Es como quejarse por quejarse, pero el caso es que es sentarse y sale otro. Me siento y sale otro. Y así. La verdad es que me gustaría vivir la sensación del triunfo. La sensación de que lo que hago sirve para algo.
Podría desarrollar varias líneas de investigación, aprovechando algunos nuevos resultados, sin embargo aún queda la duda de si estoy en una trampa del tipo disidencia controlada, como me pasó con la universidad Politécnica. Es posible que estén buscando la manera de hacerme callar, y para ello hacen como que me siguen el juego. Desde mi perspectiva tendría mucho sentido. Y no es la primera vez que me pasa.
Así que antes de emprender un nuevo proyecto veré si clausuro los que tengo abiertos y, a falta de respuestas por parte de editores, o de sus demandas, puedo seguir desarrollando la idea de irme de este país. Esa idea me parece bastante potable considerando que en España está todo yermo y muerto.
Acabo de desarrollar un algoritmo muy diáfano y sencillo que resuelve muchos problemas pero, al mismo tiempo, es tan potente que me infunde desconfianza - no puedo controlarlo y sospecho que sólo puede servir para hacer un solver. Y, al mismo tiempo, veo maneras de controlarlo por mucho que se desboque. Es..., como si fuera un bucle.
Luego he desarrollado unas buenas bridas para establecer límites a la tecnología basado en decidibilidad. La verdad es que ahí me estoy luciendo bastante, aunque es muy difícil que termine esa teoría - está siendo demasiado rigurosa, por lo que notación puede ser liante. Lo interesante es que, si no me equivoco, de esa manera se podrían atar muchas clases de complejidad en todo su zoo.
Luego está la sensación de injusticia: ¿que consiga todos los objetivos será suficiente como para obtener el reconocimiento que mi instinto me dice que tengo derecho a recibir? ¿Si invierto mi dinero en que reescriban mis documentos en un inglés técnico me valdrá la pena la inversión?
Si pienso a largo plazo conseguiré llegar antes a mis objetivos.
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