domingo, 17 de julio de 2022

El agarre. Filosofía oscura

En ocasiones hay que adoptar decisiones oscuras; lo vemos en Maquiavelo, que plantea cuestiones de negociación sobre los propios Principios para conseguir alcanzar los máximos objetivos posibles. Hay quien lo llama "real politik"; personalmente me parece ese término rayando lo inaceptable y, por encima de todo, sustituye a la filosofía oscura - que es un término más amplio, y no es derrotista.

La filosofía oscura no es la que corresponde a la gente mala, ni a los conspiradores - Maquiavelo ya lo dejó claro: todo acto que justifique que el pueblo adquiera el poder quedará justificado. No se trata, por tanto, que el fin justifique a los medios - sino de que los fines que provengan de un dictador para hacerle recuperar al pueblo su batuta deben ser considerados actos nobles. La nobleza, como es bien sabido, es un acto de servidumbre de los que se encuentran en las posiciones altas hacia las posiciones bajas. Por tanto, ser noble es un acto oscuro - la filosofía necesaria para hacer posible que un pueblo sea liberado de un cacique es una filosofía oscura. 

La filosofía oscura la llamo así porque hasta ahora nos hemos acostumbrado a la filosofía inocente de los griegos: ¿realmente ese Sócrates que dirigió a los más grandes políticos de su época existió? ¿Qué clase de filosofía oscura debió ejercer en su momento para enseñarles la verdadera política? Porque la verdadera política es la filosofía del estudio de los recursos públicos, ¿qué otra función iba a tener el político? ¿No ostentará ocupar el poder? Para Maquiavelo, debía ocuparse de mantener su posición; ¿era lo mismo para Sócrates? Dos maestros de los políticos diferentes. El matiz está en la filosofía oscura: lo que no emergió de los discursos de Platón. El Sócrates que conocemos parece que se hartó de la filosofía oscura, y ya solo hacía mayéutica - solo ironizaba a partir de las ideas ajenas. No construía ni mantenía autoridades; no enseñaba a ser noble, porque daba puñaladas al necio. Se trataba, por tanto de una filosofía inocente, porque no se centraba en cómo hacer las cosas, solo en cómo no hacerlas.

Algo así sucede con el marxismo, le faltó incorporar la filosofía oscura. Era fácil para Marx criticar al programa de Goethe, y lanzar discursos mayéuticos ironizando contra la miseria de filosofía anarquista, o contra las ideas modernistas que se subyugaban al capital. Pero, por otro lado, ¿qué hay de cómo debe actuar el gobernante o cómo alcanzar la revolución? Para Marx la revolución se alcanzaba de manera natural, con el conocimiento llega la liberación: un pensamiento muy típico de la filosofía de los inocentes.

Hay algo que va más allá de la luz y el conocimiento, algo que supera a las luces de la ilustración: nos vino con el modernismo, la capacidad constructora del ser humano para elegir el modelo de la realidad en el que forma parte. La modernidad es oscuridad porque es producto de nuestra voluntad creadora, al margen de cualquier realidad que nos sea ajena. Por encima de la verdad está lo auténtico, que se evade de un verdadero o falso, que se evade del principio de no complementariedad y que, en definitiva, supone el asesinato expreso de Dios. La voluntad humana es oscura, asesina a Dios pero la gente no sabe qué ha hecho - porta el cuchillo y no sabe qué hacer con él. La filosofía griega negaba la existencia de ese poder. Sócrates era temeroso de la voluntad de los dioses, y la esperanza para él era el último hálito que quedaba de la caja de Pandora y que no escapó para someter al ser humano a los designios de los dioses.

La esperanza es oscura, porque denota libertad. La claridad nos muestra las cosas de una u otra manera. Pero cuando se apagan las luces, ¿qué debemos esperar de lo que palpamos? ¿Y si nunca más se vuelven a encender las luces? Sabemos de escarabajos, cucarachas u otros bichos en el interior de cajas gracias a Witgenstein. El qué hacer con ellos es una filosofía oscura, porque reconocemos en ella el poder creador del ser humano. Cómo la elección de nuestro modelo de la realidad puede cambiar lo que percibiremos.

Nos dicen: si sigues el camino de la izquierda salvarás a una niña pobre en peligro de morir en un pozo, si eliges el de la derecha rescatarás a la princesa heredera del castillo de las fauces de un dragón. El dilema puede ser elegir quién es más víctima o quién tiene más urgencia, eso es lo que nos dice la filosofía de las luces, pero el modernismo nos obliga a adoptar una determinación diferente: nosotros seremos los responsables de que el pueblo sufra más o de hacer que el castillo se quede sin descendencia. Hay un tono oscuro en la decisión, que se tome la que se tome tendrá una connotación que en principio era independiente del problema o su determinación tal como fueron denotados. 

