te convierte en un soldado: en un agente que no reconoce lo civil como algo suficiente. No hay sitio para la demanda, ni para el consejo. Somos, como las hormigas, criaturas que dependiendo de la clase de vida que llevemos, acabamos convertidos en una de esas tres grandes castas: periodista, civil o soldado.
En este enorme hormiguero centramos nuestra atención sobre los roles que deben adquirir algunas personas. Es entonces cuando engordamos a los grandes patriarcas, y éstos desempeñan el papel de hormiga reina; ubicándose en el último apoyo dentro del nido. Quizá sea como las abejas, si la abeja reina muere todas las hormigas abandonan el sistema de castas, ya no hay ni obreras, ni soldados, ni mensajeras. Por eso, con la muerte del último apoyo nuestra mente colmena se desvanece.
Con la de idiotas que hay que les gusta usar la palabra "resilente" no espero que absolutamente nadie entienda esta entrada.