viernes, 11 de diciembre de 2020

Nuevo canal, pero no sé...

 Se me ha ocurrido subir vídeos a Youtube. Pero algo me dice que no voy a sonar en absoluto convincente. No creo que le guste a nadie. Así que yo mismo seré el primero en criticar mis propios vídeos. 

Para ser convincente te tiene que gustar tu propio personaje. Debes quererlo. Suena absurdo que tenga yo esa manera de ver las cosas. Sin un mensaje bien claro a lanzar algo me dice que todo esto no será más que una anecdótica pérdida de tiempo.

Pero bueno..., si le cojo el gusto puede que hasta me meta de lleno en asuntos realmente serios.

jueves, 10 de diciembre de 2020

Si me quieres me darás la razón

Le he estado dando vueltas, y creo que hasta tendría sentido: dejar de participar en los comentarios de Youtube para hacerme "youtuber". Se entiende que, como influencer, no atraeré a más de cuatro o cinco..., pero, en el fondo, si lo que busco no es atraer sino desahogarme entonces el mejor formato que puedo escoger es montar un vídeo sin editar y del tipo "primer intento" y luego subirlo. Ése sería mi formato y, si me lo demandaran, pues algún directo.

Y es que me da rabia ver cómo los youtubers opinan sobre temas que desconocen sin que yo pueda plantarles cara en sus mismas condiciones. Me desahogo en la línea de comentarios, pero claro..., no faltará el fan de turno que querrá tocar las narices - con todo el derecho del mundo, por supuesto.

Así que si realmente me parece tan molesto responder en los comentarios la lógica me dice que dé por saldado lo que me "atormenta" poniendo un vídeo, aunque no lo vea nadie..., aunque esa otra cuestión también... ¿Me generará satisfacción esa situación?

Lo que observo es que la gente no sabe distinguir discrepar con odiar; hacer hate en foros no consiste en no estar de acuerdo, sino en decir cosas irrelevantes sólo para hacer tropezar a un usuario. Son conceptos que no tienen nada que ver. Por eso, quizás si me creo un usuario que fomente la idea de que la gente discrepe, y que use sólo los pulgares para decir si lo dicho o escrito es relevante..., podría experimentar a ver si me deja buen sabor de boca y, al mismo tiempo, no me hace perder tiempo.

No me parece descabellado.

Y, claro, ¿de qué irán mis vídeos? ¿Será como este blog? Tal vez nada más empezar en Youtube abandone este blog. Me pregunto qué me pedirá el cuerpo.

Ahora mismo lo que me pide el cuerpo es desmentir la idea de los "buenos" contra los "malos", porque la maldad es un recurso literario memético asociado a un rol. Decimos que la gente es mala como atajo intelectual, pero lo correcto es decir que en ciertas circunstancias ciertas personas se comportan de manera destructiva - por mejorar el matiz.

Ya Espinoza lo decía: él mismo se situaba por encima del bien y del mal, y su ética ansiaba dar con lo constructivo y lo destructivo. Y es que no hemos avanzado desde ese sujeto, aún se sigue hablando que tú bueno, que si yo malo, que si patatín, patatán... Algo se quedó sin decir si en pleno siglo XX acabó por aparecer un término tan absurdo como el de la resilencia.

Y alguien va a tener que decir algo, digo yo...

Resulta que sabemos que la moral tiene que ver con lo que nos dice las estadísticas, los memes, las repeticiones del comportamiento, su modelo..., pero la ética es el director de orquesta. Tenemos un conjunto de prejuicios, el tono de piel, la vejez, la enfermedad, la demencia..., y en combinación nuestra ética emite un juicio. Y el juicio es lo que acabaremos haciendo en virtud de lo que tenemos delante.

Esto, por el momento, aún las máquinas no saben hacerlo - porque por el momento no se sabe cómo componer los elementos de juicio que elaboren un equilibrio ético a partir de todos los datos recogidos.