Somos inocentes a la hora de plantear problemas, pero cuando se crean empresas se trabaja siempre a dos esquemas: la idea de que la empresa está para resolver los problemas de una sociedad y el hecho de que por ello quien la lleva le sacará beneficio. Toda buena empresa debe estar perfectamente ubicada dentro de su medio ambiente, como ocurre con el planeta Tierra, si la biosfera se desequilibra entonces las especies correrán peligro. Una nueva empresa podría ser una especie invasora y quedarse con todos los recursos. Esto podría propiciar el congelamiento de la economía y la muerte del sistema con un aumento de la inflación debido a la no retroalimentación de las cadenas de producción y, por ende, un aumento del paro - la miseria de la estanflacción. Qué hacer con las especies invasoras es una filosofía oscura, porque el objeto es preservar el medio ambiente - sus equilibrios.

Ya lo podemos leer en "El gen egoísta" de Richard Dawkins: hay una ley de proporciones relativo a comportamientos de los miembros de un ecosistema. Esos cálculos se llevan a cabo para explicar cómo funciona la biología, pero hay una filosofía oscura detrás de todo esto: Dawkins nos dice que el egoísmo puede justificar comportamientos altruístas, puede ser la base de una buena ética.

El egoísmo puro es el estudio no de cómo ser egoísta, sino el estudio de los mundos posibles para determinar todas las situaciones que provocan que todas las partes acaben ganando: win-win. Se trata del equilibrio de Nash, los que rompen ese equilibro en teoría de juegos son los que abusan de su posición para quebrar la competitividad; son los que impiden la meritocracia dentro del sistema para hacer prevalecer la oportunidad, el azar..., la injusticia. De ahí la preocupación de Marx por la misería que podía ver resultado de la modernidad: las empresas estaban produciendo en masa con una realidad industrial que exigía una filosofía propia de la creación, de la creación de los propios estatutos de empresa.

Si el pueblo permite que sean las empresas las que redacten sus estatutos entonces relegarán toda la filosofía oscura a los intereses de unos pocos. Y ahí no ganamos todos, solo lo harán unos pocos - por un tiempo - mientras poco a poco se va sucumbiendo el pueblo hacia la miseria.

No negaré que Marx, en parte, tenía razón: la filosofía oscura no es muy persistente. Existe a muy largo plazo solamente, pero no es como la filosofía de las luces, cuya persistencia arrasa en el confín de los tiempos. Por eso, tarde o temprano o todos comunistas o todos muertos. Al final, después de siglos y siglos es posible que cualquier filosofía oscura acabe pereciendo, o que haya alcanzado su objetivo y haya provocado la autoextinción del ser humano, por voluntad propia.

Por eso yo me lo pregunto, ¿qué pasa con todas esas filosofías volátiles, futiles, que persisten en cuanto a que son olvidables y, al mismo tiempo, han formado parte de la historia como un hito imperturbable? Es como la revolución francesa, la que propició un cambio de enfoque en el ser humano. Hay una filosofía oscura detrás del tenebrismo, de la idea de que hay que excitar a la gente para que se mantengan vigilantes de lo que sucede; igual que hay filosofía oscura en el periodismo cuando deciden hacia dónde dirigir la ventana de Overton.

La psicología y la sociología han desarrollado más a fondo la filosofía oscura mediante el tratamiento de los conceptos más emic: igual que la antropología fue refundada como sociología para darle un tratamiento en el estudio de las revoluciones, también la sociología necesitaba ser aún más refundada en la psicología para darle tratamiento a los temas más cotidianos y oscuros del individuo - por muy futiles que sean. El estudio del comportamiento del ser humano, de sus sociedades, tienen en su origen filosófico - no científico - un carácter oscuro. Y no pueden salir de ahí, porque esa es su verdadera naturaleza.

Es ahí donde nacerá el agarre, creo que los presentadores de televisión lo llaman el gancho (hook), que es cuando se presenta un cebo, un posible tema a tratar, para que la gente no cambie de cadena, se coman todos los anuncios, y sean fieles a su canal. El agarre es propio de quienes mantienen la filosofía conservadora por muy progresistas que sean: se agarran a algo temporal, futil, con la esperanza de que sirva de puente para que las masas vayan cambiando su visión.

Yo mismo, hace dos décadas, defendía que el feminismo podía ser un buen puente para comprender la violencia. Para ello podía echársele la culpa a los varones machistas de la violencia machista. Sin embargo, como ya comenté en otras entradas, sujetos con intereses espúreos y vanales aprovecharon para mantener un lenguaje lleno de odio para sacar beneficios macabros. El plan, para una buena filosofía oscura, pasaría con hacer que la sociedad evolucionara con un cambio de discurso - aprovechando el boom de la globalización de la información y el acceso a las noticias. Pero claro, ¿y si los políticos quieren sacarle provecho a todas esas muertes y montarse un chiringuito nigromante?

