Aquí estoy, acabo de darme cuenta de que mi nueva maquinita usa conceptos que no se han desarrollado del todo y, por ello, si me lo quiero montar bien, debo desarrollar antes los más básicos.
Pues sí, tenía pensado publicar para hoy una cosa gorda..., pero era tan gorda que creo que nadie la entendería. Antes debo desarrollar otras ideas, para así tener unos pares en condiciones. Y es que, por muy profesional que uno se crea siempre debe buscar la manera de confrontar su trabajo - de lo contrario sería como vivir una mentira.
Lo que uno hace acaba en el mundo de los hechos, la realidad, la verdad, el pasado, lo pasado...
Lo que uno interpreta acaba en el mundo de las ideas, la imaginación, lo posible, la felicidad, lo futurible...
Imagino a todas esas personas que se dedican a hacer cosas, sólo por hacerlas, y acto seguido en su mente es como si realmente consiguieran objetivos bien definidos.
Recuerdo el cura de mi barrio. Cuando yo era mucho más joven me daba vergüenza ir a la misa de las comuniones y no participar con el resto de los asistentes, a pesar de ser yo ateo (hasta la médula), así que solía mover los labios como si estuviera cantando. Ése, para mí, era como un acto social para no meterme en un lío con mis familiares y todo mi entorno - al que, con el tiempo, aprendí a dejar de respetar.
Era como cuando Marx se casó por la iglesia. Claro que es de esperar que esas épocas, esos entornos..., la cosa sería muy diferente.
Con el tiempo el cura del barrio se acabaría enterando, ya sea por mi boca o por la de mis hermanas; podría constatar el hecho: "¡Pero es que eres ateo!", me llegó a repetir con incredulidad. Efectivamente, en su mente, en el mundo de las ideas, de lo posible, lo futurible..., ahí estaba yo en el reino de los cielos adorando al dios cristiano, o al menos en su imaginación. Si su trabajo era pastorear almas, la mía la perdió, a pesar de que hice con él mi primera comunión..., y una enorme lista de comuniones más domingo tras domingo. Pero que yo siguiera siendo cristiano estaba en su mente, y en lo que le confirmara su imaginación.
El trabajo de un profesional no tiene validez si no se valida con una confrontación pragmática. Sea cual sea dicho pragmatismo. El artista necesita los aplausos. El vendedor necesita las ganancias al contado. Por ejemplo, aún los de Medium, tanto decir que me pagaban, y luego no sólo no me parecen convincentes las estadísticas al 100%, sino que además sigue demorándose las pocas cuatro perras que me prometen ¡Bah!
Cuando yo era aún más joven, en mis ejercicios de mediación a empresarios, alguno llegó a preguntarme porqué un buzón de sugerencias cuando ya tenían delegados sindicales. La cosa era simple, los delegados sindicales necesitan los propios buzones de sugerencias para saber hasta qué punto ellos mismos son representativos entre los trabajadores. Para saber si gozan o no de confianza.
Por ejemplo, ayer mismo escribí un comentario en Youtube respondiendo al clásico sujeto que se queja del anonimato en Internet ¿Por qué es tan importante el anonimato en Internet? ¿Acaso los periodistas van difundiendo los nombres de sus enlaces, de sus chivatos..., o como los llamen? Las denuncias anónimas son imprescindibles para que los propios periodistas tengan una idea de lo creibles que resultan. Si esos mensajes anónimos gozaran de prestigio, y no consiguen conectarse con ningún periódico, entonces es posible que los periódicos pierdan fuerza, sean acusados de vivir en el mundo de lo futurible, lo posible, la imaginación..., nada que ver con la realidad.
Es por ello que lo más importante para un presidente democrático (que sería colocado exclusivamente en urgencia por gente culta), así como para un legislador o un juez, es tener un par que le confronte; este par puede ser el propio disidente, el que no comparte su manera de ver las cosas. Pero si el par de un fiscal es el abogado defensor y los jueces que instruyan su caso, y el par de los jueces puede ser las instancias superiores entonces, ¿cuál es el par de las instancias superiores? O también, ¿cuál es el par del rey?
Pero para esto no hay preocupaciones. La gente se queda más con la idea de la igualdad, los privilegios..., a mí, la verdad, que a unos les vaya mejor o peor poco me importa..., todo lo más la meritocracia es importante, pero la suerte..., pues la verdad es que no es para tanto. A la gente no le preocupa que haya puestos donde nadie les cuestione lo que hacen. Para ellos la democracia es votar, y es que en España, como en cualquier dictadura institucionalista, se defiende muy dictatorialmente que quien supera un examen ya se ha enfrentado con todo lo que se tenía que enfrentar - así se palía nuestro instinto que nos dice que debe examinarse cada acción llevada a cabo en cada momento. La idea es: si ya fue examinado, a partir de cierto momento no tiene obligación alguna de rendir cuentas ante nadie.
