Estaba esta mañana viendo un gameplay, mientras terminaba de tocar algunas teorías sobre el aprendizaje de un idioma desde la etapa adulta..., y me cortaron el royo.
Música para acompañar a las tórridas imágenes de Franco y sus aguiluchos.
Ha estado bien que el día de ayer se llenara de imágenes con nostálgicos llenos de ganas de despedir a su dictadorcito, buscando la manera de hacer vigilia de su cuerpo. Por supuesto, los altos mandos golpistas tenían sitio de palco, los periodistas se tuvieron que aguantar con su permiso del gobiernucho de pacotilla.
Dicen que no, pero las cosas como son: algunas cosas no han terminado de cambiar todavía. Por eso es bueno levantar alfombras y levantar un poco el polvo.
Y, mientras esperaba un par de pedidos que no sabía para cuándo me llegarían - y que ahora creo que no lo van a hacer, o puede que sí - volvía para culminar mis técnicas algebraicas aplicadas sobre la pedagogía. Mi idea era: podía mejorar mi juego de la oca para hacer que una persona sea capaz de aprender un idioma sin saberlo, aun con cierto trabajo repetitivo y duro.
Es decir, para cuando fuera capaz de hablar el idioma extranjero (partiendo de cero, y de un alto nivel del lenguaje propio natural L1) sospecho que no será consciente de que es capaz de hacerlo - cuando mis cálculos asegurarán de que, al menos, sí será capaz de comprenderlo..., porque creo que es así como funciona la consciencia, claro.
Ahora bien, lo bonito sería probarlo. Y, por otro lado, me importa bastante poco.
El caso es que mientras toqueteaba las tres grandes secciones, dividida en tres grandes pruebas, y además jugaba con las técnicas de constatación de las hipótesis con sus correspondientes tests (un porrazo de ellos - me estaba quedando muy cuco)..., me puse a ver un gameplay de Shenmue 3 en inglés, y me asaltaron recuerdos; no sólo de los fachitas con ganas de ir a misa sino también la vez que se me dirigió una compañera de una academia de inglés y me preguntó cómo conseguir oir el inglés (ya que algo le decía a ella que yo le podía dar buenas claves para ello).
Efectivamente, para cada problema existe una técnica diferente. Sin embargo muchas veces la gente no es consciente de que entiende perfectamente lo que le dicen, cuando no termina de asumir la escucha. Porque claro, si no son conscientes de que lo entienden entonces, por definición, se supone que no lo entienden. Claro: esa manera de deducir lo que es capaz de obligar a entender por parte de la consciencia requiere una definición bien específica para aseverar algo así.
Pero lo que le respondí a la compañera fue un ejercicio que, para mi sorpresa, nunca lo he visto en ningún sitio ¿Era exclusivo de mi inventiva? Me sorprende, debido a su sencillez y simplicidad. Como fuera: la segunda fase de la oca sonora consistía en practicar las palabras para entenderlas.
Cuando le expliqué el ejercicio (bien pensado, todos mis ejercicios de acceso a L2 son una versión del juego de la oca..., o un juego de rol de viaje por Japón que puede recordar a Shenmue) ella me replicó: "¿Que no intente sintetizar el significado de cada palabra? ¿Entonces cómo conseguiré entender lo que me dicen?", a lo que le dije: "De eso se encarga tu cerebro, olvídate del significado de cada palabra, si eres capaz de leerlas entonces instintivamente las ordenarás para entender lo que te dicen".
Ese comentario en plan maestro del Kung fu, o maestro zen, me pegaba bastante y, de hecho, estoy muy acostumbrado a hablarle así a la gente. Me sorprende que la gente me demande mucho cómo usar su cerebro y, al mismo tiempo, nunca le dan margen de maniobra. Es decir: la razón por la cual muchos no avanzan es porque no se fían de dejar la máquina en ralentí, dejarla funcionar para que termine de hacer el cometido por el cual se le exige un trabajo.
Es cierto que aún habría que trabajar la tercera parte, con sus distintas fases, que es la de la mentalidad; y que sin la mentalidad es imposible entender las cosas de manera automática sin malentendidos sociales (un tipo de fallos en la pragmática, como escribí en mi artículo en Medium; PEDAZO de artículo completamente ignorado por toda la comunidad).
En cualquier caso, mi juego de la oca ya lo he consolidado en tres fases, a pesar de que ese gameplay me dejó a medio camino con un cierto mal sabor de boca: creo que Shenmue 3 cumplió sus propias espectativas, cuando los gameplayers debieron haber afrontado ese juego desde la perspectiva de los usuarios de Youtube que disfrutarían viendo al influencer jugar. Así que, introducciones a parte: ahora voy a poner una serie de puntos que creo que deben cumplir los jugadores cuando suban sus vídeos.
Los gameplayers vamos a llamarlos telejugadores, por eso de no abusar demasiado del inglés.
Un telejugador tiene dos maneras de afrontar el juego: mediante un directo o mediante una edición.
La edición grabada puede ser un directo recortado, para evitar mostrar las partes más aburridas, o una reconstrucción con marcadores que sirvan de contexto sobre lo que ha estado sucediendo hasta el momento o, ya por último, una reedición completa que afecte al orden de acontecimientos y cámaras para incluirle efectos que potencien la experiencia dinámicamente (efectos especiales).