La filosofía oscura atrae a los más oscuros intereses. Por eso, en esta ecuación el poder ejecutivo debería de ser el poder más sometido de todos: sometido a la máxima trasparencia no podría moverse más allá de los intereses definidos por el pueblo - sometido por limitaciones temporales y de ámbito de aplicación puramente explícitos, ni siquiera mantendría la estructura de poder dentro de la orgánica, porque los intereses oscuros no tienen persistencia - tampoco lo tienen sus actos.

El agarre es una herramienta para recoger a las personas en masa e ironizar con ellas sus propias decisiones. Se les empuja a una dirección imposible según sus propios deseos para que pueda ponerse de moda una afirmación que sea más persistente. La idea que tenía era: entendiendo la violencia machista se entenderá la violencia en el seno de la familia y, de ahí, la violencia en general. De lo específico se entenderá lo general. Es un buen plan, de hecho, si los jueces no fueran tan tremendamente incompetentes y criminales podrían haber aprovechado la formación sobre violencia de género para entender cómo se comporta la gente violenta - sin importar el genero. Muchas conversaciones que tuve a lo largo de mi vida con juristas respetados no habrían provocado en mi la sensación de estar hablando con completos imbéciles si éstos hubieran tenido una formación básica en violencia.

¿Puede una víctima de violencia actuar como si no pasara nada con su agresor habitual? Perfectamente.

¿Puede una víctima de violencia tener una vida apacible y divertirse con su agresor habitual? Perfectamente.

¿Puede...?

La cosa es: ¿puede un juez que no ha vivido en un entorno familiar normal al ser huérfano o hijo único encargarse de resolver los problemas familiares? Pues, visto lo visto, yo diría que no. Quizá en un futuro, pero por el momento no parece lo más sensato.

¿Cómo revolucionar el mundo de los juristas y la Justicia y el enorme daño que provocan con sus injerencias? ¿Cómo revolucionar el mundo académico y la manera que tienen de ser protegidos por los intereses de juristas y políticos? ¿Cómo conseguir que un juez interprete la ley sin incorporarle decisiones ajenas a la ley o a su cargo, sin proteccionismos de ninguna clase de tipo más allá de lo establecido por las leyes de protección de datos y al honor? Un juez es capaz de arrebatarle a una víctima el derecho a saber que ha condenado a su verdugo, para que tenga la sensación de injusticia hasta el último día de su vida clavado. Tiene derecho a no aplicar la condena, a permitir que se acumulen las denuncias, a no detener a una persona peligrosa... El juez tiene un poder DESCOMUNAL hoy día, y es fuente de demasiados problemas cotidianos que persistirán hasta la muerte de sus víctimas.

Contra eso, y ante la prohibición de trasparencia o de denuncias, ¿qué hacer? ¿Qué hacer ante tanta impunidad? Hay que conseguir un agarre para que la sociedad evolucione contigo y descubra las cosas que esos intrusistas no quieren escuchar. No preguntarán ni a sociólogos ni a psicólogos, adoptarán decisiones oscuras como si tuvieran derecho: un juez no tiene legitimidad de aplicar una filosofía oscura debido, precisamente, a que esas decisiones no son persistentes y su cargo es público. La filosofía oscura es propio del poder ejecutivo, siempre que esté habilitado dentro de su urgencia: un bombero no tiene que dar demasiadas explicaciones de porqué usó el hacha, tuvo que hacerlo dentro de sus competencias como autoridad para tomar esa clase de decisiones.

Pero el hacha del bombero no es un agarre: es una consecuencia por necesitar un poder ejecutivo, por tener una estructura inapropiada para que se resuelvan los problemas. Tirar del hacha, como cuando el policía saca el arma, es una necesidad dentro de todos los mundos posibles: no se puede considerar éticamente como un acto "egoísta", aunque se le llame egoísmo puro. Es una filosofía oscura e inmediata; y no podemos permitir que esa clase de filosofías entren en las decisiones del estado. Un estado que no es trasparente solo puede elucubrar, y lo hará para que el pueblo siempre se vea sometido.

Incorporarle al estado el poder para actuar con violencia representa un fracaso de concepto, porque convierte al gobierno de tal estado en la capacidad para apadrinar al pueblo. Nada de democracia en ese concepto. Otro gallo cantaría si el estado fuera la extensión de los entes jurídicos de un país: sus empresas y asociaciones. El poder ejecutivo sería reclamado por el estado y autorizado para actuar en su nombre; aunque la autorización no provenga del estado mismo, sino de criterios meritocráticos de lo que les autorice: el bombero debe ser buen bombero, el militar buen militar, el enfermero de urgencias buen enfermero, etc..., esa evaluación no la puede hacer un político. Porque si ahí metieran la zarpa, de un hachazo podría acabar más de uno muy mal.


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