Esas formas de tecnocracia no derivan hacia la meritocracia, sino a la idiocracia. Y no estoy siendo duro de más. La película mostró con exactitud la idea: se va especializando la gente en cosas muy concretas y se va permitiendo que las máquinas se vayan encargando, hasta el punto de que las personas adquieren un puesto de trabajo, pero no son capaces de reaccionar ante imprevistos. Las dictaduras institucionalistas necesitan un Himler que las sostenga: un experto del estado profundo que haga posible las elucubraciones dogmáticas del dictador de turno.
El prestigio de un profesional se mide por su capacidad para ser contrastada cada una de las cosas que hace. Ése sería mi postulado. Esa cultura, que nos viene de la toxicidad franquista y la cultura del abuso que también se dio en la república, de me siento orgulloso de ocupar un puesto donde nadie me cuestiona, el caudillismo, no voy a apuntar al espectro político donde es más habitual, pero sí es cierto que está demasiado difundido - y es el origen de la superioridad moral de la izquierda (además del racismo, el nacionalismo, el pensamiento anticientífico y la intolerancia a la cultura).
El hecho de que exista una superioridad moral de la izquierda en España es porque siguen dándose (principalmente en la derecha, pero los progres en su cinismo también lo practican) contingentes de personas que reiteran a necesitar unos postulados que le sería trivial a alguien que sí sea socialista. Porque claro, no me cuesta explicar (como hizo Engels) que el socialismo es incompatible con el machismo, que es un reflejo del nacionalismo (chovinismo), que el racismo es una expresión de narcisismo y odio contra un contrato social, propio del individualismo..., que en una sociedad comunista también podría haber asesinos (por un lado) y machistas (por el otro)..., pues claro, pero estructuralmente hay sistemas que están mejor adaptados para afrontar unos conflictos u otros.
Reconocer la superioridad moral de la izquierda supone reconocer que en la derecha aún existen esos comportamientos, esas semillas..., semillas que intoxicarán a los que digan ser de izquierdas. Y veremos nacionalistas que dicen ser de izquierdas, racistas que digan ser de izquierdas, plutócratas que digan ser de izquierdas... Paradógicamente, esto mismo es aplicable hacia el enfoque político que es análogo a la izquierda: el liberalismo - que no es compatible con todos esos valores. Y que, eso sí, el liberalismo es una utopía que jamás ha llegado a poder realizarse - salvo cuando se aplicaba la ley del más fuerte, es decir, cuando no había ni ley ni orden ni nada.
Que se quiere defender una postura alternativa, bien: lo contrario de planificar la economía es dejarla hecha unos zorros. Si se va a actuar de esa manera me gustaría conocer el plan al completo.
Lo mismo sucede en Cuba ¿Cómo van a prescindir de su monarca si al hacerlo corren el riesgo de que quieran perder derechos que se han convertido en fundamentales? Por eso existen los monarcas, porque garantizan derechos sociales..., se supone que están por eso. Y poco a poco en Cuba sabemos que se tiende a sufragar más y más asuntos políticos - y así darle más y más credibilidad al poder de su democracia.
En España nuestra monarquía no parece que cada vez ceda más y más su poder. No parece que admita sufragios de lo que hace..., ¿qué hace? ¿Hace algo el monarca? Sabemos que los del Supremo van a la sala borrachos y suelen montarse orgías los unos con los otros mientras meten cochinillos al interior de las salas, les arrancan de sus traseros sus boñigas y se los meten entre ellos en sus respectivos traseros..., y el rey no hace nada.
Alguno podría preguntarme si lo que he escrito arriba es cierto. Bueno, ¿le damos credibilidad a lo que tenemos entendido de lo que supuestamente hacen las instancias superiores de justicia en España? ¿Cómo podemos darles credibilidad? ¿Qué riesgos asumen? ¿Los asumen? Son reasignados por el poder ejecutivo para que se atengan a un dogma que genera votos. Entonces, ¿son jueces o son políticos? ¿Interpretan las leyes de todos o se imaginan cosas propias de su partido?
Y el rey no hace nada.
La Constitución Española prevee estos problemas. Pero da igual, lo mismo ha pasado con la Constitución Venezolana a la hora de dilucidar quién es su presidente. Parece que con fingir que es dudoso es suficiente. Sin embargo, ante una sociedad culta esto puede ser considerado inaceptable.
Bueno, ya he escrito bastante... Me reservaré mi hallazgo para cuando pueda sostener sobre algo conocido lo que pretendo hacer; no vaya a ser que me acusen de crear castillos en el aire.
Éste es un blog pensado como último reducto para la fusión entre lo más humano y lo más tecnológico sin perder ni humanidad ni eficiencia.
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