En cualquier caso, el juicio ético debería concordar con los derechos humanos, así es como lo enfoqué yo en su momento - y lo sigo defendiendo. Porque no pierde en absoluto ni un ápice de objetividad.

Hay gente que se conforma con criterios que no son falsables, o que no buscan contrastar, y así es imposible emitir ninguna clase de juicio. Para actuar de manera ética hace falta algún grado de libertad, para sopesar en equilibrio al menos dos fuerzas.

Algo así sucede con la idea de resilencia. Me imagino qué ocurre con el clásico héroe que atraviesa la casa en llamas y salva al gatito. El miedo se apodera en el cuerpo de quien valora más su vida que los elementos desconocidos que hayan tras ese muro de dolor y muerte. La pena increpa un horror interno en cuanto se ve un cadáver calcinado, y la ira también bloquea el cuerpo al ver lo que pudo provocar la llamarada. Pero una persona bien curtida se centra en lo que es urgente, la urgencia es lo que marca el camino más allá de sentimentalismos tóxicos.

Cuando decimos que una persona ha sido resilente lo que estamos haciendo es colmar de medallas y honores a esa persona. Y hasta ahí sería correcto, si esos honores están asociados a actos heroicos. Que es lo que podríamos asociar al comportamiento del dentista, que se deleita de poder jugar con la anestesia del paciente..., bien puede ser otro héroe que evita los efectos secundarios de las drogas en sus pacientes. O bien..., podríamos atribuirle la virtud del sádico que disfruta del dolor ajeno.

Pues bien, la psicología no debería de entrar a juzgar a la gente; pues la ética es un concepto que le trasciende. La psicología nos ofrece un conjunto de herramientas morales, es como ser procurador o abogado en un juicio. Cuando el psicólogo incorpora su propio criterio de quien hace bien o mal lo que hace es meterse en camisa de once varas.

Cuando el bombero atraviesa la muralla de fuego en vez de decir que es resilente estaría bien reconocer un término mucho más antiguo y que viene del mundo de los griegos: cinismo. El enfermero ve una enfermedad y, con todo su cinismo, se evade de ella y de la pena que genera para tratar al paciente de la manera más objetiva. Asímismo hará el bombero: se dirigirá al cometido en cuestión y tratará las tragedias como merecen. Hay momentos para las lágrimas y momentos para el cinismo.

Una vez suplida la urgencia determinaremos quiénes tienen que ser considerados de emergencia (quiénes se han quedado sin casa, sustento, etc...). Una vez suplida la emergencia se hace una evaluación de las necesidades que deben ser cubiertas primero a corto plazo y después a largo plazo. Es decir, todo tiene su orden y su momento. Todo debe ser evaluado cuando le corresponda. Quien pone asuntos de emergencia o de necesidad cuando corresponde la urgencia es una persona tóxica, destructiva. Ése es el planteamiento. 

Si queremos que los niños sean resilentes no hay que decirles: "sed resilentes". Eso no funciona. Lo que hay que hacer es darles las herramientas para que reconozcan cuándo hay que actuar de urgencia, emergencia y de necesidad de corto y largo plazo. El resto lo tienen que aprender, aprendiendo a aprender.


miércoles, 9 de diciembre de 2020

Ley cocinada y ley cruda

En informática el modelo cliente servidor introdujo a través de los métodos pre y post la idea de que hay formularios que se rellenan con datos crudos y con datos cocinados. Todos los sistemas de información realistas reconocen esa realidad; lo sorprendente es que el mundo de las administraciones públicas no parece incorporar ese concepto.

Parece que el funcionario está acostumbrado a darle un tratamiento dogmático a todo lo que hace: las cosas no son meramente legítimas, sino que deben ser Legítimas; los documentos no deben estar formalmente rellenados, sino Formalmente rellenados... Parecería que esa es la única manera de trabajar para alcanzar la excelencia y la Dignidad en el trabajo. Sin embargo, nada de eso tiene que nada que ver con el objetivo de cumplir con la Calidad Total.

