jueves, 2 de diciembre de 2021

Socialdemocracia para tontos V1.0

Estaba pensando en subir estos planteamientos por Youtube, que tengo más audiencia, pero como los vídeos tardan lo suyo en subirse... Esto es más cómodo. Y es que aún no sé lo que significa desahogarse de esta manera: escribir es bueno para la psicología, eliminar los fantasmas que te acosan es un alivio. Y en ocasiones estas impurezas que me atosigan me parecen muy llamativas.

También tenía pensado hacer un vídeo sobre la maldad; en esta ocasión la tenía bien cogida por los distintos frentes - la tengo bien clasificada por sus cuatro filosofías. Y es aplicable con la teoría de los memes antropomórficos que vengo desarrollando en el otro blog, el de mi novela. Quizá los llame "esferas" como se traduce de la obra de Propp, decir arcontes ha provocado reticencias, y no es inteligente promover una palabra que algunos catalogarían como new age.

Memes autogenerados divididos en: funciones de lenguaje, esferas e instrumentos.

Pero a lo que iba..., muchos se preguntarán qué es lo que ha hecho que la socialdemocracia "funcionara". Vemos otras fórmulas que se han intentado: algunas más liberales y otras más planificadoras. Y parece que hay cierta tendencia a un punto como medio... Ese punto medio, por supuesto, es un espejismo, porque en cada país lo que es un punto medio más a la derecha en otros es más a la izquierda. Y más de uno podría pensar que es a eso a lo que se le llama "soberanía", o costumbres. Otro espejismo si se estudia con severa profundidad.

 Pero no quería dar ahora las herramientas necesarias para romper con las barreras marcadas por el espejismo generado por la socialdemocracia. De antemano, la paz social no se puede mercantilizar, y los medios de comunicación no deberían de ser sometidos por las élites financieras, que son las que promueven a unos partidos o a otros. La fluctuación de poder bipartidista supone una ventaja para quienes gustan de manipular la economía a partir de sus cábalas personales. Es demasiado evidente que el modelo socialdemócrata es terriblemente fácil de mejorar, trivialmente fácil de cuestionar y es insultantemente sencillo de listar una buena cantidad de cambios revolucionarios de sentido común. Así que cada vez que alguien dice que la socialdemocracia es el modelo menos malo yo veo a un tonto; o si veo que lo que dicen es que la democracia es el modelo menos malo (cuando en realidad es el único modelo posible) yo veo a alguien que aspira a ser tonto.

Vamos al tema. Observamos en la socialdemocracia unipersonal de Franco cómo, a pesar de ser una clara dictadura, había unas mayorías consolidadas que no eran cuestionadas del poder. Los derechos sociales que disfrutaban los trabajadores se podían hacer tangibles, y es que el gobierno franquista se identificó por el enorme miedo que tenía de que el Pueblo se revolviera, de que hubiera más sangre por las calles, de los piquetes... Así que se les otorgó un enorme poder de negociación, basado en el miedo. Siempre basado en el miedo.

Hoy día el miedo sigue existiendo, pero no desde los sindicatos contra los del poder, sino contra los trabajadores. El modelo actual mantiene el miedo poniendo contentos a los funcionarios contra los usuarios. Así, la justicia no persigue al funcionario ni al alto cargo, se vuelve el sistema muy tecnocrático, y esa es una forma normal de la evolución socialdemócrata. Se trata de la dictadura institucionalista: cuando los funcionarios son los que imponen lo que hacen y desean hacer, al margen de un laberinto de leyes que se interpretan sobre la marcha fingiendo que hay un experto que las cita.

No es de extrañar que la siguiente evolución a toda socialdemocracia personalista es una tecnocracia y, de la tecnocracia, a una idiocracia...

Ahora bien, no hay más que analizar por qué suena tan convincente. Éste será el clásico discurso de V de vendetta en la tele: la gente se ha acostumbrado al miedo, y lo usa para ir contra el chivo expiatorio, el enemigo. El Gran Hermano nos protege. 

