domingo, 16 de junio de 2019

Librepensadores y Tolerancia


Se acabaron los sueños. La gente no quiere fórmulas, quiere que todo se resuelva con un botón. Cree que el mundo es así de simple, y cuando llegan los librepensadores... ¿Qué se entiende por tolerancia?




Me apena el mundo en el que vivo: es como si cientos de niños pequeños se hubieran apoderado de la isla y, como si fuera la película de "El señor de las moscas", poco a poco van dejándose llevar por una filosofía... Pero, ¿es eso filosofía? ¿Qué se entiende por filosofía?

Creo que me estoy bajando ya del guindos. Había elucubrado sobre la posibilidad de ser influencer de la tecnología..., pero no sé. Hay algo que me dice que no voy a conseguir nada. Al final será como Github, dejaré por ahí mi código, aprovecharé para explicarlo y luego abandonaré la plataforma a la espera de que..., no sé, ocurra algo motivador, que me llame...









He conocido a muchas personas que eran filósofas. En una ocasión mi profesora de chino me halagó de más llamándome filósofo, debido a un cúmulo de reflexiones que había hecho sobre la mentalidad española a la hora de abordar el entendimiento del chino... Luego se arrepentiría, al no ser yo capaz de dar fe de dónde había sacado tanta información. La credibilidad es importante. Claro que sí, pero no tener credibilidad no te quita el ser filósofo; te hace no parecerlo, que es diferente.

La filosofía no es pedagogía. Una persona puede estar altamente comprometida con divulgar y enseñar a la gente. Pero esa manera de ser es independiente del trabajo por la filosofía. A mí, por ejemplo, la filosofía era algo que no me parecía de especial relevancia, salvo como afición. Todos debemos tener una filosofía de trabajo, un código deóntico, una ética..., pero la preocupación por la filosofía, tal como la defino, sólo ha sido considerado por mí una leve inversión de tiempo, como un cuento corto. Ésa ha sido siempre mi filosofía.

El filósofo se identifica por darle un tratamiento consistente a todo lo que hace, mantener una teoría coherente con respecto a los términos técnicos que usa. Quien no es capaz de usar el lenguaje de forma técnica no puede denominarse filósofo, porque el filósofo hace una selección de la filología para darle su sello personal. Tras hacer su selección, pone sus definiciones con esa coherencia característica.

El filósofo, por tanto, no se vale de las definiciones de un diccionario, salvo para sancionarlas. Tampoco podrá, por tanto, valerse de las definiciones de un diccionario para sancionar a otros filósofos. Pues la sanción de las palabras es función de la filosofía: no es un concepto democrático, ni es objeto de estudio científico el significado que le da la gente a la palabra - es objeto del filósofo centrarse en el significante, la importancia de cada significado. Porque detrás de la importancia se esconde la censura de las cosas.

Y sí, aquí estoy, me temo que un post muy importante que he pretendido publicar en Medium no me lo van a querer apoyar. Y, según sospecho, eso sería..., pero nada, ya despotricaré el Lunes con mis teorías - al fin y al cabo debo ser paciente, ¿es posible que lo estén poniendo a prueba? En cualquier caso, nunca mi tecnología ha sido tan puesta a disposición...

El asunto es que los filósofos se identifican simple y llanamente de los que tienen una filosofía en el sentido de que se valen de ella con una teoría propia. Esta teoría es un referente para terceros, que cada vez que tengan alguna duda preguntarán al filósofo sobre cierta circunstancia u otra en contraste con lo que diría la teoría filosófica. Pero los que tienen una filosofía son como los que saben escribir, no son escritores. Son como los que terminaron la carrera de física, pero no ejercieron como tales en ningún laboratorio. O son como los médicos no colegiados.

El filósofo se colegia desde el mismo instante en el que vende libros y tiene un público al que le interesa lo que expone, o cuando adopta la decisión de estudiar la vida y obra de un filósofo desde el punto de vista del mundo que él conocía para transmitir a esta nueva realidad lo que supuestamente habría opinado, también se encuentran filósofos en los que se dedican a divulgar la filosofía si, a su misma vez, consiguen un público a los que les interese su manera de escoger los temas más importantes.

Darle importancia a las cosas es lo que hace al filósofo. Estudiar historia de la filosofía supone fijar la programación de los filósofos de este mundo y, por tanto, es una manera de encapsular la filosofía. Por ello, desde que consolidé mis ideas, he pensado que la carrera de filosofía no era en realidad una carrera universitaria.

