Todo el mundo sabe que los informáticos somos cualquier cosa menos tontos. Y que en todas las teorías de hechos extraños siempre hay una inquietante que incorpora una comunidad de supercientíficos que trabajan en una especie de mundo paralelo...
Hoy día se ha aceptado la existencia del Deep Web. Hay quien ha querido meterle más caña al concepto, y los hay que se han conformado con exponer el asunto desde el punto de vista más pragmático. Sin embargo, nadie lo niega ya. Es como el Deep State, que no recuerdo cómo lo llamaban realmente ni me importa, que es cuando la tecnocracia toma el control y el presidente elegido se convierte en un títere de cómo deben hacerse las cosas.
Sin embargo, donde tiene siempre más sentido que exista un deep algo es en los propios sistemas operativos. Efectivamente, cuando una aplicación cualquiera incorpora puertas traseras ya tiene su propia denominación. Personalmente, la traducción al castellano prefiero asociarla a la mala fe, mientras que el término "by pass" prefiero darle un uso de cara a la depuración; es decir, en ocasiones tienes que valerte de esos andamios para moverte por la aplicación antes de entregarla. Efectivamente un mal ingeniero (OJO: mal ingeniero) necesita crear el producto de manera que mantenga los andamios, en vez de dejar el producto con una buena definición de los papeles que tienen todos los usuarios.
Es decir: cuando esas pasarelas se quedan en el interior de la aplicación entonces siempre y sin excepción podremos decir que no es como cuando el médico intenta conectar como sea el corazón con el cerebro, sino que, simplemente, el programador ha dispuesto de un medio para pasear por su aplicación dentro de unos permisos que no le competen.
Cuando se dan estos actos de mala fe podemos asegurar que es más fácil que se produzcan a pensar que el programador va a ser capaz de auditar al completo los distintos roles que hagan coherente el sistema de por sí.
Y esto es lo que nos lleva al Windows. Como pasa con la versión de Apple, cuanto más cerrados son los sistemas operativos, y menos permiten que otras empresas interfieran, es más difícil que ocurran hechos duros, que hayan problemas o mala fe...
En estos momentos mis problemas con Microsoft ha llegado a un punto de especial estabilidad. Mediante ese manto de aparente torpeza que tienen al permitir sacar productos que erran en las propias presentaciones, cualquiera que no sepa ingeniería del software o, al menos, diseño de base de datos, podría creer que esa clase de torpes serían incapaces de crear un Deep Windows para controlar todos los desastres - puesto que las paredes se caerían y dejarían verse los andamios. Sin embargo, la informática no funciona así: en realidad es al revés; es más fácil cometer torpezas para ocultar andamios que construir el software sin esas pasarelas, con permisos adicionales y que sean coherentes (porque ahí no entra nadie, salvo los técnicos más especializados que hayan firmado una cláusula de silencio, es decir: un contrato ilegal y, posiblemente, tipificado).
Si yo me creara una empresa de software y obligara a mis programadores a firmar un contrato de silencio sobre las pasarelas ocultas que construimos y que atentan contra nuestra propia ética como programadores (ya escribí un artículo en Medium al respecto, el que intenta inculcar una moralidad a la máquina definiendo el código ontológico de los que construyen el producto) lo normal es que me caigan, como mínimo en España, cuatro años de cárcel. Además de ver cómo me cierran la empresa, claro.
Pero no hay que olvidar que Windows y Apple juegan en otra liga: la liga de los que te ofrecen la jerarquía tecnocrática, los que te dan el poder, los módulos hechos..., esas empresas nos dan la dictadura encubierta como presente, y la idiocracia como futuro.
Así es como funcionan los estados tecnocráticos y, por supuesto, con las grandes corporaciones pasa lo mismo.
Sabía a lo que me atenía en cuanto empecé a denunciar públicamente a Windows, como en su tiempo hice con Apple. Existen unos comportamientos que son antinaturales, pordioseros, cochambrosos... Al final pueden irse corriendo sus fundadores de cómo afrontaron su empresa, de cómo afrontaron su realidad..., han dejado un mundo hipotecado.
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Recuerdo que estaba delante de mi equipo, mi portátil, y entonces la tecla de la flecha izquierda empezó a pulsarse por sí misma. Poco a poco de manera compulsiva. No había recibido ningún golpe, no había ningún líquido cerca, no había exceso de temperatura (de hecho hasta tenía un poco de frío)..., de forma expontánea esa tecla aislada empezó a funcionar sola. El único contexto anómalo que se había producido fue cuando había puesto de manifiesto al Windows Update que era imposible instalar su producto en mi máquina que, por mucho que me insistiera - y además de manera ilegal y posiblemente tipificada - no podía hacer realidad su sueño maravilloso de actualizar su sistema operativo porque mi máquina era demasiado pequeña, que toda esa insistencia de descargar, instalar, apagar, descargar, inicializar, instalar, etc..., que yo intentaba anular y no me dejaba, con esas ventanitas insistentes en que tenía que conocer el nuevo sistema, la nueva aplicación, que tenía que cambiar, que había que pasarse al otro sistema, y otra ventana, y esa insistencia..., en cuanto le dije que no por última vez, ¡hala! La teclita empezó a funcionarme mal ¡Oh sorpresa!