Las ideas de Calidad Total fueron defendidas por un americano después de ver cómo trabajaban los japoneses. De la misma manera, los japoneses aprendieron bastante de empresas como Disney, Ford..., la revolución cultural que se llevó a cabo en Japón, haciendo lo mismo pero más eficiente, fue luego copiado para crear en el resto de occidente la verdadera manera de estudiar los estándares.

No podemos decir que un sistema sea de calidad si no cuida todos y cada uno de los procedimientos, materiales, informaciones, etc... Asímismo debe incorporar las auditorías internas y externas, así como el feedback oportuno. Cuando observamos esto parecería que es imposible crear borradores, o intentos de algo, que todo tiene que ser a la primera..., y no estoy de acuerdo, lo que significa es que debe haber un reconocimiento oficial para tales borradores, se etiqueten como se etiqueten, y, por tanto, un protocolo reconocido sobre cómo pasan a ser oficiales.

Pues bien, en nuestro afán de simplificar lo existente sin perder la esencia de lo que realmente importa, consideraría que una asamblea de representantes no tiene porqué estar formada en derecho, y sus leyes sólo deberían de cumplir un par de principios relevancia y coherencia. Es decir, deben representar la cosmovisión del Pueblo lo mejor posible, y para conseguirlo un lenguaje técnico no tiene porqué ser el más adecuado.

Para representar lo mejor posible lo que ha visto una persona es esa persona la que tiene que ser libre de expresar de manera cruda todo lo que vio, observó, lo que quiere cambiar, todo. De ahí nacerá una ley, de su deseo y su impaciencia. El legislador, en su honestidad aprueba gracias a la cámara que lo habilita una ley redactada de manera cruda. Porque esa cámara ha entendido lo que se pretendía y han cumplimentado en el preámbulo todas las aclaraciones que fueran precisas.

Pero un abogado será quien deba interpretar lo que ahí pone. Y es entonces cuando el poder judicial debe empezar a cocinar esa ley. La cocina ayudará a acelerar los procesos judiciales, pero para crear doctrina antes la cámara legislativa deberá acordar darle el visto bueno a esa cocina. La ley, aplicable desde que se aprobara en su estado crudo, experimentará una buena motivación para ser estudiada en cuanto se cocine dentro de la hermenéutica en el propio artículado, siempre y cuando no pierda la relevancia que adoptó la ley en su estado original.  


martes, 8 de diciembre de 2020

Una Revolución necesita corazón

Lo vimos en el discurso de Martin Luther King (Jr) ese en el que tenía sueño..., cuando hablaba de los guetos, de cómo sus ideas no eran sólo para su interés personal, ni para aquellos que se le parezcan. Su discurso no podría ser considerado el discurso que sólo podría valerle a quien tuviera algo que ver con él. Era un discurso universal. Era un discurso que ya se salía de la rama del mero activismo de su tiempo para adentrarse en una conversación con todos los ciudadanos que habiten este planeta.

Hacer discursos es fácil: sólo tienes que tener una motivación. Dirigirse al público puede ser más complicado si, a la hora de transmitir tu discurso, se te olvida tal motivación. Por eso el instinto humano suele acertar correctamente ante los discursos largos o cortos que no son convincentes, que no consiguen ser recogidos con su debida prosodia. Eso es porque el que los lee, los recita, no lo hace desde el corazón.

La separación de poderes es fundamental para que una organización tenga cabeza. Pero lo que motiva a la gente a abandonar sus trabajos, la comodidad del hogar, la estabilidad del orden establecido..., no es la promesa de cambiar la orgánica. Pues la orgánica es algo interno, algo que no se percibe desde fuera. Todo cambio orgánico es siempre susceptible de ser adulterado y, visto desde fuera, es como si no cambiara nada.

Nadie nos dice cómo no volverán las cosas a ser como siempre. Cambias las normas, pero es el mismo funcionario. Mismo perro distinto collar. Ese movimiento no mueve, no va con la gente.

