Esta noche ha sido una de esas noches en las que me siento defraudado con cómo se ha comportado mi cuerpo. Igual que ayer dormía como un lirón, esta noche ha sido recordar las aberraciones vividas para que tenga que revivirlas, sentirlas de nuevo atravesando mi cuerpo... Es como un fantasma que no encuentra descanso, el descanso que no encontrará mientras siga viviendo esta falsedad.
Cuando se vive en auténtica parsimonia con la realidad los malos recuerdos se queman como resultado del triunfo material frente al desamparo. Mirar desde arriba las injusticias es posible. Lo que no se podrá hacer desde arriba es mirar las propias injusticias, aquellas de las que uno es responsable. Esos fantasmas tienen otro cuerpo, otro color, otra forma... Algo así llegué a sentir una vez: sudores fríos por haber aseverado algo que descubrí que no era verdad, porque muchos me habían tomado en alta estima habiéndome equivocado. Pero ya digo: no es lo mismo el remordimiento que el resentimiento.
Algunos malos filósofos han querido apartar ya sea el remordimiento como el resentimiento de las ecuaciones del ser humano. Obviamente no entienden cómo trabaja la humanidad, son unos sociópatas empedernidos por ignorar elementos tan fundamentales del ser humano. Pero ése es el papel de aquellos que quieren revolucionar la definición de ser humano: intentan confeccionar las herramientas de las que nos valemos para que no sean tomadas en cuenta.
Si se elimina de la ecuación los remordimientos entonces seremos sus esclavos, así como si eliminamos el resentimiento como algo propio de la naturaleza humana. Resentir significa que fuimos testigos de una injusticia no reparada, y el no poder demandarla provocará nuevas injusticias..., hará imposible el pacto social. Digamos que si te echan en cara tus denuncias como si fueran destructivas lo único que se conseguirá es provocar o la destrucción del sistema o la destrucción de la humanidad. Y en eso consiste eso de confeccionar la revolución: se trata de definir al ser humano, de decidir en qué se va a convertir.
Más le vale a esos que conforman la literatura de lo ético que tengan un cierto control, porque de lo contrario se le echará el mundo encima y no sabrán lo que ha pasado. Pandemia incluida.
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