viernes, 7 de diciembre de 2018

Echando un ojo por la prensa

He querido echarle un ojo a la prensa, por si me dice algo. Miro por la derecha, por la izquierda..., es muy triste, todos mienten. Para hacerlo bien proceden a decir parte de verdad y parte de mentira. Lo venden como un pack, de esa manera no pueden recibir críticas completas; o quizá simplemente la ideología de turno obliga a encauzarse en una de esas direcciones.

Como ahora no sólo estoy solo sino además aislado, ya el poderoso de turno puede sentirse aliviado; completamente fuera de lugar, sin amigos, sin futuro económico, sin voz...




Ya es oficial. Éste será mi primer día desenganchándome de la tóxica actualidad sesgada que se obsesiona en tumbar a la gente en la dirección A o en la dirección B, con cúmulos de mentiras y obscenidades alienantes que atentan contra los derechos más fundamentales de muchas personas. Al no encajar con estas premisas Twitter encontró la manera de echarme, como una fórmula que poder usar como excusa. Ahora todos los administradores hispanos de Twitter me habrán fichado: me he obcecado en que tienen que comunicarme el despido de los administradores responsables de mi bloqueo, obviamente no lo iban a hacer, pues nada - me quedo sin Twitter. Pero yo, por lo pronto, no lo borro; tendrán que hacerlo ellos.

Ante esta nueva premisa del mundo donde poco a poco pretendo quitarme las toxicidades que intentan inculcarnos los políticos mediáticos y los periodistas de régimen hay algo innegable: ninguno en España va a querer dar ni un duro por una persona que habla de esta manera, existe una necesidad corporativista y un afán por hacer daño a quien no se atiene a esas normas.

Como no soy ningún influencer, ni tengo amigos y, peor aún, teniendo todo el talento que tengo y todos mis conocimientos los pares no están por la labor de aceptar que la lógica se rige por unas normas que pueda demostrar, pues se hace evidente que el futuro es casi matemáticamente imposible. Es radicalmente imposible sacar nada adelante: siempre habrá algún indeseable que se sienta ofendido o amenazado en alguna medida.

Las embajadas no parece que me tomen en serio porque, no olvidemos, no soy nadie. Las inteligencias de esos países me parecen muy poquita cosa porque, no olvidemos, tengo una tecnología tangible. Así que bajo estas premisas de volverse loco, mientras trabajo en un kiosko de 9'00 a 21'00 de Lunes a Domingo, sin navidades, ni fiestas ni vacaciones de ningún tipo..., está claro qué es lo que pienso de mi medio ambiente.

La prensa y su chovinismo intenta crear en la gente una suerte de sociopatía que le permita sacar partido. No hay diferencias entre grandes corporaciones, partidos políticos y periódicos: todos se rigen por la misma clase de inteligencia, el parasitismo.

¿Dónde quedaron los grandes proyectos que defendían grandes causas? ¿Y esos partidos que buscaban representar unos Principios? ¿Y esas personas obsesionadas con transmitir lo que sea verdad? A medida que uno va indagando va descubriendo de qué material están hechos la mayoría y, si hay alguno que no se comporta así, mediante las reglas del neoliberalismo les van apartando - como han estado haciendo conmigo.

Yo me pregunto: ¿cómo es posible que no pueda hacer ni una santa conferencia? Está claro que no tendría poder de convocatoria. No conozco a nadie. Y tras subvencionarme a mí mismo, puede que no viniera nadie o, de venir alguien tras costearme la publicidad cuyo coeficiente de flexibilidad desconocería al completo pues no habría manera de hacer un estudio de mercado razonable, puede que no atraiga a los que realmente importen.

Parece que lo que necesito es un producto terminado exclusivo y no fácilmente sustituible que sea barato de fabricar y genere muchos beneficios. Y yo me pregunto, ¿es que aún no se me puede poner las cosas aún más difíciles? Como considerar que la Universidad de Cartagena en vez de apoyar mis proyectos me va a hacer la competencia: ¡maravilloso! Ahora sí que no tengo nada que hacer en este puñetero país.

Y claro, ¿Adónde ir? ¿Qué currículo potenciar? ¿Cuánto debo invertir?

Cuando tenía Twitter todavía hacía publicidad de mi blog, ahora no tengo ni red social ni nada.


Bueno, esta conversación no le interesará a nadie; salvo a los sucedáneos que, según las estadísticas, no existís salvo en mi imaginación. Así que estoy creando un maravilloso caldo de cultivo para volverme aún más siniestro de lo que ya era.



Hasta luego, sucedáneos.



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