Y pueden saltar con doscientosmil discursos, que no importarán una mierda. Hasta que no veamos un discurso con corazón el sujeto no moverá ni un ápice, no representará el más leve de los intereses en individuos que no sean exactamente igual a él. Y, con el tiempo, todos descubrimos que somos diferentes. Será cuestión de tiempo antes de que se descubra que no nos mueve lo mismo.

Montesquieu tenía razón. Hace falta una orgánica. Pero lo que mueve a la gente a necesitar un Estado no es la promesa de una separación de poderes. Se puede pretender eliminar el papel del Estado pero, por la misma razón, ¿cuál es el papel del revolucionario? ¿cuál sería el papel del grupo que pretende cambiar las cosas?

Cuando observamos a varias personas conformar un grupo social, esto es: no comunitario - sino social, debe existir una verdadera razón por la cual esas personas forman parte del grupo. El grupo, que poco importa si está legalmente constituido en donde vivan, tiene una misión o razón de ser; y sus integrantes tienen el deseo de ser partícipes de esa misión. 

Decía Kennedy: "no me digáis qué puedo hacer por vosotros, sois vosotros los que tenéis que decir qué vais a hacer por mí". Esa frase a mí, personalmente, me resuena por lo adecuada que es - y tan contraria a toda la política de ese señor. Esa frase hay que saber dirigirla hacia los adecuados: es la frase que le dice el representante de los ciudadanos a los agentes integrantes del aparato del Estado, incluido los poderes fácticos. Es casi una frase suicida. Pero lo que está diciendo es que el funcionario que no esté bien definido en el pacto social a la puta calle.

No se puede gobernar un país con gente que vive de él. Es un principio básico: igual que no se puede sostener una revolución con parásitos que no le dan vida. Si vais a estorbar, apartaos - es un principio básico de todas y cada una de las revoluciones desde la primera hasta la última. Porque aguantar lo que no da vida es el equivalente a cargar con lo que no necesitamos. Equivale a no movernos del sitio. Y una Revolución necesita un gobierno en movimiento.

Una Revolución necesita un Pacto Social, como el que describe Rousseau en el capítulo cuarto del Contrato Social. No es posible una revolución no socialista porque no es posible conformar un gobierno que no sea socialista y dirija sus esfuerzos hacia el individuo.

Cuando escribo esto escucho la música de la banda sonora del Padrino, y es apropiada: porque es el drama de una persona que intentó encontrar su papel y el de su familia dentro de un país sin corazón.

Y cuando los políticos viven una orgánica sin corazón, un sistema con un gobierno triste, observamos cómo empieza a ocurrir lo que comentaba Engels en "El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado": poco a poco son los patriarcas, los padrinos, los que se encargan de proteger a los suyos. Se conforman asociaciones alegales donde primará el corporativismo, el nepotismo, el trato de favor... Y todo eso se produce porque se pretende convertir el gobierno en propiedad de alguien, la gente propiedad de alguien..., los hijos propiedades, la esposa otra propiedad... 

O se define con claridad los límites de la sociedad a la que se pertenece, o se consigue dar unos aires de libertad al individuo con respecto a su familia, o veremos como las "hordas" se someterán al yugo de un padrino que les acogerá en su seno. Y es exactamente para eso para lo que Maquiavelo inventó la puñetera palabra Estado, le dio razones de existencia al Príncipe, poder para actuar según su criterio... Esa es la verdadera razón por la cual puede haber un gobierno que nos lleve hacia un Pacto.

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En una ocasión teniendo 14 un grupo de amigos que me tenían envidia se pusieron de acuerdo y se empezaron a fingir que me daban una paliza a base de golpes. Y yo hacía como que los encajaba uno detrás de otro sin devolvérsela. Uno a uno, formaron parte de esa paliza dando golpes y, según pasó, apareció el conserje de casualidad para dar un mensaje. Al parecer, por mucho que insistía, le costó hacer parar a mis compañeros de hacer como que me pegaban; así que tuvo que elevar la voz. Para cuando se deshizo el grupo y sólo quedé yo, intocable - impoluto..., entonces me preguntó: "¿Y tú, de qué vas?". Me sentí enrarecido: ¿era comedia lo que hice o debía sentir vergüenza por la imagen que había dado a mis compañeros? 

