Todos los periodistas esperaban el anuncio por el que se aprobaría la ley para el día de mañana. Por esa razón el periodismo oficial acordó una reunión urgente con el Gobernante Vigente. El Gobernante no podía rehusar al formalismo, pero como le incomodaba entrar en detalles procedió a acercarse a los micrófonos deleitándose con las pausas y las poses necesarias para que los fotógrafos tuvieran su encuadre.
- Heme aquí. Preguntad.
Y dicho esto, sin más dilación ni presentación posible, todos los periodistas oficiales levantaron la mano y, por el fondo, algún que otro becario. Entre murmullos se fue dando un turno de palabra:
- ¿Cree Vd. que la orden ejecutiva es legal? ¿No teme que se la tumben?
- Es perfectamente legal. De no serlo no habría sido en absoluto polémica.
- ¿No teme que se promulgue una ley para derrogarla desde el Parlamento?
- Para que el Parlamento haga tal cosa tendrá que pasar un tiempo, y conseguir un consenso que en estos momentos no tiene.
- ¿No teme ser destituido en los próximos días por no renovarse su confianza?
- De ser así la orden seguirá vigente. Así que no me preocupa. Todo lo que tenía que hacer ya está hecho.
- ¿No tiene miedo de que le acusen de conspiración o prevaricación?
- Como ya he dicho la orden es legal.
- ¿Podría explicar sus motivaciones en palabras que entienda el Pueblo?
- Acabar con el clientelismo.
Los murmullos se fueron disparando tanto como las poses del presidente. Era difícil saber qué podían tener en mente los periodistas, si realmente era una broma, si se había vuelto loco o qué estaba sucediendo. Así que, de motu propio, volvió a dirigirse a los micrófonos.
- Hay veces en la vida en el que la sociedad tiene que vivir un cambio que provoque que no se pueda volver atrás. Y esto se produce porque la manera en la que el estado se ha estado comportando puede que no fuera todo lo elegante que debiera.
- ¿Qué quiere decir con elegante? ¿Cree que los jueces aplicarán su orden?
- Más les vale. La inoperatividad de las medidas cautelares activa las alarmas militares.
- ¿Qué pasará con los que cometieron delito hace más de veinte años? ¿Habrá perdón u olvido?
- No me corresponderá a mí. Ya digo que si un policía los detiene y el juez no aplica la normativa vigente entonces el poder militar se hará cargo.
- ¿Se incorpora entre la anulación los indultos por salir en una procesión de Semana Santa?
- ¡Por supuesto!
- ¿Y las doctrinas que hacían firmes las sentencias que exoneraban casos particulares?
- Eso no corresponde a mis competencias. Para anular el indulto antes hay que ser condenado.
- ¿Y si se trata de un aforado? ¿Prevalece la orden o el fuero?
- Prevalece la orden, porque el fuero fue pensado para nuevas acusaciones, no para una condena por cumplir.
- ¿Y si se recurre la orden?
- Si se recurre la orden tendrá que explicar el Supremo cómo el que es culpable para él no tiene que cumplir su condena íntegra ¿Acaso tiene competencias el poder judicial sobre los indultos? Si no es así, entonces tampoco la tiene para la anulación de los mismos.
- ¿Ha pensado que irán a por usted?
- Ya sé que no volveré a ser votado. Esto lo hago...
- No me ha entendido. Irán a por usted.
- Esto lo hago porque no tengo nada que perder. Y todos tenemos mucho que ganar.
- ¿Cuál es el mensaje que le da a todos los ciudadanos que recibieron en un momento dado su indulto y que ya están reinsertados en la sociedad y son ciudadanos de a bien?
- Que teman por cada minuto que pase, por cada segundo. Porque puede que ese policía que se pase por delante de ellos no les detenga, pero puede que el siguiente sí lo haga. Y que recen conque el juez encuentre excusas variopintas para que no sea el blanco de la ira del poder militar.
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