El precio por pedir permiso: 10 años

La fiscalía en Italia considera que pedir permiso para atracar es un delito y, por ello, le corresponde 10 años de prisión para la capitana del "Sea Watch". Nada más escuchar esto los políticos se han lanzado a las calles...




Lo de las calles era una coña. Hace falta que una chica se invente una historia muy triste como para que la gente se lance a la calle. Hace falta que detengan a un par de artistas que gustaban de jugar con las leyes vigentes para que la gente salga a la calle. No. Los que hacen llamamientos, esas personas, en lo que piensan es: ¿esto da sillones?

La gente fuerte no es defendida. De hecho, el gran error que cometió la capitana fue el querer hacerlo por lo legal: se quedó esperando más de un par de semanas para conseguir la autorización para atracar. En ese tiempo le habría resultado increiblemente sencillo merodear por el litoral, disponer de unos furgones y pasar a un proceso clandestino de inserción de personas.

Pero no lo hizo así. Decidió llamar al timbre, esperando que las leyes protegieran lo único que nos hace personas: el reconocer a un semejante, y el valor de su inocencia. Que seamos responsables por los demás dentro del cargo que nos haya competido tener. Que ante la duda de que no sean criminales sean siempre bienvenidos. Esos principios que son básicos. Eso, y que además procedan con políticas de inserción social.

Pero cada vez Europa tiene menos sitio para los que llaman al timbre. Prefiere que se cuelen, o que se queden a medio camino. Europa y sus políticos hacen leyes para no tener que rendir cuentas. Para decir cosas como "je suis Aylan". Algo que dé votos. Algo que genere en el político una sensación de apoyo.

Y claro, luego están los analistas políticos. Ésos que no quieren buscar la manera de hacer negocio político de quienes deberían de ser considerados los verdaderos héroes de Europa. Esta señora bien podría convertirse, entre otras cosas, en un ejemplo a seguir por todos los hombres y todas las mujeres. Un buen analista político, que intenta mejorar la imagen de su cliente, tendría que tener la obligación de encontrar la fórmula que haga de las tonterías que saca de su boca un mundo mejor - como habría hecho Maquiavelo.

Pero hoy día ya no quedan analistas como Maquiavelo, y menos aún en Italia. La mayoría de los analistas defienden la frase antimaquiavelista "el fin justifica los medios", mientras se regodean en su incapacidad para leer o documentarse atribuyéndole a él esa estúpida frase. Así pueden volver a sus casas, quedarse viendo la tele para decirle a sus parejas que están trabajando, y cobrar grandes cantidades de dinero por lanzar opiniones sin fundamento técnico ¿Para qué consultores, analistas, asesores de imagen, etc..., si luego las personas más heroicas como Assange, o como esta capitana que nadie tiene coj** a saber como se llama porque seguro que es alemana, pasan al anonimato tras ser víctimas de una interpretación más que dudosa de la ley?

Me imagino lo que dirán: Italia está llena, pues mételos en tu casa. Mientras tanto, los políticos tan necesitados de su sueldo, sus prebendas, sus negocios futuros, sus dietas..., son a los que les toca decidir sobre qué es digno de ser reprochable, qué se debe cuestionar, qué se debe cambiar...

Si el capitán de ese barco hubiera sido Bertín Osborne ya veríamos esa noticia por todos lados. Sería un mártir del que todo el mundo hablaría. Habría cientos de miles de fans por toda España deseando ir a Italia para salvar a nuestro queridísimo toro español (que no sé si será español, porque yo le he visto cantar rancheras, pero me da igual - lo aparenta) ¡Ay si hubiera sido Bertín Osborne el detenido y no esa alemana del tres al cuarto que no conoce nadie! Una perraflauta, ¿qué pasiones va a levantar? Si por lo menos fuera guapa..., pero es alemana (no es un chiste sexista, es un chiste nacionalista - así que está permitido, porque Alemania es de primera división..., claro).

Yo, mientras tanto, sujeto mi pancarta y veo pasar unos cuantos besugos por la calle..., ahora me comeré la pancarta. Es a lo máximo a lo que puedo llegar.

Seré testigo de algún levantamiento. De cómo levantan la alfombra para colar a esa capitana alemana.