Esa fue mi primera lección sobre lo que es el Pacto Social.



lunes, 7 de diciembre de 2020

La legitimidad chovinista

Anoche un auto quemó el asfalto con un acelerón cuando a penas tenía carretera. No sé, si me vuelve a pasar esta noche me va a dar por saludar a la afición: me siento Martin Luther King.

En toda revolución siempre hay un lado pragmático y un lado utópico. El lado más pragmático que defiendo es algo así como casitodos los funcionarios al paro, renta básica áustera y reajuste de impuestos directos por si no casa la cosa. La parte utópica es la que pretende hacer cosas difíciles: ya sea la reforma educativa o la laxitud de las leyes.

En lo referente a la reforma educativa es un tema complejo que no viene al caso: en realidad a nadie le importa la educación de verdad, es decir, la parte que tiene que ser reformada. Los grupos de poder no se centran en lo que eliminaría la abstención y fomentaría la cultura democrática - en lo que se centran es en cambiar el color de las cortinas, poner amiguetes para hacer cursos dogmáticos y cosas por el estilo.

Pero en lo referente a la utopía de hacer que las leyes sean laxas ahí sí creo que vería mucha gente que se me tiraría al cuello. Es decir: hablamos de coger cientos y cientos de folios de normas y reglamentos, así como los edictos municipales y leyes del más alto rango y reducirlo todo a unos pocos folios más un conjunto de estándares.

Es decir, de todo lo que hoy día es obligatorio, ¿qué es prescindible para que realmente funcione?

Y entiendo que el proceso de ir eliminando leyes sería lento; porque así es más fácil asegurarse de que no se deja nada por el camino. Entiendo que la orgánica debe proponerse, pero que en realidad en un gobierno democrático moderno reconocer secretarios, secretarios generales, etc..., todo eso en realidad es problemático.

Una única máquina es capaz de comunicarse con todas las máquinas del estado a nivel local. No hace falta bandos intermedios. Es como decir que un país como España podría ser uniprovincial. Entendería, por tanto, la existencia de dos cámaras: la legislativa nacional y la local. Que localmente no se puede aprobar nada si no es a través de la cámara nacional y, ésta, a su vez pueda reconocer normas posibles o necesarias - como dando a entender que una entidad local puede aprobar o no lo posible mientras que tendrá que acatar siempre lo necesario.

Es decir, yo creo que el funcionamiento tan simple sólo puede provocar que cada función esté perfectamente entendida y, por tanto, no habrá sitio para clientelismos ni para otras corruptelas. Porque una orgánica pesada nos lleva a la pesada maquinaria burocrática de la URSS que, a mi juicio, fue exactamente la que la hizo caer: la gente descubrió que un tío con un cuchillo repartiendo carne en mitad de la calle era más eficiente que cientos de papeles habilitándole hacerlo. Señores: lo que hizo caer a la URSS fue lo mismo que lo que hizo caer al imperio español - burocracia. 

Y todas las socialdemocracias tienden a ser más y más pesadas, más y más pesadas... Llegará el momento en el que se hará evidente lo que digo al ver a los revolucionarios llevar a cabo el rol que destruyó un imperio tan increible como el de la unión soviética: en cuanto varios contingentes empiecen a llevar a cabo el papel del estado y el pueblo se percate de ello.

Algo parecido hicieron los Panteras Negras en EEUU y que les hizo ganar adeptos: ocupar la labor social que el estado renunció llevar a cabo dándode de desayunar a los chicos para hacer desaparecer la brecha académica que hacía creer a algunos necios que el negro era menos capaz que el blanco para estudiar.

Pero bueno, si se quiere rellenar el manual del buen revolucionario antes debemos valernos de un conocimiento de la historia que no esté bufado por una ideología: porque pensar que la URSS cayó porque el comunismo no tiene sentido es un ejemplo palmario de cómo hay gente que no se fija por muchos estudios que tengan.

