miércoles, 19 de junio de 2019

Cruzar en rojo

Creo que me lo había tomado demasiado en serio. A partir de ahora, veré si voy escribiendo cosas..., documentándome... Al fin y al cabo, en este primer mes me interesa saber si realmente voy a crecer o no.





- Joven, ¿por qué estáis cruzando todos si está en rojo?

- ¡Ah, sí! Resulta que en realidad está verde para los peatones...

- No, mira, está rojo...

- Me refiero para los locales. En Cartagena se esconden unos semáforos circunstanciales con sensores que activan una luz verde exclusivamente para los que son de la ciudad. Están escondidos. Se pretende que sólo los turistas respetéis el de la carretera.

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En principio uno no debería de proponerse a publicar nada si no tiene nada que decir. Sin embargo, a la hora de la verdad, me he dado cuenta de que tengo muchísimas cosas que decir antes que plantearme si realmente debería de esperar a documentarme un poco más. Por eso mismo, si no me lo tomo demasiado en serio, puede que los resultados me sean mucho más satisfactorios en cuanto a que puede que lo que me prepare no me valga tanto la pena.

Así que...., para empezar, me sabe raro el castellano. Es como si no fuera mi idioma. Lo cual es extraño.

Tenía una lista de una veintena de cosas por divulgar. Así que no cambiaré mi política de divulgación, ni me lo prepararé en especial, hasta que no haga esa primera tanda. Quizá con el tiempo descubra que no hice bien pero, en el fondo, quedarse esperando a que llegue la gran señal tampoco lo veo muy lícito. En ocasiones hay que pasar a la acción.

Por otro lado, es como cuando conversaba con los turistas; ninguno se quejaba de mi inglés, y ahora, tras observar la publicación que he hecho, se nota que es un inglés inventado. Hay cosas técnicas que dudo que acepten desde un punto de vista técnico, tienen bastante sentido si te paras a escuchar atentamente, pero hay una voz que los angloparlantes usan. Una voz que aún no tengo. Una voz que, en ocasiones, para todo lo que pretendo comunicar, me parece simplista. Tremendamente simplista.

Esto se podría resolver leyendo mucho. Pero esto mismo también le pasa a los ordenadores y a los traductores: ¿no ganaría más descubriendo la manera de formular la transformación de la voz que le pone un hispanohablante al inglés para adecuarla a la voz inglesa?

Esto es porque, a diferencia de con cualquier otro idioma del planeta (quizá también pase con el francés), el inglés ha incorporado (desde un punto de vista muy sociopático y bastante anticientífico) una disciplina en el inglés técnico por el cual se exige que los documentos tengan la voz inglesa introducida. Y esto, que parecería bastante normal, no lo es: un documento se considera técnico porque no incorpora ninguna voz, ninguna cultura..., sólo la literatura científica. Es decir, la manera técnica de decir las cosas.

Al final, lo que ocurre es que para hablar en un Technical English hace falta incorporar los mismos mecanismos que son necesarios para divulgar, salvo por la sensación de dificultad. Y eso no es serio.

La diferencia entre divulgar e innovar es como la diferencia entre el occipital y el parietal del cerebro: uno se preocupa de transmitir el mensaje, de ponerle un destinatario, de transmitir. El otro hace lo que el anterior y, además, limita el lenguaje a unos esquemas para llegue a un tipo de receptor. La divulgación es más difícil que la innovación, pero la innovación no tiene un lenguaje más difícil, sino simplemente más riguroso. Cuando la comunidad científica angloparlante está exigiendo documentos que puedan divulgar automáticamente en realidad lo que están haciendo es fomentar la idiocracia en el entorno académico.

Se trata de un conocido problema que afecta a la zona parietal del cerebro..., puede que hable de esto en Medium, y lo desarrolle - pero porque es muy tecnológico. En ocasiones no es cierto que no nos entendamos con los robots, el problema es que son demasiado técnicos y donde falla la conexión empática no es tanto en el lado occipital del robot (que es lo que la gente suele creer) antes que en el lado parietal del humano (que es donde yo creo que está el problema).

Un ejemplo clarísimo está en la escena de "Ex machina" donde el humano le pide al robot que haga un dibujo y éste le hace un pintarrajo. El humano piensa que el robot aún no entiende lo que es dibujar, no señor humano: a ti te gusta este tipo de dibujos porque hay una pintura cuyo estilo es exactamente igual y a la que respetas - pero la razón por la que no te has parado a pensar que este pintarrajo también es una abstracción es porque lo ha dibujado un robot.

Cuando un español escribe una frase en un perfecto inglés técnico, automáticamente aparecen esos señores acusando de que cierta frase no se atiene ni al esquema de lo inteligible. Pues bien, coges la frase, analizas sus partes..., sí era inglés ¿Cuál era el problema entonces? Que nunca hubo intención de pararse a pensar en el orden correcto de los términos. De la misma manera que la mentalidad habitual no es la adecuada para comprender cómo afrontar según qué problemas: ¿pretenden seguir innovando usando el mismo lenguaje? No. Hay que cambiar el lenguaje - y su mentalidad. Por eso les resulta tan complicado: eso jamás lo admitirán en un hispanohablante.








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