La filosofía, sin ir más lejos, es la madre del cordero. Supone el máximo punto culminante de todo profesional. Pues la filosofía no se dedica en exclusiva a la felicidad y la satisfacción personal, también incorpora los distintos lenguajes científicos y sus relaciones. Lo que quiere decir que todo profesional que sea un ejemplo para los demás muy probablemente tenga una filosofía inteligible porque, de ser un cúmulo de acciones éticas lo que provoque tales actos ejemplares, entonces es posible que la tenencia sea abandonada junto con la admiración subyacente.

El carácter intrínseco de la filosofía hacia la pedagogía es de tal calado que obliga a tener que plantearse un hecho cruel con la misma: es bastante fácil no ser un buen filósofo. El buen filósofo es como el líder: no se puede ser un líder por defecto, por inacción, el liderazgo exige ir a contracorriente. Por otro lado, allá donde hay un líder muy posiblemente encontremos algún antilíder, lo que quiere decir que podemos encontrarnos con antifilósofos. Es decir, igual que el líder se centra en el contenido, lo importante, el antilíder payasea con lo que nos afecta - miente. Las manipulaciones del antilíder son dictatoriales, y se vale de la orgánica y la sensación de pertenencia.

Pues bien, el antifilósofo se encuentra allá donde hay un debate polémico. En el debate polémico observaremos la posición de quien defiende una postura importante y aquel que se desvía para enfocarlo desde otro punto de vista que descoloca. Pues bien, cuando aparece un debate de envergadura aseguro que encontraremos, al menos, un antilíder. Es decir, sobre lo que es significante no hay debate: el debate filosófico, si es polémico, es siempre una mala noticia.

Es factible observar a grandes maestros de la filosofía marcarse un panel de contenidos que establezcan las bases de unos puntos a tomar en cuenta para aprender sobre unos temas. Sin embargo, la programación define lo que es importante y lo que no. En este sentido, cada cual es líder en sus áreas y el antilíder es intrusista por naturaleza. Por eso la naturaleza humana, por puro instinto, centra su atención en las personas que simplifican, se simplifican y hacen simple lo que es complejo.

El filósofo tiene por objeto hacer inteligible lo que parece ininteligible, es como el poeta en lo relativo a los sentimientos. Sin embargo, el filósofo no lo hace por motivos estéticos o de espectación, sino de catalogación de conceptos. Así que, si bien el antifilósofo también actúa por la catalogación de conceptos, los suyos se pueden convertir en un recalco de una estupidez reconocible adornado de maneras sutiles y colores pomposos que nos quieran hacer creer que el filósofo es un necio.

En un debate importante, tal como especulo en mis principios, igual que no podremos encontrar a dos filósofos enfrentarse, tampoco podremos observar que el trilema de que haya un filósofo A en un debate polémico con B, que B haya tenido debate con C y que C lo haya tenido con A. Esto nos vendría a decir que, entre los tres, con suerte encontraríamos un único filósofo.

Podríamos observar a Aristóteles contra Platón, y Platón contra los sofistas. Pues bien, se verá cómo me interesan los sofismos, como también me interesaron a esos sujetos que criticaba S. Agustín: los académicos. Pues detrás del dogma suele esconderse mucha antifilosofía.

Sin embargo, para frenar tanta crueldad, la antifilosofía no es para siempre. La gente puede aprender, desaprender, enseñar y enseñarse.


En ocasiones es una cuestión de tiempo.


El Panfleto 7 I

Se acabaron los sueños. Estamos gobernando y los primeros en tener que ser escuchados tienen que ser los disidentes. Algo ha estado fallando en el Gobierno, por eso nos han pedido ayuda. Los que piensan como nosotros están sometiendo a nuestros rivales por las calles. Hay grupos organizados de personajes que quieren hablar en nuestro lugar, y nos apoyan allá donde vamos. Cuando éramos pocos podíamos controlarnos, ahora somos millones..., y cada cual está interpretando el cómo se deben transformar las palabras, los términos, a su manera y, de tal manera, que están conformando una teoría consistente que no son capaces de controlar.

La civilización, a falta de filósofos, puede conformar unas estructuras de control de masas por las cuales, dichas masas, se moverán. Ese dios es producto de nuestras propias tradiciones y ha recibido muchos nombres. Es la cultura del patriarcado, el chovinismo, las tradiciones...

