Freixedo y Stormbringer

Sin pena ni gloria ha pasado a otra mejor vida uno de los grandes ignorados, mientras algunos nos reíamos desde las gradas. Irracional a más no poder, nunca le faltó especial razón..., ¡ay cómo nos gusta a algunos el hacernos importantes!




Es a éste hombre al que habría que hacerle un funeral de estado. Y no seré yo quien exponga los motivos. De hecho nadie lo hará. Freixedo nunca fue capaz en toda su vida de decir una sola mentira, pues su rostro se habría marcado con la señal de la muerte, sin embargo la enorme impotencia de haber sido testigo de hechos contundentes que nunca fue capaz de explicar, que pretendió poder analizar y mostrar como los había presenciado fue también su tortura.

Desandó el camino del buen excéptico y rejuntó cuantas pruebas en las posiciones más privilegiadas que ningún hombre de habla hispana pudo ser capaz de recoger y, al mismo tiempo, dudo que haya registro de nadie que haya sido capaz de decir más que él - pues no se guardó nada. Fue una apuesta extraña, un intento fallido..., están aquí, decía. Pero no sólo eso, continuó con sus investigaciones, todas eran testimonios y evidencias, hasta el punto de sintetizarlo todo en una peculiar teoría; teoría que se resume a la obligación del ser humano a tener que despertarse de su largo letargo porque habían una serie como de arcontes vivos que nos succionaban las energías.

No estaré del todo de acuerdo con sus análisis pero..., ¡ay si lo hubieran escuchado! ¡Ay si hubiera funcionado! Eclipsó a otros en los que habría puesto mi apuesta personal, pero porque no hay mayor contundencia que la que te puede dar el testimonio privilegiado. Sabe que se ríen de él, pero no le importa exponerlo también. Por eso los tildaba de enemigos..., ¡tan peculiar!

Y helo ahí, es como Elric de Melniboné, empuñando a Stormbringer; sabe que es un demonio que devora las fuerzas de los rivales a los que hiere, y esa fuerza en parte se la cede al portador de la espada - pues la única forma que tiene de blandirla es con la fuerza suficiente que le puede conceder un verdadero demonio. Hay quien está dispuesto a jugar a ese juego: tus evidencias las acepto, oh dios demoníaco que devoras las almas de quienes se aborregan a tu servicio. Usaré tus medios para acabar con tu dictadura.

- ¡Pero qué huevos tienes, Elric! Pero sabes que, muy en el fondo, yo siempre fui más malo que tú.

Y esa es la historia en la que al fin la espada prescindió de su portador, porque el cometido ya lo había cumplido, ya no quedaba ni un solo hombre al que señalar. Ahora las pruebas saldrán a la luz por sí mismas y todos serán Freixedo ¡Wuahh, wuahhahaaaha! 

- Querrán elegir antes a quién pensar por ellos siempre que no tengan que decidir qué pensamiento se les aleja.

Ahora leed los libros de Freixedo, malditos, ¡pero leed!... Yo no lo he hecho. Algún día empezaré por el último tomo, su obra se ha ganado el apelativo de ser imperecedera. Pero ahora ya nunca nadie sabrá de dónde sacó este hombre tantas informaciones veraces, porque será muy a posteriori cuando esto mismo se descubra. ¡Wuahhh, ahahahahaha!

En el fondo yo sí que fui mucho más malo que el propio Stormbringer. Al fin y al cabo puede que esos dioses existan, pero nunca creí que los arcontes tuvieran mayor existencia más allá del plano cultural. Al final siempre es el hombre más culto y con la información más privilegiada el que sabe dónde ubicarse para poder aparentar ser invulnerable o todopoderoso. 

Y sí. De todos cuanto han dado conferencias, entre estafadores y alucinados, el que  se ganó un especial respeto por mi parte siempre fue el acertado y privilegiado Freixedo. Un honor el haber sabido de su existencia. 


Sr. Freixedo, permítame portar su fertro. No el físico. Y descanse en Paz.