Oposición a participar, hacerse presente donde el estado no esté, simular fórmulas innovadoras y exponer los riesgos de las fórmulas actuales..., insisto: incorporar contenidos a una agenda revolucionaria es de manual. Otra cosa sería la orgánica de la agenda, lo cual forma parte de esas fórmulas innovadoras; incluido la idea de quiénes van a ser invitados a participar para ser vinculantes. Y ahí es donde observaremos siempre un corte dictatorial. Lo cual no es un problema: la democracia es movimiento, es mejora, no es legítima perfección.

En el mismo instante en el que la gente acepte en libertad las fórmulas propuestas obtendremos la legitimidad necesaria.

En cualquier caso, no ha habido aún un país que haya revolucionado del todo hacia la calidad total. Al menos en España tenemos que todo son normas y reglamentos, todo completamente vinculante. Bien existen estándares como Métrica, pero no tienen nada que ver con cómo se organizan los funcionarios o cómo tienen que trabajar, sino cómo se debe estudiar la burocracia. En el apartado de ciencias de la información e ingeniería del software a mi juicio no se ha entendido el valor de esos estándares.

Los estándares tienen que abarcar las maneras y las formas para, acto seguido, convertirse en propuestas de funcionamiento. Internamente se puede promocionar a aquellos que sean capaces de llevar a cabo más y mejores estándares, pero la promoción (al ser un concepto relativo a cómo se trabaja de manera no vinculante) no puede ser estructural - sólo podría servir para que estos excelentes den ejemplo, y se les pague para sancionar los procedimientos con nuevos estándares..., todos perfectamente consultivos.

Lo que no tiene sentido es que llegue un político y decida mejorar los estándares. No es creíble.

Un representante del pueblo no tiene porqué saber cómo funciona el sistema. Más que nada porque entiendo que el estado debe tener unas mínimas normas vinculantes y unas mínimas estructuras que deben ser auditables externamente. El tema de los estándares y los líos se hace con auditorías internas, porque es una manera de provocar que las cosas funcionen de manera más eficiente. Por eso existen los estándares - si no provocaran una mayor eficiencia entonces no existirían.

Es por ello que en mi utopía observaremos estándares nacionales y locales, como debían existir leyes nacionales y locales. Pero, por lógica, el estándar nacional no puede contradecir a ninguna ley local; porque se antepone el carácter vinculante al ámbito de aplicación de la medida. Se antepone el cómo ve el Pueblo el funcionamiento del Estado a cómo ve el Estado su propio funcionamiento.

Asímismo a la hora de ejecutar órdenes el ciudadano tendría un deber de obediencia al criterio legal estandarizado ejercido por la autoridad competente. Si el criterio impuesto no estuviera estandarizado, ante una situación que no fuera urgente, bien podría proponer una alternativa estandarizada que no represente una sobrecarga administrativa. Pero, si la situación fuera de emergencia para el ejecutado, entonces sería imperativo que ante una situación no urgente la autoridad competente deba obedecer al criterio del ciudadano.

Y así podríamos continuar con unos mínimos reglamentos de obligado cumplimiento que pudieran simplificar los existentes, al combinarlos con una idea de convivencia con los estándares y sus auditorías.

Acceder al cuerpo de los funcionarios se reduciría a aprobar las sencillas leyes y prácticas y, para sumar puntos, presentarse y aprobar los distintos estándares. Allá donde los exámenes de acceso rayan el imposible la corrupción emerge de una manera natural haciendo muy difícil encontrar gente con vocación entre los funcionarios públicos. Que el interino se centre en aprenderse estándares en aplicación de las normas existentes y ponerse en prácticas es la forma natural de introducir a un miembro dentro de una corporación de envergadura.

