Asumo riesgos todos los días. Desde el mismo instante en el que acepté ser gerente de una empresa que no reconocía mi existencia: ser el jefe de un autónomo al que le concedieron el concurso a mi hermana. Y sí, yo no pude obtener el título - lo suelo decir, los jueces me veían fuerte: un chico blanco hetero joven informático y genio. Por eso no tuvieron ni la más mínima duda de dejarme en la más absoluta indefensión de manera sádica ante el proceso de sabotage organizado que estaba viviendo en la universidad.
No sé cuánto tiempo tendré Internet, si de nuevo en Jazztel me lo cortarán, cómo quedará esta misiva... Al empezar a trabajar en esta empresa nada estaba a mi nombre, y el sadismo de mi hermana no quería dejar de estar ahí. No he podido llevar a cabo muchas gestiones por culpa de no tener la empresa a mi nombre, ni tampoco me han permitido el cambio de titularidad - más en concreto en el caso de Jazztel, aludiendo a un error burocrático que me deja en la más absoluta indefensión: yo soy el que paga, pero no tengo derecho a gestionar el servicio, ni a anularlo.
Es como un paquete completo, o lo tomas o lo dejas. Y en estos últimos días los operadores, conscientes de su omnipotencia, se han puesto especialmente imaginativos en su coordinación.
Solo diré una cosa: no se puede ser honesto y sagaz en lógica sin que en una idiocracia te consideren un sociópata. Sin ir más lejos, la capacidad que tiene un individuo para... Es lo único que no pueden controlar.
La libertad es vivir bajo la seguridad jurídica de que no sufran indefensión. Pero no es lo mismo la indefensión de quien te la aplica a distancia, desconfigurándote el equipo expresamente, que el que pretende reirse de ti a la cara. Porque al segundo se la partes, y no hay interpretación posible que le salve.
Por eso, allá donde no haya inspectores de Hacienda, donde no haya atención al cliente de empresas de telecomunicaciones, donde no haya teléfonos que te llamen para acosarte con sus silencios o su publicidad..., está el descanso, el tipo de impunidad será más directo, el cara a cara - lo que uno puede sopesar, aceptar. Allá donde no es posible avanzar, donde no se espera nada de ti, donde está todo el pescado vendido..., ese sitio es el paraíso.
Honestidad, sagacidad y la incapacidad social para afrontar la impunidad nos lleva a la prisión.
Es una fórmula perfecta. A partir de ahora desconfiaré de todos los que digan ser expertos en lógica, porque en este mundo ese tipo de gente está abocada a la locura o al activismo.
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