Podemos observar las autolimitaciones en cosas muy simples, y es la figura del inspector o del auditor. Hay quien defiende posturas que no construyen, sino que más bien son mecanismos para evitar sus miedos, para huir de ellos sin afrontarlos: les da miedo que alguien sancione lo que hacen, quizá principalmente porque hay demasiadas normas, porque no hay manera de denunciar los abusos, porque la Justicia de lo Contencioso no es autoritaria... Esas son las claves de la socialdemocracia tal como la conocemos: el miedo y las injusticias.

Cuando se lanza la pregunta: ¿debería el Estado de diseñar una programación de Historia? Se observan respuestas muy diversas, muy propias de la socialdemocracia, llenas de un enorme miedo, un pavor inquietante y que siempre, siempre, siempre me infunde una enorme pena. La pregunta no es un dilema, es un falso dilema. Y es falso porque la respuesta no tiene más remedio que ser que sí. Y tenemos diversas variaciones: historia de la filosofía, historia de la literatura, historia del arte, etc...

No hay más que analizar en este falso debate cómo argumenta el que defiende que no, que es "otro" el que debe encargarse de la programación ¿Quién es el "otro"?

a) Los padres. Los papás tienen que encargarse de decirle a los profesores qué se entiende por la historia. Cómo se enseña, porque la historia es muy elucubrante y provoca una crianza muy manipuladora. Y yo les preguntaría: ¿cómo acceden los padres a la asignatura y obligan a que toda el aula cambie su programación? ¿Esto es aplicable en institutos? ¿En una universidad puede el alumno hacer cambiar la programación al profesor?

b) Los profesores a título individual. Hay libertad de cátedra y la historia se enseña como a cada cual le salga del pijo. Niños y adultos tienen que tragar con lo que le diga el funcionario de turno, que por algo le pagan. Y si se comete una ilegalidad, pues ya se le denunciará. Pero que a nadie se le ocurra meter inspectores en las aulas, que eso coharta la libertad de cátedra. Y yo a estos siempre les digo lo mismo: que no tienen ni puta idea de lo que es la libertad de cátedra. Se mueven por el miedo y no están dispuestos a dejar que unos profesionales se encarguen de crear una programación, profesionales que podrían ser elegidos por ellos mismos... Pero por qué, porque entonces sería el Estado el que se encargue, y eso es lo que no quieren.

c) Los políticos deberían de decidirlo. El Gobierno es el que se encarga. Hemos votado para que unos señores hagan ese cometido. Ellos decidirán a quiénes colocar para que cobren por tomar las decisiones por nosotros. El comité encargado será formado por señores que siempre han hablado bien de los partidos y habrá ayudado a la propaganda socialdemócrata, que es justo lo que necesitamos para que preparen la programación de las asignaturas de historia. Y yo a estas personas les preguntaría: Sois unos hijos de puta, ¿verdad?

d) Que lo decida la Comunidad Internacional. Yo a estos les diría: menos utopías, que no tenéis ni una leve idea de lo que decís.

En definitiva, el éxito de la socialdemocracia consiste en darle participación a todos sobre un debate para darles la creencia de que esa participación afecta al día a día, que conforma la cultura democrática. Y esa participación está llena de miedos: se vota por un miedo egoísta, a lo que le conviene cada uno. Y eso no es democracia: la gente debería de participar en lo que nos conviene a todos, pensar por el colectivo, no a título individual. A título individual sólo restan los intereses, y el pago del voto nos lleva a la tecnocracia y, de ahí, a un proceso donde cada vez hayan más leyes, más especialización y más idiotas al poder. Es un modelo autodestructivo en cuanto pase el tiempo suficiente o la población sea demasiado numerosa.

En cualquier caso, la socialdemocracia tiene la solución imperial: si todos están más o menos satisfechos con la mentira, si hay una propaganda continua de llamar democracia a la socialdemocracia, si se reprende al que cuestiona los conceptos, si se recompensa los movimientos reaccionarios, si se confunde el debate con falsos dilemas de izquierda y derecha, si compensa financiar a un partido político para conseguir tus propios intereses, si es posible raptar a los medios de comunicación... Al final obtenemos un modelo estable, y quien diga que la estabilidad es signo de paz social no es más que un idiota.



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