Cualquiera de las modalidades tienen a su propio mercado. Algunos usuarios preferirían ver un directo, y otros un vídeo editado. Pero, por encima de todo, lo que ningún usuario está dispuesto a aceptar es: que el telejugador juegue a algo por segunda vez. Se supone que el usuario se está poniendo en su piel, y quiere vivir con él el juego por primera vez (aunque sea mentira). Esa es la magia de los juegos televisionados: tiene que dar la impresión de que lo que le impresiona al telespectador es lo que le impresiona al propio presentador. Es una regla de oro en todos los programas de televisión.
Si se rompe tal regla debe haber una buena razón. En cualquier caso, el telejugador ganará puntos cuando haga una emisión en directo, antes que cuando presente una edición con efectos especiales. Ahora bien, si se presenta una edición parece que los efectos especiales son una obligación: algún fondo musical, explosiones, cortes a otros vídeos, rememoraciones, etc... En modo Dios, un telejugador puede incorporar los efectos especiales propios de los que editan, sólo para sacársela delante de todos y decir: aquí soy el puto amo, o la persona más influencer entre los influencers.
Obviamente, nunca se recomienda convertirse en líder de líderes porque, por definición, es díficil. Si no, no existiría tal reto. Por eso, eso es algo que ni se exige ni se recomienda. Es de agradecer ver cómo se superan las espectativas; como probar a hacer un directo de un juego muy largo de una sola tacada, o de un juego que al ser muy difícil no sabrás si has estado perfeccionando a tu personaje lo suficiente como para que esté a la altura de algún rival muy tocho.
Cuando los telejugadores deciden marcarse un handicap, cuando deciden hacérselo más difícil, es porque tienen una estrategia pensada para abordar los problemas que surjan de ahí.
Si van a jugar a un juego superlargo cabe esperar que tengan una guía a mano, si van a jugar a un juego superdifícil cabe esperar que puedan desarrollar las subtramas fuera de cámara para que los usuarios no tengan que ver cómo se entrena el personaje...
Y esos eran aspectos que observé que los youtubers no cumplen; aún juegan sin un esquema (la mayoría), con el riesgo que supone cometer uno de los mayores crímenes que pueden cometer: que empiecen una serie y, por los motivos que sean, no la terminen. Y claro, listos ellos: pueden echarle la culpa a la ausencia de apoyo por parte de los usuarios..., bien, si les funciona, mejor para ellos; pero si repiten mucho el dejar las cosas a medias corren el riesgo de ver cómo los usuarios se sienten más cómodos, más seguros, con otros telejugadores.
Es decir: las series, en la medida de lo normal, deben acabarse o tener un cierto carácter de completitud.
Luego ocurren otros elementos que también hay que tomar en cuenta: ¿por qué estás viendo un vídeo por ese canal? ¿No prefieres jugar al juego en cuestión? Algunos es para sentir lo que siente el telejugador, y otros para crear un ambiente a las cosas que hace mientras ve los vídeos de manera pasiva.
En mi caso, mientras programo, me gusta ver películas de kung fu o jugadores que hacen sus cosas..., pero, en ocasiones, puede ser interesante la figura del telejugador que incorpora una visión trasgresora al juego en el que juega.
En ocasiones, los usuarios prefieren ponerse en la piel del jugador y lo que realmente van a apreciar por encima de todas las cosas es que les transforme la interfaz del juego de manera que se vean cosas que el programador no se planteó. Es decir, que rompa la interfaz.
Si el juego es de miedo, hay telejugadores que lo que hacen es no terminar de reaccionar al juego, como si las cosas que pasaran se visionaran a través de una segunda pantalla..., pero hay otros cuya reacción llega a tal extremo que hasta parece que se atraviesa su propia pantalla. Asímismo, la perversión del telejugador le permite trasgredir lo que ve ofreciendo una visión grotesca que, dentro de su coherencia, plasme lo que todo el mundo piensa y nadie se atreve a decir: como el papel de todo gran cómico.
Esas son, en definitiva, las razones por las cuales los usuarios vuelven a confiar en los mismos telejugadores; ya no es porque sean habilidosos: si ponen niveles fáciles tiene que parecer que hay emoción para que lo que pase en el juego atraviese la pantalla, o puede que elijan historias que ya tengan un buen contenido para dejar que el usuario lo disfrute por sí mismo..., si se hace esto otro, debería de hacer cortes y desarrollar el personaje fuera de cámara, para que la historia sea siempre fluida, junto con los combates.
Bueno, dicho esto, hay que decir que presentar un programa de televisión, jugar en Youtube un juego, hacer de locutor de radio, etc..., encaja con la idea de jugar a un juego donde estás aprendiendo a hablar en un lenguaje que es natural en muchas personas, pero que necesita un nivel cultural y una mentalidad que requiere entrenamiento..., entrenamiento que, como un maestro zen o del kung fu se puede desarrollar.
Pero aún todo esto es una teoría: aprender un nuevo idioma es como aprender a ser un líder, como hace tiempo mencioné hace tiempo en este blog. Ya veré si mis libros de autoayuda funcionan; o no lo veré, podría estar en mi mano o no el constatar mis teorías.
El tiempo dirá. No seré yo, ni tampoco me importa.
Éste es un blog pensado como último reducto para la fusión entre lo más humano y lo más tecnológico sin perder ni humanidad ni eficiencia.
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