Un extraño sueño

Tras afrontar mi estres y miedo acerval contra las clínicas dentales, a la noche siguiente me invadió un sueño.




Estábamos en un instituto donde los alumnos iban a ser echados. Se les otorgaba un equipamiento simbólico para que salieran corriendo del centro. El centro se iba a quedar vacío y sus funcionarios se quedarían dentro. Más allá de los muros había una suerte de monstruosidades, criaturas deformes con intenciones de destruir todo lo que se le acerque.

Los muchachos escapaban, pues asumían ser eliminados en el propio centro por los funcionarios, para emprender una carrera campo a través sin un destino fijado. Abandonar la única casa que conocían para echarse a correr sin saber hacia dónde.

A pesar de ser una pesadilla, a pesar de ver cómo morían a decenas delante de mis narices..., mi estado de nerviosismo no era tanto miedo, sino el saber que no podía hacer absolutamente nada. Estar ante mí algo que me produce un enorme dolor y, al mismo tiempo, mientras me hierve la sangre no poder hacer nada, tener que aceptar el único camino hacia ninguna parte que me tenían designado esas monstruosidades - saber que, aunque no tenía un destino, para mí sólo un camino los evita.

Porque no tenemos más que un único camino, el miedo está de más. Sólo podemos permitirnos el lujo de temer a equivocarnos, no a hacer lo que es debido.