No importa cuántas veces se repita una y otra vez el mismo discurso, ahí están otra vez acosando a nuestros rivales, dando lecciones duras que no tienen nada que ver con nosotros, ni con el comunismo, ni con nada. Y son los únicos que son portadores de la voz, porque han conseguido pactar con los dictadores de este país - nada que ver con la democracia.

Ahora dicen que estamos en el poder y que nosotros controlamos. Pero claro, ¿qué controlamos? Controlamos nuestro silencio, el dejar pasar el tiempo sin hacer nada. Dejar hacer al funcionario. Quien piensa así sobra - que no siga leyendo.

Ahora que controlamos hay que empezar a actuar. Pero ponerse a actuar en serio. Hay que llamar a los disidentes, esos son los que no nos apoyaron. Esos son los que no apoyaron a los que gobernaron antes. Esos también son los que nunca apoyarían a nadie. No hay que convencerlos, hay que descubrir quiénes son. Nada más. Y nada menos.

Postulado tropecientos-1. Visibilizar lo que persiste aun cuando ha fracasado nos permite abrir la duda de si se ha perdido algo importante.

Hay instituciones y grupos que deciden actuar por su propia cuenta. Han cogido nuestros conceptos y ven cómo, arrullados por decisiones en masa, se sienten acogidos y suficientemente apoyados para censurar ideas que se les opone, que les irrita..., ellos quieren imponer qué vale y qué no vale. Esas instituciones, sean públicas o privadas, con o sin ánimo de lucro, deben responder por lo que hacen dentro de su propio Contrato Social, no pueden ser incoherentes en su propio contrato: no hay comunista que tolere la insubordinación al ente jurídico, al propio proyecto social.

Postulado t-2. Toda asociación o ente que incumpla sus propios reglamentos de forma sistemática no puede sostenerse compatible con una democracia. Es antisistema.

Lo que subvierte los valores del sistema no es lo que disiente, sino lo que manipula y miente, lo que conforma sectas y estruturas de pertenencia. El que miente siempre se hará pasar por cualquier cosa, se vestirá de los ropajes más rojos o azules..., pero no podrá falsear sus propias mentiras, no podrá teñirlas: el que incumple sobra en la institución. El que miente no puede ser tomado en serio.

Postulado t-3. Que un agente mienta al usuario o a su cliente, los interesados, significa que le transmitió un mensaje relevante para el interesado de manera que desde el punto de vista del agente la información que se extrae del mensaje es falso.

Y no hay manera de entender la postura del que vende, del que atiende, del que sirve, del que administra, del que enseña, del que cura, del que protege..., (pues todas las formas se hacen públicas desde el ámbito que se considere oportuno, como pueda ser el de ganar un sueldo por su trabajo bajo unas directrices personales o incluso cumplir con un servicio público que asegure una calidad total) que permita hacer que haya mentira en su trabajo, pues la deshonestidad es el incumplimiento del contrato de cara al pueblo.

Postulado t-4. Toda institución que se autoproclame en rebeldía de cumplir con los estándares fijados tendrá que asumir la tutoría de aquel que el Pueblo designe.

Y no hay peor rebeldía que la de la mentira continua, la deshonestidad que hace que todos los ciudadanos no puedan disfrutar de una sensación de estabilidad, de un mundo meritocrático, de un lugar ejemplar donde cada cual pueda educar a los suyos según sus criterios personales. Si la democracia constituye una realidad supinamente perversa, ¿quiénes somos para dar lecciones a nadie para que sean como queramos? ¡Ya emigraremos! No queremos ser siervos de nadie. Pero tampoco podemos ser siervos de la mentira, la trampa, el engaño, la manipulación...

Es triste saber que somos víctimas de la verdad, pues hoy día sólo sabemos verdades, una detrás de otra. Pero, ¿quién puede ponerse ante cualquiera de los demás y asegurar que esa verdad de la que es testigo es mucho más significante que la de los demás? En los pueblos democráticos, en la república que yo conozco, los reinos extinguieron a sus reyes porque vieron su trabajo por concluido y, por lo que veo, aún en todos los Pueblos de la Tierra sin distinción aún tenemos reyes. Aún no hay sitio donde visitar sin una corona o unos anillos a los que besar.

Que hablen los disidentes, y tendremos una idea de lo representativo que es nuestro sistema.



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