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Dicho esto, muchos funcionarios no querrán perder su puesto de experto en tomar cafés. Muchos querrán seguir teniendo cargos universitarios por encima de los que aprobaron la ESO solamente, muchos querrán seguir valiéndose de su posición para filtrar las preguntas a sus allegados, no les hará gracia un sistema de auditorías... Muchos querrán seguir funcionando bajo sus esquemas tradicionales, haciéndose suyo el cargo, sintiéndose importantes, como si fuera su feudo personal, su inversión, su patrimonio...

Y diré una cosa: esa manera de pensar me parece por un lado chovinista y, por otro lado, legítima.

¿Quién tiene derecho a hablar de utopías? Todo el mundo ¿Pero hasta qué punto a imponerlas? Ahí hay que tener cuidado: porque según estos esquemas la legitimidad de decir cómo tienen que trabajar los señores funcionarios está en los señores funcionarios. No es posible que un mero representante que se haya hecho amigo de una turba de descerebrados se vea legitimado como para decirle a quien tiene años de experiencia cómo debe hacer su trabajo.

En este punto hay que imponer una ligera dictadura, y se trata de una revolución porque, en el fondo, todas las revoluciones tienen que pasar por un proceso de legitimidad para crear la turba enfurecida. Si se quiere ser autoritario se tiene que pasar por todas las fases de contenido revolucionario. Si se salta alguna fase entonces es probable que se requiera un acto de nobleza al más puro estilo de Maquiavelo: donde si el fin es darle el poder a las familias, el acto de otorgárselo por la fuerza queda justificado al ser un acto noble si esa es la función del Príncipe.

Es lo que diferencia un golpista como lo fue el Che de lo que sería un terrorista cualquiera, los hay que atacan al Estado y los hay que aterrorizan al Pueblo. Nadie aterroriza al Pueblo para darle automáticamente el poder, eso es absurdo. Y en toda revolución siempre hay una postguerra, cuyos parámetros de libertad no funcionan igual que en periodo de paz.

Así que lo entiendo, hay gente que está muy cómoda como está y no quiere pasar por esa situación difícil. No quieren asumir que un papanatas cualquiera que haya sido levantado a volandas pueda decirles cómo se hacen las cosas: no hay nadie capaz de aprenderse toda la puñetera burocracia rusa, ni el propio Gorbachov, por muy genial que haya sido en los estudios.

Una película que ilustra lo que digo es "Teléfono rojo, volamos hacia Moscú". En esa película los mayores expertos militares parecen una caricatura realista de lo que muchas personas esperan de los militares; asímismo la posición del presidente es increiblemente inteligente, racional, humano... Cuando observamos esa película debemos pararnos a pensar: ¿realmente los máximos expertos militares son como niños pequeños que les gusta jugar a la guerra y el presidente elegido es una criatura dotada de razón y empatía por la humanidad? Ese retrato era grotesco: existe legitimidad en el experto para decirle al que viene del mundo de las urnas que se quede en un rincón y escuche. Y es eso lo que podríamos llamar una legitimidad conservadora, en defensa de los valores tradicionales patrios, en defensa de las formas, los colores y la bandera del país.

Todo muy repipi, al mismo tiempo.


domingo, 6 de diciembre de 2020

Sueño de un viaje a otro mundo

En mis viajes oníricos quise visitar una familia indígena. Su estilo recordaba a lo que podemos encontrar en las tribus indígenas americanas. Sin embargo no hablaban mi idioma, a lo sumo la hija pequeña parecía que hablaba mi idioma - y podría usarla de puente. Aunque no parecía comunicarse mucho. Así que, para mejorar mi comunicación se me ocurrió pedirles un correo electrónico.

Y ahí acabaría el sueño que tuve anoche, intercambiando correos electrónicos con la única persona que podía tenerlos; pero con la dificultad de que al ser legos debíamos comunicar cómo se escribía con gestos en las manos.

Al despertar me percaté de cómo sentía impotencia ante el futuro que nos espera: cómo es imposible que los dos mundos se fusionen. Estaba yo ahí reclamando por una vía de comunicación que ellos no terminaban de asumir como propia, pero que podían usar para entrar en comunicación conmigo; como no lo entendían yo mismo me preocupaba de hacer los gestos; como seguían queriendo ser los alfas, los que entendían, al final sólo la niña pequeña pudo comprender los procedimientos.