Eso ya lo hemos visto antes. Unos tipos trajeados entran en tu tienda. Entonces te dicen que hay un señor que se encarga de tu seguridad. Le dices amablemente que no tienes problemas. Ellos dicen que la ciudad está llena de mafiosos, que todos tienen una hermandad, un grupo..., les dices que no. Que tienes que aceptar, y dale, reinicializar, no respetan tu tiempo, no te dejan cerrar, te insisten, que te conviene..., y al final, por pesados, y porque la policía pasa de todo (y este es el problema), les sigues el juego.
Todos sabemos perfectamente que en cuanto dejes de pagarles o seguirles el juego de repente un vándalo quema tu propio establecimiento. Es así como funciona esa clase de negocios: es así como se hacen ricos. Eso tiene nombre: y por esa razón hice la acusación que hice a la policía como colaboración ciudadana - no puse denuncia por los motivos que comentaré a continuación.
Al final resulta que un técnico hace como que me resuelve las cosas. Empieza a meterse en las opciones que no son el Windows: que si los cajetines a los que puedo acceder como administrador, que si muchos botoncitos y checkbox que en realidad no son funcionales, que si una lista de propiedades y variables que están para encender y apagar lucecitas y cargar el sistema..., y me dice que todo está resuelto. Que no me volverá a pasar. Claro, yo no puedo hacer nada. Todas esas jeriborcias que ha hecho puede que hasta sirvan para algo, así que le sigo el juego. Le seguí el juego por una y dos veces. Pero fue que después de su segundo intento la tecla de la flecha izquierda dejó de funcionarme.
Por un lado, el equipo tenía un comportamiento extraño: no me permitía descargarme el firmware que me permitía volver al 2016, por otro lado los dos estados de guardado que fingen hacer los técnicos no estaban accesibles (para volver a antes de todo lo que hicieron) y, por supuesto, ese enlace que se comprometió a darme para hacer un seguimiento de mi máquina fue otra mentira, de tantas, por parte del técnico para que pudiera conseguir sus anheladas "cinco estrellas". Toda una farsa.
Ayer fue cuando arranqué la máquina, se bloqueó todo el teclado al completo, supuse que sería un recalentamiento de algo interno - supuse que sería una reprogramación de la BIOS, encontré la combinación y acabé arrancando la máquina y hacer que funcionara el teclado. El problema es que la tecla izquierda dejó de funcionar. De hecho, el parcheo que le hicieron al servicio fue tal que incluso la palabra "inicio" que está sobre esa tecla tampoco funciona: es decir, se han preocupado de crear un escenario de manera que, ante un juez, tuviera que valerme de mi testimonio exclusivamente, junto con mi experiencia como programador, para aseverar que no era un fallo del hardware.
Ahora, con lo importante que es para cualquier oficina, no puedo pulsar la tecla izquierda. Un soporte independiente me aconsejó que pusiera un teclado, y ese teclado funciona perfectamente. Es engorroso por el momento, pero es lo que hay.
"¿Qué tal tu experiencia con Windows?"
Sé perfectamente que esa denegación de servicio fue producida por Windows mediante un código malicioso. La tecla izquierda se usa casi tanto como el intro o el espacio cuando tienes que trabajar en excel o escribir historias..., van a lo que van. Y a mí nunca en mi vida me ha pasado eso con las decenas de teclados que he tenido, y he sido como un gamer: saben de mí que cuando yo jugaba hasta incluso soltaba las teclas para seguir dando palizas y evitar el solapamiento que busca el mal jugador. Siempre he sido muy delicado con mis teclas, es algo que se aprecia incluso en la clase de juegos que suelo buscar - odio en las que hay que aporrear el botón; entre otras cosas porque son mis propias falanges las primeras en resentirse, antes que el teclado o el joystick. No, no fue el hardware. Aunque no pueda demostrarlo salvo mediante mi experiencia.
Con la excusa de que hoy es mi cumpleaños, y ahora que Windows ha dejado de acosarme en apariencia (y que conste que no consigo desinstalar la actualización última obligada de instalar, porque no aparece en mi historial - para que se vea que sí hablamos de un delito, que sí hablamos de años de cárcel si se pudiera demostrar la extorsión y el acoso que he estado sufriendo) todo apunta a que me pase por uno de mis proveedores y le pida una torre con un sistema operativo Open. Veré qué hago con mis proveedores, si realmente dependen o no de Windows..., veré si consigo la trasmigración completa. Si es cierto que puedo funcionar con esos esquemas y si no incorporan pasarelas.
El estado debería tomar cartas en el asunto si no quiere ver cómo la población se idiotiza.
Éste es un blog pensado como último reducto para la fusión entre lo más humano y lo más tecnológico sin perder ni humanidad ni eficiencia.
jueves, 28 de noviembre de 2019
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