lunes, 25 de noviembre de 2019

El virus se llama Microsoft

Anoche me desperté con un sueño en el que se generaba un contexto por el cual yo me volvía una mala persona. Pude comprenderlo fácilmente: cerca de una casa donde vivía una familia que se había aprovechado de mí vi un billete de 50 euros y, muy dentro de mí, algo me decía en mi sueño que ese billete era de esa familia de vida no muy burguesa.

Pero en el sueño lo cogí convencido que me merecía ese dinero. Era casi un hurto, pues estaba en mitad de la calle y nadie va a la policía a reclamar un billete suelto. O eso tengo entendido.

En cualquier caso el sueño continuaba. Quería dejarme en una situación peor. El mal llegaba a un punto en el que queriendo ir a un supermercado opté por una especie de callejón sin salida que me obligaba a hacer un parkour y, como mi instinto me lo impide, quise hacer el parkour. El problema es que caí sobre una plataforma que se desestabilizó y destrozó toda una obra a las puertas del supermercado.

Por supuesto ese accidente vandálico no fue intencionado, pero asumí un riesgo porque, en el fondo, en ese supermercado tampoco me trataron bien.

Esta pesadilla es tal porque sacaba una parte de mí que no es real: la parte más perversa que tengo. Ese era el motivo del sueño. Y, acto seguido, apareció una señal interna, para cuando apareció la vigilia, que se consolidó como la razón por la cual no actúo mal. Tuve la suerte de que mi lenguaje era capaz de hacer inteligible ese pensamiento. De ahí de la importancia de la cultura para evitar el crimen.

Comprendí, en mi caso, que era porque no quería desilusionar a la gente. No quería torturar psicológicamente a las personas con lo que hacía. No me gustaba ser una carga para nadie.

Al despertar del todo recordé que el mal era un elemento cultural, algo propio de la civilización. Un meme que usamos para identificar todas esas cosas que son una carga para la sociedad. Era un concepto inventado, racional..., de lenguaje. Y esa fue la impresión que me dejó el sueño en el fondo. De no haber tenido la cultura que tengo me habría dado la impresión de que el mal estaba en mi interior y que en el fondo debía someterme a él, o vete tú a saber. O puede que me hubiera vuelto un relativista moral.

Algo así me sucedió cuando soñé la idea de Dios en una ocasión. Habiendo sido creyente practicante de pequeño, desde mi primera comunión con todas las catequesis que podía meterme en el cuerpo, me dio por soñar en un ente que me envolvía, que me perfeccionaba..., el ente debía ser en parte inteligible en cuanto a que soy persona pero, al mismo tiempo, no le di forma específica. Al despertar, la vigilia me ofreció una visión de contraste: esa duda me había generado una situación incómoda desde el escepticismo de alguien que dedujo que la creencia en Dios no tenía sentido. Efectivamente, me encontraba ante otro elemento cultural que se había envuelto en mi mente para conformar mi razón espiritual para convertirme en un ejemplo para los demás. Pero entonces no  sabía exactamente el porqué de esa ensoñación. Así que, hasta que no se me resolvieran las dudas, la dejé en cuarentena - como esas alucinaciones que pueden darte por falta de sueño. Es decir, cualquier hecho aislado debe considerarse dentro de la norma de las flaquezas.

Ahora lo entiendo de otra manera. Era una llamada a un meme que se repite mucho. En nuestra cultura es la idea de Dios, pero ese instinto tiene que aparecer de alguna manera. Se trata más bien de la idea de Dios de Gödel, que no es el dios cristiano. Es como si dijéramos que si existen valores en nuestra conducta que trasciende a lo que hacemos entonces también puede existir una idea de personaje que configuramos como la representación de la perfección de tales valores. A ese personaje algunos lo llamarán Dios, yo, por motivos mucho más profundos, lo llamaré Hierofante y, además, aseveraré que, como el Mal, no existe. Está en la sociedad imbuido con nuestra civilización. Pero no existe.

Se trata de un personaje. Como lo puede ser Supermán o Spiderman. Un arquetipo que, según el caso, puede ser muy útil. Sobretodo porque, a diferencia de los personajes de cómic, estos otros personajes han sido  ubicados con una educación basada en la fe. Y claro, de la fe no te puedes despegar. De ese sentimiento que te inculcaron de pequeño no puedes deshacerte. Es así como lo estuviste fabricando durante años y años: sacrificaste mucho esfuerzo por creer en ciertos personajes, esas teorías se consolidaron y acabaron por formar parte de tu propio instinto para evaluar la certeza.

Algo parecido ocurre con las nuevas doctrinas de ideología de género. Podríamos conformarlo como un todo dentro de la progresía de la extrema izquierda. En ella se considera al varón hetero como si fuera perverso y malvado, y se incorpora una suerte de mitología llena de figuras extrañas para alimentar el credo mezclando orientación sexual e identidad. Todo para establecer la obligatoriedad de ser de una de esas ramas, porque se supone que nacemos condicionados a esa doctrina.

Nada de lo dicho en el párrafo anterior está demostrado. Pero muchos gobiernos están invirtiendo mucho dinero en fomentar esa demencia en mujeres y hombres. Se nos encauza de manera que la población tenga miedo de reproducirse. Por un lado tienen al Mal: todo es violación. Por otro lado tienen los Valores: te identificas con tu orientación. Palo y zanahoria, el ABC de la manipulación.

Sin embargo no pueden alterar los movimientos más arcanos. Sólo pueden provocar un auge en los pensamientos más reaccionarios para volver atrás. Esto es debido a que esos memes necesitan herramientas trascendentes, que trasciendan a nuestros actos: principios éticos absolutos. No se puede defender aberraciones, salvo que quieras convertirte en algo que no sea persona. Las personas tenemos nuestra ley natural para las personas humanas.

Y estoy escribiendo esto después de adivinar que Microsoft era el responsable de que mi equipo se volviera inestable. Estoy casi plenamente seguro. Entre las dos empresas que se han encargado de tocarme las interfaces internas ha habido un cruce de incompatibilidades que ha provocado que, de vez en cuando, el servicio del teclado se dispare y no pueda trabajar. Es algo tremendamente molesto: Microsoft te obliga a actualizar, pone el problema y luego ofrece un 902 para solucionarlo. Ya digo: quien es responsable de que se genere el problema es quien tiene que costeárselo. Yo no soy ni un 10% responsable, porque me he asegurado de que el registro estuviera bien limpito - y el teclado está visiblemente en condiciones... Se trata de la clásica extorsión mafiosa, como ya dije la última vez.

Veremos cómo se resuelven. Porque cuando se acostumbran durante años a extorsionar a sus fieles, cuando éstos han depositado toda su confianza, al final provoca la necesidad de una revolución dramática. Revolución como la que tuvo que vivir Madoff o los Lehman Brothers. Puede que nos quedemos cortos con lo que hay que hacer, y por eso los afectados deberían de saber que esto como realmente se resuelve es cortando de raíz.



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