Pero si no lo vais a entender, ¿por qué insistir? ¿No os dais cuenta de que el control de la comunicación la llevo yo?

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Me he puesto a estudiar las piezas que tengo sobre el tablero. No me gusta hacia dónde van las cosas, la revolución es diáfanamente triste. Hay aspectos obvios que la gente está ignorando expresamente, son de argumento fácil de refutar..., pero tienen miedo, mucho miedo. 

Bueno, pasarán los años y este no será mi mundo, sino el de los vivos. Así que debo dejar de insistir.

Ayer al cerrar la tienda ocurrió algo gracioso: vi que un coche arrancaba y aparcaba nada más cerrar yo la tienda y avanzar hacia la puerta del hospital. Aparcaba para ponerse a mi misma altura, un par de veces. La casualidad era suficiente como para suponer que me estaba siguiendo..., ¿soy famoso acaso? Entré al hospital dejando al coche ahí parado en la acera. Al salir por la puerta del hospital viniendo del cuarto de baño veía cómo el coche estaba recolocándose para aparcar bien. Entonces me había preparado el móvil por si me raptaban, o lo que sea. Pero ahí acabó la persecución. Aún así quise especular conque puede que intentaran atropeyarme y, efectivamente, esa misma vez un coche hizo un acelerón inusual forzando mucho el motor... Me hizo gracia porque es imposible que algo así me atropeye.

Me pongo a pensar: ¿acaso he escrito algo especial en mi blog? ¿Qué se esconde en mis últimas entradas? ¿Es porque se cree que estoy influenciando ahora a algunos influencers?

Las estadísticas, que podrían estar maquilladas, desmienten esa creencia. Pero me hace mucha gracia pensar que algún capullo crea que puede amedrentarme con coches persiguiendo o acelerando..., quien cree que esas chiquilladas pueden hacerme mella no sólo se equivoca sino que, además, no sabe que más bien me motiva, me divierte..., porque tengo una cierta sensación de control, algo que me llena de emoción el cuerpo.

Y es lo que veo: gente que intenta tener las cosas bajo control, quizá porque su mundo está llegando a su fin. Es todo lo más probable según mi análisis. Así que lo que tengo que hacer contra esos rivales políticos es muy simple: nada. Me cogeré una bolsa de palomitas y asistiré a su caída inminente.

Si es cierto que soy autor de la influencia de la caída de algunos sujetos eso no puede hacer otra cosa salvo incitarme a seguir haciendo lo que quiera que esté haciendo y que parece que funciona. Ahora bien, lo ideal sería que aquellos que toquen temas que no controlan del todo que se pongan a un lado en esos aspectos y pregunten al idóneo; puedo hacerme voluntario de explicar hasta el último detalle lo que haga falta. Soy capaz de explicar los asuntos más técnicos de mi competencia hasta los niveles más simples: ya he sido perito informático para jueces. Y ahora podría atreverme a tocar según qué temas de filología.


Me están saboteando el blogger

 Voy a hacer unas cuantas pruebas para ver qué está pasando aquí. Para empezar hay una página donde en formato html todo es prácticamente diáfano y, al mismo tiempo, no me permite editar la página. Ya veremos si esto lo resuelven en Google o a saber lo que está pasando.

Por los errores que están apareciendo lo que intenta inducir blogger es que mi página no aparecerá en los buscadores. Es lo que pasa siempre: Google a veces funciona y a veces no. Por algo paso de esa empresa, si quiero poner mi dinero en juego debo buscar un sitio más fiable.

Por lo pronto veremos si consigo recuperar mi entrada, ya que, al parecer, blogger se lía mucho exclusivamente con esa entrada.


Tierra: Día 19/07/24 punto de inflexión

Ayer se produjo el punto de inflexión a escala mundial. Dependiendo de lo que hagan y no hagan los gobiernos tras lo sucedido ayer las dos c...

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